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La incertidumbre milenaria del asesinato político de Sócrates implica la
culpabilidad colectiva de la sociedad ateniense y de su Estado. Nunca el Estado
ateniense superó la injusticia socrática y al final, el Estado macedonio
eliminó sus libertades legales y con ellas la memoria del asesinato de un
justo. Una sociedad puede decaer exclusivamente por la arbitrariedad de su
poder legal, que habrá de originar profundas incertidumbres en su razón de
existir, que le llevará a entregarse a la incertidumbre del destino tanto en las
decisiones de los dioses como en las manifestaciones alienantes de la
cotidianidad. La muerte de Sócrates es un atentado contra la Razón de existir en
la verdad y no en la superstición de la tiranía ideológica de tener a los
hombres detrás de la verdad de la Razón. La muerte de Sócrates se da por la
pérdida de la guerra del Peloponeso por Atenas y sus aliados y la tiranía de
los treinta que necesitaban apoyarse en el terror de mantener el poder sobre la ciudad. La tiranía
oligárquica es la mínima fuerza del terror ante la incertidumbre de la minoría
de poder político y económico. Sócrates
padeció la certidumbre coercitiva de los medios irracionales que llevan al
asesinato político del sabio.
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La incertidumbre social se genera por el psiquismo colectivo de sumisión y el sentido de la existencia de los grupos de propietarios del capital de inversión y de crédito.
Motivaciones psicológicas de ganancias capitalistas monetarias, inciertas de realización de su valor en
el mercado. Las variables
de ingresos nominales y reales se generan en los desniveles de crédito bancario que afecta a la producción y al subconsumo autogenerados
por las diferencias del interés bancario y el interés natural y la tasa decreciente de ganancias.
Las relaciones capitalistas desiguales en la sobreproducción y el subconsumo dan formaciones de capital de ahorro que origina desigualdades de la producción y el crecimiento del crédito bancario. Los salarios se rezagan sobre los precios de los bienes de consumo convirtiendo los salarios reales en salarios nominales. La carencia decreciente del poder adquisitivo del dinero provoca aumentos de precios nominales y desocupación en la grandes masas de desocupados en las depresiones del subconsumo y estancamiento de la producción. La distribución desigual de los ingresos de la renta total, ganancias crecientes y salarios decrecientes, causan enfermedades sociales psíquicas de incertidumbre paranoica. Crisis de hombres excluidos de la supervivencia regular. La exclusión del obrero del mercado de salarios nominales modifica las conductas habituales de sumisión , en la opiomanía de la resignación a la incertidumbre.
Las relaciones capitalistas desiguales en la sobreproducción y el subconsumo dan formaciones de capital de ahorro que origina desigualdades de la producción y el crecimiento del crédito bancario. Los salarios se rezagan sobre los precios de los bienes de consumo convirtiendo los salarios reales en salarios nominales. La carencia decreciente del poder adquisitivo del dinero provoca aumentos de precios nominales y desocupación en la grandes masas de desocupados en las depresiones del subconsumo y estancamiento de la producción. La distribución desigual de los ingresos de la renta total, ganancias crecientes y salarios decrecientes, causan enfermedades sociales psíquicas de incertidumbre paranoica. Crisis de hombres excluidos de la supervivencia regular. La exclusión del obrero del mercado de salarios nominales modifica las conductas habituales de sumisión , en la opiomanía de la resignación a la incertidumbre.
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La incertidumbre psíquica de individuos y grupos sociales cierra la finalidad existencial de un mundo confuso de valores, que se mueve entre la realización de valores progresivos en la historia o valores
rigurosamente irrealizables.
La incertidumbre de estar dentro o fuera de
los valores racionales o irracionales, de propuesta existencial, obliga a
establecer una finalidad causal o bien a realizar la apuesta probabilística de
vivir apostando irracionalmente, con la actitud pasional de un jugador de azar,
que arroja una tirada de moneda a todo o
nada. Cara o cruz para activar o paralizar la incertidumbre de la coyuntura
vital. Bien a la evolución social progresiva de valores realizables comunitarios,
que se ocupan de la libertad moral
positiva y del trabajo material del individuo en la Naturaleza, bien a la
entrega irracional de valores escatológicos, que dan una fijación religiosa de
todo o nada, que predestinan la esencia humana a valores que trascienden la razón.
Valores irracionales en los que los
individuos se anclan pasivamente por la oración mediadora, como arrullos de
tórtolas, o se esconden en la oscuridad somera de una alameda y en los reflejos
del agua del río, que como espejo se abre a una ventana que da claror de alba, una
chispa que enciende la luz del pabilo del vela mística del finalismo
trascendente.
Luz de vela que aventase una parva de grano
trillado, y saliera de ella el vuelo desorientado y súbito de un retazo de tórtolas.
La pasiva sequedad espiritual espera a un Dios que se oculta, y sólo observa a
los orantes, sin intervenir jamás en la incertidumbre de su destino. Si el
milagro de Dios se diera, el orante entraría en la historia de los valores
sociales progresivos.
De él esperamos sin esperanza y esperamos
esperanzados. La paradoja que no llega a la síntesis de los contrarios. En este
esperar, abierto a la incertidumbre, no se incluyen los valores realizables de una HISTORIA real
de confrontación, que no oculta los valores realizables de progreso de la
sociedad.
