viernes, 29 de mayo de 2009

Deus Absconditus (1)

La relación del individuo con el mundo está escondida. No se presenta transparente. En la mayor parte de la duración de su vida, él busca una explicación racional o intuitiva a su existencia. Hay quien no encuentra las razones de los valores absolutos y entonces se deja caer en la identificación del anonimato. Se adhiere a la manipulación de su existencia. Se resigna a estar ausente, está perdido en las causas irracionales de los sucesos que lo acosan. El individuo no percibe la intencionalidad racional del mal. Su aparición en el mundo como un ser despojado lo anonada. Está despojado de toda cualidad que lo afirme como un existente que se trasciende a sí mismo. Sólo su actividad laboral o familiar lo confirma. Cogido al tiempo cambia su existencia por un salario. Es el salario del miedo. Un acto de intercambio de la mercancía- humana por la mercancía- dinero. Pero este intercambio, no es una condición de la naturaleza, es una consecuencia de la historia de la propiedad de unos sobre otros. Esta relación no está incluida en las contingencias del ciudadano político. Se convierte en un ser sin más atributos que la venta mercantil, repetida y fragmentada, de su existencia deshumanizada. La necesidad económica se convierte en una ideología de subordinación. Pero esta ideología no llega de una forma consciente, sino que se impone en aprendizaje de subordinación inconsciente. Se obedece al mandato sin autonomía de una voluntad libre. El hombre es un producto de la historia de dominante a dominado. El producto de dominio de una voluntad de poder universal. Está en el mundo de la historia, donde cose su existencia a la sombra de una realidad mixtificada. El individuo, que no es inmanente a la comunidad social, se fetichiza en una la historia de valores opacos. El individuo está obligado a no atribuirse un sentido histórico en la realidad opaca del mundo.
Las relaciones ideológicas sobredeterminan las relaciones reales. La ideología se impone al enganchar la acción del trabajador a la producción de mercancías ajenas, que se le vuelven extrañas en el precio de venta. El dinero sustituye la existencia del productor y del valor de uso de la mercancía. La crisis es la aparición de la existencia del individuo sin el soporte del dinero-compra. El dinero se revela en su verdadera existencia al ser un medio de pago. Es una voluntad extraña. Se fija a la incertidumbre de su devolución. En un orden jurídico de acreedores y deudores el dinero es la esencia, pues el pago de la deuda permite estar en el mundo. El dinero es una relación imaginaria del valor de los objetos, pero entre estos objetos está el hombre. Los mecanismos sociales de pertenencia del ser del hombre a la sociedad incluyen los mecanismos monetarios e ideológicos. El dinero es un segregativo de la existencia social a la existencia monetaria. El individuo experimenta la angustia de carecer de otra existencia que no sea concurrir a la fecha terminal de su deuda. La separación de su esencia humana de su existencia-dinero le da dos situaciones: la del deudor redimido y la deudor perseguido. Es un individuo fragmentado. Un ser abandonado que se separa de la sociedad mientras busca una salida en el laberinto de los aplazamiento de pago. Retorna, no a la sociedad, a la percepción de su desnudez. Quien no se integra en la sociedad, a nivel de sus ingresos monetarios se apoya en las rodillas de barro de la marginalidad. Las relaciones de producción son los soportes de la existencia social. La extrañeza de estar arrojado al mundo significa la presencia del miedo al vacío económico. Un ser dependiente está en la arbitrariedad de la voluntad ajena. Quien no dispone de sí mismo es de Otro. Ni tan siquiera Mefistófeles vocea la compra de las conciencias condenadas. El pacto con el diablo fue la recepción del tiempo presente inmediato por la eternidad. El deudor recibe el endeudamiento a largo plazo, pero tiene que pagar. La duda cartesiana de la existencia no reside en el enlace de la verdad y la existencia, sino en la zona oscura de la irracionalidad de sobrevivir. La inautenticidad, que no afirma la certeza de existir, implica vacilar en las dudas de la validez de la existencia. Ser un fantasma de la duda. El individuo normalmente se somete dócil al naufragio de ser propiedad de Otro. Quién se deja en el poder de Otro se cuela en su inhumanidad. La libertad real no es una madriguera que simule la inautenticidad. Bastan dos situaciones para ser auténtico: el desvelamiento de la existencia propia y el abandono de la mímesis de la voluntad ajena. El individuo, que desgarra su falsedad está en la zona de la luminosidad del humanismo. Si el individuo racionalista del siglo XVII necesitaba la autonomía de la razón para ser libre. El individuo empirista del siglo XVIII, la separación del sujeto y del objeto para hallar la veracidad del objeto y la relatividad del sujeto. El individuo del siglo XIX, la positividad de la ciencia y la metafísica conciliadora de la resignación ante el poder político autoritario. El individuo del siglo XX se reduce a la metafísica de la técnica, la riqueza monetaria y la marginalidad suburbial El individuo está en la relatividad de valores, que se le imponen como prótesis extrañas. El individuo del capitalismo no necesita la certeza de su existencia, ni el causalismo empírico, ni la positividad servil de un orden social regulado, sólo la seguridad de no ser un marginado del flujo monetario. Sólo requiere el salario de intercambio, la retribución monetaria de su trabajo, y la aplicación del mismo a una cantidad de mercancías que aseguren la vida de él y su familia. Es un individuo trágico, dividido entre el Todo del Consumo y la Nada de la Marginalidad. Necesita incesantemente reproducir el Todo del Consumo y la negación de la Marginalidad. Sin embargo, recibe y entrega en el límite del no ser. Nada le está dado. Su angustia corresponde a la evidencia de su inseguridad. El mundo está escindido en los campos de refugiados, la city financiera, y la imaginación paranoica del placer. Los estigmas de la incertidumbre se manifiestan en el individuo sinsentido colectivo, está incluido/excluido del intercambio del salario y el consumo. Un acto del abandono tanto del de saber y del no saber a dónde ir. Una marcha incesante por el callejero de la memoria de la inexistencia. La anonimidad revela la ineficacia de la búsqueda en la incertidumbre.
