viernes, 22 de marzo de 2013

La crisis económica y la sociedad indignada (2).


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Una crisis económica es un estancamiento de la producción y el consumo con el correlato del crecimiento del paro y del ingreso regresivo de las rentas salariales, las ganancias industriales y financieras. La crisis económica obliga a la revisión de las relaciones de la estructura económica y las estructuras ideológicas. Un hecho económico es necesariamente un hecho social. Durante esta crisis de estancamiento, las masas sociales deben superar necesariamente la contradicción de lo estrictamente económico y las condiciones restrictivas de las estructuras no económicas. La protesta social discurre desde lo inmediato del dato económico, empleo y crecimiento, a la conexión de las decisiones políticas que inciden desde la inversión empresarial a la inversión del gasto público. La estructura coercitiva de la legalidad presiona sobre los derechos a la seguridad económica de los ciudadanos. A diferencia de las crisis económicas anteriores, los ciudadanos actuales tienen la lucidez la pérdida de su seguridad económica por una política estatal de control del déficit público,  ingresos impositivos menores que gastos, y la desinversión privada en salarios. Hay un hallazgo del saber claramente percibido en los ciudadanos por la distribución desigual de los ingresos monetarios del Producto Nacional neto entre las élites y las masas de asalariados. Los excedentes económicos netos de la producción nacional se distribuyen desde la propiedad privada de las unidades empresariales. La atribución de los gastos públicos a las necesidades de la colectiva se enfrenta a una concepción financiera de los ingresos especulativos y gastos de lujo de las minorías de élite, que provienen de las ganancias especulativas del capital financiero internacional. Un aspecto evidente de esta indignación social es el reparto de la riqueza social como absorción improductiva de la renta nacional neta  por la corrupción de los agentes políticos y económicos tanto  de gestores de sociedades mercantiles como de hacedores de ideología política. Se percibe en la indignación social un concepto emocional que exige una distribución diferente de salarios y ganancias basada en un ética de las necesidades individuales y colectivas desde la igualdad de la felicidad. Las satisfacciones de carácter ilusorio se van sustituyendo por los deseos inquisitivos de distribución equitativa de la riqueza nacional producida. El estancamiento económico se mueve socialmente alrededor del conflicto político de una distribución baja del excedente económico a los asalariados,  que no cubre las necesidades sociales básicas de su reproducción individual y familiar. Los gastos del sector público crecen  apoyando el pago de intereses de los índices especulativos del sector financiero. El capital bancario no es hoy un capital que financie la industrialización, sino la acumulación de capital estrictamente a corto plazo y especulativo a través del endeudamiento en espiral de los aumentos  de ingresos originados en la contracción del gasto privado y público. La tasa de inversión del capital bancario  que se habría de invertir en la producción de bienes  industriales y agrarios es decreciente. La burbuja inmobiliaria versus burbuja financiera se alimentó en la especulación de precios inflacionarios y alto  endeudamiento de las rentas bajas y medias. Se invertía en los sectores de producción que abarcan el crecimiento inmobiliario, el crédito especulativo y un empleo de trabajadores dependientes de la actividad especulativa de la construcción inmobiliaria. La inflación de los precios inmobiliarios introducía la deflación de la morosidad crediticia. Los precios inmobiliarios y los intereses hipotecarios dañaban la solvencia financiera del sector económico exterior, de las empresas y de las unidades económicas.  Los efectos del desempleo a largo plazo, la quiebra de las unidades empresariales. Los recortes del gasto estatal, necesario a la población, el endeudamiento crónico del sistema, la morosidad creciente y general, el aumento del paro a niveles insostenibles el aniquilamiento de la actividad de la pequeña empresa, sin capital propio, han sido algunos de los resultados finales de estas actividades especulativas, próximas  a la quiebra del sistema social en su conjunto, y a situaciones de pobreza regresiva de masas sociales dependientes del gasto del Estado y de los salarios.
Por no haber una acumulación de capital de capital en las unidades empresariales, la financiación de crédito ajeno se liga a la inflación de precios. De manera que la financiación ajena  absorbe las ganancias empresariales en épocas de precios de mercado especulativos o bien se apoya en la reducción de salarios en la depresión económica. Reducción de salarios para pagar deudas. Contrapunto a la insolvencia total empresarial y la desinversión con aumento del desempleo. Hay ahora desocupación de la capacidad de producción industrial tanto de instalaciones como de trabajadores. El proceso de trabajo se ralentiza. Esta subproducción de la capacidad industrial no utilizada es presiona hacia abajo las ganancias empresariales, disminuyendo el fondo de salarios y el fondo de inversión de capital empresarial. Los equipos y plantas industriales desocupados se vuelven obsoletos tecnológicamente al cabo de un período medio de desuso al igual que los trabajadores, que envejecen desprendidos de las oportunidades escasas de empleo, por el  decrecimiento de su demanda en cualquier sector comercial o industrial. Público o privado.
