viernes, 13 de enero de 2017

La bomba nuclear del último dios.

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La revolución científica implica la revolución filosófica.  La revolución filosófica la sigue como el agua en el cauce del río. No es posible la filosofía griega sin su matemática. La filosofía racionalista engancha con la matemática mecánica celeste de Galileo. La filosofía crítica kantiana del empirismo de Hume y Locke. La filosofía marxista del materialismo histórico.  La ciencia abre un  horizonte de propuestas  para que una conciencia- yo establezca  una relación revolucionaria entre yo- colectivo y la realidad exterior que lo sustenta. No hay hombre sin ciencia ni filosofía. Ambas desarrollan el conjunto de conocimientos poseídos por la humanidad acerca del mundo físico y natural. Pero además en este conjunto hay poseedores e ignorantes. Hay hombres con ciencia y acientíficos. La mayoría de los hombres está fuera de la posesión de la ciencia y de la filosofía. No  pueden ver, lo que está ante ellos. Esto convierte a algunos en brujos y a la mayoría en fanáticos de su ceguera. No ven donde ha que ver. Esta ceguera es un componente esencial de las relaciones de brujos y adoradores. Los sabios brujos y los adoradores encapuchados. El más antiguo de los laberintos del héroe y el Minotauro,
Si una minoría de brujos  se han convertido en guardianes del conocimiento. Ellos están por encima de la naturaleza y la historia. En última instancia el saber conlleva la posibilidad de la extinción de la especie. Una extinción real, con la energía nuclear, que está en la naturaleza y la historia. El saber nuclear implica el fin de la especie humana. Él sería responsables del fin absoluto. La explosión nuclear  podría fin al contrato colectivo del individuo y su naturaleza. Llegaría la contradicción máxima de sociedad y destrucción.
 Antagonismos en una conciencia del poder  sin hombre ni naturaleza. En la mente de los alquimistas siempre estuvo el Apocalipsis del dios de plomo por el dios de oro.  El dinero oro detrás de la muerte global de la sociedad de plomo. La bomba nuclear no admite acuerdo sólo la decisión,  no hay  conciliación del sujeto ciego a la verdad de  un sujetos plural  cosido a la trascendencia del ojo universal.  No hay finalismo trascendente de humanidad, naturaleza, filosofía y ciencia en la omnisciencia. Las contradicciones se funden en una sola contradicción única destructiva.
Hay antagonismo en el gran vacío de los ecos del Universo. El terror del Pascal al ateísmo de los espacios infinitos en su absoluta mudez. La apuesta de la fe pascaliana a la tirada de dados en la mesa del universo.
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Nuestra existencia como especie puede llegar a su fin. La progresiva formación de la humanidad ,a través del desarrollo unificado ciencia y  técnica alcanza un punto de saturación irracional, la ciencia nuclear asalta la razón filosófica. La filosofía carece del significado científico que no sea el de confirmar la destrucción general. Esta destrucción no admite el suicidio individual, que es un acto de la razón en la filosofía absurda. Porque ya no es el problema de si la vida vale la pena continuarla o interrumpirla voluntariamente. Las condición de la desesperación de lo humano admite un sujeto destructivo, en su obstinación de un querer ser absoluto, incluso en su destrucción. El suicida es el reveso del amor. El enamorado quiere la eternidad, y el suicida la oscuridad  de un sueño de amor. La vida de la especie admite no ver el suicidio de la guerra nuclear. La vida personal y general pierde la fe en su trascendencia.  
Un ser intrascendente se afirma en la finitud. No mide los sucesivos instantes en los eslabones de la cadena existencial. Se cierra a un  eslabón aleatorio último.
La tecnología nuclear cierra la cadena del progreso. Sólo nuestra época admite el finalismo absoluto de la especie mediante la tecnología nuclear.
El individuo como grupo organizado supera la carencia de la producción y la desigualdad.  La esperanza del progreso de la razón en la historia. Y esta superación de la producción y la desigualdad implica una totalidad del hombre y lo natural en su unidad progresiva. El arma nuclear es el instante último. No hay un adelante y este final de recorrido está en el ojo ciego de Polifemo que hace del hombre una presa del odio a otro hombre.

