domingo, 21 de diciembre de 2014

La filosofía crítica.


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En algunas vueltas de la mirada de la edad  atrás del camino, se viene a confirmar el retorno del tiempo imaginario sobre el tiempo real. El tiempo imaginario recreado empapa el  tiempo perdido en el sabor y en la mirada de cualquier hombre. La subjetividad expresa la voluntad idealista del que ha  querido llegar al finalismo vital para entender las sombras de la incertidumbre como el idealismo platónico de las  ideas-verdad y realidad-apariencia. La ideas se van orillando transparentes en la temporalidad de la meditación de lo que ya es ausencia.
Este hombre cualquiera se vuelve hacia adentro de su tiempo como si fuera una parte del pan de su ración de indigencia. Su pasado es un sueño diurno que se elabora  para  convertirlo en una madeja de objetos desmaterializados, que se relacionan con desplazamientos oníricos  irreconocibles.
Extraña madeja interior del psiquismo de la voluntad de un yo desvitalizado, reconocible por su sombra exterior que llega de plegamientos y retazos memoristas. De impresiones de una filosofía cotidiana del individuo envejecido, que retoma la necesidad psíquica de sobrevivir ante el mal del vacío sin pasado.
 Este proceso de la memoria se manifiesta como agua que fluye sin tocar la ribera con juncos del río metafórico de la vida. No cae el agua del recuerdo desde arriba, sino que viene de una conciencia alerta a su deshielo. Hay que ahormarse a la inquietud de la sed de vivir.
Sobrellevar las miradas sin ver en la cotidianidad los objetos de amor y de silencio. Los actos cotidianos del no ser y los desconciertos de la apuesta del destino y el destino sin apuesta.
Cualquier hombre tiene su filosofía como  tiene su vida, entre la sumisión y la rebelión, como  la afirmación del pasado y el porvenir ante las sombras  cavernarias de la manipulación de la memoria y del lenguaje, que se originan por el dominio vital del sometimiento a la necesidad.
La filosofía del hombre cualquiera se problematiza cuando lo que se imagina ser no se corresponde con su hacer. La observación sobre uno mismo está viciada de parcialidad Sobre uno mismo están sobrepuestos los vestido de las ceremonias del autoengaño con sonrisas.
Los problemas de la filosofía del hombre cualquiera  provienen de querer dar respuesta urgente al sinsentido de la relación de lo imaginario y lo real. la imaginación y la vida real. Al final de ese tiempo activo, hay que discernir  si uno es más o un menos que su encuentro del ser lo privado y del hacer lo social participando.
 Los real y lo imaginario son los problemas de cualquier filósofo de la  filosofía cotidiana  que  lo convierte un  hacerse de arcilla  de sí mismo.  De hacer la filósofo de su cotidianidad.
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Hay un tiempo de chucherías, de regalos a manos llenas de nuestra ignorancia. En el instante de las ofrendas para evitar el vacío de la no identidad del querer y del hacer, que  nos exigen una respuesta a las cuestiones fundamentales del sentido moral interiorizado y la coacción exterior.. La imagen de la privacidad legalizada del individuo que se apoya en sus muletas externas cuando está arrojado al castigo de la imposición de derechos coactivos. El hombre cualquiera es libre cuando interioriza la realidad que lo coacciona para subvertirla. El hombre cualquiera es dócil  cuando es irreal. La riqueza imaginaria carece de orden interno.
El  mundo no se nos da en la mirada indiferente. Se nos da cuando hacemos el mirar  por detrás de la sombra, que nos convierten en filósofos idealista de la irrealidad. Nos convertimos en filósofos de viajes imaginarios sobre una conciencia desollada.
La conciencia desollada por las fuerzas coercitivas del derecho formal, de los actos humanos arbitrarios en la utilidad de lo privado económico, pero vigilados por el poder físico de la restricción y la legalidad que está estrictamente separada de la moralidad. La utilidad como derecho positivo, separada de la moralidad, nos da los límites de la propiedad útil máxima. La garantías de libertad del individuo como unión sin separación de su propiedad vital y las formas de caducidad del derecho moral como virtud interior. La contradicción entre legalidad y moralidad cierra el escape imaginario de los grandes problemas sociales de sumisión y la rebeldía en un marco histórico de contradicciones económicas categóricas al comportamiento de los  individuos privados y aislados en su habitualidad de la coacción externa. De aquí que las fuerzas coercitivas del derecho formal lleven a plegarse los desquiciamientos de la no aceptación de la realidad conflictiva interiorizada y rechazada por el recitativo de la aceptación del infierno amoral para salir de del dominio externo. Las adormideras del filósofo positivista para dar convergencia a la idealización del dolor imaginario como solución al dolor real.
El filósofo de la idealización del dolor imaginario nos grita: " Cuanto peor mejor. La crisis no es el mal, sino su solución. Reír con boca de payaso hasta reventar el sentimiento negativo." Se tiene que afirmar el sentido imaginario y necesario de estar bien en la papelera de reciclaje del conformismo o en el estatismo de pertenecer al proceso coercitivo de la aceptación del mundo sin fisuras." Reír malditos hasta que no podáis más, que luego vendrá la alegría interior infantil con los juguetes maravillosos de la resignación iluminada.
 Este filósofo cualquiera del polo positivo y no del polo negativo pertenece a lo residual de la resignación y a la manipulación de esta crisis de la sociedad unidimensional.
El filósofo que no critica no quiere saber el porqué de las coacciones del uso de la utilidad y la desutilidad de la economía y del derecho como factores asimétricos originados por la actividad privada del mercado del comprador de mercancías y vendedor de su tiempo, a precio de salario de trabajo, para adquirirlas y consumirlas.  La situación de una crisis social aparece siempre formulada en lado oscuro de la irracionalidad del sometimiento a la resignación,  sin el vértigo racional de la rebelión.
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La filosofía del hombre crítico está en asaltar el sinsentido formal del derecho positivo sin moral vital, saltar por encima de la oscuridad de la manipulación de las formas de dominio positivo de la coacción para llegar a convenir un pacto social de liberación del individuo de sus coacciones. Tiene que ser  dominador de su oscuridad irracional y de su enajenación de con las luces imaginarias. La filosofía es voluntad crítica que se compromete ante el positivismo del mal necesario y el falso reír de la esclavitud que no se lamenta.
Un haber para la filosofía crítica es oponerse al destino irracional. No una oscuridad que promete y oculta, sino una luz que compromete. El compromiso de ser crítico es un salto por encima de la sumisión al influjo del engaño de la palabra metáfora confusa, bajo la cual está el peligro de vivir fuera de los conflictos de una realidad política, que admite la pobreza del individuo abandonado y sin quehacer. No hay que ser una abertura abierta al virus de la sumisión ni al destino social con la risa cínica o la genuflexión oriental.
 La esencia de la filosofía crítica es la búsqueda de la situación histórica en las hondonadas del miedo a las coacciones. Las sombras y la caverna no nos vienen dadas como la elasticidad de la piel. No estamos hechos de la piel de nuestras sombras resignadas. La positividad metafísica del mal útil enfoca al precipicio de la resignación y a la fábula de la buena y mala esperanza. No basta al filósofo crítico el cansancio del hombre ni el borrado de las palabras  abiertas al manipulador del positivismo consolador.
En el instante del conflicto de realidad y coacción, el hombre debe ser un filósofo crítico de su existencia, la no aceptación brusca  de detención de un vitalismo práctico.

