jueves, 20 de agosto de 2015

Tianjin.

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Las tragedias sociales desplazan aparentemente el momento histórico actual a momentos pasados. Los acontecimientos sociales se desplazan de la línea del tiempo a un círculo cerrado trágico. Tianjin desplaza sus efectos a las guerras nucleares y los accidentes de las centrales nucleares. Pero en Tianjin además de los efectos devastadores de una explosión en el sistema urbano e industrial,  implica el caos  de un modelo de producción dominante  y de la  no eficacia de la convivencia social y la no eficacia del modelo político transitivo de formas agrarias a formas  neocapitalistas ultra liberales.
El fenómeno destructivo de Tianjin,  los hemos visto extraños no residentes, lo hemos tenido como  la percepción visual inmediata de la destrucción generalizada del hombres y objetos industriales. Una explosión que manifiesta en su destrucción el ciclo del capital industrial anarquizado y  las relaciones de complicidad y corrupción que conlleva. La explosión casi nuclear se da en el escenario histórico de la ciudad china de Tianjin. No es un acontecimiento diacrónico casual, sino el desarrollo económico de la dinámica de una sociedad precapitalista, que avanza impulsada por desarrollos de producción tecnológicos importados por sociedades industriales postcapitalistas, en edades de declive y  caducidad innovadora en las relaciones  de producción.
 Es el tránsito de una sociedad agraria a una sociedad industrial avanzada a través de desarrollos espasmódicos de excesos de producción y bajo consumo interno, por la relación de alta productividad de valores de uso con fuerzas de trabajo de salarios  bajos  e ingresos monetarios, que originan ciclos correlativos de altas ganancias de acumulación de capital. Una productividad científica importada impone un ciclo de producción y comercial de alto consumo internacional, sobre la base de precios de venta bajos y alta demanda, que vienen a determinar intercambios desiguales de cantidades de trabajo de baja y alta calificación  y de alta amortización capital fijo que no retorna como inversión de renovación de capital nuevo. El entrelazamiento de bajos salarios y altos beneficios de plusvalía relativa interna y bajo consumo interno obliga a alto consumo externo a precios bajos en precios divisas apreciadas.
El beneficio interno nacional, recortado en los precios de venta exterior,  permite la subida  de los precios internacionales externos de las mercancías exportadas  y la conversión de las ganancias internas residuales en créditos financieros bancarios para  activos bursátiles internacionales, en escaleras de sectores punteros de ofertas y demandas no nacionales e   integrados en fetichismo del dinero inversión a corto plazo que recogen los créditos apalancados  en las diferencias del interés del préstamos con las diferencias de cotización al alza de valores mobiliarios. El tiempo especulativo de ganancias por sectores especializados en subir la escalera espiral del alza, al infierno de la incertidumbre.  Infierno financiero que proviene de ahorros-salarios  internos prestados a intereses bajos con la garantía de las acciones compradas a la baja. Luego la burbuja de compradores-vendedores y la caída de las cotizaciones con la quiebra del comprador-deudor y retornos de endeudamiento a corto plazo por los préstamos inversionistas. El lema bankiano de todos somos banqueros.
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Las ventas externas de mercancías  en moneda extranjera posibilitan compras de medios activos aplicados a la deuda pública nacional y extranjera con bajo rendimiento. La producción exterior de productos a mercados exteriores,  a precios bajos, origina pagos en divisas  que  adquieren medios de producción y tecnología a precios altos en los mercados exteriores de  moneda sobrevaloradas.
Juego especulativo de abundancia y escasez de dinero extranjero que aprecia y deprecia la moneda propia. Con la moneda nacional depreciada se venden productos interiores a precios bajos y  se compran productos a precios altos. Diferencias de valor que obligan al crecimiento de la producción y a desequilibrios con ofertas bajas de precios de venta, que  bajan el margen de ganancia sobre el coste de producción.  Al contrario, la abundancia de ofertas de producción exportada de los países vendedores,  en divisas depreciadas, dan jerarquía de demanda externa con altas ganancias absorbidas a la producción interna.  
Metafóricamente esta situación de sobreproducción y subconsumo en las sociedades industriales, en sectores capitalistas, no homogenizados en las plusvalías medias, desplaza capitales de los sectores de alta tecnología y baja plusvalía a los sectores de baja tecnología y alta plusvalía. Alto desarrollo desigual en el país.
Los efectos económicos de la desigualdad sectorial y social los hemos percibido en las pantallas de televisión como una repetición retórica de las experiencias visuales  nucleares de los documentos televisivos. Pero hoy las imágenes no evocan otra realidad y su percepción no procede de un espectador in situ, sino de un espectador sin presencia inmediata. Según las imágenes televisivas ha habido una explosión de niveles nucleares en una zona de alto desarrollo. Una explosión percibida en la pantalla televisiva con un mensaje de radiaciones expansivas, a través de imágenes.
El espectador ha podido asistir al preámbulo aleatorio del futuro construido en la superproducción y el subconsumo de mercancías y de residuos  tóxicos arsénicos   deficientemente almacenados, que implican  reducir inversiones de capital, no incorporado a los valores de producción y coste de ventas.
