domingo, 21 de diciembre de 2014

La filosofía crítica.


1
En algunas vueltas de la mirada de la edad  atrás del camino, se viene a confirmar el retorno del tiempo imaginario sobre el tiempo real. El tiempo imaginario recreado empapa el  tiempo perdido en el sabor y en la mirada de cualquier hombre. La subjetividad expresa la voluntad idealista del que ha  querido llegar al finalismo vital para entender las sombras de la incertidumbre como el idealismo platónico de las  ideas-verdad y realidad-apariencia. La ideas se van orillando transparentes en la temporalidad de la meditación de lo que ya es ausencia.
Este hombre cualquiera se vuelve hacia adentro de su tiempo como si fuera una parte del pan de su ración de indigencia. Su pasado es un sueño diurno que se elabora  para  convertirlo en una madeja de objetos desmaterializados, que se relacionan con desplazamientos oníricos  irreconocibles.
Extraña madeja interior del psiquismo de la voluntad de un yo desvitalizado, reconocible por su sombra exterior que llega de plegamientos y retazos memoristas. De impresiones de una filosofía cotidiana del individuo envejecido, que retoma la necesidad psíquica de sobrevivir ante el mal del vacío sin pasado.
 Este proceso de la memoria se manifiesta como agua que fluye sin tocar la ribera con juncos del río metafórico de la vida. No cae el agua del recuerdo desde arriba, sino que viene de una conciencia alerta a su deshielo. Hay que ahormarse a la inquietud de la sed de vivir.
Sobrellevar las miradas sin ver en la cotidianidad los objetos de amor y de silencio. Los actos cotidianos del no ser y los desconciertos de la apuesta del destino y el destino sin apuesta.
Cualquier hombre tiene su filosofía como  tiene su vida, entre la sumisión y la rebelión, como  la afirmación del pasado y el porvenir ante las sombras  cavernarias de la manipulación de la memoria y del lenguaje, que se originan por el dominio vital del sometimiento a la necesidad.
La filosofía del hombre cualquiera se problematiza cuando lo que se imagina ser no se corresponde con su hacer. La observación sobre uno mismo está viciada de parcialidad Sobre uno mismo están sobrepuestos los vestido de las ceremonias del autoengaño con sonrisas.
Los problemas de la filosofía del hombre cualquiera  provienen de querer dar respuesta urgente al sinsentido de la relación de lo imaginario y lo real. la imaginación y la vida real. Al final de ese tiempo activo, hay que discernir  si uno es más o un menos que su encuentro del ser lo privado y del hacer lo social participando.
 Los real y lo imaginario son los problemas de cualquier filósofo de la  filosofía cotidiana  que  lo convierte un  hacerse de arcilla  de sí mismo.  De hacer la filósofo de su cotidianidad.
2
Hay un tiempo de chucherías, de regalos a manos llenas de nuestra ignorancia. En el instante de las ofrendas para evitar el vacío de la no identidad del querer y del hacer, que  nos exigen una respuesta a las cuestiones fundamentales del sentido moral interiorizado y la coacción exterior.. La imagen de la privacidad legalizada del individuo que se apoya en sus muletas externas cuando está arrojado al castigo de la imposición de derechos coactivos. El hombre cualquiera es libre cuando interioriza la realidad que lo coacciona para subvertirla. El hombre cualquiera es dócil  cuando es irreal. La riqueza imaginaria carece de orden interno.
El  mundo no se nos da en la mirada indiferente. Se nos da cuando hacemos el mirar  por detrás de la sombra, que nos convierten en filósofos idealista de la irrealidad. Nos convertimos en filósofos de viajes imaginarios sobre una conciencia desollada.
La conciencia desollada por las fuerzas coercitivas del derecho formal, de los actos humanos arbitrarios en la utilidad de lo privado económico, pero vigilados por el poder físico de la restricción y la legalidad que está estrictamente separada de la moralidad. La utilidad como derecho positivo, separada de la moralidad, nos da los límites de la propiedad útil máxima. La garantías de libertad del individuo como unión sin separación de su propiedad vital y las formas de caducidad del derecho moral como virtud interior. La contradicción entre legalidad y moralidad cierra el escape imaginario de los grandes problemas sociales de sumisión y la rebeldía en un marco histórico de contradicciones económicas categóricas al comportamiento de los  individuos privados y aislados en su habitualidad de la coacción externa. De aquí que las fuerzas coercitivas del derecho formal lleven a plegarse los desquiciamientos de la no aceptación de la realidad conflictiva interiorizada y rechazada por el recitativo de la aceptación del infierno amoral para salir de del dominio externo. Las adormideras del filósofo positivista para dar convergencia a la idealización del dolor imaginario como solución al dolor real.