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 La dicotomía de las parejas aleatorias de la crisis social entre salarios y ganancias empresariales, tasas crecientes  de impuestos y gastos estatales decrecientes, acarrea contradicciones extremas de insolvencia de medios financieros tanto al Estado como a las unidades de producción y a las unidades de consumo. Las deudas generalizadas del sistema social absorben los salarios, las ganancias y los gastos del Estado. Cesa con la contención del déficit público la sociedad del bienestar y la demanda de empleo público. A menores gatos públicos mayores cantidades trabajadores desempleados en el sector público.
 El sector público es multiplicador de servicios sociales y aumentos de empleo. La productividad del sector público se mide por la agregación de los impuestos a la política de bienestar. El déficit estatal, con ingresos  provoca la inactividad de los sectores dependientes del gasto público. Los sectores desfasados en su actividad productiva introducen el estancamiento y la indigencia de los sectores sociales de bajos e  inseguros ingresos salariales y las cuantiosas pérdidas por la depreciación de los precios de venta de las inversiones de ahorro  inmobiliario de las clases medias.
La disminución agresiva del déficit del sector público presiona contra los gastos estatales y el empleo estatal. La mayoría de las clases medias desestabilizadas  ya no se sumergen en el empleo público por carencia de oferta estatal.
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El crecimiento del desempleo y sus efectos en el consumo de asalariados multiplica la desaceleración del consumo de las unidades domésticas y del consumo productivo empresarial. Los decrecimientos de las rentas salariales estimulan el retardo temporal de las  inversiones de capital en el sector de bienes de producción y del sector de bienes de consumo  doméstico. Al haber desequilibrios en ambos sectores se vuelven regresivos en los intercambios de bienes de capital de producción y bienes de consumo de asalariados. Esta combinación hace crecer la inutilización de la capacidad industrial y la ocupación de trabajadores. El sistema económico se reproduce en límites de reproducción constante o decreciente,  en los sectores de bienes de producción y bienes de consumo en tanto crecen las disponibilidades financieras sin aplicación efectiva en el crecimiento económico. Se manifiestan intensamente las contradicciones  sociales de alto desempleo y baja circulación del crédito financiero en las unidades empresariales de bienes de consumo y bienes de capital.
 La falta de oportunidades de inversiones rentables hace decrecer la inversión capitalista en bienes de producción primero y luego en el sector de bienes de consumo.  El sistema social de reproducción social se detiene. Se detesta la invariabilidad crónica  de un sistema económico que conlleva sus límites de ruptura. Las variables estructurales del sistema se desajustan entre las posibilidades de crecimiento de la acumulación de capital y las estructuras ideológicas. Hay manipulación ideológica cubrir las consecuencias de la carencia de rentas del trabajo. La ideología encubre que las leyes económicas e ideológicas del sistema social no ajustan las diferencias de las normas intencionales de dominio  y las invariables reales del sistema en los límites de ruptura de su reproducción.
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Los acontecimientos históricos desfavorables logran que las minorías de dominio pierdan su fuerza de persuasión en los dominados. Se desgastan los mitos religiosos, económicos y políticos. El sistema social de dominio en que se apoya el poder de decidir declina por su falta de persuasión y certeza. El desgaste de la persuasión abre la posibilidad de que la sociedad se canse de una ideología política que sólo posibilita privaciones, y que ya no se juzgan ni necesarias ni inevitables. El efecto histórico de las generaciones pasadas y actuales  incita al cambio y el declive de las resignaciones fetichistas y deseos de aventuras ideológicas sado- masoquistas.
 La generación actual desata los desequilibrios de organización de las instituciones de poder, poniendo en evidencia la carencia de reproducción de la sociedad sobre las viejas persuasiones y las nuevas circunstancias de rebelión e indignación por los conceptos de propiedad jurídica de la riqueza material producida y la información persuasiva  de lobbies empresariales y estatales, informadores y desinformadores de la realidad social opresiva.
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En la contradicción del deseo y la realidad se dan los desequilibrios de los elementos viejos irracionales y los sujetos masas generacionales de una nueva racionalidad económica, jurídica y política.
