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La revolución científica implica la
revolución filosófica. La revolución
filosófica la sigue como el agua en el cauce del río. No es posible la
filosofía griega sin su matemática. La filosofía racionalista engancha con la
matemática mecánica celeste de Galileo. La filosofía crítica kantiana del
empirismo de Hume y Locke. La filosofía marxista del materialismo
histórico. La ciencia abre un horizonte de propuestas para que una conciencia- yo establezca una relación revolucionaria entre yo-
colectivo y la realidad exterior que lo sustenta. No hay hombre sin ciencia ni
filosofía. Ambas desarrollan el conjunto de conocimientos poseídos por la
humanidad acerca del mundo físico y natural. Pero además en este conjunto hay
poseedores e ignorantes. Hay hombres con ciencia y acientíficos. La mayoría de
los hombres está fuera de la posesión de la ciencia y de la filosofía. No pueden ver, lo que está ante ellos. Esto
convierte a algunos en brujos y a la mayoría en fanáticos de su ceguera. No ven
donde ha que ver. Esta ceguera es un componente esencial de las relaciones de
brujos y adoradores. Los sabios brujos y los adoradores encapuchados. El más
antiguo de los laberintos del héroe y el Minotauro,
Si una minoría de brujos se han convertido en guardianes del
conocimiento. Ellos están por encima de la naturaleza y la historia. En última
instancia el saber conlleva la posibilidad de la extinción de la especie. Una
extinción real, con la energía nuclear, que está en la naturaleza y la historia.
El saber nuclear implica el fin de la especie humana. Él sería responsables del
fin absoluto. La explosión nuclear podría
fin al contrato colectivo del individuo y su naturaleza. Llegaría la
contradicción máxima de sociedad y destrucción.
Antagonismos en una conciencia del poder sin hombre ni naturaleza. En la mente de los
alquimistas siempre estuvo el Apocalipsis del dios de plomo por el dios de oro.
El dinero oro detrás de la muerte global
de la sociedad de plomo. La bomba nuclear no admite acuerdo sólo la decisión, no hay
conciliación del sujeto ciego a la verdad de un sujetos plural cosido a la trascendencia del ojo universal. No hay finalismo trascendente de humanidad,
naturaleza, filosofía y ciencia en la omnisciencia. Las contradicciones se
funden en una sola contradicción única destructiva.
Hay antagonismo en el gran vacío de
los ecos del Universo. El terror del Pascal al ateísmo de los espacios
infinitos en su absoluta mudez. La apuesta de la fe pascaliana a la tirada de
dados en la mesa del universo.
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Nuestra existencia como especie
puede llegar a su fin. La progresiva formación de la humanidad ,a través del
desarrollo unificado ciencia y técnica
alcanza un punto de saturación irracional, la ciencia nuclear asalta la razón
filosófica. La filosofía carece del significado científico que no sea el de
confirmar la destrucción general. Esta destrucción no admite el suicidio
individual, que es un acto de la razón en la filosofía absurda. Porque ya no es
el problema de si la vida vale la pena continuarla o interrumpirla
voluntariamente. Las condición de la desesperación de lo humano admite un
sujeto destructivo, en su obstinación de un querer ser absoluto, incluso en su
destrucción. El suicida es el reveso del amor. El enamorado quiere la
eternidad, y el suicida la oscuridad de
un sueño de amor. La vida de la especie admite no ver el suicidio de la guerra
nuclear. La vida personal y general pierde la fe en su trascendencia.
Un ser intrascendente se afirma en
la finitud. No mide los sucesivos instantes en los eslabones de la cadena
existencial. Se cierra a un eslabón aleatorio
último.
La tecnología nuclear cierra la
cadena del progreso. Sólo nuestra época admite el finalismo absoluto de la
especie mediante la tecnología nuclear.
El individuo como grupo organizado
supera la carencia de la producción y la desigualdad. La esperanza del progreso de la razón en la
historia. Y esta superación de la producción y la desigualdad implica una
totalidad del hombre y lo natural en su unidad progresiva. El arma nuclear es
el instante último. No hay un adelante y este final de recorrido está en el ojo
ciego de Polifemo que hace del hombre una presa del odio a otro hombre.
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La esclavitud de la destrucción del
hombre es anterior a la energía nuclear. Proviene de una cosa-mercancía que se
compra con medios de subsistencia. Se
compra a un hombre para que trabaje para otro. El cuerpo humano se convierte en
herramienta. Es cosa para otro y puede ser destruida mediante su consumo.
