viernes, 27 de marzo de 2009

La escasez y la necesidad.

La ilustración socrática y la ilustración iluminista del siglo XVIII asociaban el mal a la ignorancia. Epicuro atribuyó el terror a la muerte y a los dioses igualmente a la ignorancia. El hombre que ignora se adhiere a los hábitos y a la mística de la seguridad conservadora. La prepotencia del saber era un seguro de estabilidad individual. Pero la repetitiva tragedia del ser humano en su estancia en el mundo, indicó que el significado de nuestro ser no depende exclusivamente del ignorar y del saber. La cultura, con sus estancamientos y progresos, la Naturaleza, con sus rendimientos decrecientes, entre escasez de recursos y población, trasladan sus quebraduras a la inseguridad del individuo y de la sociedad. La necesidad y la escasez, y en ellas la finitud del tiempo, hacen nuestra experiencia existencial. Nos reproducimos incesantemente en la colectividad, en sus procesos de trabajo y en sus relaciones políticas e ideológicas. La escasez y la necesidad impiden la estabilidad social, ya que hay que introducir en ellas la producción. No se puede vivir sin producir. Las fases de trabajo y de comprensión de lo habitual se vuelven obsoletas. La obsolescencia, de las prácticas históricas, exige nuevas teorías y nuevas prácticas, una solución radical de las estructuras del sistema social e individual, en conformidad con las condiciones reales del progreso histórico.
El hombre está en el mundo, pero tiene que comprenderse sin las adherencias de la ausencia de verdad de los Otros. La autenticidad de sí mismo le llega por no pertenecer a Otro. El Ser inauténtico de Todos, no es el ser del individuo, refleja su falseamiento. Tal vez el individuo, se tenga que maquillar para poder penetrar en la densidad impersonal del mundo. Nos obligamos a dar nuestro ser, intuyéndonos arrojados a una existencia que no es la nuestra. La inautenticidad nos es dada. La adquirimos exponiendo la existencia a un saber que nos llega en la oscuridad de las experiencias extrañas. La existencia entonces no es un conocer y un sentir dentro de sí misma. Pero al ser un sentir y un conocer extraños, también es una voluntad que se entrega a los valores de la inautenticidad.
El hombre no es un ser que pueda llegar a desprenderse de la inseguridad. Está inmerso en la inseguridad de la vida, el trabajo y el lenguaje. Nada le pertenece exclusivamente. Está hecho de las funcionalidades biológicas, de la escasez de los recursos económicos, y del lenguaje como un objeto ajeno. Lo ajeno de nuestra experiencia de la vida nos vuelve extraños. Entregados a la obsolescencia del mundo de la historia, entonces nos ligamos a él, en la autenticidad/ inautenticidad de una voluntad general, que jerarquiza la inconsciencia de los valores que nos afirman o nos aniquilan. La ajenidad es la situación del ser- en peligro, que nos envuelve a las cosas que manipulan Otros. Se vive como la paloma asustada en las manos de Otro. Atrapados experimentamos el riesgo de nuestra vida. Nos viven. Aquel que vive en la existencia de Otro es una propiedad de éste. Es una cosa. El ser de una cosa es la de ser objeto de pensamiento o de dominio por Otro que la usa. Ahora vivimos una fase de la historia, donde los individuos perciben que son objetos para Otros. La autenticidad de su existencia está comprometida en la inseguridad del desorden de las relaciones económicas y políticas, obsoletas. Un mundo en crisis revela el nexo del riesgo y de la inautenticidad. En las épocas históricas de inautenticidad, el hombre está desnudo en la subordinación y el cumplimiento del mandato extraño. Es una cosa prendida en el riesgo absoluto del ser de Otro.

lunes, 16 de marzo de 2009

El crack financiero (2)