 La decadencia de una sociedad se da en la permanencia decreciente de la no renovación de las unidades de producción y las unidades de consumo a un nuevo nivel de comprensión racional de objetividad renovadora del individuo y la sociedad. Si se mantiene la continuidad de un sistema social ineficiente, en sus instituciones políticas y económicas, es porque se recurre exclusivamente a la instrumentalización de la violencia  de dominio  estatal y al lenguaje viciado de la ignorancia y la manipulación. Para darle discontinuidad a un sistema social es necesario que se produzcan rupturas  en el uso y propiedad de los recursos materiales, técnicos y humanos. Las nuevas instituciones del deseo de la sociedad deben superar los límites de la invariabilidad en la que está el viejo sistema de reproducción ineficiente de la sociedad. Las generaciones nuevas, aparte de lo inevitable biológico,  provienen del ciclo de renovación de la tecnología, de la teoría económico científica, que posibilitan su crecimiento y renovación. Los hombres son las condiciones objetivas de su reproducción social. Lo extraordinario del cambio social es que desde lo viejo común y visible se llega al descubrimiento de  lo nuevo oculto generacional por la ideología anterior. Lo nuevo se manifiesta en la fuerza actual y necesaria de la Razón en la historia.
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 Lo  nuevo no es el azar, sino lo que está dado en los límites de ruptura del sistema social que se afirma en la persuasión de la decadencia. Los elementos nuevos están dados en lo teórico y práctico de una sociedad  que se reproduce con un conjunto de relaciones sociales necesarias a un nuevo nivel de la verdad productividad de la conciencia y de la tecnología. Lo inactual persuasivo del dominio se manifiesta en el presente y en la indignación de las masas sociales que lo niegan. Pero este actual histórico no viene dado, sino que hay ganarlo a través de una nueva concepción práctica y teórica del mundo. La concepción del mundo actual es la conciencia del individuo actual. Lo general de la  persona está en lo general de la sociedad. El funcionamiento de la rueda del carro mítico de la historia se da a la vez en el conocimiento y en la experiencia de la producción del hombre. Lo nuevo está dado en lo cierto ineficiente social de dominio  y en su eliminación a través de la práctica del cambio social

viernes, 1 de marzo de 2013

Lo viejo y lo nuevo (1).


1
La historia de la cotidianidad aparece como un flujo incesante y homogéneo que atenaza el tiempo físico. Sin embargo, este flujo incesante admite rupturas de discontinuidad. Lo nuevo se incrusta en lo viejo y al igual que una cuña de acero rompe el bloque del flujo incesante de la historia, provocando que elementos sociales y económicos nuevos aparezcan como rupturas en la continuidad del tiempo cotidiano. Las estructuras sociales guardan los elementos ocultos que habrán de destruir las viejas. La invariabilidad de un sistema conlleva sus límites de ruptura. Las variables estructurales del sistema social establecen normas y deseos intencionales y desajuste entre las posibilidades de los deseos y los hechos objetivos. Las leyes del sistema social se ajustan a las diferencias entre las normas deseadas y las invariables del sistema en los límites de su perpetuidad. En este movimiento del deseo y la contradicción, se dan los equilibrios y desequilibrios de los elementos sociales viejos y lo elementos sociales nuevos. Para darle continuidad a un sistema social es necesario que se produzcan rupturas que superen los límites de su invariabilidad. Los elementos estructurales nuevos están dados en el funcionamiento estructural actual. Lo nuevo está dado en lo viejo. La aparición de los elementos sociales y económicos nuevos proviene de las insuficiencias de funcionamiento de los elementos sociales depreciados que impiden la aparición de nuevas leyes de funcionamiento social.  El hombre tiene que producir su vida en unas condiciones históricas relativas dadas, que pueden imposibilitar su propia existencia. Los elementos sociales depreciados impiden el funcionamiento de producción de las condiciones de supervivencia de la sociedad. Estos elementos depreciados frenan la renovación normal de la vida social. Son elementos sociales refractarios al cambio sustitutivo de las relaciones de dominio de las minorías sobre las mayorías. El poder de dominio de una minoría actual se articula en una práctica obsesivamente represiva en las nuevas condiciones materiales y mentales que exigen un cambio de situación de lo viejo depreciado. La vida social no se nos da definitivamente concluida, ya que hay que reproducirla  fuera de las estructuras económicas y mentales desfasadas, que conservan su invariabilidad como la continuidad de lo mismo a través de la violencia de la necesidad primaria de subsistir y la violencia instituida en un derecho perpetuativo de la invariabilidad de las relaciones de dominantes y dominados.
Una crisis socioeconómica desnuda la realidad social de las ideologías ancladas en el pasado y hace aflorar los elementos sociales nuevos, que habrán de sustituir las relaciones sociales de explotación económica y mental de la minoría sobre la mayoría. 