 Quienes se asoman  a la alucinación azul del cielo irreal y extraño quieren que su filosofía sea el ímpetu del despertar las piedras y no los pájaros. Y yo me quedará y se quedarán los pájaros y el pensamiento crítico que nos devuelve la ley pública de la filosofía y su sentido múltiple de la apuesta humana reflexiva por la felicidad. Vuelve la filosofía para dar sombras ciertas al compromiso crítico de la existencia. Se debe no estar en la oscuridad de las ideas- palabra, que anulan las ideas de los individuos reales, la situación histórica. Las evocaciones de quienes han  visto sombras para luego decir que son la realidad misma. Los recuerdos que se enganchan al discurso conformista son flores de papel que habrán de desaparecer con las primeras lluvias del compromiso del pacto de la realidad política y social. Las palabras hueras desaparecen. El lenguaje que se aprende con respecto a la sumisión  se olvida. Nada  es arbitrario a la voluntad que no quiere ser manipulada en su realidad.

viernes, 21 de noviembre de 2014

La búsqueda de la verdad.


¿El transcurso de las Totalidades sociales en la historia sería, tal vez, un flujo de acontecimientos en un momento actual de estas totalidades,  que habrían de modificar los elementos de su sincronía en diacronías de nuevas formaciones complejas de producción, autoridad y democracia?
 Las dinámicas de las contradicciones sociales  son las causas que alteran las combinaciones de los elementos institucionales sincrónicos de dominio de un todo social complejo, temporal y contradictorio en las relaciones sociales de supervivencia. La sincronía del Todo se deforma en las asimetrías de temporalidades de rezago de partes del Todo ante las necesidades totales de la sociedad en su momento actual. Un Todo social se rezaga ante el inmovilismo conservador de las minorías, frente a la solución mayoritaria de los conflictos sociales, derivado de causas económicas e institucionales de poder político, ante los antagonismos de las relaciones sociales de producción y distribución de la riqueza, desigualmente distribuida entre mayoría social carente de propiedad y minoría dirigente propietaria.
 La minoría social dominante es la que detenta la hegemonía mediante la conversión  de sus intereses en intereses generales a través de su ideología predominante. Una clase dirigente se sirve de la Unidad Centralizada del Estado para imponer la concepción ideológica de la minoría dirigente.
La ideología de predominio vuelve a los individuos seres invisibles ante  los efectos de desorganización de los dominados por la ideología dominante. La invisibilidad de los necesitados que acceden a ser dominados, ante las reivindicaciones económicas y políticas que marcan relaciones sociales contradictorias.
 La invisibilidad de los conflictos de los individuos esconden  la visibilidad de las contradicciones de las partes económica, política e ideológica del Todo social. El orden ideológico de centralidad del poder político dominante da invisibilidad a los conflictos sociales de mayorías sobre minorías. Los elementos sociales diacrónicos rupturistas del orden político y económico  se distancian de la realidad mediante la reacción hegemónica de los intereses  del bloque dominante, instalado en las relaciones de vigilancia y castigo.
Las diacronías rupturistas de las instituciones de poder social serían la simbología mítica del Ulises de Homero por el universo del mandato irracional de los dioses, y el destino oculto y fatalista de los hombres, sometidos a la vigilancia de los dioses.
 La promesa teleológica de redención del sufrimiento infrahumano se convierte en la sumisión del individuo a su necesidad de sobrevivir. La  contradicción que se origina en la desigualdad económica y en el orden rígido del poder centralizador del Estado viene a ser un destino que se debe soportar pasiva o críticamente.
El simbolismo histórico de Ulises habría de servir de acicate contra el delirio  ideológico de sumisión al destino mítico predeterminado. Delirio mítico en tanto  búsqueda  de felicidad del héroe en  su permanencia heroica en el  mundo de los dioses y los hombres. A pesar de la oposición de los dioses con máscaras de oro, los hombres se habrán de enfrentar al destino que le ha sido determinado.
Mitología griega, como cualquier ideología, oculta la conflictividad real del orden desigual de nobles y esclavos. La conflictividad con la aristocracia por la búsqueda y obtención de la representatividad política de los intereses sociales de los dominados ante los dominantes en los poderes del Estado. La aventura de la historia social da la expresión la sociabilidad de la representación política de los intereses de la mayoría. Ulises aristócrata,  perdido en su individualidad de navegante, en la tripulación de una nave, que ha de divisar un pasado histórico carente de valor colectivo. Mitología del final ineludible de la lucha agónica del individuo social frente a las condiciones de dominio, cuyo ocaso habrán de determinar sus posibilidades existenciales de continuidad.
La existencia individual se da en las condiciones de su supervivencia colectiva. Las relaciones de compromiso quedan en el esfuerzo colectivo de la aventura por las vicisitudes de la historia de las relaciones de dominio. El individuo al hacerse una conciencia de totalidad salta por sobre la desventura mágica de vivir fuera de la fragilidad de los individuos de cristal.  El individuo de cristal siempre está en la nave de la oscuridad del mito o en la deslumbrante nada de su destino.
¿Cómo saltar por sobre la Nada invidente hasta hallar la esencia del individuo colectivo, como progreso existencial en el devenir de la historia?.
 Si se está inmerso en la oscuridad repetida del lenguaje- mantra, que desvía la irracionalidad del individuo sacrificado, cómo no admitir la huida hacia atrás del relato de la historia, contado por un loco lleno de furia y terror. O el mito del destino pertenece a las manifestaciones oníricas del desvíos del impulso psíquico a lo simbólico, que oculta  la angustia de los conflictos fundamentales de la sociedad  o el escapismo idealista de una esencia humana, que pertenece al juego de la Nada y el Tiempo.
¿El devenir del tiempo nos entrega el relato de la pasividad de un  sujeto perdido en el laberinto de su miedo comunitario? El laberinto de las hojas de Otoño y el pelo encanecido son el resultado de tiempo vivido. La existencia al final da constancia del devenir del flujo del río del tiempo. Una existencia equivalente al  paseo del invidente ajeno al flujo de la vida, a su precipicio oculto de temporalidad, Hambre del tiempo necesario para cumplir el viaje imaginario de retorno a Ítaca. Ser el primer término de una sucesión infinita de acontecimientos en el país de los cíclopes, donde el monstruo Polifemo secuestra a Ulises y sus compañero en la caverna de la realidad absoluta del mal. Cuando la tragedia de la historia parece concluir devorando a los griegos. Ulises emborracha al monstruo y le quita su único ojo, con lo que logra escapar con el resto de sus compañeros. La redención del héroe a través de la droga, ¿no nos permite ejemplarizar en el juego de existir mediante la droga que detiene el flujo temporal de la visión única de nuestra experiencia apresada en los conflictos existenciales?. Polifemo es la visión única de la existencia apresada en la caverna de la droga y los símbolos oníricos míticos. Los símbolos que relatan la liberación del individuo apresado por la docilidad del juego de los vigilantes y su castigo. Los vigilan para castigarlos.
El niño que se descubre por  primera vez en un espejo  sabrá por siempre que su yo es una cosa vigilada por otro que se oculta detrás de él y no se ve  en la imagen del espejo. Polifemo se oculta detrás del espejo. Un dios unidireccional que cosifica la libertad de saberse un ser reflejado en el mundo de los vigilantes. Quien descubre a los vigilantes sabrá de su soledad, pero también de su decisión de existir con la responsabilidad de su ser único. Inquieta una pregunta, ¿quién nos lleva ante el espejo?. ¿El azar o la necesidad?. ¿Nos encontramos frente al espejo de nuestro yo en la medida que somos parte de una totalidad de juegos de placer y  dolor?. ¿ O son las circunstancias aciagas las que determinan la certeza de que somos un yo que se forma a través del castigo y la vigilancia? La imagen de una escalera que asciende a un descansillo donde hay un espejo, por donde se debe pasar para saber del miedo al ojo de Polifemo. Resumen de una historia. El miedo es una sensación fría de advertencia a la vida. El vigilante y el vigilado reflejados en el fondo de un espejo social, donde se dirimen los conflictos de un Estado de unidad totalizadora. En ella está el conjunto de seres atrapados en una sociedad mercantil de compradores y vendedores de mercancías, en la que se incluye la mercancía humana como fuerza de trabajo. Propietarios de dinero y vendedores de trabajo.