Max Weber (1864-1920), economista y sociólogo alemán, estableció un conjunto de definiciones tipológicas, en las que se fundamentaba una teoría normativa del sistema capitalista. Para Max Weber, las relaciones económicas tienen un significado de racionalidad de las combinaciones óptimas de recursos materiales y financieros, de las finalidades lucrativas de las organizaciones empresariales, y de las normativas presupuestarias en su racionalidad. Esta racionalidad se refiere a una organización eficiente para proyectar y organizar sus fines. El soporte conceptual de la eficiencia racional radica en una contabilidad presupuestaria de las empresas y de las instituciones estatales. El presupuesto es una planificación de gastos e ingresos, de recursos materiales y financieros, que se deben aplicar en un período de tiempo a una actividad finalista. Se prevén los desarrollos comparativos, teóricos y prácticos, de la actividad económica presupuestada y su análisis con la realidad. Estas comparaciones revelan desviaciones de la optimización presupuestaria y las condiciones reales de su realización. Las cantidades presupuestadas, físicas y monetarias, y las cantidades físicas y monetarias, realmente efectivas, determinan las desviaciones de la racionalidad en la actividad económica.
Conviene evocar el concepto de la racionalidad económica ante la crisis del 2008. Cuando además se está insistiendo en la falta de racionalidad en la gestión de las instituciones financieras, implicadas en las crisis. Su imperativa organicidad en la aplicación genérica de una normativa, que regule la estabilidad de la solvencia y los resultados de las actividades financieras. Normativa que establezca las desviaciones del sistema financiero con respecto a su tipología presupuestaria. La irracionalidad de las actuaciones de las élites financieras se podría definir como la falta de un funcionamiento normalizado, que recorte el juego irracional-especulativo de las ganancias empresariales y la depreciación de sus activos y pasivos en términos monetarios. Las enajenaciones ideológicas neo.com, con respecto a la racionalidad de los cálculos económicos, han sido la puerta de entrada de las situaciones de desequilibrios catastrofistas, en las disfuncionalidades de las prácticas del capitalismo.
Los desequilibrios irracionales presentan sus efectos complejos en fases de encadenamientos súbitos de falta de liquidez, la depreciación de los activos financieros, el endeudamiento y la morosidad. No hay que olvidar que el sistema de elementos, relacionados e interdependientes entre sí, más complejo y acabado, de medición económica de la rentabilidad de las empresas, es el mercado de valores, que regula sistemáticamente las bajas y las alzas cambiarias, imantando la depreciación y revalorización del precio de los activos financieros empresariales y su conversión monetaria con pérdidas o ganancias. Estas diferencias positivas y negativas determinan la eficiencia de todo el sistema. La sintomatología de las rupturas, en la interdependencia de la economía real y la economía monetaria, se refleja en el mercado de valores, en las quebraduras de los flujos de dinero para cancelar la insolvencia generalizada. La crisis del 2008 es una ruptura entre los flujos monetarios y el endeudamiento general. La porosidad del endeudamiento impide el crecimiento económico.
La mayoría de los acontecimientos están relacionados con esta patología de la irracionalidad económica de los flujos de liquidez y de los flujos de endeudamiento.
El endeudamiento bancario en EEUU el 14/3 del 2007 era de 6.000 millones de dólares. El New Century suspende pagos. Citigroup anuncia pérdidas de de 5.000 millones. Quiebra de los bonos de inversión de Bear Stearns. BCE inyecta 94.841 millones y la RFA 24.000.millones de euros. Aumenta la liquidez del BCE, El Banco de Japón, la Reserva Federal (…).Pero el Northern Rock se desploma en la bolsa de Londres. Los aumentos de liquidez de los bancos centrales no impiden que en 2008, el Citigroup cierre con pérdidas, que Merry Linchi anuncie pérdidas por 9.830 millones.
