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Toda formación social histórica se
satura cuantitativamente y se modifica cualitativamente. El número se convierte
en concepto. Las formaciones sociales llegan a límites contradictorios desde
las partes al Todo de la formación social. Las contradicciones se dan entres
las partes que estructuran el Todo. Las regiones, económica, política y religiosa,
interrelacionan su negatividad y
afectan al Todo. Se va de las interrelaciones secundarias negativas a la contradicción
fundamental. Ella reproduce el sistema
social en su totalidad de ruptura.
Las regiones subordinadas introducen límites negativos a la
reproducciones de contenido y forma de la totalidad. Los efectos negativos de
una de región estructural causan efectos negativos en las restantes regiones.
Las modificaciones científicas y
tecnológicas en la región económica
cambian las relaciones sociales de producción y de las regiones políticas,
religiosas y jurídicas, que se encabalgan sobre ella.
Cuanto más extensiva es la función
dominante de una región ideológica mayor es
la contradicción de realismo e idealidad. El resquebrajamiento
ideológico pone en evidencia la realidad social que se solapa. La totalidad social cambia
mostrando la contradicción principal de las fuerzas productivas y las relaciones sociales económicas de
distribución.
La línea del tiempo ideológico descubre en sus
fracturas la línea del tiempo real. La
línea del tiempo ideológico aparenta a la historia como un flujo temporal
continuo. Los acontecimientos fluyen y retornan sin que haya modificaciones en
la totalidad social. La rutina del tiempo ideológico adquiere supervivencia en el
inmovilismo de la formación social histórica. La supervivencia de las
ideologías en declive histórico causan profundos trastornos contradictorios
entre realidad y deseo imaginario.
La línea del tiempo irreal sustituye
el proceso en espiral de los acontecimientos históricos. La espiral de la
historia se convierte con la ideología en un flujo homogéneo lineal. Envejece
el personaje pintado en el lienzo, pero no el sujeto que ha sido retratado. Oscar
Wilde narró la permanencia de su época
en esta correspondencia de realidad e idealidad inversa.
La supervivencia de la ideología
falsea las contradicciones de las luchas sociales. La idealidad adapta sus
formas ortodoxas a los nuevos contenidos
del progreso histórico. La idealidad transita
en la intrahistoria de los arquetipos mitológicos del inconsciente
colectivo. Como un objeto de lujo, permanece en la sociedad atesorando un tiempo
imaginario.
La ideología mantiene una producción
imaginaria que influye en la
reproducción material que causan la ciencia y la tecnología en la producción y
consumo sociales.
El corte ideológico temporal forma
segmentos discontinuos que contienen los elementos esenciales de la línea
continua. A través del corte ideológico lo viejo sobrevive en lo nuevo, sin que
las regiones no económicas queden afectadas. El corte temporal, en una espiral de
totalidad, afecta al sistema completo. La espiral del tiempo histórico no
admite la continuidad sin modificarse. Si cortamos mantequilla ideológica, con la
realidad debajo de la misma, el corte afecta a la realidad.
Los efectos de los cambios económicos acaban a
largo plazo con las supervivencias ideológicas. Las mutaciones económicas
afectan a la totalidad social. Pero si la estructura económica permanece sin
modificación, el papel dominante en la estructura total lo adquiere la
ideología.
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Los cambios en la región
ideológica-religiosa, en los dogmas y en la prácticas de la fe y la devoción de
los siglos XIV, XV y XVI europeos,
modificaron las relaciones de dominio y sumisión en las luchas sociales políticas,
envueltas en disputas dogmáticas religiosas, de la formación social medieval
otoñal
La religión de los siglos XIV, XV y
XVI, fue poderosa en su dominio extensivo de la cotidianidad social, por cuanto
se desplegaba en ella toda las manifestaciones de la vida, ritualizando las
contradicciones de una cultura desfasada con respecto al progreso económico e
ideológico de una nueva fe.
La religión consagrada por el poder
político teñía la realidad social como si fuera una iluminación a través de una
vidriera. La ideología política y religiosa de clase se extendía hasta llegar a
un punto de saturación revolucionario. Desde este momento de saturación
cuantitativo se modificaron las relaciones religiosas mediante regresiones a formas primitivas evangélicas.