Al final está el espejo que nos devuelve la imagen de la frustración de solidaridad económica y social por la usurpación legal de los recursos de producción y la desigual distribución de salarios y ganancias. Los significantes vacíos de la invidencia de lo que se debe ver y no se ve relacionan el dominio de supremacía con su significado oculto de cinismo y crueldad.

 En la metáfora pura del ocultamiento de la realidad desaparece la relación de lo real y lo imaginario. La desaparición de la realidad y su ocultación por los  imaginarios ideológicos arrastra el significado real a la ambigüedad de las cajas sonoras del lenguaje vacío. Sonoridad de cajas musicales en los imaginarios que quedan definidos por el ocultamiento de la verdadera realidad en su antagonismos de dominio y sumisión. La metáfora pura de una sociedad de dominio de minorías organizadas sobre mayorías desorganizadas. 

martes, 21 de octubre de 2014

La búsqueda de la verdad detrás de los símbolos.


1
Se está dentro de la oscuridad insistente del lenguaje manipulador y de los desvíos irracionales  e intrigantes de lo simbólico que ocultan  la verdad de los conflictos sociales e individuales de la subproducción y el subconsumo de una sociedad de propietarios y de vendedores de trabajo. La carencia  de solidaridad económica social por la usurpación legal de los recursos de producción.  Los significantes vacíos de lo simbólico político relacionan las metáforas puras de dominio con su significado oculto de cinismo y crueldad.
 En la metáfora pura del ocultamiento de la realidad desaparece la relación de lo real y lo imaginario. La desaparición de la realidad y su ocultación por los   imaginarios ideológicos arrastra al significado real a la ambigüedad de las cajas sonoras del lenguaje vacío. Sonoridad de cajas musicales en los imaginarios quedan definidos por el ocultamiento de la realidad en su antagonismo de dominio y sumisión. La metáfora pura de una sociedad de dominio de minorías organizadas sobre mayorías desorganizadas.
La ambivalencia de los significados imaginarios  multiplican la confusión de la comprensión de la realidad por el lenguaje. El vacío de las palabras sin conceptos es un Multipolar agrupamiento de significados erráticos,  que no se acogen a la interpretación determinada del lector La metáfora pura de dominio exige un interpretador de medios ocultos que falsea las relaciones de desigualdad. El interpretador se anexiona la propiedad de servir de correa de transmisión del lenguaje metafórico en su ocultamiento del dominio. El medio de comunicación como realidad única. No importa el concepto, sino el medio que transmite su vacío deformativo.  El medio de comunicación se convierte en el brujo de la metáfora pura, de sus imaginarios que flotan en las funciones acríticas de la resignación al dominio. Con una plaga de adherencias residuales teórico-verbales, se transfiere consistencia a los signos vacíos que ocultan metafóricamente la realidad. Las metáforas ideológicas, verbales y visuales,  de la propaganda y la publicidad cambian los instintos de rebelión en pasivos reflejos de rebaños domesticados.
 Los signos manipulados del lenguaje se van inscribiendo en la fragilidad  de la existencia de los dominados. La esencia de la existencia viene a ser la manipulación de los poseedores de los medios comunicativos. La  tersura del Ser de la existencia se convierte en la rugosa piel del camaleón. De este dominio, el individuo debe despegarse por su voluntad y razón crítica, de organización reflexiva  de los elementos antagónicos de la realidad y sus manipuladores. El universal racional y categórico del individuo ante la inautenticidad de su existencia.
La videncia es la reflexión, que propone percatarse de uno mismo como un individuo que se aferra a la propuesta de existir, desencadenado de la trama del poder político-económico y del lenguaje manipulador. La metáfora impura  sería piedra que se echa al río para que suene el flujo de temporalidad racional e inmediata para una voluntad categórica general. El río-flujo del devenir del individuo consciente de su destino. El flujo de la temporalidad histórica que desenmascara la sumisión al destino manipulado. El individuo y el grupo social tienen el deber de ser humano fuera de los signos codificados  por las metáforas puras  de la ideología dominante.
Los signos aparecen en las riadas de la existencia manipulada, amontonados y codificados  en los diccionarios etimológicos de lo simbólico de la realidad. Lo simbólico proviene de la creación litúrgica de las minorías sánscritas en su pretensión de un saber de verdad exotérica, que se oculta  fuera de la conciencia crítica.
Las minorías excluyentes leen  en los signos de las cosas,  esquematizando su saber por las conclusiones de las hipótesis que se autentifican por ellas mismas. La ideología incluye su solución en la hipótesis. La conclusión está ya incluida en la hipótesis que se ha de verificar. La conclusión de la hipótesis está previamente incluida por el sistema ideológico del conocimiento irracional La verdad imaginaria se incluye previamente. No hay propuestas ideológicas que no estén envuelta en los  recitativos de un  texto sagrado, escrito y cifrado que funciona manipulando la racionalidad.
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La ideología se vive en la actividad social de los individuos. Su opacidad recubre y reconstruye la actividad social vivida en un plano imaginario. A los hombres les cuesta cambiar, ya que viven en los sistemas de valores de ideológicos. La ideología falsea sus vidas y los integra en sistema social de producción con  valores y representaciones ideológicas. El viejo aforismo: los hombres viven y mueren engañados.
 Las máscaras de los actores griegos unificaban las pasiones y los miedos extraordinarios de la pasión, la necesidad y la muerte. Una máscara que unificaba la existencia del recitador, el oyente y el destino de los dioses.
La polifonía coral avisaba de la confusión de los signos del lenguaje críptico  y la monodia aventurada del actor heroico detrás de la máscara. Ataraxia de la existencia colectiva ante el destino que se  ocultaba en la ambigüedad de los significados y la sonoridad de los significantes. Impuridad  del no ser del actor atrapado en las palabras que juegan, la  inautenticidad del individuo, con las regresiones psíquicas del instinto de amor y muerte. El amor y la muerte en el pánico cierto de la incertidumbre del destino. Los textos trágicos vocean  los códigos de supremacía de los vigilantes sobre los vigilados, de los dioses sobre los hombres.
Los vigilantes se adentran en la realidad de la historia codificándola. La vigilancia de un ojo cicloide, derramando tinta, que se confina tras los  altos muros de las ciudadelas de silencio y lentifican símbolos de dominio.
Ilustra esto, la presencia  silenciosa de los vigilantes de la pintura metafísica de Giorgio de Chirico. La pintura que devuelve a los espacios metafísicos de la intencionalidad de lo onírico simbólico, proveniente de la represión del inconsciente.
Surrealismo de los objetos emocionales hallados en los desplazamientos simbólicos de las cargas psíquicas represivas. Las formas arquitectónicas de Chirico  en la arquitectura de la aristocracia de los mercaderes renacentistas. Los espacios sin historia viva, cargados de las miradas ausentes de los vigilantes apostados en los muros de las plazas y las iglesias. La ideología metafísica nos enseña sus actos fallidos, nunca la flexibilidad de la adaptación simbólica del pasado al presente.
La ideología es el ojo invidente de la historia. Polifemo exaltado por su ira, mirando por detrás del presente. El eterno retorno de los símbolos de la barbarie, a manera de mandatos, inconexos a la voluntad de afirmar la superioridad de la reflexión sobre las motivaciones del deseo encadenado a las imágenes alegóricas. La posguerra de la primera guerra mundial acarreó, en el arte simbolista, el hallazgo de los símbolos oníricos del inconsciente y la filosofía de la voluntad del poder  ser de Nietzsche.
Giorgio Chirico pinta los espacios  simbólicos de la multitud. Los espacios elitistas donde pasean conversadores ensimismados y aprisionados en la representación gigantesca  de los muros arquitectónicos, con su proyección de sombras ideológicas que sugieren la posibilidad de lo inhumano por la ausencia de racionalidad. Los personaje de Chirico acucian la efectividad de la manipulación de la realidad por el lenguaje de la propaganda política, del lenguaje comunicativo ambiguo y la  represión sexual.
Los hallazgos de las semejanzas del individuo sin esencia, que dan formas los   maniquíes. Los maniquíes en los escaparates de las ciudades, representación de los individuos dominados, es un hallazgo del capitalismo simbolista para formar hábitos de consumo repetidos en la multitud. La mirada vacía de los maniquíes contribuye al juego de lo mimético. La sustitución de lo humano con la mímesis de la manipulación de las cosas. Los objetos alienan la vida real. Son sujetos-objetos en los que  se proyectan los deseos. Los maniquíes metafísicos, en las representaciones simbólicas de las mercancías expuestas en un espacio urbano, extraño y atemporal, donde sólo se  pueden encontrar el silencio expresivo del precio monetario de la mercancía o la máscara del indeseo del ser.
El maniquí y sus ojos ciegos se vuelven obsesivos cuando los individuos se encuentran arrojados a la simbolización enajenada del sufrimiento. Los hallazgos de los maniquíes tras las vitrinas de cristal  de los escaparates. Praxis osificada de maniquíes que saltan desde la crueldad de su indiferencia a la mirada del individuo, que vive representando el relato simbólico por el plano imaginario de su vida falseada

