viernes, 22 de julio de 2011

La espiral del endeudamiento (1).

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La estructura financiera adquiere predominio jerárquico, sobre las estructuras agrarias, industriales y comerciales, cuando la totalidad social adquiere dimensiones complejas de subordinación absoluta de la economía real a la economía monetaria. Las relaciones contradictorias de dominantes y dominados de las relaciones sociales se expresan en términos de riqueza monetaria y marginalidad de ingresos monetarios. Los sectores de privados de la industria y agricultura, el Estado y las economías familiares, quedan supeditados a la financiación determinante del sistema financiero y por tanto al ciclo de endeudamiento, a la morosidad y pago. Las variaciones de esta financiación fijan tanto el crecimiento económico como el estancamiento de las unidades empresariales de producción y las unidades familiares de consumo.
Las instituciones financieras establecen la variabilidad de las masas crediticias y de las masas monetarias de signos de valor, cuya inestabilidad de valor en el intercambio de mercancías y dinero establece desequilibrios del ciclo económico. La depreciación de las masas de dinero- signo apoyan los altibajos de los precios de mercado de la producción, a la vez que se ralentiza el período de producción por la falta de encadenamiento temporal del proceso de trabajo y el proceso de endeudamiento, que posibilita las compras de los medios de trabajo y el pago de los salarios. El endeudamiento ralentiza o acelera el proceso de trabajo por su participación en el ciclo de compras de producción y en el ciclo de ventas a crédito. En los intercambios de circulación de mercancías y dinero- signo, los precios altos y bajos determinan las contracciones de la masa monetaria crediticia. Los precios especulativos admiten el crecimiento del volumen del dinero- signo de endeudamiento hasta la falta de realización monetaria de las ganancias especulativas. La no realización monetaria de los precios especulativos causa la morosidad del sistema financiero, las fluctuaciones de la solvencia devolutiva de los depósitos bancarios en relación con el capital y reservas de la banca. La burbuja financiera especulativa de los precios se frena con la morosidad e insolvencia del cobro de los créditos por endeudamiento de la sociedad en su conjunto. Un endeudamiento global estanca el crecimiento de la producción y el empleo, dejando sin integración económica a varias generaciones sociales. El freno del crecimiento crediticio es la constatación de un endeudamiento máximo especulativo y la falta de realización monetaria del endeudamiento. Si las deudas se vuelven morosidad petrificada, el sistema financiero se rezaga con respecto a las necesidades de la sociedad. La función de realización monetaria de los precios se invierte en la función reactiva del endeudamiento. El sistema de producción se paraliza por la carencia de liquidez crediticia para renovar el volumen de producción. El dinero-signo de circulación crediticia se retrotrae por la baja solvencia crediticia de devolución de los préstamos.
Las masas monetarias crediticias están sujetas a la naturaleza signo del valor del dinero. La baja del signo de valor monetario contrae la masa monetaria crediticia y la insolvencia de devolución de deudas. Los signos de valor monetarios permiten la financiación de procesos de precios especulativos en la tenaza de la expansión y estancamiento de la producción y el consumo. Aparece la depreciación del valor monetario- signo por el volumen creciente del endeudamiento del Estado, las unidades empresariales y las unidades domésticas. El crecimiento crediticio devalúa el dinero y aumenta los tipos de interés y los precios expresados en dinero. El dinero- signo tiene valor en cuanto circula y realiza los precios de las mercancías, aunque su masa creciente se deprecia a la vez que aumentan los precios de las mercancías. Las épocas históricas podrían determinarse por el índice de depreciación de las masas de los signos de valor. El tiempo de la historia se marca con la depreciación del medio de circulación monetario. No hay memoria de la variación de los precios y del valor del dinero en la cotidianidad económica. La acción inmediata de precios y consumo imprime una desmemoria del valor del dinero- signo fuera de lo inmediato. La apreciación del valor crediticio necesita la apreciación del valor de las mercancías y la garantía real de la devolución de los créditos. El ahorro real de ganancias e ingresos debe cubrir los créditos pendientes de pago en un período de tiempo determinado.