El sujeto entrega sus energías para
sobrevivir, se vende a un comprador que o detenta su cuerpo como propiedad
definitiva o lo temporaliza en unidades de energía trabajo, convirtiendo la
esencia del ser humano en la forma
jurídica de la propiedad del esclavo o en asalariado.
La desigualdad distributiva de las ganancias y el salario convertirá a la
sociedad y en el gran cepo de su total destrucción. El siglo XXI los
asalariados son la totalidad de la humanidad. El residuo de esa totalidad son
los que tienen el poder de destruir la totalidad. La bomba nuclear se ha
insertado en la forma de reproducción de la sociedad. Los problemas que plantea
la crisis económica, las revoluciones políticas, el malestar cultural del
individuo unidimensional, la organización científica de la explotación del hombre y la naturaleza,
quedan cerradas con las armas de destrucción masiva.
No hay manera de escapar del cepo de
la conversión del hombre en una mercancía privada que produce ganancia con su
trabajo. La historia siempre muestra una minoría que sobrevive con la
explotación del esclavo o del asalariado. No es el descubrimiento de Dios quien
encuentra la historia, sino el saber del látigo que hace que el trabajo
produzca un excedente económico que llega a la mesa de los dioses.
Si se pone en marcha un proceso
histórico de igualación económica y de decisiones políticas, la historia del
siglo XXI se puede cerrar nuclearmente. Es verdad que la minoría dominante no
quiere llegar al cementerio nuclear, pero también es cierto que la drogas
convierten la locura en salvación. Los hombres de cristal cervantinos pueden
apretar el botón nuclear por terror al contacto físico. En la torres de cristal financieras, los
adivinos cibernéticos pueden sufrir la angustia de su nada y entonces comer
opio. El opio aleja de la realidad y convierte las pesadillas de la psiquis
enferma en la realidad misma. La máxima aspiración del drogadicto es la de
tener la capacidad real de destruir el mundo.
La angustia de la Nada se expresa en
diferentes ciclos de la historia. El hambre pertenece a la necesidad universal,
pero la degradación del poder es de ciclos relacionados con la capacidad de de
destruir globalmente. Los sacerdotes egipcios destruyen la tierra excavando
tumbas que encierren la eternidad, por conocer simbólicamente la marcha de la
historia eterna. Conocen el terror de llegar a la muerte y que no haya vuelta
la vida. Se llevan cuanto tienen a la tuba pirámide y apuestan
por la mitología ritual de los sacerdotes y los dioses. Su existencia se
convierte en un tesoro áureo que prolonga la autoridad del Estado y su
vigilancia. Robo y vigilancia hasta el momento que gana el robo y las momias
muestran su perennidad a otros vigilantes de museo.
El fin histórico de la sumisión
servil, entrega trabajo gratuito en
valores de uso continúa, poniendo en peligro la continuidad de la historia. El
final de un ciclo histórico se inicia con el decrecimiento conjunto del excedente de los valores de uso y el
demográfico.
Hoy existe la bomba nuclear, pero
ésta no impide que exista la misma correlación desigual entre valores de uso y excedentes, ganancias para objetos de lujo,
y la gran desigualdad de pobres y ricos. La bomba nuclear no finaliza con los ciclos
de explotación históricos si ésta se
vuelve exclusivamente potencial. No se utiliza,
por haber una sumisión absoluta a su terror finalista. El hombre es un
ser explotado en su trabajo con bomba o sin ella. La bomba acaba con la
historia de la explotación. Pero La forma de extraer el sobre trabajo depende del conocimiento
científico y de su aplicación tecnológica. Este trabajo excedente difiere y
marca la memoria de la historia,
Los gremios de productores del siglo
XV marcaban la extracción de valor económico, usando el miedo coercitivo de los
maestros gremiales sobre los aprendices y oficiales. Se compraba el trabajo a bajo precio. Las ventas gremiales se realizaban a
comerciantes que compraban a bajos precios y vendían a altos.
Estas ventas a precios especulativos
provocan la depreciación del dinero circulatorio sin que haya ninguna modificación de su coste real
ni de la cantidad de productos ofertados.
El dinero entra en la circulación como una masa cuantitativa
escasa y con ella un alto crecimiento de precios monetarios especulativos, que
disminuyen la velocidad del dinero en la
compra-venta. Esta escasez de dinero hace caer artificialmente lo salarios internos y favorece la exportación
externa a precios bajos de los comerciantes internacionales financiados a
través de los créditos bancarios. La dificultad de estas ventas exteriores es la
del retorno de flujos retorno a su punto
de origen. Se produce una gran la inestabilidad de insolvencia en la devolución
de los depósitos bancarios.
La producción y su reparto implica
una crisis autodestructiva,que determina un alcance crítico particular o global.
La nuestra.
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