El mercado de valores se regula a la baja, y caen las cotizaciones de las bolsas mundiales. Recortes de los tipos de interés. Nacionalización del Northern Rock. La FED inyecta 100.000 millones de dólares. Intervenciones de compra de bancos insolventes. La baja los tipos de interés. El UBS (Suizo) anuncia pérdidas de 7.440 millones. Indy Bank será controlado. Inversiones financieras de liquidez en Fanni Mad y Freddie Mac.Barclays. Lehman Brother se declara en quiebra. Caída de la Bolsa de Walt Street. La FED interviene la aseguradora AIG. Los bancos centrales inyectan liquidez. La repetición monocorde de intervenciones de liquidez para mantener la estructura bancaria. La actividad financiera estatal implementa un juego de ecos y respuestas: los bancos centrales inyectan liquidez con el finalismo de contener el desplome de las instituciones financieras, que carecen de la racionalidad capitalista para resistir la depreciación de sus activos, la falta de liquidez y el endeudamiento.Las intervenciones estatales padecen la agorafobia de la depreciación de los activos, su falta de liquidez, y la morosidad hipotecaria, del sistema bancario.
Las actuaciones intervencionistas estatales actúan transfiriendo masas de dinero a los bancos para evitar la escasez de créditos al sector económico de producción y consumo. Como casas de naipes, se deben apuntalar las actividades financieras, con caída libre, en el vacío del valor del dinero de imprenta, los déficits presupuestario y el crecimiento del endeudamiento de los Estados. Los organismos financieros estatales se vuelven intervencionistas aportando liquidez al sistema bancario. Las garantías para las intervenciones institucionales son las de adquirir activos bancarios, de bajo precio en el marcado, por su demanda plana y su “alta toxicidad". La nacionalización de las pérdidas bancarias se convierte en la herejía del capitalismo ultraliberal. La caída de los tipos generales de interés sirve para incrementar el precio bursátil de las cotizaciones, además de los efectos pertinentes en la coyuntura internacional de demandas y ofertas de capitales de préstamo. Al igual que la intencionalidad de concesión de créditos baratos a las unidades empresariales descapitalizadas y las unidades domésticas, sobre endeudadas, para incrementar la capacidad de gasto del salario basura acoplado a un endeudamientos irreversible. La axiología del intervencionismo estatista confiere su credibilidad a la planificación de un gran plan de rescate económico de 700.000 millones dólares El plan consiste en comprar deudas contaminadas de los bancos, con la convicción de que así se ayudará a las entidades a volver a tener capacidad para prestar y atraer capitales.
El griego Esopo escribió la fábula de La zorra y las uvas Una zorra que tenía hambre vio un racimo de uvas e intentó atraparlo para comérselo, pero como estaba demasiado alto y no podía, se alejó diciendo: "No importa, están verdes". La escasez de dinero, y las inyecciones de liquidez, sirven para causar opacidad ideológica a la realidad socioeconómica, impidiendo mostrar la evidente caducidad de sectores industriales, agrarios, comerciales y financieros, la desigualdades nacionales e internacionales de la distribución de la riqueza y de sus intercambios internacionales. La reproducción del sistema capitalista muestra el agotamiento de sus condiciones efectivas de perpetuación. El siglo XXI podría ser una transición a un modo diferente de durar en el flujo temporal de la existencia colectiva. La crisis actual insinúa la morfología de un cambio necesario de las estructuras sociales del capitalismo globalizado.