Los equilibrios y desequilibrios de reproducción de la sociedad imponen rupturas en el flujo cotidiano de la producción material del hombre y en los imaginarios políticos de las totalidades colectivas de poder y representación política. La estabilidad de la cotidianidad social y los flujos de ruptura se dan en las continuidades y discontinuidades conjuntivas de las estructuras sociales  en la totalidad social jerarquizada. Una totalidad social es un conjunto de estructuras materiales e ideológicas vinculadas como un Todo en un momento concreto de la historia. El Todo social tiene una sincronía de normas y hechos que habrán de posibilitar imprevistos que posibiliten la aparición de diacronías rupturistas. Una revolución son los efectos de las diacronías en las sincronías. Lo nuevo en lo viejo. La invariabilidad del sistema social  se desajusta en su incapacidad de reproducirse. Las normas y los hechos introducen leyes de ajustes y rupturas del sistema social. Lo nuevo de la historia está dado en los desajustes de las normas intencionales y los hechos. Los ajustes y desajustes de normas y hechos provocan diacronías violentas de reajuste en las relaciones de dominio. Una clase social de dominio no puede mantenerse en el poder político y económico exclusivamente a nivel de la producción de subsistencia económica de la mayoría social. No hay retorno a la barbarie de un excedente económico capitalista, que a absorba totalmente el nivel el tiempo necesario de trabajo para que a la vez produzca la vida colectiva asalariada (95% de la población activa) y posibilitar un excedente ganancial con un trabajo gratuito total. Si el mito de la izquierda es la Arcadia, el mito de la derecha económica es un salario nominal que se acerque al cero de salario real. El mito de los compradores de trabajo es que éstos vivan del aire. El hombre no es una cosa libre de usar en las unidades de producción, sino una fuerza de trabajo que requiere un nivel de subsistencia material capaz de mantenerla en funcionamiento en el proceso de producción. El trabajador gasta su valor de uso al establecer un valor de cambio salarial. Sus energías físicas y mentales en la jornada de trabajo se agotan y es necesario reponerlas por el consumo de reposición en el “tiempo libre” que se le permite. Con la salvedad de que tiene que  reponer necesariamente sus energías gastadas si quiere permanecer vivo. El límite de su libertad está dado en la jornada de trabajo siguiente que repone el salario.
 Para continuar en el proceso de producción tiene que reponer las energías gastadas junto a la amortización de las máquinas y el consumo de materiales. El hombre gasta sus energías vitales, pero necesita reponerlas en una reproducción de su vida en términos de trabajo objetivado y necesario para mantenerse y ceder el trabajo excedente y gratuito que deja a las unidades de producción. Mientras el hombre esclavizado es desposeído de la propiedad de su cuerpo, el trabajador asalariado sólo vende, si hay comprador, una fracción diaria de su vida laboral. Para el resto del tiempo no productivo es libre para reponer sus energías o destruir su organismo por falta de atención adecuada. Los hábitos de mantenerse en la existencia pertenecen al instinto de  perpetuación. Del esclavo propiedad existencial del esclavista a la venta salarial se determinan estadios de historia social. La compra del esclavo niega la jornada de trabajo laboral por la jornada natural. El esclavo es una parte de la naturaleza. El trabajador es parte de la jornada de trabajo. Cuando ésta cesa, el trabajador debe reponer sus energías materiales y psíquicas. El mundo del deseo está situado detrás de la jornada laboral. Un deseo sin medios de pago monetarios carece de validez real.
2
Para comprenden los movimientos continuos y discontinuos del sistema económico y social, en cualquier momento de la historia concreta, es necesario relacionar las estructuras económicos con la no económicas. El dato cuantitativo con  lo cualitativo. La producción de la materia y la producción de la ideología. El hombre está inmerso en la producción material, pero la vive simultáneamente en los actos ideológicos. No sólo trabaja la materia con la que trabaja, sino que la vive a través de sus vivencias. Vive su enajenación en el momento que gasta su energía física y mental. Trabaja para sí mismo como si fuera otro que lo extraña.
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Ya se ha dicho, Lo nuevo del trabajo se da en el trabaja pasado. La vida actual revivifica el trabajo pasado. Lo nuevo da vida al pasado. En el proceso de trabajo el valor trabajo actual recupera el valor del trabajo pasado La aparición de elementos sociales y económicos nuevos están dados en los procesos sociales pasados. El pasado muestra los elementos económicos e ideológicos, provenientes de las insuficiencias de la producción: los elementos económicos depreciados por el uso y los excesos de capacidad de las instalaciones de producción industrial no aplicadas. Las   unidades de producción no aplicadas bajan las ganancias y actúan a la  baja sobre los salarios y el empleo.
El bajo nivel de productividad de las instalaciones de producción se deben a un  exceso de capacidad de producción no utilizada  bajo los efectos de un insuficiente consumo de elementos de producción directos  y una baja demanda  de bienes de consumo individual por altos precios monopolistas, y un nivel de salarios y empleo sometidos a los antagonismo de las relaciones de producción de bajos salarios y altas ganancias.
Lo viejo se da en la forma de distribución del producto neto en salarios bajos, bajo consumo individual, bajas oportunidades de inversión de las ganancias, en un mercado contraído por los bajos salarios y su corolario de demanda insuficiente, exceso de capacidad no utilizada industrial y financiera. Lo viejo ineficiente del sistema anula la renovación eficiente de lo nuevo.