sábado, 20 de septiembre de 2014

Las regresiones de la sociedad (2).
1
Los historiadores y economistas románticos y clasicistas del siglo XIX introdujeron la hipótesis perfectiva por el evolucionismo de un sistema social lineal continuo y progresivo. Hipótesis perfectiva y evolutiva inmanente a la ley del perfeccionamiento de la formas naturales y sociales. La hipótesis evolutiva podría darse con una explicación por exaltación de la marcha de las civilizaciones sobre el soporte cronológico y homogéneo del tiempo que fuese la tela de un bastidor en el que se bordaran los acontecimientos políticos y sociales. Fue la exaltación voluntarista del racionalismo finalista de la sociología abstracta de la religión y método de conocimiento, que implicaban el fin de la historia en una teodicea teocrática. La historia de las civilizaciones iría adquiriendo su esencia perfectiva de la forma externa, jurídica y religiosa, por el diacronismo de aparición de  las circunstancias históricas en el flujo incesante del tiempo real, que limaría las impurezas del desarrollo de la esencia perfectiva oculta en la materia. Los máximo y los mínimos funcionales de los conflictos sociales se darían en la esencia enajenada de una realidad envuelta en impurezas. Esta realidad imperfectiva,  contraria a la esencia finalista de la espiritualidad del Estado y la sociedad civil, sería equilibrada por el poder de un Estado-nación racional en sus normas, perfeccionado en el uso de su monopolio de la violencia por la ley, el arte y la filosofía. Se estaba en el último estadio de la barbarie primigenia opuesta a la Razón de Estado, expresión legal de la perfección de la sociedad civil en su libertad de elegir la legitimidad del contrato social. En las cloacas de la historia quedaban los antagonismos de clase, status y casta. La mercancía, hombres y cosas, en su expresión jurídica de propiedad y contrato pertenecía a la esfera de la competitividad de la ganancia máxima mercantil y el desorden de la necesidad material y general de la sociedad por los recursos escasos del orden natural. La carencia y su satisfacción exigían el egoísmo de unos pocos, que en sus acciones inconscientes procuraban la satisfacción de todos. La historia del Espíritu era una esencia desplegada fuera de la necesidad alienada, pues ella misma se debe a un no ser para llegar a un ser en devenir puro.
Este razonamiento pertenecía al idealismo absoluto del devenir del flujo espiritual, que llevaba en sí su omnisciente perfectibilidad de las formas inmanentes  totalitarias empujando el carro de la historia universal.
No hay en tales circunstancias, perfectivas y progresivas del devenir histórico, ninguna negación que exprese la conflictividad de la historia de la sociedad como una totalidad viviente de complejos niveles de intereses contrapuestos, que se relacionan contradictoriamente al nivel de la incrustación de la estructura económica en las estructuras no económicas de una formación social real compleja. La estructura económica  determinante es una región de la estructura global y está predominada por la relación de los niveles  jurídico-políticos de dominio. La relación articulada de la instancia jurídica-política al nivel de la estructura económica posibilita que se desajuste la correspondencia de las instancias en su relación al nivel de la producción y las relaciones de propietarios de medios de producción y vendedores de trabajo. Este desajuste  ocasiona  los conflictos económicos y políticos de clase. Los enfrentamientos de los individuos de clase y las instancia de dominio político y económico, Estado regulador y  propietarios. La clase dominante, en la estructura jurídico- política, reacciona ante los desajustes sociales con la ambivalencia del dominio absoluto o modificándolo desde arriba: el origen de los desequilibrios de clase social. Se pretende la continuidad-discontinuidad reformada del control de la reproducción de las condiciones de producción y distribución del producto neto excedente del trabajo. La continuidad de las relaciones sociales por la continuidad monopolista del dominio económico y político de la clase social predominante.
La supervivencia de una sociedad es un equilibrio y desequilibrio discontinuos de las relaciones sociales de reproducción material y de las relaciones sociales legales de dominantes a dominados. Los elementos económicos e ideológicos del antagonismo de clase introducen  relaciones sociales, que marcan el campo histórico de actuación de los conflictos sociales transitivos de los modos sociales de lo nuevo ante lo viejo. Cuando se dice lo viejo y lo nuevo no hay referencia a la existencia del individuo en su permanencia como ser viviente en el plano de su nacimiento y extinción. Se refiere la vejez de la estructura de producción, su nivel de productividad actual y las relaciones actuales de propiedad y legitimidad. El envejecimiento de la sociedad es un mecanismo regulador de relaciones sociales conflictivas. Lo nuevo sería un nuevo nivel de desarrollo económico y con el desajuste de relaciones sociales  en las formas autoritarias de dominantes y subordinados.
Una nueva productividad del desarrollo económico de reproducción económica expande el crecimiento económico en valores de uso y la contracción del poder de dominio de clase predominante por las contradicciones de intereses generales y los intereses particulares de la minoría. La reordenación del dominio por la acción de la clase predominante pretende  mantener el equilibrio de la sociedad en un orden de mercancías-salario y mercancía-ganancias. Es decir, el trabajador asalariado y los propietarios de los medios de producción y distribución del excedente neto.

