sábado, 20 de agosto de 2016

El dogma y la racionalidad espiritual.

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Toda formación social histórica se satura cuantitativamente y se modifica cualitativamente. El número se convierte en concepto. Las formaciones sociales llegan a límites contradictorios desde las partes al Todo de la formación social. Las contradicciones se dan entres las partes que estructuran el Todo. Las regiones, económica, política y religiosa, interrelacionan su negatividad     y afectan al Todo. Se va de las interrelaciones  secundarias negativas a la contradicción fundamental. Ella reproduce el sistema social en su totalidad de ruptura.
Las regiones subordinadas  introducen límites negativos a la reproducciones de contenido y forma de la totalidad. Los efectos negativos de una de región estructural causan efectos negativos en las restantes regiones.
Las modificaciones científicas y tecnológicas  en la región económica cambian las relaciones sociales de producción y de las regiones políticas, religiosas y jurídicas, que se encabalgan sobre ella.
Cuanto más extensiva es la función dominante de una región ideológica mayor es  la contradicción de realismo e idealidad. El resquebrajamiento ideológico pone en evidencia la realidad social que  se solapa. La totalidad social cambia mostrando la contradicción principal de las fuerzas productivas y  las relaciones sociales económicas de distribución.
 La línea del tiempo ideológico descubre en sus fracturas la línea del tiempo real.  La línea del tiempo ideológico aparenta a la historia como un flujo temporal continuo. Los acontecimientos fluyen y retornan sin que haya modificaciones en la totalidad social. La rutina del tiempo ideológico adquiere supervivencia en el inmovilismo de la formación social histórica. La supervivencia de las ideologías en declive histórico causan profundos trastornos contradictorios entre realidad y deseo imaginario.
La línea del tiempo irreal sustituye el proceso en espiral de los acontecimientos históricos. La espiral de la historia se convierte con la ideología en un flujo homogéneo lineal. Envejece el personaje pintado en el lienzo, pero no el sujeto que ha sido retratado. Oscar Wilde narró la permanencia  de su época en esta correspondencia de realidad e idealidad inversa.
La supervivencia de la ideología falsea las contradicciones de las luchas sociales. La idealidad adapta sus formas ortodoxas  a los nuevos contenidos del progreso histórico.  La idealidad transita en la intrahistoria de los arquetipos mitológicos del inconsciente colectivo.  Como un objeto de lujo, permanece en la sociedad atesorando un tiempo imaginario.
La ideología mantiene una producción imaginaria  que influye en la reproducción material que causan la ciencia y la tecnología en la producción y consumo sociales.
El corte ideológico temporal forma segmentos discontinuos que contienen los elementos esenciales de la línea continua. A través del corte ideológico lo viejo sobrevive en lo nuevo, sin que las regiones no económicas queden afectadas. El corte temporal, en una espiral de totalidad, afecta al sistema completo. La espiral del tiempo histórico no admite la continuidad sin modificarse.  Si cortamos mantequilla ideológica, con la realidad debajo de la misma, el corte afecta a la realidad.
Los efectos de los cambios económicos acaban a largo plazo con las supervivencias ideológicas. Las mutaciones económicas afectan a la totalidad social. Pero si la estructura económica permanece sin modificación, el papel dominante en la estructura total lo adquiere la ideología.
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Los cambios en la región ideológica-religiosa, en los dogmas y en la prácticas de la fe y la devoción de los siglos XIV, XV y XVI  europeos, modificaron las relaciones de dominio y sumisión en las luchas sociales políticas, envueltas en disputas dogmáticas religiosas, de la formación social medieval otoñal
La religión de los siglos XIV, XV y XVI, fue poderosa en su dominio extensivo de la cotidianidad social, por cuanto se desplegaba en ella toda las manifestaciones de la vida, ritualizando las contradicciones de una cultura desfasada con respecto al progreso económico e ideológico de una nueva fe.