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La discordancia de pagos y cobros de deudas causa suspensiones de créditos presentes y la acción represiva de los acreedores a los deudores. Las masas de signos de valor, en contraposición de la riqueza real, no constituyen reservas de ahorro real, que impidan el estancamiento económico ni la apreciación del endeudamiento con la subida de las tasas de interés bancario. Las relaciones crediticias adquieren diferentes velocidades de circulación para épocas de dilatación y contracción de la producción, la distribución, el intercambio y el consumo. Las diferentes velocidades de circulación de los signos de valor crediticios aumentan o disminuyen la masa de endeudamiento. La depreciación y el volumen de los signos de valor varían la tasa de interés y por tanto el monto de los niveles de devolución de las deudas morosas.
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Las fluctuaciones cíclicas de los signos de valor son contradicciones entre la producción real y la emisión de signos crediticios. El crecimiento y decrecimiento de la actividad económica se organiza en empresas que maximizar sus beneficios especulativos potenciales a la espera de su realización monetaria en un mercado monopolista financiero. La realización monetaria de los precios depende de la expansión crediticia del consumo. Los precios de venta deben restituir los costes de producción, ventas, financieros y las ganancias potenciales de mercado. La angostura de la realización de los precios implica excesos de obsolescencia industrial con una oferta de producción baja para mantener los precios altos. Con bajo capital propio y alto endeudamiento se establece una relación antagónica deficitaria del coste de producción y los precios de venta que cubran los costes y las ganancias potenciales de mercado. Los precios de venta especulativos amplían el consumo de endeudamiento.
Los salarios afectan al nivel de vida de los trabajadores y sus aumentos y disminuciones a las ganancias empresariales. Los salarios están en razón inversa a las ganancias. A su vez, el aumento de las ganancias por la reducción de salarios disminuye el nivel de vida de los perceptores de salarios que deben endeudarse. Se provoca la pobreza relativa de masas de población, la enfermedad, la aculturación y la duración de la vida. La reducción de salario permite a las empresas liberar ganancias para pagar deudas financieras.
La variabilidad del endeudamiento es la marca de desfases contractivos y expansivos de la realización monetaria de los precios especulativos y de los salarios nominales. El sistema financiero altera sus funciones crediticias si no recupera las deudas en los momentos de vencimientos pactados. Para el sistema financiero la reconversión de la promesa de pago en dinero es la proyección del crédito al exterior de la circulación. La insolvencia convierte la deuda en un signo vacío de contenido monetario. El signo de valor monetario adquiere significado económico en la materialidad de los signos de valor en el cobro-pago. La deuda es unívoca en finalidad de convertirse en dinero. El equivalente universal del signo de valor dinero es el equivalente universal de la deuda. La depreciación del valor de las deudas aumenta los intereses financieros y la reducción de las ganancias industriales y comerciales. De las ganancias actuales hay que detraer los intereses de las deudas. En un ciclo de alto endeudamiento los intereses paralizan la producción y la conversión de las ventas en dinero. Se rompe la corriente de flujos de concordancia de entradas y salidas de las ganancias y de los pagos. Se anticipan cálculos de ganancias potenciales que impiden su convertibilidad en dinero. Simultáneamente el sistema económico implica insolvencia y subproducción de recursos materiales y humanos.
El endeudamiento entra en la espiral de la desaleración de los factores de crecimiento de la actividad privada y la actividad pública.