Las relaciones sociales inhumanas impiden una conciencia participativa en la finalidad del porvenir moral. La insociabilidad de las relaciones sociales causa la soledad del individuo desnudo, engarfiado en los extraños. Samuel Beckett, en su novela Marlone muere, nos muestra el personaje esquizoide del capitalismo, de los flujos marginados de hombres, que memorizan sus pertenencias definitivas: un lápiz mordido, una libreta, una goma, algunas canicas, la luz en una ventana, el monólogo interior que cuenta la duración temporal que resta a la muerte. La teofanía de la obra de teatro de Beckett, “Esperando a Godot”, es la de una espera sin cronología. Se espera a Godot, pero éste está siempre ausente. Si Godot está ausente, el hombre espera inútilmente. La certeza de la esperanza está en el milagro de la presencia de Godot. Al final de la obra de teatro, dicen dos de sus personajes:
Vladimiro.- Entonces nos vamos.
Estragón.- Vámonos.
No se mueven. (Telón)
Estragón, en el dialogo que abre el primer acto de la obra, dice: “No hay nada que hacer”.
Los individuos, en el límite de la negación de lo humano, expresan la desesperanza “de no hay nada que hacer". Vámonos. No se mueven.” Tres momentos de una dialéctica circular del individuo marginado. “No hay nada que hacer. Vámonos. No se mueven.” El tercer movimiento afirma la tragedia del porvenir de la desilusión. En este proceso tríadico de la desilusión de la esperanza está el instante trascendente. Quien se anonada ya está fuera del sentido moral de su existencia. La ausencia de Godot implica la deriva del mundo, la exigencia de valores absolutos y transparentes, la necesidad de que la historia sea imperativa para la universalidad del porvenir humanizado. Godot es una intuición del lenguaje metafísico. El espacio cerrado de la esperanza/desesperanza.

sábado, 23 de mayo de 2009

El Gran Inquisidor (y 5)

El transcurso histórico, del siglo XIX al XX, habría de implicar el incesante declive del Estado liberal y la formación del Estado-intervencionista. Se buscaba un Estado- corporativo, que impusiera fines coercitivos a una sociedad desgarrada en clases sociales. La ética de los principios individuales retrocede ante las coacciones de las instituciones autoritarias. El individuo queda orillado en su interioridad vigilada.
El Estado-vigilante se entrega a la labor de eliminar los límites de la necesidad, la autonomía y la libertad. Se corona con el dogma “de cuanto menos libertad más Estado.” La sociedad civil queda asediada por la peste autoritaria. La sociedad ética queda aislada en el corporativismo del Estado-vigilante. El Estado totalitario aplica los instrumentos de subordinación coercitivos culturales. Las geometrías inquietantes del espacio cerrado determinan el adiestramiento de la obediencia. La existencia humana entra en la grafía del dolor y del miedo. El terror se abre en las sincronías cotidianas de la manipulación del lenguaje.
Se paralizan los actos creativos de la sociedad ética. La cinética iluminativa de los grupos partidarios del castigo y el cinismo sin límites se expande en la salvación por el ocultamiento. Las cartas del tarot de la irracionalidad detentan la primicia de porvenir autoritario. La convicción de la revolución permanente de 1789 se traslada a las masas sociales. El individuo se enfrenta a un destino incierto. Hay grandes huelgas en las ciudades industriales y también la reacción sangrienta del ejército y la policía. Los ciudadanos se convierten, para el orden autoritario, en anarquistas y nihilistas. La autoridad cínica exige que las condiciones de la reproducción autoritaria del poder social se mantengan destruyendo al enemigo. La ortodoxia de las capas sociales inmovilistas obliga a la sujeción de las jerarquías de dominio totalitario. En la Iglesia católica se impone el ultramontanismo con el pontificado de Pio IX, que impulsa la infabilidad del Papa en materia de dogma. El absolutismo sin restricción de su autoridad en el gobierno de la Iglesia. La pasión de la voluntad del poder se extiende en las Instituciones estatales y en las Ideológicas. Las marcas del autoritarismo elevan la pasión política arbitraria a la conciencia vacía de moralidad. Hay un espacio social reglamentado, en el que los individuos permanecen en la uniformidad de los personajes de los cuadros de Chirico. Ellos esperan, en los espacios amurallados, el milagro en la una realidad metafísica. El suicido del general Boulanger en 1891será una prueba de consolidación institucional para la III república francesa. Las estratificaciones sociales progresistas no habrían de aceptar un cesarismo militarista, después de la derrota de Francia en 1870. La sociedad francesa se enfrenta a los totalitarismos, pero exalta el revanchismo.
