viernes, 29 de junio de 2012

LA EXISTENCIA ESTÁ ENGASTADA EN EL TIEMPO.


Un anillo de tiempo por donde entran el calor de la emoción  y la suave inclinación al silencio.
La emoción del futuro se engasta con las flores que miran por la ventana. Hay un paréntesis que cabecea  en la mirada y en  el olor de la flor.
Es verdad. Estamos hechos de tiempo, pero de un tiempo de celebración a la espera del amor y al olvido conciliador.
No nos juntamos en los caminos, ni en las acequias de aguas tranquilas. Tal vez ya no esperamos en el sonido del agua  a los pájaros que llegan por el amanecer.   
No hay pan para los pobres ni para los echados en el sueño de la calle vigilada y sola.
Se sueña con jardines y rumores de álamos. Esos álamos que susurran húmedos escondites de pereza y laxitud. Sus hojas llaman desde arriba. Arriba, en ese cielo azul profundo de los cuadros de Chagall, que advierten de la presencia y la ausencia del misterio desconocido.  
Unas hojas desprendidas de las altas copas de los álamos traen  significados sonoros de  un Dios oculto en el flujo del agua y en el olor de la espera de Alguien, que ha de llegar para murmurarnos coplas de la aventura del destino. Ese Alguien que testimonie que al fondo de los caminos otoñales  están las manos del agua y el zureo de la paloma.
Es verdad. No podemos llegar más allá del tiempo. No acogemos al flujo del agua del río. Diría que estamos desasidos del tiempo del agua y del tiempo de viento. Pero estamos engarzados a la aventura de trascender con el sueño,  la dura advertencia de que el hombre para ser ha de encontrar la piedra del saber y la estancia del amor.  
El hombre es un ser que ríe mientras  mira la mano que lo sujeta  y lo hace bailar entre las ráfagas del viento. La mano decisiva que se termina perdiendo para que sepamos aguardar la gran espera  de la mano mutua colectiva.
De la mano de viento de la madre a la mano del humanismo de la igualdad.

jueves, 14 de junio de 2012

Excedente económico y relaciones de dominio.