martes, 5 de julio de 2011

Esperanza y desasosiego.

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Verdaderamente no estamos solos, ya que somos destino trascendente. Nos confunden la esperanza y el desasosiego. No sabemos qué esperamos de las sombras, ni tampoco del sol detrás de las vidrieras. Se puede caer en la mímesis de la nada por el furor de no hallar acompañantes que nos muestren algún lugar de dicha. Los viejos amigos que se quedan solos y nosotros con ellos. Ser como una bajamar y no preguntar por la hora de la pleamar. Las causas materiales que nos mantienen vivos disimulan nuestra vaguedad de espíritu. La marioneta que se articula en la mano que escodemos tiene un rostro desconocido. La marioneta del rostro del otro se nos da a la memoria en un olvido. Estar es olvidar. El ser del hombre es una apuesta de seguridad en las circunstancias inarticuladas del mundo. Debe hallarse un lugar resquicio en la historia como un corte de la navaja en la hierba verde. El corte del compromiso moral del individuo y la multitud por la verdad del significado de la vida. La fiesta es un lugar de encuentro por el compromiso de la verdad.
Pero también en la fiesta se puede estar fuera y entonces llega el desasosiego y su inquietud. Entonces el desasosiego que nos llega en el frío del insomnio. Nadie nos ha hecho con el placer de los sueños. Cerca de las orillas de los ríos hay barcas de maderas sin la quilla y las olas del río dibujan mapas de cristal de encuentros de magnolias y jazmines. También en los sueños se juntan las flores secas y las esquinas de calles que asustan por su grave sonido de ausencia. Las despedidas no vuelven, sólo son clics de luz en paredes blancas. El suelo ajedrezado no está trazado para victorias de desarraigados. El desarraigo es un juguete que a veces ríe. No basta estar hecho de barro, pues a veces somos frágiles cañas que se agitan en su destino. Nuestra condición biológica no admite el delirio de la eternidad. Igual que Ícaro, alas de cera, buscamos el sol del mito. Las mañanas de sol con el fondo claro del mar.
Decía Albert Camus, en su ensayo El Mito de Sísifo:” Juzgar si la vida vale o no vale la pena de vivirla o no vivirla es responder a la pregunta fundamentar de la filosofía”. Pero para juzgar y responde, uno debe no hallarse ante una vida que nos haya sido entregada como herencia sociológica. Sopesar el valor necesario de la vida es hallarse dentro de la coyuntura actual de la historia. La libertad no nos es dada fuera de la necesidad. La libertad no la entregan como la noche de reyes del inocente, la libertad se pierde y gana en los claroscuros de la vida. Estamos arrojados al mundo de la vida. Es la gran sorpresa del niño que juega y un día se cansa y quiere encontrar, detrás de los cristales de su ventana, la explicación de los que corren por las aceras persiguiendo lo inaprensible. La pérdida de la infancia es un golpe de viento que cierra la puerta de un corredor. La naturaleza real de las cosas está detrás de una ventana vigilada
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En la lucha dialéctica hegeliana, la subjetividad del amo y la objetividad del esclavo se encuentran en el punto nodal del Espíritu de la libertad. El amo no tiene existencia sin la naturaleza del esclavo. El esclavo no tiene existencia sin la subjetividad del amo. Se enfrentan en la negación de la negación. Se existe frente a la negación que te anula. El amo existe en el existir del esclavo. La libertad del esclavo radica en apoderarse de las necesidades del amo. Más que repensar en el sinsentido de la vida, permanecemos en la negación que sitúa la ruptura de la esclavitud.
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El siglo XIX no quiso a Dios y quiso al Amo. Era la visión apocalíptica de la rebeldía. El hombre se olvida de dios e interioriza al Amo como su dios. Es la revolución del sadismo y revolución metafísica. En la rebelión del esclavo contra el amo, el esclavo quiere su emancipación social dentro de las funciones del Estado. El anarquismo se entrega a construir nuevas iglesias góticas para la emancipación del hombre en su condición de hombre sin dios.
Escribe Albert Camus:
“¿Qué es un hombre rebelde? Un hombre que dice no. Pero negar no es renunciar: es también un hombre que dice sí desde su primer movimiento. (...) El rebelde (es decir, el que se vuelve o revuelve contra algo) da media vuelta. Marchaba bajo el látigo del amo y he aquí que hace frente. Opone lo que es preferible a lo que no lo es.”
Las masas sociales del siglo XX buscan significado histórico a la validez de la humanidad mediante la ética de la acción. Pero hay algo oscuro en la estructura psíquica del hombre que lo convierte en un ser desafortunado, que insiste en elegir mal con respecto a los objetivos de su pensamiento político. Insistentemente lo engañan y se compadece de sí mismo. Manifiesta su inferioridad sobre las instituciones que él ha elegido y que lo engañan. Se convierte en un hombre desengañado del Amo y de dios. Pero la aventura de la existencia es hallar la verdad de las contradicciones de dominio por la repetición de la esperanza.