sábado, 21 de marzo de 2015

Los individuos apresados.


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Los individuos apresados y vigilados para que pierdan el sentido del tiempo y del espacio, en las cárceles tecnológicas, están dentro de espacios frágiles de tela o de ladrillo. Vigilantes y presas están en el mismo espacio legal, las normas se dictan implicando a priori la culpa del apresado. La presa se encuentra en el espacio abstracto de la norma y el castigo. Los recintos confiscatorios de la libertad  se ocultan y amontonan sus caretas  de múltiples rasgos faciales idénticos en la mímica del drama y la comedia. Kafka y las máscaras griegas en lo anónimo de los catálogos de la postmodernidad del individuo deshumanizado, que espera se disocie la ley de los intereses materiales. Una ley  kantiana sin fines de premio y castigo. Un rayo de luz en el tiempo puro de individuos que no lleven en los cerones la carga de la intención culposa.
A los apresados por el tiempo de la desgracia, normalmente se les ves con los ojos tapados, cascos sin audición, vestidos que no dejan pasar el aire. Se les suprime la condición natural de los sentidos. Pueden rezar mentalmente o hablar con los seres que se esconden en la memoria. Los rezos de los ciegos sin oyentes, rezando buscando rastros de gente que algún día se acercaron levantando el polvo de la tierra. No se sabe qué rezan o el significado de su oración mental. Presos sedados en sus mudas palabras, viajeros en un patio alambrado con vigilantes, gobernados por voces que avisan de los movimientos físicos de comer, dormir o declarar.
En su habitabilidad de apresados no hay ni luz ni sonido como si no esperaran jamás la relación de la fusión del espacio-tiempo ni la comunicabilidad de los presagios de la historia. No es un momento metafísico de la trascendencia, sino la situación de la opacidad  de un dios que  no abriera los ojos a la iniquidad.
2
Es difícil mantener la dicotomía de la oración y la extrema desesperación de la certeza de la inexistencia. La presunción de la muerte es un existente, pero la inexistencia es un cosa. Una cosa es un algo que proviene de fuera, que golpea y deja su rastro de Nada que hiere. Las palabras murmuradas no esperan respuesta, serían una comunicación escondida, con el golpe duro de la  pena  del no ser del individuo presa. El apresado se encuentra agarrado por los vendedores de mandatos, de la jerga de los gritos sin concordia armónica  de los ortodoxos y heterodoxos del sistema regulador de los indeseos y sus aplicaciones en métodos del tortura: No respirar en el agua de la bañera o las picaduras eléctricas en los genitales, o quedar colgados de las axilas hasta que los  huesos sean ramas rotas, brazos sin función, excepto la del dolor extremo, apéndices y muñones que se descuelgan desgarrados.
 El individuo es un ser resistente al grito de dolor y boquea como los peces su falta de aire ante la muerte. Basta un dolor de más o un golpe con el antebrazo en el en el cuello, o una patada en la cabeza, o el gas desprendido del tubo de escape de un automóvil requisado o robado.
No hay autoría en la barbarie de la tortura, ni en el error metodológico o  en el estupro sin proclamar que el desprecio del torturados desiguala el placer  campesina sirviente y la mujer de clase media culta. La proclama del estupro es universal  para  el torturador.
3
La ortodoxia de la barbarie mata el riachuelo de la sangre de la víctima que sube y baja por sus venas. La fe del bárbaro torturador es la apuesta de la nada contra la nada, donde el cuerpo torturado, la muerte misma en un mundo donde el poder  tiene el doble filo de la palabra, donde  el torturado marca la obediencia de la tortura. La obediencia sin gesto al mandato violento. El hálito que se entrega como si fuera la respiración del pez o el zureo de la paloma escondida en el alero o en la tierra arcillosa.
La obediencia  se vuelve un mandando donde el miedo se satura de dolor  y su temor al grito.
Asomarse al tiempo de la historia sufriente del perseguido es hallarse frente a la inyección letal o el pelotón de fusilamiento de sicarios en los basureros urbanos, o en las cárceles donde se entierran en anonimato los cuerpos exánimes con un disparo en la espalda o en la nuca.
En los instantes de la angustia suprema  podrían ser una sombra el  reflejo de la sumisión del individuo, que como sombra camina por laguna Estigia o los  valles de los libros sagrados de la conformidad, que dicen el nombre de las cosas santas ocultas en  la huida interior de la subjetividad, que espera el salto infinito de la apuesta a la trascendencia.
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El sufismo es el camino que pretende purificar el corazón del que teme y espera. Convertir los latidos del corazón de una paloma en el órgano donde se concentra el espíritu de la espera.
La profecía ciega que dice «en el ser humano hay un trozo de carne que si está sano, todo él está sano, y si está corrupto, todo él está corrupto, y ese órgano es el corazón». Es el camino del amor profundo a Dios.
Los sentimientos se agrandan como espirales de polvo que pretenden llegar a la paz interior del marginado perseguido. Idries Shah escribió «Si das lo que puede ser tomado, no estás dando realmente. Toma lo que te dan, no lo que quieres que te den. Da lo que no puede ser tomado». Terrible opúsculo del miedo del hombre perseguido por la intolerancia. Dar hasta las migajas de pan de tu corazón para que busquen los gorriones y te dejen rezar.
Los guetos está preparados para que el hombre no tenga ni la quietud de rezar. Ni siquiera el afligido llanto de una niña chilena que pide morir sedada por la imposibilidad de vivir. El rezo de la quietud depende del poder del Estado. No hay escape contra la ortodoxia de los que escriben leyes para que se obedezcan por los sometidos.
Causa profundo dolor de la historia de la desesperación  de los perseguido. La ortodoxia del quietismo que fue un movimiento místico en el siglo XVII, fue propuesto por el místico español Miguel de Molinos en su Guía espiritual que desembaraza el alma y la conduce por el interior camino para alcanzar la perfecta contemplación y el rico tesoro de la paz interior.
Enseñaba la pasividad en la vida espiritual y mística, ensalzando las virtudes de la vida contemplativa. Sostenía que el estado de perfección únicamente podía alcanzarse a través de la abolición de la voluntad: es más probable que Dios hable al alma individual cuando ésta se encuentra en un estado de absoluta quietud, sin razonar ni ejercitar cualquiera de sus facultades, siendo su única función aceptar de un modo pasivo lo que Dios esté dispuesto a conceder.
Molinos apresado y condenado a reclusión perpetua fue condenado al exilio.
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Somos las imágenes de quien pregunta por nuestro sentido de la libertad interior. Filosofar es un fin de la comprensión y está dada en la descripción de la palaba, se vuelve inconsistente como los pétalos de la flor o el caminar del viento en el cielo nublado.
¿Tiene cada hombre una concepción del mundo? O como  decía Antonio Cramsci cada hombre es un filósofo. ¿Pero no hay una concepción de la  filosofía que se constituye por una teoría general y una praxis que exige cambiar las condiciones del mundo oscuras del dominio y la manipulación de los valores sociales? ¿La filosofía no se convierte en una concepción del mundo en cuanto es la vez una teoría y una praxis de los agentes sociales en una formación social total, que deriva en su formación global por las asimetrías de las luchas sociales?. ¿Este hombre común gramsciano no ha integrado su subjetividad en la realidad de manera que conciencia y realidad se han vuelvo caras de la misma moneda alienante? ¿Cómo situarlo  fuera en su crítica y praxis instintivas en las formaciones sociales de dominio? Este hombre común lleva en sí la comprensión de su destino en el mundo y su comprensión está limitada por su experiencia vital.