3
No hay identidad en la cronología de desarrollo interno de las formas, que se encuentra en la raíz del evolucionismo económico y del historicismo. La superación de las contradicciones sociales de una concepción del mundo predominante no pertenece al voluntarismo de  la praxis histórica de una clase privilegiada, que mantiene una concepción general del mundo. Esta no identidad permite conceptuar la regresión histórica como una relación de discontinuidad en la continuidad del flujo lineal del tiempo en su progreso social. No  se sale de la regresión del sistema social desde el voluntarismo de una clase social, dotada de la posesión clarividente del progreso automático de la historia. La combinatoria de los elementos de una estructura de producción es una invariante del nivel de productividad y de las relaciones sociales de propiedad de los medios de producción y las relaciones que ellas engendran en las estructura jurídico-político e ideológica. Tales relaciones antagónicas de propietarios jurídicos y desposeídos contribuyen a la redistribución desigual del producto neto de una sociedad. El excedente de la producción apropiado por la propiedad de los medios de producción, por la clase que detenta esta propiedad, no se redistribuye a la clase dominada y pobre. Existe una clase negada  por su ausencia de propiedad y por tanto carente de participación en la distribución del producto neto.
Los antagonismos del nivel de desarrollo de una época histórica, las relaciones de propiedad y distribución del producto neto, constituyen los elementos de ruptura de la base económica y con ella la transformación de las estructuras jurídico-políticas y las formas ideológica desde las que la conciencia individual  percibe su situación objetiva. Este proceso de ruptura posibilita y determina  la regresión  de una formación social. Los individuos intervienen en la lucha de la historia, pero desde las condiciones  de los antagonismos de  la estructura económica y política. No hay un voluntarismo previo en el desarrollo del crecimiento ni en las regresiones. Las sociedad puede tomar decisiones económicas presentes de las que desconoce sus efectos futuros. Se puede decidir ampliar la producción  agraria o industrial sin prever los efectos de la ley de rendimientos decreciente de la tierra o de las máquinas de producción, o el crecimiento de los costes con una  producción decreciente para un crecimiento demográfico vacío de contenido económico. Se diría que los planteamientos de bienes y necesidades de hoy son límites invariantes del futuro regresivos o extintivo. Los individuos hacen la historia deslumbrados por el apremio de reproducir la existencia. Este apremio introduce las decisiones inconscientes del cambio de la producción y el consumo. Las propuestas de variación de la  producción, ante los límites invariantes de la productividad y de las relaciones de propiedad, están contaminadas en mayor o menos medida por el imaginario inconsciente de las alucinaciones políticas e ideológicas de continuidad de dominio y  subordinación de clase.  
La decadencia social es un proceso que aparece sin que haya conciencia de la actividad degradante de las invariantes económicas y políticas que se desarrollan en  la formación social.

La regresión a formas sociales superadas no dependen de una conciencia Única y omnisciente, sino de niveles de producción y productividad,  en una línea del tiempo social discontinua por los efectos de las luchas sociales, los límites invariantes de la reproducción y la variabilidad demográfica, en valencia de irracionalidad mitológica del deseo y la sociología de lo consuetudinario como progreso en la historia.

jueves, 21 de agosto de 2014

Las regresiones de la sociedad (1).


1
¿En qué circunstancias del tiempo de la historia de la sociedad, como una totalidad de complejos intereses contrapuestos, se relacionan contradictoriamente los elementos económicos e ideológicos, que ellos introducirán las relaciones de variables sociales que marcan el campo histórico de actuación de los conflictos sociales de lo nuevo ante lo viejo? La juntura de la expansión del crecimiento económico con su contracción y con ella las deducciones de la  continuidad existencial de la sociedad en los diferentes niveles de sus contradicciones de clase. Se ilustraría este análisis como si se dedujeran las contradicciones de las piezas de un  puzle social, cuya descolocación provocaría conflictos de interpretación y representación de las relaciones sociales como antagonismos de una necesidad de cambio global del orden económico y de poder político, que se arroga una clase social en exclusiva voluntad de mantener el proceso de la historia eterno en su atemporalidad.
La existencia social se vuelve contradictoria ante el movimiento ideológico de continuidad eternitaria. Esto conlleva los movimientos imaginarios de la sociedad,  la manipulación del lenguaje ideológico exotérico y la obsolescencia de las categorías económicas del proceso de continuidad del complejo social. Como si la maquinaria de reproducción colectiva adquiriera  los movimientos imaginarios adversos de contracción del sistema económico y político, a formas primitivas de organización de las necesidades y su satisfacción. Las variables sociales de cohesión mostrarían, a través de la coerción legal y el castigo económico y físico, deformaciones primarias de inhumanidad. Esta implica el control autoritario de las  limitaciones sociales de la reproducción de la sociedad en una totalidad plena y viviente. Como si el autómata cartesiano de la totalidad social irracional se hubiera detenido y adquiriera la parálisis mecánica  de los movimientos de reflejos condicionados de premio y castigo.
Si la reproducción de la sociedad se contrae a regresiones existenciales pretéritas, la sociedad cae a formas de reproducción primaria. La existencia viviente de una sociedad es siempre el movimiento real y actual de las condiciones de permanencia de sus variables socioeconómicas de reproducción. La decadencia de la sociedad  es la consecuencia de los rendimientos decrecientes de estas variables de reproducción. Las insuficiencias categórica de respuestas colectivas racionales para la permanencia material y psicosocial de las secuencias del flujo variable de crecimientos y decrecimientos de la sociedad en momento actual del tiempo de la historia.
Los efectos humanos y técnicos de producción, distribución y circulación del producto total de producción social, se contraen y expresan totalidades improductivas de recursos humanos y materiales no aplicados. Entonces la sociedad industrial y de servicios habría de engancharse a la motricidad de formas primarias de existencia. Por ejemplo, a formas de producción y consumo agrario. La cima más expresiva de las regresiones sociales se da en la formación de masas sociales urbanas y semirrurales desocupadas y semiesclavizadas en el límite vital de permanencia junto a unidades de producción tecnológicas atrasadas para producir un excedente económico creciente. Diríamos entonces de una sociedad decadente.
Las regresiones a niveles de subsistencia de producción y excedente económico están acompañadas de instituciones políticas e ideológicas de alta eficacia de poder reactivo y negativo por denegación de la colectividad por el uso de la violencia legalizada.
