sábado, 21 de septiembre de 2013

El Dios Saurio (2)

La minoría dominante absorbe a la clase. Ésta absorbe al individuo. El dominio se vuelve aceite en la porosidad de la supervivencia del servir y obedecer. Los intereses materiales y culturales de la minoría absorben la realidad del individuo y lo integra en la determinación de la carencia de una voluntad en totalidad de dominios que no le pertenece. La cosa carece de la facultad de decidir. Su ser le pertenece a un dominador. Enorme tragedia que nueve las relaciones de sumisión. Es la tragedia de la libertad y la necesidad. Quien necesita de otro, que lo utiliza como una cosa de producción y uso   se pierde en una entrega  sin condiciones de existencia propia. Podar al individuo de voluntad es un proceso incesante de los que manipulan la fuerza y la disuasión. Los individuos dominados se han mudado a la no identidad del sujeto y objeto. El individuo es absorbido por su carencia. Es un ser que se pierde en las posibilidades ajenas. La posibilidad ajena no es un algo que provenga de la contingencia, sino de la exigencia de elegir lo que otro te muestra. Eres de otro que te da las posibilidades de ser una cosa. El individuo se vuelve cosa cuando absorbe como suya la ideología de la existencia que lo domina. Tiene sobre él un dios Saurio que lo domina. La providencia de un dios saurio le da el estamento circular de la cosa arrojada. Lo esencial de la cosa es su carencia de voluntad. La carencia de voluntad no se comunica. Es el reloj surrealista sin agujas en una estación de tren sin vagones ni vías.  El dominio absoluto se da cuando la voluntad propia es la realidad ajena convertida en una cosa. En la cosa no hay espacio interior de reflexión. La realidad y la reflexión no se identifican. Se diría que se pierde el lenguaje de la rebelión en la uniformidad de la inexpresividad. Tal vez en este tiempo amargo, la rebelión sea una metáfora.
El individuo que se entrega al acto de la resignación cede su voluntad a la jerarquía de dominio saurio. Pero la resignación es un acto pasivo. Es un no a la inquietud del que contempla su destrucción entre una vida de topo o una vida cínica. Los intereses de la minoría dominante juntan la angustia de la falta de libertad a la culpa de ser dominado. El infortunio puede llegar a ser una certeza de la probalidad de no tener futuro. La esperanza de los desesperados es una razón del corazón a la tecnología de la máquina social. Las masas cosificadas del primer cuarto del siglo XX se lanzaron a la fanatización  de un destino vital de nacionalismo racial. Le dieron a sus vidas el contenido asesino de la muerte ajena. Se uniformaron dando sumisión y juramento al líder. La crisis económica y política de los años 30 se convirtió en la aceptación absoluta de la muerte como solución. Se convirtió la involución de la crisis social en el odio de  genocidio que resolvía el paro, la propiedad de la tierra y el trabajo del esclavo. La pirámide social jerarquizaba al líder. El Dios Saurio absorbía los crímenes colectivos en su nombre. Se exaltaron los rituales políticos místicos de la estética encubridora de las ceremonias de los guerreros, la burocracia legal uniformada, y la declaración contractual de la servidumbre de los siervos y los esclavos en la industria textil y de armamento.
Una vez que la minoría dominante absorbe la voluntad individual expele la violencia.  La crueldad del Estado Saurio como solución a las variables contradictoria de la totalidad social, que hacen de un sistema económico una fuerza involutiva. La producción social se vuelve regresiva hasta la extinción. Todo sistema de producción social lleva en sí los límites de su regresión. El ser social convertido en una cosa es regresivo. No abre propuestas a las contradicciones que limitan la reproducción de la vida. Los límites contractivos  se vuelven límites irresolubles. La sociedad entra en la fase de extinción de las fuerzas productivas, que motivaron su crecimiento económico y negaban las relaciones legales de propiedad de poseedores y desposeídos a través de las sumisiones sociales. El sistema social es histórico necesariamente, aunque se sitúe fuera de las posibilidades de cambio progresivo. El individuo es un producto de la historia. Su negación vuelve la improductividad del proceso social de producción a las regresiones primarias de la historia del dios Saurio. Devuelve la existencia individual y colectiva a una regresión de estadios primarios históricos, a formas elementales distributivas  de subsistencia y poder. El sistema social se vuelve poroso, en la absorción instintiva de su incapacidad. No modifica las relaciones de producción: propiedad legal de los medios de producción y anulación del individuo para hacerlo un vendedor de su energía. Se momifican las fuerzas productivas y la división del trabajo. El individuo  es absorbido como una cosa en un flujo de ocultismo de la realidad. Las masas sociales del siglo XXI están cosificadas en un modelo de producción y reproducción material y culturas regresivos. Su esencia gestual se basa en un retroceso de la sociedad a posiciones primarias de producción y consumo. El Dios Saurio amontona en favelas y suburbios, campesino sin tierra y trabajadores sin herramientas, a millones de individuos sin condiciones para integrar la sociedad real para así ser flujos excrementales,   residuos de máquinas y enfermedades de contagio en los guetos.