jueves, 12 de marzo de 2009

El crack financiero. (1)

Conviene trabar, las relaciones específicas de las autoridades estatales de los diversos Estados, durante los años 2008, y lo transcurrido en el 2009, para establecer una juntura entre la crisis actual y la crisis de 1929.
Objetivo de año 29 fue conceder préstamos a los bancos, a las compañías de seguros y, finalmente, a la industria para salir de la crisis. La Corporación de Reconstrucción Financiera recapitalizó los bancos, permitiéndoles depreciar los activos problemático. En el orden financiero éstas fueron sus actuaciones.
Tanto en la crisis de 1929, como en la actual, se parte de la idea de que el capitalismo neoliberal actúa bajo premisas de alto riesgo en las relaciones de inversión y cobro de las mismas. Este riesgo está abierto a las coyunturas temporales de conversión de los préstamos en dinero. Los impulsos de un mercado financiero están en invertir dinero para obtener ganancias por la venta en alza del precio de intercambio. Las diferencias monetarias de intercambio entre dos coyunturas originan pérdidas y ganancias. Hacer dinero comprando y vendiendo dinero. Las contradicciones de conversión contractual en dinero provocan los momentos de insolvencia de los deudores y la imposibilidad de cobro a los acreedores. El valor capital de las acciones empresariales, de empresas, bancarias, industriales y comerciales, que cotizan el mercado, están sujetas a los equilibrios y desequilibrios de las ofertas y demandas de dinero.
El sistema económico gira en la producción de oportunidades de ventas en dinero aplazado, en sus términos de pago, y la conversión del mismo de acuerdo a los términos del contrato de préstamo o a las necesidades inmediatas de los acreedores en un mercado abierto a las fluctuaciones valorativas de los retornos del dinero. Las ofertas y demandas de mercancías se basan en que las mismas se vuelvan dinero. La economía real, de producción, distribución comercial y consumo, exige la inversión del dinero y su retorno por la venta al contado o a crédito. Las fases abiertas al crédito tienen que cerrarse en los términos contractuales fijados. El ciclo préstamo- recobro del mismo tiene que mantener el ritmo de pago-cobro marcado por las necesidades de los acreedores.
El dinero de préstamo acelera el ciclo de conversión de los productos en dinero, pero a su vez es independiente de las ventas de las mercancías. El dinero es ajeno a la realización de los productos en dinero. El dinero ocupa el hueco que el producto ha dejado en la circulación y por tanto ocupa su lugar. El dinero de préstamo se contrae hasta llegar a su vencimiento: su retorno en dinero al prestador. Las condiciones del deudor consisten en haber acumulado la cantidad de dinero de pago.
En la circulación del dinero de préstamo al dinero pago actual, está la realización de las mercancías y la posibilidad de su conversión en dinero. No hay seguridad de que el hecho se produzca. El dinero de préstamo no absorbe las desviaciones de la producción y el consumo. El dinero se abstrae de la circulación de las mercancías. No interviene en las crisis de realización de las mismas. En los años 90, los préstamos financieros se han ampliado a las economías domesticas. Intervienen en la financiación de las economías domesticas con préstamos al consumo y préstamos hipotecarios. Pero no hay que olvidar que los asalariados no pueden gastar más que lo que obtienen como ingresos salariales. En las economías domésticas, el efecto del endeudamiento es el de establecer mayor el gasto a pagar, en cantidades periódicas, que aumentan el consumo de bienes duraderos, semidurareros e inmediatos sobre la base del crédito y el mantenimiento del salario. No hay más ricos, sino más asalariados endeudados. La base de su permanencia de consumo, ajeno al salario, está en el retorno de los préstamos, a través de los ingresos obtenidos y aplicados a los pagos de préstamos. Los ingresos reales decrecientes de los asalariados, por los aumentos de los precios básicos, causan demoras en los pagos. Estas demoras están en función de las relaciones de los préstamos- invariantes y la ralentización, los intereses contratados y de demora, con las variaciones de los presupuestos familiares en términos antagónicos: a) salarios reales decrecientes, b) precios crecientes de los productos de subsistencia familiar, c) la resultante es el antagonismo de salarios fijos nominales y precios crecientes, causantes la morosidad familiar y el decrecimiento del consumo. El consumo como magnitud agregada afecta a la demanda global de las unidades empresariales.
