lunes, 21 de julio de 2014

Productividad y decadencia.

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Los individuos escudriñan el mundo a través de las voces ausentes de los libros.  Ellas deciden su textura material y psíquica dentro de una totalidad social que permanece inexistente a la verdad por la ideología que la envuelve. El individuo está dentro del flujo del momento actual de la historia. Ensimismado en el tiempo cronológico apuesta por el devenir de su vida.   Observa y transforma  el mundo exterior para sobrevivir a la necesidad. Está  en la probabilidad de la de la certeza y de la falsedad. No es un gran jugador. Lanza los dados esperando que definan la distancia del azar con respecto a su destino. El individuo es un jugador que quisiera repetir el lanzamiento de dados hasta que a suma de las probabilidades le dé la certeza. Un destino a distancia de la inseguridad. El juego es incierto ante el flujo de rehacer el tiempo y su finalidad. El valor de darse la vida se  va haciendo de tiempo y asombro. El asombro es un oscurecer. El resultado de mezclar  colores complementarios. El color gris del tiempo en la paleta del  espejo.
Lo cierto del flujo del tiempo ideológico  es sumergir  la conciencia falseada. Arrojar fuera  la historia real del deseo y balbucir sonidos amputado de significados, pero llenos de ruido y la  furia de la desmemoria.
Se viene a  revivir ocasional mente fuera del lo habitual de la historia, de manera que revivir es vivir  en un pasado imaginario. Lo imaginario de un personaje  que  se arroja al escenario  con un texto, que argumenta sobre su ausencia de realidad. Quien se ausenta de su ser  quiere ser un espectador para escuchar  la pasión de la vida ajena. Sentarse esperando que alguien le explique la vida en el juego del mimo  por las sombras chinesca. Más que un negador pasivo es un simulador del lenguaje común y del escenario sentimental  de su época. Los grandes simuladores niegan que la historia  se haga en las relaciones sociales que marcan los ascensos y caídas del dominante y el dominado.
Por esto, los conceptos de lo que  somos  no son datos estadísticos, sino relaciones sociales de dominio y sumisión. Las cantidades son medidas de los efectos de relaciones sociales. La cantidad se vuelve cualidad en la ruptura de la cantidad. Se producen conceptos, la ideología y la ciencia, como  productos del cerebro que  se apropia de la realidad  desde su interioridad.
Las categorías económicas son conceptos de  relaciones sociales  en cuanto los individuos producen su existencia  al nivel de sus necesidades y deseos actuales. Quien viene a  vivir fuera de la producción de la historia revive el pasado imaginario de otros. La falsedad  es un  dominio de jerarquía ideológica. Lo imaginario  se arroja al cubo de la historia con un texto que argumente sobre la presencia de su índice de eficacia falsedad.
 Quien se ausenta de su compromiso escucha  la pasión de la vida ajena. El compromiso  no explica la vida  del mimo  en la sombras.
 Las catarsis de los antiguos griegos era un ritual de purificación de las personas afectadas por las impurezas del conocimiento del destino. Lo efectos emocionales, que causaba la tragedia en el espectador, purificaban la ceguera del no ver donde se debía ver pasión, temor y el horror  de las relaciones sociales de sus protagonistas: los héroes, el pueblo-coro y la ceguera del destino infausto en el tiempo de la historia.
 Las categorías económicas son conocimientos de las practicas de  relaciones sociales. Permiten la conexión de los medios y los procesos con los que la sociedad interviene produciendo su existencia colectiva  y sus relaciones con la Naturaleza.
 Los soportes práctico y teóricos  de la producción son los individuos agrupados en sectores de producción de bienes de producción y bienes de consumo, intercambio, circulación y servicios de mercancías para el consumo productivo y de la carencia que originan las necesidades de supervivencia.  
La vida económica  es la fuerza de producción incesante de la voluntad social que existe en cuanto produce y se reproduce. El grupo social pre-capitalista y capitalista  tienen que hacerse a sí mismo en la doble cuña de su necesidad biológica de especie y en su necesidad de sobrevivir. Los soportes reales del mundo social  están en  las estructuras técnicas, científicas y culturales del momento actual de la historia. Éste tiempo de historia da un conglomerado de relaciones reales e ideológicas, que  regulan las unidades de producción, las instituciones de orden, la desigualdad del reparto de la producción a través de la voluntad de dominio.
La juntura de la fatalista necesidad de lo real y la arbitrariedad ideológica de la propiedad privada por derecho y coerción sujeta la  conciencia al descenso de la sumisión o el ascenso a la rebeldía.
Por debajo de los estratos sociales del orden rígido, los individuos apuestan por el destino y la subjetividad  creativa  y la apuesta racional por superar su decadencia mediante la voluntad de producir la vida. Unos y otros viven y fantasean con las relaciones sociales, apiñados en la opacidad de las  relaciones activas y reactivas con la naturaleza humana y natural, y la decadencia como un proceso desde la individualidad del ser  a los  vericuetos aleatorios del no ser de la improductividad. La dedicación tecnológica  por los efectos de  las variable económicas activan la productividad de la fuerza social se une a períodos improductivos institucionales y económicas de  decadencia social.