En 1894 sube al trono el zar Nicolás II y las intrigas absolutistas y la pasión mesiánica de Rasputín. El poder del zar se oscurece en las organizaciones secretas. Pero una Rusia Revolucionaria estalla en 1905. El movimiento revolucionario de la multitud hambrienta ante El Palacio de Invierno. Se produce la represión de las mas sociales dirigidas por el Pope Gapon. La historia introduce personajes turbios en las coyunturas rupturistas. La astucia de la Razón hegeliana da huellas a la revolución de 1917. El viejo buda, la emperatriz china Tseu- Hi, muere en 1908.China se fragmenta en los epígonos militares del ejército imperial. La guerra chino japonesa de 1894-1895 ya había preanunciado la incesante guerra civil y antiimperialista de China. La guerra ruso-japonesa de 1904 significó el inicio de fin del zarismo. El titán bismarckiano muere en 1898. El reinado de Guillermo II estaba preparado para un desarrollo económico y militar imperativo en las relaciones internacionales. La muerte de la reina Victoria I de Inglaterra en 1901, que gobernó 64 años, simboliza el final de una época imperial y rigorista. El resultado social de su muerte será el final de un ciclo histórico imperialista. El orden de la política internacional bismarckiana entrará en crisis y aparecerán las relaciones internacionales de equilibrios/ desequilibrios militares y económicos de superioridad jerárquica. La confrontación desequilibrante de ententes cordiales y alianzas. El Estado se burocratiza presagiando, las minorías dirigentes, la guerra de 1914-1918. Pero a través de la parafernalia de los sucesos de jerarquía internacional se abría la necesidad de mantener y conquistar el reparto de los mercados del mundo. Las relaciones económicas conformaban las determinaciones estructurales ideológicas. La estructura económica expansiva necesitaba la ampliación de los mercados de producción- consumo, nacional e internacional. La correlación orgánica de la estructura nacional y la intervención militar internacional. La ley de control de los mercados coloniales fijaba las maniobras estatales. Ya, en El Gran Inquisidor (4), se expuso una estadística del dominio colonial de los países y los mercados internacionales potenciales para los países imperialistas.
El individuo del período de 1900 -1914 estaba atrapado en las estructuras retributivas del colonialismo. El hombre desheredado va a expresar la inhumanidad. La visión trágica del genocidio de los hombres, a los que Mijáilovich Dostoievski denomina los humillados y los ofendidos; y más tarde, Fran Fanon, los esclavos de la tierra. Ellos serán la humanidad sacrificada, que padecerá el inmovilismo del orden autoritario. Los sometidos a los dictados de las clase hegemónica desde 1870 a 1914.Un ciclo en el que la estructura económica cambiará a la concentración y la centralización del capital. La urbanización de las ciudades. La compresión de la finitud humana como un mecanismo de sometimiento al poder organizado de la irracionalidad del mundo. Serán las relaciones perversas de las ideologías, las relaciones excrementales de explotación humana. El trabajo deshumanizado, en las instituciones opresivas de los gestores de la riqueza y de la voluntad, de subordinar el individuo a un destino incierto. El individuo se encuentra frente a la Nada. Es en una cosa de la voluntad ajena. La medida de la eficacia represiva es la desorganizar social de los dominados. La no resistencia al mal. El poder disciplina a las masas sociales. El despotismo burocrático estará ante la soledad del sujeto atrapado en necesidad. La existencia del humillado y del ofendido tiene valor residual en el mercado anónimo de la reserva de trabajo. El resultado apocalíptico será: se movilizarán, en la guerra de 1914-1918, 65.038.810 hombres. Morirán 8.538.315. Heridos 1.219.452. Prisioneros y desaparecidos 7.750.919. Total de bajas 37.494.186. Las consecuencias de esta guerra mostrarán el sometimiento de la sociedad a la Totalidad Autoritaria.
Se consuma que, desde 1870 a 1914, es un tiempo histórico de oscuridad en las relaciones de igualdad y libertad. El individuo está enrejado. La ideología exalta una guerra cercana y universal. Es el terror de la soledad del individuo ante las instituciones de poder autoritario. La simbolización de la situación del individuo trágico está en el relato de Fran Kafka: la Metamorfosis (1915). Kafka escribe de la soledad, la frustración y la angustiosa opresión moral de culpabilidad indeterminada, que experimenta el individuo, oprimido por las amenazas exterminativas, en la conciencia desgraciada. El inconsciente colectivo es culpable. Las cargas represivas de energía psíquica inhiben la voluntad de existir y entender el sinsentido del ser en el límite de la muerte. En la metamorfosis, Gregorio Samsa, un agente de seguros, descubre que se ha convertido en un enorme insecto; su familia lo rechaza y deja que muera solo. Gregorio Samsa descubre que está fuera del mundo. Desconoce las razones que lo convirtieron en un insecto. Está en la irracionalidad del destino. Es castigado sin saber su culpa. Kafka nos revela las coacciones sociales de su época. El individuo es un insecto ante el poder autoritario. Se halla perdido en el absolutismo del imperio austro-húngaro. No encuentra salida a su culpa inconsciente, que lo convierte en un ser extraño que finaliza deshumanizado. El individuo es un insecto de la Metamorfosis de la Sociedad kafkiana. Los sistemas sociales autoritarios retroceden al individuo hacia las patologías zoomorfas. El miedo, las descargas de culpabilidad inconsciente, hace del ser humano un parásito oculto.
Robert Musil (1870-1942) nos describe el hombre que llega asido a las condiciones de la Gran Guerra. Es un ser sin atributos: una cosa. Su personaje central, Ulrich, es el antihéroe. La cultura europea heroica, del Renacimiento, el Iluminismo, la Revolución, el Romanticismo, se contrae ante el poder militar y burocrático del orden social autoritario. El individuo se halla adherido a la realidad de dominio ajeno Los atributos morales, que le permitían el heroísmo de la libertad, están sumidos en la realidad alienada. La experiencia individual está en la simbología imaginaria de la necesidad. La experiencia se vive en una vida imaginaria. Las relaciones de dominio son la realidad de Otro. El individuo aislado de la comunidad ya no espera, carece de trascendencia moral y heroica para hacerlo. Pero si la voluntad del dominante es la voluntad general, el individuo es una cosa sin redención. Las visiones irracionales del mundo prevén la cosificación del individuo. La angustia de la Nada invade la sociabilidad. Robert Musil (1880-1942), novelista austriaco, que analizó la gran crisis deshumanizadora de su época, Joseph Roth (1894-1939), novelista austriaco, el gran perseguido del olvido y la miseria, que predice la caída del imperio Austro-húngaro. Alexéi Nikoláievich Tolstoi (1882-1945), escritor ruso, que se enfrenta la desesperanza de la finitud con la resistencia pasiva al mal, que además influiría en la revolución política humanizadora de Gandhi. Fiódor Mijáilovich Dostoievski (1821-1881), novelista realista ruso, oscilante ante la tragedia de la moralidad colectiva salvadora y la angustia racionalista del individuo anónimo de la sociedad capitalista. Su eslavismo le exigía el retorno al hombre comunal, que se abandona a la fe de la Totalidad. Él descubre al Gran Inquisidor. El iluminismo pragmatista de hallarse sin trascendencia. Los robots de la metafísica tecnológica se someten al irracionalismo de la necesidad y su satisfacción. Aún estamos en la existencia del Gran Inquisidor, en los genocidios, en el mal absoluto de una sociedad sin bordes de contención, escindida en la búsqueda del porvenir por la utopía. La Gran Guerra puede ser, en los arcaísmos de la historia, una contrarrevolución permanente.