El endeudamiento sin control devolutorio, en las estructuras financieras empresariales, acrecienta la desaceleración bajo precios indeterminados de realización monetaria. Las ventas requieren la conversión de los productos en dinero y con él, el reinicio del ciclo productivo y comercial, siempre que el endeudamiento no frene el ciclo. Las empresas también antagonizan la dilatación de su producción y su endeudamiento, en la coyuntura del mercado financieros cerrados a la insolvencia. La insolvencia, ante el endeudamiento, enfrena los ciclos de producción y comercialización. Los préstamos insolventes sustituyen las dilataciones temporales de compras y ventas, agudizan la exigibilidad prestataria a través de los crecimientos de stocks mínimos necesarios industriales y comerciales, adquiridos con préstamos, y las variaciones de los precios de producción para recuperar los intereses de los préstamos. La introducción de préstamos insolventes, en la circulación de compras y ventas, contrae el ciclo expansivo general y particular hasta su contracción definitiva en la carencia de consumo y de inversión.
Las deudas dométicas tienen que pagarse con los salarios obtenidos por la venta de cantidades de trabajo, y las empresas por la venta de los productos-cobro en las empresas industriales y comerciales.
Las deudas están sincronizadas a los ingresos de los asalariados y al ritmo de su morosidad. Los ingresos de los trabajadores disminuyen en relación a la baja de la demanda del mercado de trabajo y aumentan con el crecimiento de las ganancias empresariales realizadas.
Los salarios se mantienen invariantes con el crecimiento del endeudamiento y de los precios de las mercancías. La invariante de los salarios queda sustituida por la variante del endeudamiento en los períodos de amplitud crediticia. A salarios constantes, con un nivel de consumo creciente e inducidos por la publicidad, habrá un mayor crecimiento endeudario de los estratos de población de salarios bajos, medios y marginales. Una situación social de alto endeudamiento, con bajos ingresos salariales y altos precios de los productos empresariales, precede a crisis de subconsumo y superproducción. Planea sobre la actividad económica de consumidores y empresarios probabilidades ciertas de desviaciones de ganancias bajas, endeudamiento, y morosidad en las unidades empresariales, y en los retornos del dinero a las unidades de financiación bancaria.
Las entidades financieras asumen riesgo de insolvencia en las depreciaciones nominales de sus inversiones en activos financieros, de los préstamos hipotecarios, con retornos desacelerados en sus vencimientos. Las pérdidas económicas de las instituciones financieras socavan la relación depósitos bancarios/ capital social. Una disminución del capital de la sociedad por pérdidas exige nuevas fuentes de financiación a corto plazo y la conversión de las ampliaciones de cargas fijas por previsiones de pérdidas. Las reducciones del capital propio, por acciones depreciativas del mercado de inversiones en acciones y obligaciones, implicarían nuevas fuentes de inversión monetaria de los organismos financieros centrales y las dificultades en retornos de los depósitos a los clientes bancarios. La posibilidad de estabilizar las cantidades de depósitos, con nuevos depositantes, está condicionada a la oferta de los ingresos-renta global y a la relación de aumentos de la oferta de ahorro de particulares y reservas de ganancias de las empresas. La variabilidad de la solvencia bancaria retiene la conversión del dinero en préstamos. Las contracciones, de los salarios de las unidades domésticas y de las ganancias de las unidades empresariales, incrementan la morosidad de los retornos de los préstamos, al igual que la búsqueda de liquidez de la banca, en el mercado de valores, con la depreciación de los activos de inversión financiera por coyunturas bajistas del mercado internacional finaciero.
Las instituciones financieras son un sistema de contrapesos entre inversiones de activos y el retorno de los mismos. Una asincronía en el retorno de los préstamos implicaría un aumento de la insolvencia bancaria La depreciación de sus activos de préstamo y de inversión causan reducciones reales del capital bancario y de las reservas de seguridad. Si la política económica se halla en un ambiente financiero de incertidumbre, los retornos de los préstamos se lastran y el cálculo de su disponibilidad se desvaloriza. Una coyuntura bajista traduce expectativas bajas de ganancias, contagio de endeudamientos ocultos y entrecruzados. Las ganancias previsibles decrecientes implican la anticipación de una situación de liquidez monetaria de inversiones financiadas con préstamos.
Un crack es previsible en un sistema económico sin intervencionismo estatal. La actuación económica, de toma de decisiones ultra- liberales, se acoge a los mecanismos de equilibrios que funcionan dentro de las actuaciones corporativas. El crac es siempre el inicio del paso de una situación económica estática a una situación dinámica de intervenciones rescatistas del Estado.