Estas masas sociales marginales son cada vez más visibles en el mundo a través de procesos migratorios, exponentes de la degradación y desaparición de la actividad  económica de producción y consumo en los países de sociedad agraria y en países de sociedad industriales en declive de inversión capitalista. Sin crecimiento de inversión, y crecimiento de la división del trabajo en la productiva industrial y agraria, el desempleo retorna a formas primitivas comunales de apoyo mutuo y reducción de la longevidad de la vida.
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Las comunidades rurales de Asia y de Latinoamérica exigen la entrega de la tierra comunal para volver a ser un modelo de producción económica y cultural, que integre los grupos sociales de formaciones económicas precapitalistas, que posibiliten la continuidad asociativa de la producción y la propiedad de la tierra común, dentro de relaciones ajenas a intercambios de exportaciones de alimentos y materias primas por productos manufacturados a precios monopolistas internacionales, de mercados regulados por divisas fuertes y débiles. Las divisas débiles hacen que los intercambios de mercancías no sean cambios de equivalentes de trabajo de la producción: los países dependientes de la moneda débil entregan, en los intercambios comerciales, mayores cantidades de trabajo de producción que los países de moneda fuerte. El desarrollo de la comunidad agraria precapitalista produce  productos de baja carga de tecnológica y alta carga de trabajo manual. El trabajo rural tiene menor valoración de intercambio comercial que el trabajo industrial, por esto hay que entregar mayores cantidades de trabajo en productos rurales por menores cantidades de productos de trabajo en manufacturas.
El retorno a un modo de producción humanizado exige la autosuficiencia del consumo primario y un barrido selectivo de las demandas internas que provienen de la producción industrial del intercambio internacional a precios de monopolio.
Las masas marginadas de la subproducción urbana reproducen su vida bajo caídas permanentes de los salarios reales y el crecimiento del paro absoluto y relativo en trabajos parciales y temporales con bajos salarios y largas jornadas de trabajo gratuito.
El Estado Saurio ha dejado de creer en la producción para la felicidad de las masas consumidoras y se afirma en fuerzas cíclicas del ahorro fiscal y gasto social decreciente, destruyendo la situación del consumo crediticio y subvencionado. Los costes laborales de trabajo parcial y temporal se colocan en las escalas simples de la producción de trabajos  improductivos sin ganancias capitalistas y atenciones colectivas de cuellos de botella y baja calidad prestataria. Las salidas migratorias que buscan el desarrollo del empleo laboral de las sociedades subdesarrolladas e  industriales decadentes, actualmente no tienen salida de ocupación en la alta productividad, la organización del trabajo científico, ni en la de precio-calidad del consumo de productos de alta tecnología.  Pero la ideología hace ver el consumo especial por los ojos del otro de la publicidad. No  tiene los suyos. Ver lo que ve otro es un no ver. La inteligencia de sugestión comercial, realidad de perpetuación en la irrealidad, es la que ha fabulado el progreso continuo de crecimiento de las masas consumidoras de la historia del Dios Saurio. La fabulación de individuos providentes, determinados por la Providencia del mercado competitivo. La universalidad de los precios de ajuste de la oferta y la demanda en las variables del excedente económico con los precios de monopolio. Los precios de monopolio de las grandes corporaciones sacan fuera del consumo las masas sociales sin capacidad de compra. La presencia de un ser fuera de los precios de compra es una viñeta. Fuera de la capacidad de compra con dinero no hay realización de las ganancias. La realización de la inversión capitalista de ganancia  contradice los ingresos con salarios bajos y paro. La aporía de la realización de las ganancias empresariales  sin ingresos salariales altos niega la viabilidad del sistema. Lo inhumano está en el campo de variables límites de la producción y la reproducción del ser humano en circunstancias económicas de obtención de ganancias capitalista. La continuidad de la economía idealista se soporta intelectualmente bajo la tergiversación de lo lógico y la supervivencia de la vida ante el dominio publicitario de la clase dirigente.
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 La crueldad es una variable creciente, independiente del espacio progresivo de la historia. La crueldad de la voluntad convertida en cosa. Lo inhumano trasciende  de la idealidad del Dios Saurio. La negatividad del Dios Saurio tensa el progreso de la historia en mayoría de pobres y minoría de ricos. El individuo común queda marginado a las relaciones de dominio consciente e inconsciente.