jueves, 22 de octubre de 2015

Certidumbre y predestinación.


1
La incertidumbre milenaria del asesinato político de Sócrates implica la culpabilidad colectiva de la sociedad ateniense y de su Estado. Nunca el Estado ateniense superó la injusticia socrática y al final, el Estado macedonio eliminó sus libertades legales y con ellas la memoria del asesinato de un justo. Una sociedad puede decaer exclusivamente por la arbitrariedad de su poder legal, que habrá de originar profundas incertidumbres en su razón de existir, que le llevará a entregarse a la incertidumbre del destino tanto en las decisiones de los dioses como en las manifestaciones alienantes de la cotidianidad. La muerte de Sócrates es un atentado contra la Razón de existir en la verdad y no en la superstición de la tiranía ideológica de tener a los hombres detrás de la verdad de la Razón. La muerte de Sócrates se da por la pérdida de la guerra del Peloponeso por Atenas y sus aliados y la tiranía de los treinta que necesitaban apoyarse en el terror de  mantener el poder sobre la ciudad. La tiranía oligárquica es la mínima fuerza del terror ante la incertidumbre de la minoría de poder político y económico. Sócrates padeció la certidumbre coercitiva de los medios irracionales que llevan al asesinato político del sabio.
2
 La incertidumbre social se genera por el psiquismo colectivo de sumisión y el sentido de la existencia de los grupos de propietarios del capital de inversión y de crédito. Motivaciones psicológicas de ganancias capitalistas monetarias, inciertas de realización de su valor en el mercado. Las variables de ingresos nominales y reales se generan en los desniveles de crédito bancario que afecta a la producción y al subconsumo autogenerados por las diferencias del interés bancario y el interés natural y la tasa decreciente de ganancias.
Las relaciones capitalistas desiguales en la sobreproducción y el subconsumo dan formaciones de capital de ahorro que origina desigualdades de la producción y el crecimiento del crédito bancario. Los salarios se rezagan sobre los precios de los bienes de consumo convirtiendo los salarios reales en salarios nominales. La carencia decreciente del poder adquisitivo del dinero provoca aumentos de precios nominales y desocupación en la grandes masas de desocupados en las depresiones del subconsumo y estancamiento de la producción. La distribución desigual de los ingresos de la renta total,  ganancias crecientes y salarios decrecientes, causan enfermedades sociales psíquicas de incertidumbre paranoica. Crisis de hombres excluidos de la supervivencia regular. La exclusión del obrero del mercado de salarios nominales modifica las conductas habituales de sumisión , en la opiomanía de la resignación a la incertidumbre.
3
 La incertidumbre psíquica de individuos y grupos sociales cierra la finalidad existencial de un mundo confuso de valores, que  se mueve entre la realización de valores progresivos en la historia o valores rigurosamente irrealizables.
 La incertidumbre de estar dentro o fuera de los valores racionales o irracionales, de propuesta existencial, obliga a establecer una finalidad causal o bien a realizar la apuesta probabilística de vivir apostando irracionalmente, con la actitud pasional de un jugador de azar,  que arroja una tirada de moneda a todo o nada. Cara o cruz para activar o paralizar la incertidumbre de la coyuntura vital. Bien a la evolución social progresiva de valores realizables comunitarios, que  se ocupan de la libertad moral positiva y del trabajo material del individuo en la Naturaleza, bien a la entrega irracional de valores escatológicos, que dan una fijación religiosa de todo o nada, que predestinan la esencia humana a valores que trascienden la razón.
Valores irracionales en los que los individuos se anclan pasivamente por la oración mediadora, como arrullos de tórtolas, o se esconden en la oscuridad somera de una alameda y en los reflejos del agua del río, que como espejo se abre a una ventana que da claror de alba, una chispa que enciende la luz del pabilo del vela mística del finalismo trascendente.
 Luz de vela que aventase una parva de grano trillado, y saliera de ella el vuelo desorientado y súbito de un retazo de tórtolas. La pasiva sequedad espiritual espera a un Dios que se oculta, y sólo observa a los orantes, sin intervenir jamás en la incertidumbre de su destino. Si el milagro de Dios se diera, el orante entraría en la historia de los valores sociales progresivos.
 De él esperamos sin esperanza y esperamos esperanzados. La paradoja que no llega a la síntesis de los contrarios. En este esperar, abierto a la incertidumbre, no se incluyen  los valores realizables de una HISTORIA real de confrontación, que no oculta los valores realizables de progreso de la sociedad.
En ambos casos la incertidumbre, Dios y la Historia, la angustia del no saber socrático decide una libertad, con efectos de automatismo del Estado o del Monacato. La incertidumbre angustiosa en una espera del Ser para la historia o la fe.
Al fin una revelación que espera trascender su angustia. El individuo atrapa su experiencia existencial con valores racionales o irracionales. Las pruebas objetivas o subjetivas de su destino quedan en vuelo, totalmente empapadas de temporalidad. Al igual que un saltimbanqui, que se mueve en  cuerda tensa sobre el abismo del tiempo, habrá de decidir en su riesgo, si hay elección para querer y hacer, o no hay sino la espera de la presencia del Dios ausente. La apuesta para estar en el allí de la historia real o en el allí de la experiencia quietista de estar esperando, ante una ventana cerrada, los ojos de Dios que te vean fuera de ella.
La incertidumbre electiva introduce, en el frío angustioso de la apuesta, superar la muerte inevitable por una realidad progresiva de los valores sociales realizables, o de valores místicos que dependen del milagro.
 Cada individuo está provisionalmente en el escenario de su vida.  Ante la extinción de los tiempos de la vida propia, se puede saltar a la racionalidad de valores realizables en la historia  o a la irracionalidad del milagro, como si el Ser estuviera esperando una decisión  de salvación en la historia o en Dios La libertad elige medios para valores existenciales de estación terminal. La libertad del hombre es una pasión que define su exasperado grito del absurdo de existir.