Las instituciones políticas reactivas negativas mantienen una permanencia ideológica activa, atemporal a la génesis de las que provienen. Observando el castigo físico y económico de las formas actuales de las  institucionales de poder social, se calibra la eficacia de la duración de dominio de los grupos que las estructuraron y legislaron institucionalmente. Las instituciones de poder reactivo se mantienen inscritas en las regresiones por el nivel insuficiente de reproducción material de la sociedad. La decadencia económica de una sociedad no implica la complementariedad simétrica de  decadencia de las instituciones de poder. La aristocracia renacentista y absolutista del siglo XV y XVI perduró jerárquicamente en las instituciones de poder mucho más allá de las revoluciones sociales del siglo XVIII. Y la introducción de nuevas variables económicas y políticas evolutivas del crecimiento de los excedentes de producción no las sacaron del poder de decidir y gozar a estas minorías. Las jerarquías de poder se incrustan en los nuevos sistemas sociales de distribución y producción. La decadencia jerárquica de poder político  no es un reflejo de la crisis  del sistema económico. La transición de un sistema social a otro arrastra las condiciones ideológicas de permanencia de las minorías de poder. Las ilusiones del imaginario revolucionario transitivo está lleno de las sorpresas de la permanencia de los hábitos conservadores en las nuevas instituciones de poder político. La manzana podrida dura más en la cesta de las manzanas sanas.      
La permanencia de un sistema social jerarquizado se mantiene mientras no haya cumplido y agotado los fines de su eficacia real de dominio. Hasta que su voluntad de poder se vuelva reactiva a la necesidad de reproducir la sociedad progresivamente desde la necesidad real de la igualdad y la distribución de la riqueza. La totalidad de la producción de la existencia de lo humano es un devenir de lo viviente, que se perfecciona a través del conocimiento  de las variables  límites de las condiciones de reproducción histórica.  
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Los efectos económicos e ideológicos de una sociedad dominada por una minoría de dominio produce siempre los esquemas de los avances y regresiones de la sociedad capitalista. En el capitalismo se sufre colectivamente el desarrollo contradictorio del nivel de la producción y la revalorización del capital por las ganancias. Podría darse que haya una  estructura económica ineficiente para permitir el crecimiento acumulativo del capital invertido. La continua capacidad de generar ganancias de capital a través de los salarios se contrae en la crisis social. El consumo capitalista y la inversión de capital acumulado por el excedente generado en la reproducción se paraliza por insuficiencia de la inversión De manera que si las ganancias ahorradas y acumuladas se desigualan con la inversión de capital en bienes de producción y en  bienes inmediatos al consumo, las ganancias decrecen y hay desproporcionalidad de capital en los sectores industriales. Los precios y las ganancias con respecto a los bienes de producción decrecen mientras crecen los precios y las ganancias en el sector industrial de bienes de consumo. Superproducción de bienes de producción subconsumo de bienes de consumo. Desproporcionalidad  de la coyuntura económica que  entra en la crisis de decrecimiento de la inversión. La inversión no se iguala a las ganancias. Los beneficios decrecen con los aumentos de los salarios nominales decrecientes. De manera que hay una relación inversa de ganancias y salarios. La inversión capitalista decrece con salarios altos y pérdida en las ganancias. La inversión capitalista impone un mínimo vital en el valor de los salarios para obtener un máximo de ganancias. Las ganancias altas y acumuladas imponen  decrecientes  salarios reales  con oportunidades de inversión del capital.
Si la inversión en bienes de producción es mayor que la producción de bienes de consumo, se producirá una desproporción de los incrementos de los bienes de producción sobre los crecimientos menores de los bienes de consumo. La consecuencia de este desequilibrio será la superproducción de bienes de producción y el subconsumo de bienes de consumo directo dependientes de los ingresos reales. Los dos sectores industriales de la producción se desajustan conllevando el derrumbe del sistema económico real  y el decrecimiento  de la tasa uniforme  de ganancia del capital. Si los  capitalistas dejan de invertir y sólo ahorran, los asalariados se ven arrastrados al subconsumo por falta de producción y el crecimiento del paro.
Si la tasa de ganancias decrece, la inversión capitalista decrece. La falta de acumulación de capital, y por consiguiente el decrecimiento de la inversión, produce un estancamiento de la aplicación de los recursos económicos de inversión a la producción. El excedente económico acumulativo de las ganancias irá decayendo con la caída de la tasa de ganancias. Este efecto del subconsumo de bienes de inversión y bienes de consumo inmediato  no se corrige con una política económica expansiva de crédito barato si el aumento del consumo va acompañado del endeudamiento exterior. No se puede aumentar el consumo productivo de los sectores industriales, sino no hay  inversión de capital y ganancias crecientes acumuladas.
Este proceso de contracción diríamos que pondrá en marcha efectos económicos de reproducción regresiva a formaciones sociales anteriores al modelo capitalista. La decadencia de un sistema social es un proceso regresivo de la producción actual a procesos de producción y subconsumo imbricados en modelos primarios de subsistencias. La sociedad en su conjunto retrocede a formas de  subdesarrollo.
El subconsumo involuntario, por el decrecimiento de la tasa de ganancias del capital y la distribución decreciente de los ingresos reales salariales, en amplias capas sociales empobrecidas, conlleva la ineficiencia del crecimiento de las ganancias de inversión de capital contante sobre los salarios. La inversión de capital se detiene y con ella el decrecimiento de los efectos sociales de la existencia de la comunidad. No hay producción de ganancias capitalistas sin inversión de capital creciente, pero una inversión desproporcionada al consumo lleva el decrecimiento de la tasas de ganancias medias. La sociedad capitalista recibe el revés de la carencia de ganancias por exceso de inversión de capital en bienes de producción  y en decrecimiento de la inversión en bienes de consumo. La relación de la tasa de variación de bienes de producción es mayor que la variación de crecimiento de los bienes de consumo. Hay desproporcionalidad de los dos sectores y con ellos el inicio de la superproducción y el subconsumo conjuntos. Se provoca el derrumbe de la producción, las ganancias, los salarios y el crecimiento de masas sociales sin trabajo.
La sociedad entra en formación regresiva existencial. La avenida del tiempo de la historia se llena de masas sociales que buscan sobrevivir en el laberinto de la  subsistencia. Se abre la pregunta clave de la temporalidad de la historia: ¿ revolución o contra revolución?.  