viernes, 15 de mayo de 2009

El Gran Inquisidor (4)

Subperíodo 1870-1900: Gold age.
La edad de oro, Gold age, desde 1875 a 1900. Se produce en ella una reordenación de los flujos de producción, de consumo y emigratorios desde Europa a EEUU. Esta ordenación de la hegemonía internacional será decisiva en los declives de los Estados clásico europeos, democráticos y absolutistas, en sus coyunturas internacionales. La reordenación de las combinaciones estructurales orgánicas económicas y las organizaciones políticas representativas de las masas sociales eran divergentes, en sus actuaciones económicas y políticas, de los Estados europeos al Estado Norteamericano. La voluntad estratégica europea de los grupos económicos y políticos dominantes se iba volviendo regresiva en las situaciones estratégicas de desequilibrio de liderazgo. La fuerza económica y militar de EEUU desequilibraba las operaciones internacionales de dominio internacional. Las innovaciones de las estructuras orgánicas de producción se trasladan a EEUU. Se realizan nuevos procesos extractivos de materiales y de tecnología industrial. El aumento de la cantidad de materias primas, y sus caídas de precios, causará combinaciones innovadoras de capital y trabajo. Estas innovaciones, en las combinaciones de capital y trabajo empresariales, son decisivas en el desarrollo económico. Los cambios estructurales provienen de nuevas formas de combinaciones de cantidades y de valores en los productos. Hay un cambio de estructura económica en la medida que se alteran las combinaciones de capital constante, de capital variable y de ganancias empresariales por unidad de producto para una demanda solvente. Las nuevas formas de combinación de la producción dan origen a nuevas formas empresariales en su gestión de la productividad industrial, comercial y de financiación ajena y propia. Las empresas adquieren combinaciones endógenas de concentración de capital y de trabajo en función de nuevos mercados exteriores e interiores, elásticos al consumo y a las ganancias. Los países envejecidos carecen de una producción que abarque el consumo exterior. Los retrasos excesivos de los salarios a las ganancias implican sectores económicos en decadencia competitiva. Aplican mayores cantidades de trabajo barato y menores cantidades de tecnología. Los trusts financieros abastecen de capitales a las empresas innovadoras, a partir de la centralización del ahorro privado y empresarial. Los efectos multiplicadores en las magnitudes económicas financieras son funciones que provienen de recursos sin utilizar, materiales y humanos, mediante el dinero. La eficacia de las masas monetarias depende del grado de utilización de los recursos de producción de bienes y servicios. La potencia movilizadora de la tecnología está medida por su eficacia de incrementar los cambios de las estructuras obsoletas de producción y comercialización, en aligerar las cargas fijas de la dimensión técnica de obsolescencia y en la gestión empresarial burocratizada. La participación abierta del capital y del trabajo en la gestión empresarial es decisiva para el cambio de un capitalismo cerrado a un capitalismo abierto. La voluntad racional-organizativa de los individuos es la fuerza productiva máxima. Las jerarquías de poder retrasan la productividad. La decadencia empresarial comienza en la burocratización de la dirección. Los sectores humanos, de producción, intercambio y comercialización, maduran en la participación organizativa de los proyectos estratégicos.