4 Expectativas e incertidumbres económicas.
Expectativas e incertidumbres producen en los sujetos económicos estados de ánimo que influyen sobre las disposiciones y, con ello, sobre el proceso económico como factores causales adicionales. Max Weber define el espíritu del capitalismo                                    como aquellos hábito e ideas que favorecen el comportamiento racional para alcanzar el éxito económico, maximizado ganancias y minimizando costes. El espíritu capitalista nació bajo  forma religiosa calvinista, según  la cual se considera el éxito como una marca de la elección divina y glorificación de Dios.
Dios abre los ojos al escenario de la Historia para determinar a los elegidos. El capitalismo apuesta por el milagro de la fe electiva de réprobos y elegidos. La quiebra significa la culpa del réprobo y la ganancia la elección divina. La economía de los elegidos evoluciona o entra en decadencia cuando el milagro del precio y de las ganancias máximas se escapa a los elegidos. Dios elige los procesos de convicción de producción material y cultural  de estructuras monetarias en la veracidad del éxito acumulativo de capital.
El elegido es inconsciente respecto a los efectos de sus causas. Los efectos son límites a sus condiciones actuales de perfección moral y de producción. Las causas se eligen en la incertidumbre de un Dios oculto, que se presentan como actos electivos  de mercado. Fuera del milagro económico, la sobre inversión y el subconsumo constituyen variables internas al sistema asimétrico capitalista, y entran en límites de contradicción cuando el crecimiento de los bienes de producción es mayor que el crecimientos de los bienes de consumo. Cuando los ingresos salariales se atrasan con respecto  a las ganancias se produce el subconsumo y el derrumbe económico, al no haber correspondencia en el crecimiento del capital fijo y el capital de consumo inmediato. El retraso de los salarios con respecto a las ganancias provoca caídas del consumo y de sobre inversión de capital de ahorro acumulado invertido.
 Los efectos inducidos de la variabilidad del salario sobre el consumo afectan al crecimiento de la producción de bienes de capital. Las ganancias acumuladas no se igualan a la inversión y se da un exceso de ahorro de capital no destinado a la renovación tecnológica del capital fijo, sino que se dedica al disfrute especulativo. Los empresarios no invierten ante su falta de expectativas de ganancias máximas. El juego psicológico de elegidos y réprobos revierte en exceso de ahorro y falta de inversión. Los excesos de ahorro no invertido llevan a la especulación de la deuda públicas y privada según la variable creciente de las tasas de interés. La desinversión y el subconsumo retrasan la inversión y la innovación tecnológica.  La reproducción de las condiciones objetivas de existencia comunal se dan a niveles inferiores a la capacidad  de potencial de producción. No hay correspondencia entre la capacidad potencial de producir y las relaciones de pobreza creciente de los asalariados. El límite de la contradicción de salarios y ganancias se lleva en la irracionalidad a la estructura de un Dios ausente.
La falta de inversión de capital productivo activa la ambivalencia de los significados religiosos y la identidad  de la masas sociales, que se ven sometidas a coacción por un lenguaje simbólico de transgresiones de las víctimas y sometimiento a significados ideológicos de mercado, y a las amplitudes  dominio del poder religioso y estatal.
5
La incertidumbre trágica abre la finalidad de un mundo confuso de valores, que  se mueve pendularmente entre la realización de valores progresivos en la historia o en valores rigurosamente irrealizables. La economía y el psiquismo se vuelven ocultos al conocimiento  positivo de la salvación del individuo, mediante su trabajo colectivo y su enfrentamiento al absurdo existencial del ser para la muerte.