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El excedente económico es la diferencia entre la producción actual y el consumo actual. Esta diferencia excedentaria marca la aparición de las sociedades de clases. El excedente  económico varía con la productividad,  el crecimiento del consumo material productivo, el consumo individual y la variabilidad de la población activa aplicada a la producción y la población inactiva consumidora de excedente. El excedente económico es una categoría económica sin la cual no se puede teorizar sobre las realidades sociales económicas, políticas e ideológicas. El excedente económico da origen a la sociedad política y a la sociedad ideológica. A la vez que se origina el excedente económico, se da la sociedad política jerarquizada y la ideología de disimulo y justificación de la explotación de los portadores de fuerza de trabajo, formativa del excedente. Para el capitalismo senil la sociedad política está formada de gobernantes y gobernados en el ámbito político, y de vendedores y compradores de mercancías y salarios en el ámbito económico. Los flujos económicos establecen relaciones de dominio jerarquizado. Lo económico se corresponde con lo político. Se imbrican los hechos económicos y los políticos. Al hecho del excedente y su acumulación para reproducción económica, hay que añadir la reproducción de las relaciones sociales. La sociedad se unifica en la reproducción del excedente económico y de las relaciones de dominio político e ideológico. Del excedente se detraen las ganancias de las unidades de producción industrial, comercial y financiera. Además del consumo contributivo que sostiene la viabilidad del Estado. Hay una ley de correspondencia de los hechos económicos y no económicos. Todo hecho económico está sobredeterminado por las estructuras políticas e ideológicas. El capitalismo se adhiere a la producción material y la reproducción de las relaciones de clases. Se apodera de los flujos de riqueza excedentaria que propician los flujos de poder político e ideológico. Los flujos de riqueza y poder político  se contraen y expanden tanto por las condiciones de la reproducción económica como por la reproducción de las estructuras políticas e ideológicas. Éstas consumen cantidades de excedente económico como estabilizadores del orden social desigual. Las contracciones económicas significan estancamiento de los flujos de producción y de consumo productivos, que establecen bajos excedentes económicos y por tanto relaciones sociales de subdesarrollo. Las expansiones de los flujos de producción fijan alto excedente económico y relaciones sociales de bienestar social. Tanto las contracciones y las expansiones de flujos económicos establecen simetrías de flujos de relaciones sociales. La escasez de excedente económico se traduce en represión de necesidades colectivas. La contradicción entre escasez y necesidad se vuelve violenta por las fuerzas centralizadas del Estado. El crecimiento de los excedentes económicos en la Europa de postguerra ha permitido la subida suave de los salarios y la cresta alcista de las ganancias y de los gastos estatales. Las expansiones de los flujos del excedente económico irreal ocasionan créditos financieros de endeudamiento financiero a las unidades de producción, unidades familiares e instituciones del Estado. Los consumos de excedentes exteriores favorecen el endeudamiento internacional.  Las contracciones de los flujos de excedente interno provocan el endeudamiento de las unidades de producción, unidades familiares e instituciones del Estado. El excedente económico interno es una  variable de la productividad de la inversión y del consumo productivos internos. El consumo de excedentes externos varía con la masa de dinero que se posiciona sobre el endeudamiento internacional del Estado,  unidades empresariales  y unidades familiares. Entonces no hay economía real, sino economía de producción de excedentes de endeudamiento a tipos de interés crecientes. Los flujos de endeudamiento límite reducen el consumo de las unidades empresariales, familiares y los gastos estatales por mantener flujos económicos y sociales de  rendimientos decrecientes a costes crecientes. Las masas monetarias que representan el endeudamiento, hambrientas de interés acumulativo, arrasan el excedente interno y de ahí las relaciones sociales de crecimiento de la pobreza social y la riqueza minoritaria. La eficiencia de la ideología, con caída del excedente interno y el aumento del endeudamiento, se funda en el ocultamiento de la realidad social  por su representación simbólica. La ideología disimula la realidad con el metalenguaje: la deriva del lenguaje real sobre el lenguaje imaginario. Simbología y alegoría justifican la opresión desde la perspectiva ocultista  tanto  de la clase dominante como de la clase dominada El metalenguaje hace que los intereses materiales y culturales de las clases dominantes sean a la vez los intereses enajenados de las clases dominadas.
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Dominantes y dominados, dirigentes y dirigidos actúan en las relaciones sociales de dominio económico e ideológico. Se especializa el poder del disimulo y la justificación para penetrar en la conciencia individual fanatizada por la resignación. El fanatismo del metalenguaje motiva la mitología  de la falsedad y la banalidad de las propuestas progresivas de la voluntad no egoísta. El imperativo de la ceguedad ante la realidad se asienta en una voluntad obediente al mandato irracional de la culpa del sometido económico y  tributario político.
Los grupos dirigentes requieren de la obediencia como automatismo que debe producirse sin tener que recurrir a la violencia física, económica y legal. La ideología opera incesantemente en la vida social bajo la condición imperativa de la justificación imperativa de hechos sin relaciones oclusivas del poder político.  La obediencia  se obtiene sin exigirla. Los mecanismos psíquicos actúan en el interior de la conciencia como freno a la desobediencia. Los dirigentes actúan con la intencionalidad de que un mandato se cumpla por la adhesión incondicional del dirigido. Una cuestión decisiva es determinar los límites económicos e ideológicos de la duración del período de obediencia incondicional. ¿En qué momento la obediencia incondicional comienza a tener rendimientos decrecientes? Esta relación de rendimientos decrecientes y costes crecientes opera tanto en los niveles económicos como en los niveles ideológicos. La duración de la obediencia incondicional es un límite  operacional de las variables que provocan los rendimientos decrecientes a costes crecientes. La incondicionalidad de un acto también es económica. Se diría que la clase dirigente acumula desobediencia creciente y adhesiones decrecientes. Los límites de la obediencia no son intencionales. La función de rendimientos decrecientes y costes crecientes no es intencional.
El decrecimiento de la obediencia es insolidaria al concepto ingenuo  de la transmisión generacional de la cultura. El “Hoy” no está en el “Ayer”. Los elementos sociológicos del presente se desajustan del pretérito. De ahí que las condiciones intencionales y no intencionales se entremezclen para reproducir una sociedad con  reglas de desarrollo fuera de la experiencia acumulativa del pasado histórico.   
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La relación de dominantes y dominados se establece sobre la base legal de la propiedad de los medios de producción de la riqueza material y humana y la distribución del excedente económico a través de las funciones de dominio y sumisión política y económica. La sociedad a la vez que se reproduce económicamente se reproduce ideológicamente. El hombre produce sus condiciones objetivas de existencia tanto las materiales como las culturales. La reproducción social de la cultura abre y cierra la sumisión. Hay que reproducir lo material y las relaciones culturales que lo mantienen, pero el individuo  no es un Sísifo que confirme su destino como una fatalidad impuesta `por los dioses. Sísifo, al que Zeus condenó al Tártaro, estaba obligado a llevar eternamente a la cima de una colina una piedra, que siempre caía rodando y, por tanto, su esfuerzo inútil debía recomenzar. La ruptura de una culpa proviene del saber racional del origen de la misma. El origen de la culpa inconsciente viene impuesto por un acto de dominio y sumisión. El dominio de la causa punitiva y la sumisión racional para sobrevivir. Todo ser vivo quiere permanecer vivo sea cual fuera la  sumisión a la jerarquía social que lo domina.  
Es esencial para que haya dominantes y dominados, que los dominados generen el excedente económico que habrá de sostener la existencia de los dominantes y sus intereses. Entonces el excedente económico está en razón inversa a las necesidades de los dominados y en razón directa a las necesidades de dominantes. A los rendimientos decrecientes de los dominados le corresponden los costes crecientes de los dominantes. La ley del excedente económico es histórica. Está impuesta por las relaciones de de producción. No puede haber jerarquía de dominio sin que haya un excedente económico producido por los dominados.
Al crecer el excedente económico crece la complejidad de las relaciones de dominio. La sociedad precapitalista genera un excedente y unas relaciones de dominio simples con respecto a las relaciones complejas de dominio del  capitalismo senil.