EEUU comienza a superar a Europa, en millones de toneladas de hierro fundido, de acero, de carbón, de petróleo, del zinc, de vías de comunicación férrea, de las modificaciones productivas de los procesos de trabajo. (…). Cambia radicalmente la combinación de la producción, de la gestión empresarial piramidal, de la utilización de las reservas de beneficios, de los recursos monetarios ajenos, de sus aplicaciones a largo plazo, y de la psicología agregativa de los individuos implicados en los procesos de trabajo. Las empresas se concentran en unidades gigantescas de producción y gestión. Las empresas medianas y pequeñas perecen en su ineficiencia tecnológica y de mercado. Pertenecen a un modelo económico superado, necesitan recursos financieros que corresponden a su ineficiencia. Los recursos financieros fluyen de las empresas sin capacidad de gestionar los resultados de sus procesos a las empresas monopolistas. Las empresas alcanzan los precios del mercado a través de las ampliaciones y restricciones de sus ofertas. Necesariamente el mercado debe ser corregido de la incertidumbre. Si el Renacimiento fue determinado por los grupos humanos de artistas, humanistas y financieros que lo conformaron, ahora los personajes que marcan la ejemplificación del individuo ganador habrán de estar en una colección de individuos ejemplares en su estrategia ganadora, como de Rockefeller, que controla el 90% del mercado del petróleo, Carnegie es el rey del acero, los Gould, los Vandevilt, los Morgan, Henry Ford, la fabricación de automóviles para las masas sociales medias. Ellos van a superponer estratificaciones móviles del capital industrial al capital financiero. La otra potencia que despegará en este sentido innovador de la acción empresaria será Alemania. Las dos potencias económicas decisivas en el siglo XXI. Los imperios financieros serán imperios industriales. Hay un individuo capitalista nuevo en la relación dineraria, industrial y política. Metafóricamente hay héroes homéricos en la Ilíada de Manhattan. El individuo heroico será de la generación de los magnates industriales y financieros monopolistas. Hay un nuevo hombre de negocios y una nueva gestión de la acumulación e inversión del poder económico y político. Es una generación capitalista que lanza al capitalismo monopolista a la mayor aventura de la civilización industrial y a la formación del imperialismo político. Posiblemente nunca se ha habido una voluntad de dominio tan radical de una clase social, que universaliza su modelo cultural. El self-made-man no será confinado en la ley Sherman Anti Trust de 1890. La sociedad adquiere la fascinación ideológica por los héroes de la industria y las finanzas. La producción pasa de las combinaciones de capital y trabajo, por unidad de producto constante, de las empresas del capitalismo liberal a las combinaciones crecientes de tecnología, reducción de cantidades de trabajo, de productividad y de crecimientos de las ganancias ordinarias y extraordinarias, que se basan en los precios de producción monopolista y no en los precios marcados por el dinero inflacionario. Se produce una serie real de producción creciente y precios de producción decrecientes. El consumo depende más de las emigraciones masivas de obreros que de la variabilidad de los salarios nominales. Crece el mercado de trabajo y el mercado de consumo con el automatismo integrador de las masas de población europeas, que huyen del medievalismo y el gremialismo. Los ciclos económicos son multiplicadores del empleo y del consumo y la inversión como efectos de la ampliación del mercado interno y externo. La agricultura concentra la superficie de cultivo y se industrializa. La ley de rendimientos decrecientes, productividad marginal y población, pierde ineficacia natural y gana en eficacia tecnológica. Las concentraciones de población se dan en las ciudades industriales, y con ellas la oferta y la demanda laboral, la variabilidad del salario natural de subsistencia al salario de mercado. Ahora estamos en un salario natural y alto endeudamiento ineficiente.
En ciclo histórico, que se estudia, el patrón metálico del oro hará que los precios de intercambio de las mercancías correspondan a precios monopolistas y los signos de valor del dinero se ajuntan a la tijera de su cantidad en circulación y al valor intrínseco del oro. Los precios monopolistas se ajustan al valor del oro. El dinero se aprecia y deprecia en relación con su cantidad en circulación de los signos de valor y el valor de producción del oro y el valor de producción de las mercancías monopolizadas. La variabilidad real del precio de las mercancías depende de su precio de producción, del precio de monopolio y del valor del oro y de los signos de valor. Los flujos monetarios depreciados propios hacen que suban los precios de oferta y que aumenten las mercancías extrajeras importada. Se debilita el comercio internacional del país deudor. Las reservas monetarias reales de oro se equilibran con los signos de valor mediante las destrucciones depreciativas de los mismos. Se corrige la imaginería financiera de las inversiones especulativas. La sociedad está en la Edad del Oro. En este final del siglo XIX, la burguesía impone su visión del mundo, económica, política e ideológica, como un sistema de relaciones de reproducción social, cerradas y estables a las revoluciones sociales. EEUU va de Cleveland a Mac Kinley. Del patrón oro al patrón plata. Mac Kinley.”Responderemos a los que insisten en el patrón oro. No clavaréis en la frente del trabajo esta corona de espinas. No crucificaréis a la humanidad en una cruz de oro”. La masa circulatoria de plata se depreció rápidamente, aumentando los precios de las mercancías y disminuyendo el poder adquisitivo de los salarios en plata. La espiral inflacionista de las cantidades de plata rezagaría los salarios con respecto a las ganancias. Los yacimientos de oro aumentaron en África del Sur. El oro como moneda fue sustituyendo a la moneda de plata. Una economía expansiva necesitaba una moneda apreciada y estable en su equivalencia interna e internacional. Los precios de las mercancías en precios oro bajaron y los salarios se mantuvieron fijos, con los crecimientos de la productividad agraria e industrial, que intervenían en la formación del salario. Los salarios reales subieron sin disminución de las ganancias empresariales. Los sindicatos obreros reconocían las reglas de juego de la distribución de las ganancias del sistema capitalista. El dirigente sindical Samuel Golpes reconocía el sistema capitalista como el único posible. La A:F:L estuvo dirigida por la llamada aristocracia obrera. Los anarcos- sindicalistas fundaron la I.W.W de escasa indicidencia en las masas desarraigadas de emigrantes. Evidentemente las masas obreras, después de las derrotas de 1848 y 1870 habían dejado de intervenir en las funciones organizativas del Estado. Los salarios aumentaron entre 1850 y 1900 más que el coste de la vida en sectores específicos de la producción de mercancías militares, estratégicas y en la construcción. Los salarios reales aumentaban también por los intercambios de valor desigual de las mercancías del sistema económico internacional imperialista. El crecimiento de la riqueza fue desigual y se impuso militarmente en la continuidad de naciones ricas y naciones pobres. El desarrollo desigual de las retribuciones entre salarios y capital produjo pandemias de hambre en las grandes ciudades industriales inglesas, las masas trabajadoras se hacinaban en los tugurios. Thomas de Quincey describía a los comedores de opio como efectos de la indigencia absoluta. Los marginados de hoy en la droga y el alcohol.
Gladstone y Disraeli impusieron una dinámica política y económica de apertura liberal con referente claro al dominio definitivo de los mercados coloniales. Las reformas electorales del partido liberal y del conservador pretendían la ampliación del cuerpo electoral. Los aumentos de los censos electorales implicaban una mayor participación de la representatividad y la legitimidad que otorgaba el pueblo-nación.