La religión consagrada por el poder político teñía la realidad social como si fuera una iluminación a través de una vidriera. La ideología política y religiosa de clase se extendía hasta llegar a un punto de saturación revolucionario. Desde este momento de saturación cuantitativo se modificaron las relaciones religiosas mediante  regresiones a formas primitivas evangélicas. El evangelio de los pobres y la práctica valdense, que llevaban a nuevas formas religiosas seculares por la revolución popular o del absolutismo aristocrático. 
El punto de saturación es un máximo de la función social  de dominio ideológico en la cotidianidad, de los hábitos colectivos de trabajo o de creencia. A partir de un máximo de saturación, la función historia de cohesión decrece hasta llegar a un nuevo máximo de ruptura  y mutación de las relaciones sociales de dominio de clase.
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El dominio religioso de los siglos XIV, XV y XVI, con los dogmas cristianos, mientras penetraban en la cotidianidad social  perdían eficacia de cohesión. Se vulgarizaban en la práctica habitual  asociativa de realidad y deseo, hasta llegar a regresiones primitivas de relato  evangélico por una nueva dicotomía de pobreza y salvación.
Lo habitual del reflejo condicionado religioso de la creencia se desconexionaba de  los actos reales y sus engarces religiosos.
Un momento de inflexión moral que llevaba a la separación de las facciones sociales de población ilustrada y vulgar. La piedad de la devoción íntima pertenecía a facciones de población ilustrada por el erasmismo. Ambas facciones buscaban soluciones que se acercaran a una nueva realidad religiosas.
La increencia o la creencia en la fe ortodoxa textual conducía al  cisma de la violencia política de la herejía y el dogma. Detrás del dogma se escondía contra revolución herética.
La ruptura llevaría a la guerra de religiones de una nueva religiosidad o a una contrarrevolución dogmática.
Detrás de la religión fracturada en dogma y religiosidad espiritual   se formaban facciones políticas y militares que escondían  luchas  de dominio de clase social y una mutación del la jerarquía  económica y religiosa. 
El concepto dogmático de la pobreza se quedaba vacío de contenido ante una realidad que exigía una igualdad natural del individuo creyente. Los individuos abandonaban las abstracciones dogmáticas para adentrarse en una moralidad de fines sociales igualitaristas, en la distribución de los privilegios espirituales y económicos. La ideología religiosa dogmática quedaba abortada por el salto cualitativo de la racionalidad del espíritu.
Frente a la miseria simbólico formal, contra la racionalidad dogmática se levantaba  la espiritualidad racional , que llevaba al conocimiento de la miseria real y la negación  de los textos sagrados, por la organización sacerdotal coercitiva ante la intimidad del sentimiento religioso.
La ignorancia era medio de explotación del hombre social que trabajaba productivamente, tanto de siervo campesino como de pequeño productor artesanal agremiado.
La racionalidad espiritual llevaba a la transgresión y desde ella  se veían  las multitudes que se atormentaban, cargadas de trabajo no reenumerado y llenas de odio contra las órdenes mendicantes, los ociosos, los disipadores y los mendigos que se extendían en pandemias  sobre los campos y las urbes. Los siervos cargados de retenciones tributarias metálicas y en especie, sobre las cosechas anuales de grano y un resto recibido mínimo de retorno para la subsistencia familiar.
Las urbes renacentistas se llenaban de siervos que huían del hambre y de menesterosos activos,  que no encontraban trabajo en los  gremios, cerrados por una legislación municipal proteccionista, de privilegios adquiridos  por el oficio manual.
En general salarios extremadamente bajos que no alcanzaban al vivir diario y reforzaban el odio contra la reglamentaciones de los privilegiados. Los excluidos buscaran en la fe en  la hoguera encendida por dirigentes heréticos. La heterodoxia de frailes y gremios menores que no encontraban en la legislación municipal de los gremios mayores la valorización del salario.
La religión herética volvía antorcha de clase de pobres contra ricos.

El sistema social caerá, durante siglo, en  de luchas sociales y militares, envueltas en la Reforma y Contra reformas religiosas, aunque la racionalidad espiritual y la igualdad natural se abrirían en flor  imperecedera en el juego histórico revolucionario del infierno, la gloria y la esperanza.