lunes, 21 de julio de 2014

Productividad y decadencia.

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Los individuos escudriñan el mundo a través de las voces ausentes de los libros.  Ellas deciden su textura material y psíquica dentro de una totalidad social que permanece inexistente a la verdad por la ideología que la envuelve. El individuo está dentro del flujo del momento actual de la historia. Ensimismado en el tiempo cronológico apuesta por el devenir de su vida.   Observa y transforma  el mundo exterior para sobrevivir a la necesidad. Está  en la probabilidad de la de la certeza y de la falsedad. No es un gran jugador. Lanza los dados esperando que definan la distancia del azar con respecto a su destino. El individuo es un jugador que quisiera repetir el lanzamiento de dados hasta que a suma de las probabilidades le dé la certeza. Un destino a distancia de la inseguridad. El juego es incierto ante el flujo de rehacer el tiempo y su finalidad. El valor de darse la vida se  va haciendo de tiempo y asombro. El asombro es un oscurecer. El resultado de mezclar  colores complementarios. El color gris del tiempo en la paleta del  espejo.
Lo cierto del flujo del tiempo ideológico  es sumergir  la conciencia falseada. Arrojar fuera  la historia real del deseo y balbucir sonidos amputado de significados, pero llenos de ruido y la  furia de la desmemoria.
Se viene a  revivir ocasional mente fuera del lo habitual de la historia, de manera que revivir es vivir  en un pasado imaginario. Lo imaginario de un personaje  que  se arroja al escenario  con un texto, que argumenta sobre su ausencia de realidad. Quien se ausenta de su ser  quiere ser un espectador para escuchar  la pasión de la vida ajena. Sentarse esperando que alguien le explique la vida en el juego del mimo  por las sombras chinesca. Más que un negador pasivo es un simulador del lenguaje común y del escenario sentimental  de su época. Los grandes simuladores niegan que la historia  se haga en las relaciones sociales que marcan los ascensos y caídas del dominante y el dominado.
Por esto, los conceptos de lo que  somos  no son datos estadísticos, sino relaciones sociales de dominio y sumisión. Las cantidades son medidas de los efectos de relaciones sociales. La cantidad se vuelve cualidad en la ruptura de la cantidad. Se producen conceptos, la ideología y la ciencia, como  productos del cerebro que  se apropia de la realidad  desde su interioridad.
Las categorías económicas son conceptos de  relaciones sociales  en cuanto los individuos producen su existencia  al nivel de sus necesidades y deseos actuales. Quien viene a  vivir fuera de la producción de la historia revive el pasado imaginario de otros. La falsedad  es un  dominio de jerarquía ideológica. Lo imaginario  se arroja al cubo de la historia con un texto que argumente sobre la presencia de su índice de eficacia falsedad.
 Quien se ausenta de su compromiso escucha  la pasión de la vida ajena. El compromiso  no explica la vida  del mimo  en la sombras.
 Las catarsis de los antiguos griegos era un ritual de purificación de las personas afectadas por las impurezas del conocimiento del destino. Lo efectos emocionales, que causaba la tragedia en el espectador, purificaban la ceguera del no ver donde se debía ver pasión, temor y el horror  de las relaciones sociales de sus protagonistas: los héroes, el pueblo-coro y la ceguera del destino infausto en el tiempo de la historia.
 Las categorías económicas son conocimientos de las practicas de  relaciones sociales. Permiten la conexión de los medios y los procesos con los que la sociedad interviene produciendo su existencia colectiva  y sus relaciones con la Naturaleza.
 Los soportes práctico y teóricos  de la producción son los individuos agrupados en sectores de producción de bienes de producción y bienes de consumo, intercambio, circulación y servicios de mercancías para el consumo productivo y de la carencia que originan las necesidades de supervivencia.  
La vida económica  es la fuerza de producción incesante de la voluntad social que existe en cuanto produce y se reproduce. El grupo social pre-capitalista y capitalista  tienen que hacerse a sí mismo en la doble cuña de su necesidad biológica de especie y en su necesidad de sobrevivir. Los soportes reales del mundo social  están en  las estructuras técnicas, científicas y culturales del momento actual de la historia. Éste tiempo de historia da un conglomerado de relaciones reales e ideológicas, que  regulan las unidades de producción, las instituciones de orden, la desigualdad del reparto de la producción a través de la voluntad de dominio.
La juntura de la fatalista necesidad de lo real y la arbitrariedad ideológica de la propiedad privada por derecho y coerción sujeta la  conciencia al descenso de la sumisión o el ascenso a la rebeldía.
Por debajo de los estratos sociales del orden rígido, los individuos apuestan por el destino y la subjetividad  creativa  y la apuesta racional por superar su decadencia mediante la voluntad de producir la vida. Unos y otros viven y fantasean con las relaciones sociales, apiñados en la opacidad de las  relaciones activas y reactivas con la naturaleza humana y natural, y la decadencia como un proceso desde la individualidad del ser  a los  vericuetos aleatorios del no ser de la improductividad. La dedicación tecnológica  por los efectos de  las variable económicas activan la productividad de la fuerza social se une a períodos improductivos institucionales y económicas de  decadencia social.
 Llega la confusión ideológica a un destino reactivo que se acerca a tragedia aditiva de la Nada. El individuo  se aparta de estar obligado a producir su vida y reproducir al mismo tiempo la totalidad social. El sentido significativo  del se activo retorna a posiciones histórica de improductividad.  Llega la decadencia.
Se inscribe en el retorno lo inerte y esta inscripción tatúa la posibilidad del excedente creciente y la civilización. El ser viviente  vuelve a su no necesidad de permanecer vivo. Todo ser vivo quiere permanecer vivo. No hay nada en el destino que no sea un querer de la voluntad de estar vivo. La voluntad del viviente  es una relación de fuerzas  activas  y las fuerzas reactivas que lo afirman y lo  niegan. La caña existencial es flexible al reto de  la Nada.
La decadencia social la contradicción del pasado con respecto al presente. La rebeldía puede quedar inscrita en la superficie oscura de las historias que se han ido. El viento de la historia individual no está escrito las hojas de papiro de la historia.
Nos mueve la fuerza del poema del viento y la fuerza y la necesidad de estar vivo. Las categorías económicas son relaciones sociales. Los individuos, los grupos, las sociedades, producen, intercambian y consumen, productos sociales para reproducir su vida. No hay sociedad ni individuo sin el soporte de la perpetuación de su vida mediante el intercambio de trabajo por  medios de subsistencia. La sociedad necesita producir un excedente económico que mantenga las instituciones de parentesco y de poder social. Nadie se  puede instalar en una isla como  Robinsón Crusoe.  El individuo mantiene con la sociedad una relación de producción. Para hacerse sujeto social tiene que convertirse en objeto de producción y consumo económico para otro que le confiere la sociabilidad de los medios sociales.El excedente económico es la diferencia de los real producido y el consumo necesario. Si la producción es mayor  que el consumo necesario igual a excedente económico  creciente. La sociedad está en un proceso histórico entonces de incremento  de la producción y la acumulación  de relaciones de intercambio de las unidades de acumulación empresarial y de las instituciones  de poder ideológico. Si la producción es menor que el consumo necesario igual a un excedente económico  decreciente.  La sociedad está es un proceso de decadencia de las unidades de producción y el debilitamiento de las instituciones , militares e ideológicas. La caída de la supremacía de los imperios. El crecimiento económico está imbricado al crecimiento de la productividad  técnica y de la sociabilidad del individuo y la ciencia.Los procesos ideológicos de las minorías de dominio establecen conceptos económicos y políticos que relacionan propuestas sociales  inmovilistas, fijitas y eternitarias, de un orden perpetuamente presente, si no se modifican las relaciones capitalistas de producción, consumo, intercambio, precios, inflación, masas monetaria de crédito bancario, deuda pública y privada, déficit estatal. Los ingresos del excedente se vuelven inferiores a los gastos de consumo de las devoluciones de deudas y las prestaciones sociales.El incumplimiento de las relaciones de acreedores y deudores conlleva una regresión a estados sociales de pobreza general aumentativa  y la dislocación de las relaciones de dominantes y dominantes en el predominio de la utilización de la violencia. Éste incumplimiento de la producción de un excedente económico lleva a  conflictos de clases sociales. Si estos conflictos se agudizan se llegaría a situaciones de barbarie en la forma de gestionar el excedente económico decreciente por la violencia  institucional de Estado. La concepción ahistórica del orden social de la producción deberá llevar al infierno dantesco de la pobreza y la barbarie. Hay un orden social dado. No se sale de él sin la revolución de las relaciones sociales. La sociedad pudiera llegar a ser un apéndice del poder político organizado en derecho y coerción.Entre este derecho y esta coerción se deciden los desniveles  de subsistencia y riqueza. La ley de la desigualdad impregna todas las categorías económicas.Si el dominio  se fractura queda en su lugar el caos universal. La sociedad sólo admite las relaciones de dominio históricas. El dominio de decidir y ser obedecido es las hipótesis de continuidad de dominantes y dominados. La herejía de la utopía es apostar  por un orden social igualitario en las unidades de producción y en las instituciones de coerción  estatales conllevan sustancialmente  la contra revolución igualitaria.La permanencia de la sociedad de dominio tiene por objetivo inmovilizar las relaciones sociales por el miedo al azar del destino,  que sólo incluye  las catástrofes de la inseguridad como la caída de las fichas de dominó, alineadas en el orden preciso  de la supervivencia  de la desigualdad económica, la venta de la fuerza de trabajo a precio bajos y la obediencia de explotación  económica e ideológica de las clases dominada a la dominantes. La paz del orden social reactivo es la rendición  de los desposeídos a los  poseedores.


sábado, 21 de junio de 2014

La sociedad y la sospecha.