El evangelio de los pobres y la práctica valdense, que llevaban a nuevas formas
religiosas seculares por la revolución popular o del absolutismo aristocrático.
El punto de saturación es un máximo de
la función social de dominio ideológico en
la cotidianidad, de los hábitos colectivos de trabajo o de creencia. A partir
de un máximo de saturación, la función historia de cohesión decrece hasta
llegar a un nuevo máximo de ruptura y mutación
de las relaciones sociales de dominio de clase.
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El dominio religioso de los siglos
XIV, XV y XVI, con los dogmas cristianos, mientras penetraban en la
cotidianidad social perdían eficacia de
cohesión. Se vulgarizaban en la práctica habitual asociativa de realidad y deseo, hasta llegar
a regresiones primitivas de relato evangélico
por una nueva dicotomía de pobreza y salvación.
Lo habitual del reflejo condicionado religioso
de la creencia se desconexionaba de los
actos reales y sus engarces religiosos.
Un momento de inflexión moral que
llevaba a la separación de las facciones sociales de población ilustrada y
vulgar. La piedad de la devoción íntima pertenecía a facciones de población ilustrada
por el erasmismo. Ambas facciones buscaban soluciones que se acercaran a una
nueva realidad religiosas.
La
increencia o la creencia en la fe ortodoxa textual conducía al cisma de la violencia política de la herejía y
el dogma. Detrás del dogma se escondía contra revolución herética.
La ruptura llevaría a la guerra de
religiones de una nueva religiosidad o a una contrarrevolución dogmática.
Detrás de la religión fracturada en dogma y
religiosidad espiritual se formaban facciones políticas y militares
que escondían luchas de dominio de clase social y una mutación del
la jerarquía económica y religiosa.
El concepto dogmático de la pobreza
se quedaba vacío de contenido ante una realidad que exigía una igualdad natural
del individuo creyente. Los individuos abandonaban las abstracciones dogmáticas
para adentrarse en una moralidad de fines sociales igualitaristas, en la
distribución de los privilegios espirituales y económicos. La ideología
religiosa dogmática quedaba abortada por el salto cualitativo de la
racionalidad del espíritu.
Frente a la miseria simbólico
formal, contra la racionalidad dogmática se levantaba la espiritualidad racional , que llevaba al
conocimiento de la miseria real y la negación de los textos sagrados, por la organización
sacerdotal coercitiva ante la intimidad del sentimiento religioso.
La ignorancia era medio de
explotación del hombre social que trabajaba productivamente, tanto de siervo campesino
como de pequeño productor artesanal agremiado.
La racionalidad espiritual llevaba a
la transgresión y desde ella se veían las multitudes que se atormentaban, cargadas
de trabajo no reenumerado y llenas de odio contra las órdenes mendicantes, los
ociosos, los disipadores y los mendigos que se extendían en pandemias sobre los campos y las urbes. Los siervos cargados
de retenciones tributarias metálicas y en especie, sobre las cosechas anuales
de grano y un resto recibido mínimo de retorno para la subsistencia familiar.
Las urbes renacentistas se llenaban de siervos
que huían del hambre y de menesterosos activos, que no encontraban trabajo en los gremios, cerrados por una legislación
municipal proteccionista, de privilegios adquiridos por el oficio manual.
En general salarios extremadamente bajos que
no alcanzaban al vivir diario y reforzaban el odio contra la reglamentaciones
de los privilegiados. Los excluidos buscaran en la fe en la hoguera encendida por dirigentes
heréticos. La heterodoxia de frailes y gremios menores que no encontraban en la
legislación municipal de los gremios mayores la valorización del salario.
La religión herética volvía antorcha
de clase de pobres contra ricos.
El sistema social caerá, durante siglo, en de luchas sociales y militares, envueltas en la
Reforma y Contra reformas religiosas, aunque la racionalidad espiritual y la
igualdad natural se abrirían en flor
imperecedera en el juego histórico revolucionario del infierno, la
gloria y la esperanza.