En ambos casos la incertidumbre,
Dios y la Historia, la angustia del no saber socrático decide una libertad, con
efectos de automatismo del Estado o del Monacato. La incertidumbre angustiosa
en una espera del Ser para la historia o la fe.
Al fin una revelación que espera
trascender su angustia. El individuo atrapa su experiencia existencial con
valores racionales o irracionales. Las pruebas objetivas o subjetivas de su
destino quedan en vuelo, totalmente empapadas de temporalidad. Al igual que un
saltimbanqui, que se mueve en cuerda
tensa sobre el abismo del tiempo, habrá de decidir en su riesgo, si hay
elección para querer y hacer, o no hay sino la espera de la presencia del Dios
ausente. La apuesta para estar en el allí de la historia real o en el allí de
la experiencia quietista de estar esperando, ante una ventana cerrada, los ojos
de Dios que te vean fuera de ella.
La incertidumbre electiva introduce,
en el frío angustioso de la apuesta, superar la muerte inevitable por una realidad
progresiva de los valores sociales realizables, o de valores místicos que
dependen del milagro.
Cada individuo está provisionalmente en el
escenario de su vida. Ante la extinción
de los tiempos de la vida propia, se puede saltar a la racionalidad de valores
realizables en la historia o a la
irracionalidad del milagro, como si el Ser estuviera esperando una decisión de salvación en la historia o en Dios La
libertad elige medios para valores existenciales de estación terminal. La
libertad del hombre es una pasión que define su exasperado grito del absurdo de
existir.
4 Expectativas e incertidumbres
económicas.
Expectativas e incertidumbres
producen en los sujetos económicos estados de ánimo que influyen sobre las
disposiciones y, con ello, sobre el proceso económico como factores causales adicionales.
Max Weber define el espíritu del capitalismo como
aquellos hábito e ideas que favorecen el comportamiento racional para alcanzar
el éxito económico, maximizado ganancias y minimizando costes. El espíritu capitalista
nació bajo forma religiosa calvinista,
según la cual se considera el éxito como
una marca de la elección divina y glorificación de Dios.
Dios abre los ojos al escenario de
la Historia para determinar a los elegidos. El capitalismo apuesta por el
milagro de la fe electiva de réprobos y elegidos. La quiebra significa la
culpa del réprobo y la ganancia la elección divina. La economía de los elegidos
evoluciona o entra en decadencia cuando el milagro del precio y de las
ganancias máximas se escapa a los elegidos. Dios elige los procesos de
convicción de producción material y cultural de estructuras monetarias en la veracidad del
éxito acumulativo de capital.
El elegido es inconsciente respecto a
los efectos de sus causas. Los efectos son límites a sus condiciones actuales
de perfección moral y de producción. Las causas se eligen en la incertidumbre
de un Dios oculto, que se presentan como actos electivos de mercado. Fuera del milagro económico, la
sobre inversión y el subconsumo constituyen variables internas al sistema asimétrico
capitalista, y entran en límites de contradicción cuando el crecimiento de los
bienes de producción es mayor que el crecimientos de los bienes de consumo. Cuando
los ingresos salariales se atrasan con respecto
a las ganancias se produce el subconsumo y el derrumbe económico, al no
haber correspondencia en el crecimiento del capital fijo y el capital de
consumo inmediato. El retraso de los salarios con respecto a las ganancias
provoca caídas del consumo y de sobre inversión de capital de ahorro acumulado
invertido.
Los efectos inducidos de la variabilidad del
salario sobre el consumo afectan al crecimiento de la producción de bienes de
capital. Las ganancias acumuladas no se igualan a la inversión y se da un
exceso de ahorro de capital no destinado a la renovación tecnológica del
capital fijo, sino que se dedica al disfrute especulativo. Los empresarios no
invierten ante su falta de expectativas de ganancias máximas. El juego
psicológico de elegidos y réprobos revierte en exceso de ahorro y falta de
inversión. Los excesos de ahorro no invertido llevan a la especulación de la
deuda públicas y privada según la variable creciente de las tasas de interés. La
desinversión y el subconsumo retrasan la inversión y la innovación tecnológica. La reproducción de las condiciones objetivas
de existencia comunal se dan a niveles
inferiores a la capacidad de potencial de
producción. No hay correspondencia entre la capacidad potencial de producir y
las relaciones de pobreza creciente de los asalariados. El límite de la contradicción
de salarios y ganancias se lleva en la irracionalidad a la estructura de un
Dios ausente.
La falta de inversión de capital productivo
activa la ambivalencia de los significados religiosos y la identidad de la masas sociales, que se ven sometidas a coacción
por un lenguaje simbólico de transgresiones de las víctimas y sometimiento a significados
ideológicos de mercado, y a las amplitudes dominio del poder religioso y estatal.
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La incertidumbre trágica abre la
finalidad de un mundo confuso de valores, que
se mueve pendularmente entre la realización de valores progresivos en la
historia o en valores rigurosamente irrealizables. La economía y el psiquismo
se vuelven ocultos al conocimiento
positivo de la salvación del individuo, mediante su trabajo colectivo y
su enfrentamiento al absurdo existencial del ser para la muerte.