El filósofo de la idealización del dolor imaginario nos grita: " Cuanto peor mejor. La crisis no es el mal, sino su solución. Reír con boca de payaso hasta reventar el sentimiento negativo." Se tiene que afirmar el sentido imaginario y necesario de estar bien en la papelera de reciclaje del conformismo o en el estatismo de pertenecer al proceso coercitivo de la aceptación del mundo sin fisuras." Reír malditos hasta que no podáis más, que luego vendrá la alegría interior infantil con los juguetes maravillosos de la resignación iluminada.
 Este filósofo cualquiera del polo positivo y no del polo negativo pertenece a lo residual de la resignación y a la manipulación de esta crisis de la sociedad unidimensional.
El filósofo que no critica no quiere saber el porqué de las coacciones del uso de la utilidad y la desutilidad de la economía y del derecho como factores asimétricos originados por la actividad privada del mercado del comprador de mercancías y vendedor de su tiempo, a precio de salario de trabajo, para adquirirlas y consumirlas.  La situación de una crisis social aparece siempre formulada en lado oscuro de la irracionalidad del sometimiento a la resignación,  sin el vértigo racional de la rebelión.
3
La filosofía del hombre crítico está en asaltar el sinsentido formal del derecho positivo sin moral vital, saltar por encima de la oscuridad de la manipulación de las formas de dominio positivo de la coacción para llegar a convenir un pacto social de liberación del individuo de sus coacciones. Tiene que ser  dominador de su oscuridad irracional y de su enajenación de con las luces imaginarias. La filosofía es voluntad crítica que se compromete ante el positivismo del mal necesario y el falso reír de la esclavitud que no se lamenta.
Un haber para la filosofía crítica es oponerse al destino irracional. No una oscuridad que promete y oculta, sino una luz que compromete. El compromiso de ser crítico es un salto por encima de la sumisión al influjo del engaño de la palabra metáfora confusa, bajo la cual está el peligro de vivir fuera de los conflictos de una realidad política, que admite la pobreza del individuo abandonado y sin quehacer. No hay que ser una abertura abierta al virus de la sumisión ni al destino social con la risa cínica o la genuflexión oriental.
 La esencia de la filosofía crítica es la búsqueda de la situación histórica en las hondonadas del miedo a las coacciones. Las sombras y la caverna no nos vienen dadas como la elasticidad de la piel. No estamos hechos de la piel de nuestras sombras resignadas. La positividad metafísica del mal útil enfoca al precipicio de la resignación y a la fábula de la buena y mala esperanza. No basta al filósofo crítico el cansancio del hombre ni el borrado de las palabras  abiertas al manipulador del positivismo consolador.
En el instante del conflicto de realidad y coacción, el hombre debe ser un filósofo crítico de su existencia, la no aceptación brusca  de detención de un vitalismo práctico.

 Quienes se asoman  a la alucinación azul del cielo irreal y extraño quieren que su filosofía sea el ímpetu del despertar las piedras y no los pájaros. Y yo me quedará y se quedarán los pájaros y el pensamiento crítico que nos devuelve la ley pública de la filosofía y su sentido múltiple de la apuesta humana reflexiva por la felicidad. Vuelve la filosofía para dar sombras ciertas al compromiso crítico de la existencia. Se debe no estar en la oscuridad de las ideas- palabra, que anulan las ideas de los individuos reales, la situación histórica. Las evocaciones de quienes han  visto sombras para luego decir que son la realidad misma. Los recuerdos que se enganchan al discurso conformista son flores de papel que habrán de desaparecer con las primeras lluvias del compromiso del pacto de la realidad política y social. Las palabras hueras desaparecen. El lenguaje que se aprende con respecto a la sumisión  se olvida. Nada  es arbitrario a la voluntad que no quiere ser manipulada en su realidad.