Alemania se unificó con el II Imperio y comenzó su desarrollo económico expansivo mediante el proteccionismo y la calidad alta de sus mercancías y sus precios bajo de las exportaciones. Se creó una moneda común para toda Alemania. El Reichsbank emitió los billetes de banco de curso legal y vigilaba las desviaciones del valor del oro y de los signos de valor. La Alemania agrícola prusiana fue vencida por la Alemania industrial. Los grandes magnates como Krupp y Thyssen duplicaban a los personajes Norteamericanos. Los bancos se concentraron y controlaron la financiación de las empresas. La población creció 8 millones de 1871 a 1890. La competencia internacional, de sus mercancías y ganancias, penetró en los mercados internacionales de exportación con una severa competencia comercial, militar e internacional con Inglaterra por el dominio de los mercados de los países colonizados. La competencia comercial internacional que sufría Inglaterra impulsó a Joe Chamberlain a exigir la modificación del libre cambio y la creación de un mercado entre Gran Bretaña y el Imperio, protegido por barreras aduaneras. Los modelos económicos proteccionistas debilitaban los modelos liberales. Era una actitud decadente y defensiva. Las dificultades económicas, para dar salida a la producción exterior y asegurarse las materias primas y alimenticias, empujó a las potencias internacionales a formar mercados exclusivos. El imperialismo iba a ser consecuencia de la concentración de la superproducción, sin mercado interno, y las exportaciones de capitales con rendimientos altos en los países coloniales dominados. Mientras que de 1860 a 1880 hay un ciclo de libre competencia, y posteriormente el auge del ciclo económico alto, a finales del siglo XIX, la reorganización empresarial que concentra empresas independientes en cárteles, y los trabajadores unifican sus criterios políticos, abandonando el individualismo y la utopía. Dos tendencias organizativas que contemplan su permanencia en el nacionalismo de la política internacional colonial. Las empresas industriales quedan unidas en su financiación a la concentración bancaria. Los trabajadores se organizan para presionar hacia mayores salarios. Los créditos de capital extraordinario son fijados a las empresas de ámbito operativo internacional. Las exportaciones de mercancía se corresponden a las importaciones de los países coloniales, valoradas en cantidades de trabajo simple. El trabajo complejo de las empresas industriales se convierte en simple comparativamente a las mercancías importadas. La desigualdad de intercambio exige las diferencias en cantidades de mercancías importadas-exportadas. Los países colonizados trabajan con cantidades simples, y deben exportar las diferencias cuantitativas de las mercancías complejas en la balanza comercial reduciendo su consumo interno para compensar el saldo deudor. El sistema de intercambios fue tan agresivo que se puede interpretar la industrialización progresiva sobre la depauperación de las poblaciones dominadas. Este fenómeno de dominio imperial primero absoluto y luego relativo fue una onda histórica que va de 1870 a 1960. Para comprender la magnitud económica y política del imperialismo se puede observar el desarrollo de las posesiones coloniales de las grandes potencias imperiales, en millones de kilómetros y en millones de habitantes:
Ciclo de 1876-1900:
Países, Superficie, Población
Inglaterra 22,5 251,9
Rusia 17 15,9
Francia 0,9 6,0
Ciclo 1900-1914.
Países Superficie, Población
Inglaterra 33,8 440,0
Rusia 22,8 169,4
Francia 11,1 95,1
EEUU 9,7 106,7
Japón 0,7 72,22
La dependencia de la estructura económica internacional de la estructura económica colonial será simétrica en su dominio. La estructura política de dominio y subordinación internacional será decisiva en la mayoría de los conflictos militares del siglo XX. Las correlaciones desequilibrantes de dominio internacional llevarán a las naciones a la Gran Guerra Mundial. A uno de los conflictos decisivos de la supervivencia de la civilización, cuyas consecuencias se arrastrarán hasta la II Guerra Mundial, a los conflictos militares del Sudeste Asiático y a las guerras de independencia nacionalista de las décadas de los cincuenta y sesenta del siglo XX. Sirva esta reflexión, para que los lectores jóvenes de Cuadernos de Ixión, comprendan la estructura compleja de los auges y las crisis sociales y las funciones ideológicas, políticas y militares de dominio y supeditación de los asalariados de los países pobres y de los países ricos a la coyuntura ineficiente/ eficiente de las estructuras de reproducción social del capitalismo, que comparen este análisis con la interpretaciones actuales ante las crisis con objeto de estar informados. El Gran Inquisidor es una máquina de flujos económicos, de cortes de flujos monetario y psíquicos, de conexiones esquizofrénicas ante las puertas de Infierno de la necesidad inmediata de los individuos, que venden su trabajo por un salario nominal en un mercado anónimo de compradores de cantidades de trabajo. Los análisis sociales son complejos en la medida que la realidad social es compleja. La simplificación de la realidad social es una utilización ideológica de la misma.

sábado, 9 de mayo de 2009

El Gran Inquisidor (3)

Subperíodo 1848-1870.
