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Las tragedias sociales desplazan aparentemente
el momento histórico actual a momentos pasados. Los acontecimientos sociales se
desplazan de la línea del tiempo a un círculo cerrado trágico. Tianjin desplaza
sus efectos a las guerras nucleares y los accidentes de las centrales
nucleares. Pero en Tianjin además de los efectos devastadores de una explosión
en el sistema urbano e industrial,
implica el caos de un modelo de
producción dominante y de la no eficacia de la convivencia social y la no
eficacia del modelo político transitivo de formas agrarias a formas neocapitalistas ultra liberales.
El fenómeno destructivo de Tianjin, los hemos visto extraños no residentes, lo hemos
tenido como la percepción visual inmediata
de la destrucción generalizada del hombres y objetos industriales. Una
explosión que manifiesta en su destrucción el ciclo del capital industrial anarquizado
y las relaciones de complicidad y
corrupción que conlleva. La explosión casi nuclear se da en el escenario
histórico de la ciudad china de Tianjin. No es un acontecimiento diacrónico
casual, sino el desarrollo económico de la dinámica de una sociedad
precapitalista, que avanza impulsada por desarrollos de producción tecnológicos
importados por sociedades industriales postcapitalistas, en edades de declive
y caducidad innovadora en las relaciones
de producción.
Es el tránsito de una sociedad agraria a una
sociedad industrial avanzada a través de desarrollos espasmódicos de excesos de
producción y bajo consumo interno, por la relación de alta productividad de
valores de uso con fuerzas de trabajo de salarios bajos e
ingresos monetarios, que originan ciclos correlativos de altas ganancias de
acumulación de capital. Una productividad científica importada impone un ciclo de
producción y comercial de alto consumo internacional, sobre la base de precios
de venta bajos y alta demanda, que vienen a determinar intercambios desiguales
de cantidades de trabajo de baja y alta calificación y de alta amortización capital fijo que no
retorna como inversión de renovación de capital nuevo. El entrelazamiento de
bajos salarios y altos beneficios de plusvalía relativa interna y bajo consumo interno
obliga a alto consumo externo a precios bajos en precios divisas apreciadas.
El beneficio interno nacional,
recortado en los precios de venta exterior, permite la subida de los precios internacionales externos de las
mercancías exportadas y la conversión de
las ganancias internas residuales en créditos financieros bancarios para activos bursátiles internacionales, en
escaleras de sectores punteros de ofertas y demandas no nacionales e integrados en fetichismo del dinero inversión a
corto plazo que recogen los créditos apalancados en las diferencias del interés del préstamos con
las diferencias de cotización al alza de valores mobiliarios. El tiempo especulativo
de ganancias por sectores especializados en subir la escalera espiral del alza,
al infierno de la incertidumbre. Infierno
financiero que proviene de ahorros-salarios internos prestados a intereses bajos con la
garantía de las acciones compradas a la baja. Luego la burbuja de compradores-vendedores
y la caída de las cotizaciones con la quiebra del comprador-deudor y retornos de
endeudamiento a corto plazo por los préstamos inversionistas. El lema bankiano
de todos somos banqueros.
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Las ventas externas de mercancías en moneda extranjera posibilitan compras de
medios activos aplicados a la deuda pública nacional y extranjera con bajo
rendimiento. La producción exterior de productos a mercados exteriores, a precios bajos, origina pagos en
divisas que adquieren medios de producción y tecnología a
precios altos en los mercados exteriores de
moneda sobrevaloradas.
Juego especulativo de abundancia y
escasez de dinero extranjero que aprecia y deprecia la moneda propia. Con la moneda
nacional depreciada se venden productos interiores a precios bajos y se compran productos a precios altos.
Diferencias de valor que obligan al crecimiento de la producción y a
desequilibrios con ofertas bajas de precios de venta, que bajan el margen de ganancia sobre el coste de
producción. Al contrario, la abundancia de
ofertas de producción exportada de los países vendedores, en divisas depreciadas, dan jerarquía de
demanda externa con altas ganancias absorbidas a la producción interna.
Metafóricamente esta situación de sobreproducción
y subconsumo en las sociedades industriales, en sectores capitalistas, no
homogenizados en las plusvalías medias, desplaza capitales de los sectores de
alta tecnología y baja plusvalía a los sectores de baja tecnología y alta
plusvalía. Alto desarrollo desigual en el país.
Los efectos económicos de la
desigualdad sectorial y social los hemos percibido en las pantallas de
televisión como una repetición retórica de las experiencias visuales nucleares de los documentos televisivos. Pero
hoy las imágenes no evocan otra realidad y su percepción no procede de un
espectador in situ, sino de un espectador sin presencia inmediata. Según las
imágenes televisivas ha habido una explosión de niveles nucleares en una zona
de alto desarrollo. Una explosión percibida en la pantalla televisiva con un mensaje
de radiaciones expansivas, a través de imágenes.
El espectador ha podido asistir al
preámbulo aleatorio del futuro construido en la superproducción y el subconsumo
de mercancías y de residuos tóxicos
arsénicos deficientemente almacenados, que implican reducir inversiones de capital, no incorporado
a los valores de producción y coste de ventas.
Ha sido la destrucción avanzada de
un sistema económico en un espacio y un
tiempo histórico para un modo de
producción acumulativo de grandes excedentes industriales y retardos de exportación
con ganancias variables decrecientes, carentes de mercado de consumo interior y
adquisiciones de divisas en su valor real, decrecientes, de mercados exteriores
y materializadas en deuda pública externa de dudoso retorno inmediato.