martes, 3 de marzo de 2009

Ciudad Juárez: el Llano en LLamas.

Las teorías del conocimiento de los acontecimientos de la historia de Wilhelm Dilthey (1833-1911), filósofo de la historia y la cultura, nos llevan a la comprensión subjetiva, intuitiva y emocional, de las representaciones colectivas, que residen en el hecho de que pertenecen a la intimidad de la conciencia individual. Los acontecimientos sociales van dando forma a la percepción que el individuo tiene de su posición en el mundo. La subjetividad colectiva captaría el flujo de los acontecimientos como una esponja en el agua del caldero de la mundanidad. Pero el ser del hombre está hecho de tiempo. Habita el mundo en la provisionalidad.
Como si la temporalidad de la historia se enrollara, de fuera hacia dentro, nos encontraríamos primeramente con estratos circunstanciales exteriores, que provienen de una temporalidad breve; los estratos coyunturales medios, con temporalidades de ciclos repetitivos, y las combinaciones estructurales profundas, en sus invariantes combinativas de relaciones económicas, ideológicas y políticas que duran ciclos de permanencia. La historicidad del individuo es circunstancial, pero toma conciencia de sí mismo en la gravitación de las estructuras que soportan la herencia colectiva. El hombre hace su propia historia, pero detrás del él está la historia de reproducción de su vida material y cultural, cuyas condiciones provienen de la herencia de los estratos sociales heredados. Su subjetividad será resultado de un estado de vaciedad existencial. Es un Ser que se atribuye la variabilidad de la herencia. Habita en una conciencia culturalizada por la herencia y debe soportar el repetitivo convivir, habitando la temporalidad contingente del mundo.
Juan Rulfo (1917-1986), novelista y cuentista mexicano, escribió, en 1953 una colección de cuentos a la que llamó el Llano en Llamas. Los cuentos de Juan Rulfo son obras extremadamente circunstanciales del morar errático de la población campesina, en el círculo histórico mexicano, obsesionante infierno del destino y de la pobreza. En el cuento,” No oyes ladrar los perros”, un padre lleva su hijo moribundo cargado a la espalda para encontrar un pueblo, llamado Tonaya. El padre insiste para que el hijo le indique si oye ladrar los perros detrás del monte. Mientras le va recordando los hechos que lo han convertido en un mal hijo. Cuando iba trajinado por los caminos viviendo del robo y matando gente. El hijo no le responde y no le ayuda. Al final del cuento, “Allí estaba el pueblo. Vio brillar los tejados bajo la luz de la luna. Tuvo la impresión de que lo aplastaba el peso al sentir que las corvas se le aplastaban en el último esfuerzo.(…) Destrabó difícilmente los dedos con que su hijo había venido sosteniéndose de su cuello, y al quedar libre oyó cómo por todas partes ladraban los perros. ¿Y tú no los oías Ignacio?. No me ayudaste ni siquiera con esta esperanza?”
Juan Rulfo nos trae la absoluta desesperanza metafísica de la redención por la fe en la condición humana. Los cuentos de Juan Rulfo llenaban de desazón, en 1953, la conciencia que integraba la racionalidad de la esperanza en el porvenir de la sociedad.
Se ha publicado recientemente un relato periodístico de la situación de crisis social entre el Estado mexicano y las organizaciones del narcotráfico en Ciudad Juárez. Ahora nos llegan las noticias de miles de aseinatos por la mafia del narcotráfico en ciudad Juárez.
Uno de los relatos nos dice esto: “Ahora ya no tiene 14 años, ni se llama Raúl. Sólo es el último muerto de esta ciudad maldita donde el único negocio que florece es el de las funerarias. Un tiro, dos, tres... Así hasta 25. Los perros ladrando. El padre de Raúl escuchando los disparos, bajando a la calle, descubriendo justo lo que el presentimiento le iba diciendo al oído. Su hijo de 14 años, estudiante de secundaria, desplomado en la acera. Se llamaba Raúl. Estaba parado en la esquina de su casa, charlando con dos amigos. Un coche apareció muy lentamente por el final de la calle llena de gente. Cuando estuvo a su altura, dos hombres -ni jóvenes ni viejos, ni guapos ni feos, nunca nadie ve nada en Ciudad Juárez- se bajaron y apuntaron sus armas y dispararon." Según el propio presidente de México, más de la mitad de la policía "no es recomendable".”La muerte aquí es una herramienta de trabajo, de poder, de advertencia.”
En las crisis socioeconómicas de los países emergentes, los estratos profundos de la historia inundan las instituciones de poder político, y parcialmente pueden quedar sustituidas por organizaciones sicarias, que reorganizan el nivel de subsistencia de amplios sectores de la población marginal, en organizaciones ejecutivas o encubridoras del crimen organizado.
Tanto las organizaciones como las mercancías del narcotráfico están dentro de una organización de acumulación de dinero, que empapa el suelo económico y la visión del orden social.
“La orden ejecutoria municipal redactará horas después un parte. En un país donde el narcotráfico se lleva por delante a más de 6.000 personas al año, más de 16 cada día, no tiene más remedio que ir apilando tanto sufrimiento en la fosa común de las medias columnas, un pequeño trozo de papel escondido en una página de un periódico de provincias.”
Las crisis de las sociedades emergentes, que no han superado las estructuras medievales de la propiedad de la tierra, que no logran la industrialización, la formación de un mercado laboral, la concienciación de una fuerza política, que modifique las condiciones de su pobreza, en este siglo XXI, finaliza en la elevación de los estratos sociales de la pobreza y el miedo atávicos, de la desintegración del orden político institucional. Las corrientes emigratorias de los campesinos a las favelas urbanas, expropiados de la tierra por el endeudamiento y los rendimientos decrecientes de la producción alimenticia, el ejército de parados que rebuscan su sustento en los residuos económicos, terminan por integrarse en la geografía prematura de la muerte natural o en la fatalidad del destino, que incluye cualquier organización asocial que les permita sobrevivir.
“Nada personal. Sólo eso: nadie se fía de nadie. ¿O no es por los aeropuertos de México, y bajo la supervisión de agentes de la ley, por donde toneladas de droga y sustancias químicas ilegales entran en el país?. La escena se repite dos o tres veces durante el fin de semana. Cada vez que el patrullero pasa por un puesto de control militar, los soldados lo paran y lo revisan como si se tratara de un vehículo particular. O tal vez más”. La memoria de los cuentos de Juan Rulfo nos devuelve la advertencia de la fatalidad como motivo principal de la historia.
El hombre y la sociedad se revelan y ocultan, en esta primera década del siglo XXI, antes las puertas de un infierno real, que admite la esperanza en la angustia de la desesperación.