Las revolucione sociales se caracterizan por la consecución de sus fines, desde una doble perspectiva política: a) de la fuerza; b) del consenso. La revolución de 1848 pasó de la fuerza al consenso. Ella era el fenómeno de inspiración constitucionalista frente al orden conservador de las potencias militares ganadoras de las guerras napoleónicas. Fue una revolución permanente por su rapidez de propagación y extensión geográfica, pero de una revolución estacionada y vencida por el largo efecto reaccionario de su fracaso. La pequeña burguesía liberal experimentó el silencio de la tierra de los vencidos. La contrarrevolución triunfante del ciclo de estabilización consensuada y cesarista de Napoleón III en Francia; el despotismo de Alejandro III de Rusia; Bismarck en Alemania; Francisco José I emperador de Austria. Desde 1848 a 1870. Los desgarros de la derrota se unieron al crecimiento económico. Los individuos activos se preguntaron durante mucho tiempo sobre las nuevas condiciones de formación de las relaciones de poder constitucional. El alzamiento revolucionario se produjo en febrero de 1848 en Francia, el rey Luis Felipe I de Orleans fue derrocado y se proclamó la II República. Luego la revolución redujo a los obreros revolucionarios de Febrero de 1848. La derrota del movimiento obrero parisino, en Junio de 1848, permitió a los republicanos burgueses controlar el gobierno, pero en la siguiente ola revolucionaria los legitimistas y orleanistas, que no eran republicanos, cedieron el poder del Estado al presidente de la república, el sobrino de Napoleón Bonaparte, Luis Napoleón. La revolución de 1848 dio origen a movimientos nacionales a favor de la unificación en los estados alemanes e italianos. Los liberales alemanes formaron una Asamblea nacional de toda Alemania en Frankfurt del Main. Las insurrecciones que se produjeron en Italia obligaron a huir al papa Pío IX; Giuseppe Mazzini, propugnaba la unificación italiana bajo un régimen republicano, proclamando la República Romana en 1849, pero ésta no tardó en ser abolida. Lombardía y Venecia declararon su independencia apoyados por el reino de Cerdeña. El general austriaco Radetzky derrotó a los independentistas. El Imperio austriaco, cuya actividad represiva preservaba el statu quo en Europa, se convirtió en el eslabón más intransigente de la cadena absolutista. El nacionalismo independentista de la aristocracia territorial se mezcló a la desesperación social del campesino arrendatario y servil. En marzo de 1848, la revolución se extendió a magiares, eslavos e italianos que se pusieron en contra del régimen imperial austriaco A pesar del impulso revolucionario de 1848, la desorganización de la pasión política e instintiva de las masas sociales impidió que la revolución consiguiera algunos de sus fines reivindicados. La heterogeneidad de las fuerzas sociales revolucionarias se dividió en función de los intereses inmediatos de los contendientes. Los intereses materiales dominantes se mezclaron con la fragmentación de las necesidades de la sociedad civil. Los intereses particulares anularon los intereses universales. La revolución se cuarteó al entrar en conflicto los intereses económicos particulares y los atavismos unitivos nacionalistas. Los ejércitos de los Habsburgo derrotaron a los rebeldes italianos y, con la ayuda de la Rusia zarista, se reprimió la rebelión húngara. Francisco José de Austria acabó con todas las pretensiones liberales. Abolió el gobierno constitucional y rechazó el plan para la reorganización del imperio según las diferencias nacionales. Desde aquí, la revolución permanente de 1848 se detiene. La burguesía conservadora pacta su continuidad de dominio económico y cede el poder político a los cesarismos. La derrota de los revolucionarios de 1848 cegó la perspectiva de una gradual transición del absolutismo aristocrático al sistema representativo de los partidos políticos y la separación de poderes de las funciones estatales. Las victorias reaccionarias aniquilan los procesos abiertos a la representación de la sociedad civil en el Estado. En la reacción se producen alucinaciones paranoicas despóticas, que inhiben la estructura psíquica y política de las masas sociales y las posibilidades de realización de una sociedad abierta. La concepción del mundo que se impuso, después de 1848, fue las gastadas resoluciones inmovilistas del Congreso de Viena. Renacía la conferencia internacional que restablecía el orden territorial e ideológico anterior a la revolución francesa, pretendiendo detener la descomposición del orden institucional absolutista medieval y detener la hegemonía política de la burguesía para evitar la formación de un Estado capitalista en una unidad centralizadora de los centros de poder y autonomía relativa a las relaciones económicas de la sociedad civil. Las fuerzas retroactivas de los pactos de Viena tuvieron efectos estabilizadores desde 1814-1848, 34 años, y graduales e intensivos desequilibrios de alianzas y ententes desde 1870 a 1914, después la sociedad absolutista entraría en la industrialización y militarización que prepararía la guerra de 1914-1918.
La inmovilidad absolutista de la visión del mundo se entregaba a la efectividad del ejército, la policía, la burocracia y la eliminación física y política de los opositores en las casas de la muerte dostoievskianas. Esta visión paranoica del mundo absolutista determinó relaciones sociales de sumisión política y el oportunismo de la burguesía en las relaciones de producción, encaminadas a la reproducción económica militarizada de las sociedades de preguerra. Hay momentos de la historia donde las minorías de poder sólo encuentran la solución de sus contradicciones en la guerra. El miedo colectivo posibilitó el incremento opresivo y la radical desigualdad del individuo desnudo y del individuo acaudalado y soberbio. Las represiones políticas y económicas convierten a los individuos perversos en seres aforados a la necedad y al fatalismo nihilista. La reordenación territorial y política del post-congreso de Viena incrementó las tendencias nacionalistas extremas. Sus consecuencias fueron que los países europeos habrían de reordenar sus territorios y su industria al finalizar la Primera Guerra Mundial, en medio del caos nacionalista y la miseria colectiva. Los individuos encuentran las soluciones que ya están dadas en la actualidad. No hay brujos carismáticos en la vida social.