La contradicción de desarrollo creciente y
acumulativa de superproducción de mercancías y subconsumo interior, desinversión en
organización y capital fijo, junto a residuos tóxicos acumulados por la anarquía de producción y almacenamientos a costes bajos,
son efectos de una estructura económica
acumulativa que se desplaza en el caos.
Para el individuo educado en la
ética de situar la producción al servicio del hombre, resulta aterrador la destrucción del medio urbano,
ecológico y las víctimas por la acción desordenada por las relaciones sociales de
minorías dirigentes, que niegan al hombre la cúspide del humanismo y la perdurabilidad.
Prefieren el momento final de la ganancia monetaria acumulativa y la visión de
su destino minoritario, desde un edificio rascacielos, para que sus
vidas no estén en el breve vuelo
de una mariposa financiera o el tiempo
interior de una historia condicionado por sus límites internos tecnológicos y biológicos.
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Pero la muerte puede estar fuera de los límites biológicos interiores
por las plagas naturales virales, del hambre, la enfermedad y la guerra. La
brevedad de la vida no es una inferencia filosófica estoica, la sorpresa de un
acontecimiento fortuito, sino la experiencia social de un modo de producción
social caótico en su finalismo de superproducción. Las masas monetarias
inflacionarias de los créditos a bajo interés y las deflaciones de la crisis destruyen valor de cambio de las
mercancías con subidas y caídas de precios no equivalentes en valor.
Los
aumentos de la oferta de producción global y la contracción de la
demanda global a nivel de masas
monetarias salariales reducidas provocan la aparición de las crisis en sus
límites de productividad creciente y
relaciones de propiedad ancladas en la obtención de ganancias por acumulaciones
de trabajo gratuito monetizado. El trabajo gratuito monetizado se ha convertido
en el valor de la moneda divisa. Si una moneda se deprecia para hallar mercado,
entrega cantidades de valor trabajo en valores de uso gratuitos. Se quiere
salvar la superproducción entregando cantidades de trabajo no pagadas y
materializadas en valores de uso monetario. Se establece una economía de regalo
de valores de uso al mercado exterior, a
la vez que se reducen los niveles de
consumo necesarios interiores de la población.
Los órganos máquinas de la producción se
desgastan en un alto nivel de obtención de rendimientos y desinversión de
ganancias que ocasionan la sobre abundancia de capital fijo no aplicado. Los
órganos máquinas se vuelven obsoletos con la consecuencia de un organismo maquinal
desgatado por su uso. La muerte residual de la máquina de producción es una
desinversión de capital. La desinversión de capital industrial define la
edad del capital y los postulados
económicos mecanicistas de la supervivencia
maquinal.
Las radiaciones provenientes de la
ciudad de china de Tianjin muestran la superproducción de mercancías sin salida
monetaria al mercado de consumo exterior y el almacenamiento de materiales
tóxico, junto a núcleos de población asalariada a niveles inferiores de
supervivencia. El desprecio al hombre como fin lo convierte en un medio que
puede ser destruido. Perseguir el concepto de una crisis social es hallar el
concepto de la correspondencia entre productividad y propiedad de los medios de
producción, conclusión que nos lleva al trabajo sin propiedad, salarios bajos
y largas jornadas laborales en los
límites de la superproducción de ganancias no realizadas y un sistema monetario
de desiquivalencia de divisas. Esta desiquivalencia monetaria, de monedas
fuertes y depreciadas, no hallan sus límites de intercambio por las
fluctuaciones de la superproducción y el subconsumo.
La historia cronológica es una serie
de acontecimientos coexistentes en la línea
homogénea del tiempo ideológico o empirista. Esta historia es comparable
a la muerte de un anciano en una silla de invalido, que mira los efectos de
desgaste físico en causas aparentes. La mariposa moribunda industrial y el
viejo en una silla de inválido detrás de una cristalera son máquina obsoletas.
Son máquinas deficientes por uso y rendimientos. La estructura de la muerte se
articula a una combinación de elementos al azar, y a una carencia de tiempo por sorpresa y desutilidad.
Las crisis sociales manifiestan los
límites de su temporalidad. Manifiestan el círculo inmóvil de sus rendimientos decrecientes y la
inmovilidad de sus relaciones sociales en el derecho y el Estado. Las crisis
son límites al modo de producción y al sistema de propiedad privada de los
medios de producción de valores de uso.
Una crisis financiera manifiesta la
incapacidad de la distribución del
dinero-rentas para realizar el consumo de la producción. Hay subconsumo con
exceso de dinero depreciado, precios altos, mal
distribuidos entre propietarios y asalariados.
La crisis social es un espejo roto
donde se ven fragmentos de imágenes de sistema de caos que camina sobre ellos.
El ojo no puede unir los fragmentos de una sola vez y entonces lo imaginario sustituye lo real.
Nadie que toma una decisión conociendo el efecto de su límite. La voluntad hace
de máquina que bombea arena y levanta un muro. Se desconoce la máquina y el
muro. Las crisis son siempre límites al movimiento circular de la sobre
producción social de riqueza privada y
la tendencia al decrecimiento de la tasa de ganancia. El subconsumo
conlleva la pérdida de mercado y la depreciación del valor del dinero y los
salarios-consumo.