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La esclavitud de la destrucción del hombre es anterior a la energía nuclear. Proviene de una cosa-mercancía que se compra con medios de subsistencia.  Se compra a un hombre para que trabaje para otro. El cuerpo humano se convierte en herramienta. Es cosa para otro y puede ser destruida mediante su consumo.
 El sujeto entrega sus energías para sobrevivir, se vende a un comprador que o detenta su cuerpo como propiedad definitiva o lo temporaliza en unidades de energía trabajo, convirtiendo la esencia del ser  humano en la forma jurídica de la propiedad del esclavo o en asalariado.
 La desigualdad distributiva  de las ganancias y el salario convertirá a la sociedad y en el  gran cepo  de su total destrucción. El siglo XXI los asalariados son la totalidad de la humanidad. El residuo de esa totalidad son los que tienen el poder de destruir la totalidad. La bomba nuclear se ha insertado en la forma de reproducción de la sociedad. Los problemas que plantea la crisis económica, las revoluciones políticas, el malestar cultural del individuo unidimensional, la organización científica  de la explotación del hombre y la naturaleza, quedan cerradas con las armas de destrucción masiva.  
No hay manera de escapar del cepo de la conversión del hombre en una mercancía privada que produce ganancia con su trabajo. La historia siempre muestra una minoría que sobrevive con la explotación del esclavo o del asalariado. No es el descubrimiento de Dios quien encuentra la historia, sino el saber del látigo que hace que el trabajo produzca un excedente económico que llega a la mesa de los dioses.
Si se pone en marcha un proceso histórico de igualación económica y de decisiones políticas, la historia del siglo XXI se puede cerrar nuclearmente. Es verdad que la minoría dominante no quiere llegar al cementerio nuclear, pero también es cierto que la drogas convierten la locura en salvación. Los hombres de cristal cervantinos pueden apretar el botón nuclear por terror al contacto físico.  En la torres de cristal financieras, los adivinos cibernéticos pueden sufrir la angustia de su nada y entonces comer opio. El opio aleja de la realidad y convierte las pesadillas de la psiquis enferma en la realidad misma. La máxima aspiración del drogadicto es la de tener la capacidad real de destruir el mundo.
La angustia de la Nada se expresa en diferentes ciclos de la historia. El hambre pertenece a la necesidad universal, pero la degradación del poder es de ciclos relacionados con la capacidad de de destruir globalmente. Los sacerdotes egipcios destruyen la tierra excavando tumbas que encierren la eternidad, por conocer simbólicamente la marcha de la historia eterna. Conocen el terror de llegar a la muerte y que no haya vuelta la vida.  Se llevan  cuanto tienen a la tuba pirámide y apuestan por la mitología ritual de los sacerdotes y los dioses. Su existencia se convierte en un tesoro áureo que prolonga la autoridad del Estado y su vigilancia. Robo y vigilancia hasta el momento que gana el robo y las momias muestran su perennidad a otros vigilantes de museo.
El fin histórico de la sumisión servil,  entrega trabajo gratuito en valores de uso continúa, poniendo en peligro la continuidad de la historia. El final de un ciclo histórico se inicia con el decrecimiento conjunto  del excedente de los valores de uso y el demográfico.
Hoy existe la bomba nuclear, pero ésta no impide que exista la misma correlación desigual entre valores de uso  y excedentes, ganancias para objetos de lujo, y la gran desigualdad de pobres y ricos. La bomba nuclear no finaliza con los ciclos de explotación históricos  si ésta se vuelve exclusivamente potencial. No se utiliza,  por haber una sumisión absoluta a su terror finalista. El hombre es un ser explotado en su trabajo con bomba o sin ella. La bomba acaba con la historia de la explotación. Pero La forma de extraer  el sobre trabajo depende del conocimiento científico y de su aplicación tecnológica. Este trabajo excedente difiere y marca la memoria de la historia,   
Los gremios de productores del siglo XV marcaban la extracción de valor económico, usando el miedo coercitivo de los maestros gremiales sobre los aprendices y oficiales.  Se compraba el trabajo a bajo precio. Las ventas gremiales se realizaban a comerciantes que compraban a bajos precios y vendían  a altos.  
Estas ventas a precios especulativos provocan la depreciación del dinero circulatorio  sin que haya ninguna modificación de su coste real ni de la cantidad de productos ofertados.
 El dinero entra en la circulación como una masa cuantitativa escasa y con ella un alto crecimiento de precios monetarios especulativos, que disminuyen  la velocidad del dinero en la compra-venta. Esta escasez de dinero hace caer artificialmente  lo salarios internos y favorece la exportación externa a precios bajos de los comerciantes internacionales financiados a través de los créditos bancarios. La  dificultad de estas ventas exteriores es la del retorno de flujos  retorno a su punto de origen. Se produce una  gran  la inestabilidad de insolvencia en la devolución de los depósitos bancarios.
La producción y su reparto implica una crisis autodestructiva,que determina un alcance crítico particular o global. 
La nuestra.