 Llega la confusión ideológica a un destino reactivo que se acerca a tragedia aditiva de la Nada. El individuo  se aparta de estar obligado a producir su vida y reproducir al mismo tiempo la totalidad social. El sentido significativo  del se activo retorna a posiciones histórica de improductividad.  Llega la decadencia.
Se inscribe en el retorno lo inerte y esta inscripción tatúa la posibilidad del excedente creciente y la civilización. El ser viviente  vuelve a su no necesidad de permanecer vivo. Todo ser vivo quiere permanecer vivo. No hay nada en el destino que no sea un querer de la voluntad de estar vivo. La voluntad del viviente  es una relación de fuerzas  activas  y las fuerzas reactivas que lo afirman y lo  niegan. La caña existencial es flexible al reto de  la Nada.
La decadencia social la contradicción del pasado con respecto al presente. La rebeldía puede quedar inscrita en la superficie oscura de las historias que se han ido. El viento de la historia individual no está escrito las hojas de papiro de la historia.
Nos mueve la fuerza del poema del viento y la fuerza y la necesidad de estar vivo. Las categorías económicas son relaciones sociales. Los individuos, los grupos, las sociedades, producen, intercambian y consumen, productos sociales para reproducir su vida. No hay sociedad ni individuo sin el soporte de la perpetuación de su vida mediante el intercambio de trabajo por  medios de subsistencia. La sociedad necesita producir un excedente económico que mantenga las instituciones de parentesco y de poder social. Nadie se  puede instalar en una isla como  Robinsón Crusoe.  El individuo mantiene con la sociedad una relación de producción. Para hacerse sujeto social tiene que convertirse en objeto de producción y consumo económico para otro que le confiere la sociabilidad de los medios sociales.El excedente económico es la diferencia de los real producido y el consumo necesario. Si la producción es mayor  que el consumo necesario igual a excedente económico  creciente. La sociedad está en un proceso histórico entonces de incremento  de la producción y la acumulación  de relaciones de intercambio de las unidades de acumulación empresarial y de las instituciones  de poder ideológico. Si la producción es menor que el consumo necesario igual a un excedente económico  decreciente.  La sociedad está es un proceso de decadencia de las unidades de producción y el debilitamiento de las instituciones , militares e ideológicas. La caída de la supremacía de los imperios. El crecimiento económico está imbricado al crecimiento de la productividad  técnica y de la sociabilidad del individuo y la ciencia.Los procesos ideológicos de las minorías de dominio establecen conceptos económicos y políticos que relacionan propuestas sociales  inmovilistas, fijitas y eternitarias, de un orden perpetuamente presente, si no se modifican las relaciones capitalistas de producción, consumo, intercambio, precios, inflación, masas monetaria de crédito bancario, deuda pública y privada, déficit estatal. Los ingresos del excedente se vuelven inferiores a los gastos de consumo de las devoluciones de deudas y las prestaciones sociales.El incumplimiento de las relaciones de acreedores y deudores conlleva una regresión a estados sociales de pobreza general aumentativa  y la dislocación de las relaciones de dominantes y dominantes en el predominio de la utilización de la violencia. Éste incumplimiento de la producción de un excedente económico lleva a  conflictos de clases sociales. Si estos conflictos se agudizan se llegaría a situaciones de barbarie en la forma de gestionar el excedente económico decreciente por la violencia  institucional de Estado. La concepción ahistórica del orden social de la producción deberá llevar al infierno dantesco de la pobreza y la barbarie. Hay un orden social dado. No se sale de él sin la revolución de las relaciones sociales. La sociedad pudiera llegar a ser un apéndice del poder político organizado en derecho y coerción.Entre este derecho y esta coerción se deciden los desniveles  de subsistencia y riqueza. La ley de la desigualdad impregna todas las categorías económicas.Si el dominio  se fractura queda en su lugar el caos universal. La sociedad sólo admite las relaciones de dominio históricas. El dominio de decidir y ser obedecido es las hipótesis de continuidad de dominantes y dominados. La herejía de la utopía es apostar  por un orden social igualitario en las unidades de producción y en las instituciones de coerción  estatales conllevan sustancialmente  la contra revolución igualitaria.La permanencia de la sociedad de dominio tiene por objetivo inmovilizar las relaciones sociales por el miedo al azar del destino,  que sólo incluye  las catástrofes de la inseguridad como la caída de las fichas de dominó, alineadas en el orden preciso  de la supervivencia  de la desigualdad económica, la venta de la fuerza de trabajo a precio bajos y la obediencia de explotación  económica e ideológica de las clases dominada a la dominantes. La paz del orden social reactivo es la rendición  de los desposeídos a los  poseedores.