El individuo europeo, que quería nuevas estructuras constitucionales en 1848, se convirtió en un ser oculto y perseguido por la contrarrevolución absolutista. Se había aventado una conciencia cierta del peligro que se pliega al absolutismo del terror cesarista y aristocrático. Aunque el desconcierto era general no se impidió la reorganización de los partidos políticos social demócratas y liberales. Aunque ya no se pretendía un cambio revolucionario en las instituciones represivas del poder social, después de 1848, la conciencia de la historicidad del individuo reiniciaba los conflictos con un nuevo individuo que reflejaba la historia y que sería despectivamente denominado el individuo-masa. Las masas sociales urbanas entraban en la historia y en la política, en los conflictos últimos de individuos dominantes y dominados. Si bien habría una conciencia políticamente difusa y solidaria del individuo –masa, ésta sería decisiva en las reivindicaciones de un nuevo hombre político y cultural hasta 1870 y el final de 1914. La guerra Franco-prusiana tuvo lugar en julio de 1870 hasta mayo de 1871, en el que Francia fue derrotada por los estados alemanes liderados por Prusia. El dirigente prusiano Otto von Bismarck, unificó Alemania, y el 1 de enero de 1871 instituyó de II Imperio Alemán. En Francia estalló la comuna de París y la organización del poder del Estado derivó en la III República. Toda la política intencional europea va a girar alrededor de este conflicto militar que reavivará los extremismos aniquiladores de la Gran Guerra.
En este interludio preparatorio de la apocalipsis aparecerá el individuo- masa, que habrá de provenir de las segregaciones campesinas y de sus inmigraciones a los núcleos urbanos de las ciudades industriales europeas. Será un hombre definitivamente escindido del vasallaje de la propiedad de la tierra agrícola, será un sin tierra, sin herramientas, y con prácticas sociales ajenas a los arcaísmos campesinos. Es un individuo desprovisto, desnudo, que vende su fuerza de trabajo, en un mercado anónimo, por un salario monetario. Este individuo desnudo ya no está sometido a las leyes naturales, sino a leyes económicas de formación de precios, del salario natural, salario de mercado, acumulación progresiva de capitales en las clases sociales favorecidas, desterrado a las afueras de los centros urbanos. Será un individuo carente de propiedad sobre los medios tecnológicos que reproducen la vida social. Se apropia del proceso de producción mediante su trabajo, pero queda extraño a la formación de las ganancias empresariales que pertenecen a un individuo ajeno. El enfrentamiento político del individuo-masa será propuesto por el antagonismo de la apropiación del proceso de producción, y la negación de la distribución progresiva de las ganancias empresariales entre trabajo y capital. Este dilema del ser desapropiado tajará los antagonismos de los partidos políticos de clase y ampliará los procesos antagónicos de revolución y contrarrevolución en la Europa del siglo XX. La historia, la potencia del hombre como un ser en la historia, no lograba contener el absolutismo, perpetrado desde la organización cesarista del poder y las represiones manipuladoras colectivas subsiguientes. La extinción de los individuos revolucionario de 1848 dieron lugar a los revolucionarios comunales de 1870 y al individuos-masa de 1870- 1914. Las convulsiones reaccionarias de los absolutismos imperiales y los grupos sociales que intervinieron en la revolución de 1848 eran los protagonistas de acciones y reacciones sociales, que exigían Estados constitucionales, que liberaran a los obreros urbanos, a los comerciantes y a los artesanos, a los campesinos serviles, que se hundían en las hondonadas del hambre medieval, pero frente a ellos estaban las clases aristocráticas. Los individuos de 1848 querían la organización racional fabiana y owenista de los procesos de producción y de propiedad para evitar que la sociedad se sumiera en la degradación. Las formas autoritarias reducían al individuo-masa a la miseria medieval del vasallo y a la miseria artificial capitalista, de salarios bajos y los precios caros de los alimentos y de la vivienda. El individuo atrapado entre el autoritarismo absolutista de la nobleza y la explotación sin fin del individuo desnudo por la producción de ganancias.La revolución de 1848 evidenció que aparecía una nueva clase social, que se organizaba políticamente, una clase de obreros, campesinos y artesanos, que pugnaban por emanciparse del cesarismo imperial, el sistema del sudor de las jornadas de trabajo extensas e intensas y de la nobleza prusiana. Los intelectuales europeos describían el escenario social y psíquico de este nuevo individuo-masa. Hay un nuevo individuo-masa en la sociedad Europea, que definirá Balzac como efectos de las causas materiales de la sociedad capitalista. Stendhal (1783-1842), como la finalización del aventurero romántico ante al poder de la sociedad mediatizada por la herencia y la nobleza. El aventurismo ideológico bonapartista del individuo de extracción social baja, nunca más llevará en la mochila el bastón de mariscal. Habrá una dispersión de la unicidad de la visión del mundo por los intelectuales. Gustave Flaubert (1821-1880), novelista francés, entrará en la neurótica observación de la nulidad de la experiencia del individuo ante la monotonía conservadora de las organizaciones sociales de masas. Charles Baudelaire (1821-1867), poeta y crítico francés, se enfrenta a la sociedad coercitiva burguesa mediante la búsqueda de los paraísos artificiales de la poesía y de la droga. Mijáilovich Dostoievski (1821-1881), novelista realista ruso, muestra el individuo del submundo de las ciudades rusas, la terrible separación del individuo occidental de la sociedad comunal. Su profecía de destrucción colectiva del eslavismo, al afirmar que si Dios ha muerto todo está permitido Con la muerte de Dios, Nietzsche instaura la metafísica de la voluntad de poder de un trashombre, que deberá establecer su permanencia en el mundo por la creación de valores activos. El afirmará: el hombre es un puente para el trashombre. Se abre la tragedia del individuo desnudo, manipulado, en una sociedad que oculta y ritualiza la miseria moral y material. Un individuo-masa que será encontrado en la preguerra mundial en el hombre sin atributos, forzado por la propaganda nacionalista para enfrentarse a una guerra mundial, que iba a eliminar a la aristocracia prusiana, rusa y austriaca de la sociedad capitalista, a millones de combatientes, pero también la racionalidad progresiva revolucionaria de las masas sociales. Las masas sociales caerán en la irracionalidad de los movimientos totalitarios, posteriores a la Gran Guerra, y perderán sus potencialidades progresivas ante el ultraje cotidiano de la manipulación de la esperanza del individuo-masa desesperado.