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¿De qué sospechan a las élites dirigentes? ¿Del hombre común que soporta con su trabajo los gastos de la antiproducción de las minorías que acumulan rentas y riqueza? ¿Del cansancio político de una sociedad sin soporte de integración igualitaria que muestran las encuestas y las manifestaciones de protesta? ¿Del juego ideológico de la democracia legal y la legitimidad popular de la gestión directa de la producción y la distribución? ¿Es plausible, que la adaptación del individuo a las circunstancias adversas, corresponda al símil pascaliano de la condición de la fe religiosa a una caña de bambú que no se adapta al viento? ¿No será esta caña flexible la resistencia al dominio de la violencia? ¿Las élites dirigentes tienen miedo a que una nueva sociedad dirija su destino en la función de estructurar al individuo común, como objetivo de la función del trabajo redimido de la explotación  y a favor de dar al individuo la felicidad de un orden justo? La masa social para sí, que  organiza con fines políticos y redistributivos el excedente de producción ganancial, causa pavor a la élite dirigente legal. La desigualdad de la pobreza y riqueza va a ser la cuestión política de nuestro tiempo de simulación teatral. De nuevo los ricos y pobres enfrentados. La acumulación de la riqueza y la renta en una minoría y la pobreza en la mayoría vuelven a traer a la historia la revuelta social como un agente económico. Tal vez por esto, los ciudadanos son escrutados a través del espionaje masivo del hombre común. La gente desnuda en los aeropuertos, la gente desnuda en sus móviles. Todos los individuos son espiados en su comunicación, en la enorme rotación de palabras y gestos cotidianos. En una sociedad cuarteada por la desigualdad, los individuos resultan sospechosos por sus desafectos a las élites de dominio. El enfrentamiento entre necesidad y riqueza se vuelve visible en la práctica económica y política de los dominados. Una caída del salario real es una redistribución económica creciente a favor de las élites. La inflación monetaria provoca un aumento de los precios a favor de los vendedores y  en contra de los compradores. No hay deflaciones de precios en los productos de consumo para asalariados. Los acreedores por deudas desean y obtienen legalmente que los préstamos se actualicen al nivel inflacionario en contra del nominal contractual de los préstamos.  La inflación es un agente económico de la división de clases sociales. Aparece como un deslizamiento  del bajo poder adquisitivo del dinero que gastan los asalariados. El 99% de la población activa. Los salarios de los agentes económicos empleados en la actividad de producción directa o en inactividades indirectas de la gestión se contraen en el estancamiento del crecimiento del bienestar. El salario real se deprecia con la caída del mínimo de subsistencia vital y el salario depreciado se alarga con las fracciones de trabajo gratuito  y alargamiento de la jornada de trabajo no pagada por sobrexplotación del trabajador. La intensidad del desgaste físico del exceso de trabajo  se incorpora en valor económico no retribuido, los crecimientos de la productividad, que se traducen en caídas de costes de producción, se trasladan a las ganancias extraordinarias a nivel de la elasticidad de la demanda del mercado monopolista o oligopolista. Se reducen los costes de producción  y se mantiene la oferta de producción a precios altos de venta, sin competencia de mercado. La élite piramidal, gestora y accionarial especulativa se vuelve de espaldas a la competencia del precio y a la amplitud de demanda con precios bajos. Se vende menos y se gana más con la oferta inelástica.
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La élite tiene miedo de que la masa social tome conciencia de su situación existencial de dominado y pobre. La burbuja de la ignorancia general debe rebotar en el frontón  de los conceptos ideológicos de la producción, la distribución desigual y la infelicidad. No debe caer en el fondo de pasividad política y no  volver a rebotar en las vidrieras deformantes del conformismo fatalista de la desorganización.
 Los acumuladores tecnológicos de organizaciones del espionaje guardan información de las desviaciones sociales a la obediencia. Los acumuladores archivan la reactivación de las multitudes como de potenciales enemigos. El enemigo es una variable terminada en un plural de ismos históricos. Terrorismo, anarquismo, comunismo, desviacionismo, y al izquierdismo. Siempre hay amenazas potenciales al derecho y al Estado a secas. El programa de escuchas está oculto y diseña juegos de enemigos y vigilantes en enfrentamientos continuos. El fin último es mantener el equilibrio de la desigualdad. El orden exacto de una multitud desigual y desquiciada en la producción de cosas y de seres vivos. La noche oscura de la desinformación de los medios de comunicación de masas. Reproducción del lenguaje manipulado de la sumisión.  La especie humana y las ganancias excedentarias apropiadas  y dirigidas desde el lenguaje y la coacción. La morfología del dominio se modifica y se vuelve flexible a la práctica de la confusión. Es la desinformación una máquina compleja  de tecnológica y psiquismo. Su esencia siempre es ser voluntad de poder y sujeto  de presa. La reducción de los objetivos de eficiencia máxima de bienestar social como un efecto adverso, necesario, escéptico y fracturado. La eficiencia máxima del espionaje es la mayor cantidad de gente espiada y fotografiada en la nada del escepticismo o en la orgía de la apatía de lo viejo social. Hay que captar el virus de la manipulación mímica del contagio en la servidumbre. Hay un flujo-virus que se adhiere a la piel de cuantos  atraviesan los controles de la información espiada a la información arquetípica de revolucionarios y siervos.  La información puede ser basura y de desecha, pero su importancia radica en controlar siempre el flujo incesante de conexión de máquinas activas,  gestos comunes  y palabras fuera de los códigos de habitabilidad. En las máquinas complejas de sospechas e información,  se encuentran los vínculos de los individuos codificados de cero al infinito.
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En el totalitarismo informativo lo importante es la cantidad de información reciclada por unidades eficientes de códigos binarios: esta palabra o este silencio, esta cara vulgar o inteligente, este gesto o estas gafas, la ropa y  el cigarrillo, el gesto plano y las intenciones inexpresivas. Si las masas sociales se esconden en sus intenciones de revestir la situación de opresión  se las incluye en máscara ira y ellas tienen que  ser vigiladas. La masa social común es útil, pero su sumisión es una variable que determina los límites del terreno de juego de la acción y la inacción del conocimiento y la ignorancia. Nadie es inocente para los catadores de las funciones estratificadoras del poder de la élite. Para ellos, las mariposas de la conspiración vuelan en resquicios de impunidad legal. Es una consigna eficaz de espionaje: los enemigos cambian con los objetivos marcados y las máquinas de control de información se tienen que adaptar a ellos. Los objetivos no se marcan en ortodoxos y nihilistas, sino en eficientes e ineficientes. La ortodoxia trasciende su ineficiencia y salta a la herejía. Es un vínculo de ritos que en circunstancias de coyuntura de desequilibrio se vuelve rupturista. El nihilismo es la negación de los valores aceptados en los archivos históricos del orden. El ortodoxo desea la trascendencia de la existencia, el nihilista atraviesa su existencia con un gesto heroico de mal lector. El vigilante es fóbico a los excrementos ocultos. Los instrumentos de vigilancia son de alta tecnología interceptadora o también de vigilantes jubilados, delatores a un cuarto de euro, que se sientan en banquitos, en medio de la calle, para detestar movimientos significativos ocultos de la gente que pasa. Su misión es la delación inmediata. Esta es una figura histórica de control utilizada en las épocas anteriores y posteriores en las  revoluciones del insurgente campesino o de la pequeña burguesía liberal del siglo XIX. Su amplitud iba de la aldea a las zonas urbanas.
 El exceso de vigilancia atrae lo experimentado del espionaje directo. En la sociedad de consumo masivo de información todo vale y es utilizado en las sociedades de multitudes indiferentes y pasivas a las consignas de los aparatos de propaganda, a las cámaras y a las pantallas de televisión gigante, en las que se dictan consignas subliminales en los objetos de deseo, los perfumes, el turismo caro  y los automóviles de gama alta. Se paga la vigilancia para que detrás del individuo haya un escarabajo, insecto coleóptero kafkiano de élitros lisos que se alimente de signos y que sus bolas de basura informativa estén dentro de los ordenadores y en las cloacas del espionaje, en las cuales depositan sus huevos excrementales informativos. En el estiércol informativo está la delación que muestra los desequilibrios del orden. El paroxismo de la paranoia lleva al estiércol delator. Hallar lo visible en lo invisible.  La vigilancia adquiere sentido ambivalente paranoico en la baba del caracol y en las palabras ceremoniales de los códigos. La baba caracol  del orden y la baba caracol de la adicción a la amapola del opio. El tiempo cronológico llega al sinsentido de las máquinas obsoletas de vigilancia, que acumulan  palabras y gestos.

Los grupos inquisitoriales imponen la delación por el miedo y la coerción, la tortura  y la ansiedad del pecado contra la fe. Se espían las palabras claves de la herejía en los hábitos, los rituales y los pensamientos murmurados. Las organizaciones de dominio reactivo hallan en el dolor físico y en la inseguridad económica los vectores fuerza de la sujeción del individuo a su rueda informativa.