Ha sido la destrucción avanzada de un sistema económico en un  espacio y un tiempo histórico  para un modo de producción acumulativo de grandes excedentes industriales y retardos de exportación con ganancias variables decrecientes, carentes de mercado de consumo interior y adquisiciones de divisas en su valor real, decrecientes, de mercados exteriores y materializadas en deuda pública externa  de dudoso retorno inmediato.
 La contradicción de desarrollo creciente y acumulativa de superproducción de mercancías y  subconsumo interior, desinversión en organización y capital fijo, junto a residuos tóxicos acumulados  por la anarquía de  producción y almacenamientos a costes bajos, son efectos de una estructura  económica acumulativa que se desplaza en el caos.
Para el individuo educado en la ética de situar la producción al servicio del hombre, resulta  aterrador la destrucción del medio urbano, ecológico y las víctimas por la acción desordenada por las relaciones sociales de minorías dirigentes, que niegan al hombre la cúspide del humanismo y la perdurabilidad. Prefieren el momento final de la ganancia monetaria acumulativa y la visión de su destino minoritario, desde un edificio rascacielos,  para que sus  vidas no estén  en el breve vuelo de una mariposa financiera  o el tiempo interior  de una historia condicionado  por sus límites internos  tecnológicos y biológicos.
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Pero la muerte puede estar  fuera de los límites biológicos interiores por las plagas naturales virales, del hambre, la enfermedad y la guerra. La brevedad de la vida no es una inferencia filosófica estoica, la sorpresa de un acontecimiento fortuito, sino la experiencia social de un modo de producción social caótico en su finalismo de superproducción. Las masas monetarias inflacionarias de los créditos a bajo interés y las deflaciones  de la crisis destruyen valor de cambio de las mercancías con subidas y caídas de precios no equivalentes  en valor.
 Los  aumentos de la oferta de producción global y la contracción de la demanda global  a nivel de masas monetarias salariales reducidas provocan la aparición de las crisis en sus límites de productividad creciente y  relaciones de propiedad ancladas en la obtención de ganancias por acumulaciones de trabajo gratuito monetizado. El trabajo gratuito monetizado se ha convertido en el valor de la moneda divisa. Si una moneda se deprecia para hallar mercado, entrega cantidades de valor trabajo en valores de uso gratuitos. Se quiere salvar la superproducción entregando cantidades de trabajo no pagadas y materializadas en valores de uso monetario. Se establece una economía de regalo de valores de uso  al mercado exterior, a la vez que se reducen los  niveles de consumo necesarios interiores de la población.
 Los órganos máquinas de la producción se desgastan en un alto nivel de obtención de rendimientos y desinversión de ganancias que ocasionan la sobre abundancia de capital fijo no aplicado. Los órganos máquinas se vuelven obsoletos con la consecuencia de un organismo maquinal desgatado por su uso. La muerte residual de la máquina de producción es una desinversión de capital. La desinversión de capital industrial define la edad  del capital y los postulados económicos mecanicistas  de la supervivencia maquinal.
Las radiaciones provenientes de la ciudad de china de Tianjin muestran la superproducción de mercancías sin salida monetaria al mercado de consumo exterior y el almacenamiento de materiales tóxico, junto a núcleos de población asalariada a niveles inferiores de supervivencia. El desprecio al hombre como fin lo convierte en un medio que puede ser destruido. Perseguir el concepto de una crisis social es hallar el concepto de la correspondencia entre productividad y propiedad de los medios de producción, conclusión que nos lleva al trabajo sin propiedad, salarios bajos y  largas jornadas laborales en los límites de la superproducción de ganancias no realizadas y un sistema monetario de desiquivalencia de divisas. Esta desiquivalencia monetaria, de monedas fuertes y depreciadas, no hallan sus límites de intercambio por las fluctuaciones de la superproducción y el subconsumo.
La historia cronológica es una serie de acontecimientos coexistentes en la línea  homogénea del tiempo ideológico o empirista. Esta historia es comparable a la muerte de un anciano en una silla de invalido, que mira los efectos de desgaste físico en causas aparentes. La mariposa moribunda industrial y el viejo en una silla de inválido detrás de una cristalera son máquina obsoletas. Son máquinas deficientes por uso y rendimientos. La estructura de la muerte se articula a una combinación de elementos al azar, y a una  carencia de tiempo por  sorpresa y desutilidad.   
Las crisis sociales manifiestan los límites de su temporalidad. Manifiestan el círculo inmóvil  de sus rendimientos decrecientes y la inmovilidad de sus relaciones sociales en el derecho y el Estado. Las crisis son límites al modo de producción y al sistema de propiedad privada de los medios de producción de valores de uso.
Una crisis financiera manifiesta la incapacidad  de la distribución del dinero-rentas para realizar el consumo de la producción. Hay subconsumo con exceso de dinero depreciado, precios altos,   mal distribuidos entre propietarios y asalariados.

La crisis social es un espejo roto donde se ven fragmentos de imágenes de sistema de caos que camina sobre ellos. El ojo no puede unir los fragmentos de una sola vez y  entonces lo imaginario sustituye lo real. Nadie que toma una decisión conociendo el efecto de su límite. La voluntad hace de máquina que bombea arena y levanta un muro. Se desconoce la máquina y el muro. Las crisis son siempre límites al movimiento circular de la sobre producción social de riqueza privada y  la tendencia al decrecimiento de la tasa de ganancia. El subconsumo conlleva la pérdida de mercado y la depreciación del valor del dinero y los salarios-consumo.