La minoría dominante absorbe a la clase. Ésta absorbe al
individuo. El dominio se vuelve aceite en la porosidad de la supervivencia del
servir y obedecer. Los intereses materiales y culturales de la minoría absorben
la realidad del individuo y lo integra en la determinación de la carencia de una
voluntad en totalidad de dominios que no le pertenece. La cosa carece de la
facultad de decidir. Su ser le pertenece a un dominador. Enorme tragedia que
nueve las relaciones de sumisión. Es la tragedia de la libertad y la necesidad.
Quien necesita de otro, que lo utiliza como una cosa de producción y uso se pierde en una entrega sin condiciones de existencia propia. Podar
al individuo de voluntad es un proceso incesante de los que manipulan la fuerza
y la disuasión. Los individuos dominados se han mudado a la no identidad del
sujeto y objeto. El individuo es absorbido por su carencia. Es un ser que se
pierde en las posibilidades ajenas. La posibilidad ajena no es un algo que
provenga de la contingencia, sino de la exigencia de elegir lo que otro te
muestra. Eres de otro que te da las posibilidades de ser una cosa. El individuo
se vuelve cosa cuando absorbe como suya la ideología de la existencia que lo
domina. Tiene sobre él un dios Saurio que lo domina. La providencia de un dios
saurio le da el estamento circular de la cosa arrojada. Lo esencial de la cosa
es su carencia de voluntad. La carencia de voluntad no se comunica. Es el reloj
surrealista sin agujas en una estación de tren sin vagones ni vías. El dominio absoluto se da cuando la voluntad
propia es la realidad ajena convertida en una cosa. En la cosa no hay espacio
interior de reflexión. La realidad y la reflexión no se identifican. Se diría
que se pierde el lenguaje de la rebelión en la uniformidad de la inexpresividad.
Tal vez en este tiempo amargo, la rebelión sea una metáfora.
El individuo que se entrega al acto de la resignación cede su
voluntad a la jerarquía de dominio saurio. Pero la resignación es un acto
pasivo. Es un no a la inquietud del que contempla su destrucción entre una vida
de topo o una vida cínica. Los intereses de la minoría dominante juntan la
angustia de la falta de libertad a la culpa de ser dominado. El infortunio
puede llegar a ser una certeza de la probalidad de no tener futuro. La
esperanza de los desesperados es una razón del corazón a la tecnología de la máquina
social. Las masas cosificadas del primer cuarto del siglo XX se lanzaron a la
fanatización de un destino vital de nacionalismo
racial. Le dieron a sus vidas el contenido asesino de la muerte ajena. Se
uniformaron dando sumisión y juramento al líder. La crisis económica y política
de los años 30 se convirtió en la aceptación absoluta de la muerte como
solución. Se convirtió la involución de la crisis social en el odio de genocidio que resolvía el paro, la propiedad
de la tierra y el trabajo del esclavo. La pirámide social jerarquizaba al líder.
El Dios Saurio absorbía los crímenes colectivos en su nombre. Se exaltaron los rituales
políticos místicos de la estética encubridora de las ceremonias de los guerreros,
la burocracia legal uniformada, y la declaración contractual de la servidumbre
de los siervos y los esclavos en la industria textil y de armamento.
Una vez que la minoría dominante absorbe la voluntad individual
expele la violencia. La crueldad del
Estado Saurio como solución a las variables contradictoria de la totalidad
social, que hacen de un sistema económico una fuerza involutiva. La producción
social se vuelve regresiva hasta la extinción. Todo sistema de producción
social lleva en sí los límites de su regresión. El ser social convertido en una
cosa es regresivo. No abre propuestas a las contradicciones que limitan la
reproducción de la vida. Los límites contractivos se vuelven límites irresolubles. La sociedad
entra en la fase de extinción de las fuerzas productivas, que motivaron su
crecimiento económico y negaban las relaciones legales de propiedad de poseedores
y desposeídos a través de las sumisiones sociales. El sistema social es
histórico necesariamente, aunque se sitúe fuera de las posibilidades de cambio
progresivo. El individuo es un producto de la historia. Su negación vuelve la improductividad
del proceso social de producción a las regresiones primarias de la historia del
dios Saurio. Devuelve la existencia individual y colectiva a una regresión de
estadios primarios históricos, a formas elementales distributivas de subsistencia y poder. El sistema social se
vuelve poroso, en la absorción instintiva de su incapacidad. No modifica las
relaciones de producción: propiedad legal de los medios de producción y anulación
del individuo para hacerlo un vendedor de su energía. Se momifican las fuerzas
productivas y la división del trabajo. El individuo es absorbido como una cosa en un flujo de ocultismo
de la realidad. Las masas sociales del siglo XXI están cosificadas en un modelo
de producción y reproducción material y culturas regresivos. Su esencia gestual
se basa en un retroceso de la sociedad a posiciones primarias de producción y
consumo. El Dios Saurio amontona en favelas y suburbios, campesino sin tierra y
trabajadores sin herramientas, a millones de individuos sin condiciones para
integrar la sociedad real para así ser flujos excrementales, residuos de máquinas y enfermedades de
contagio en los guetos.
Estas masas sociales marginales son cada vez más visibles en el
mundo a través de procesos migratorios, exponentes de la degradación y
desaparición de la actividad económica
de producción y consumo en los países de sociedad agraria y en países de
sociedad industriales en declive de inversión capitalista. Sin crecimiento de
inversión, y crecimiento de la división del trabajo en la productiva industrial
y agraria, el desempleo retorna a formas primitivas comunales de apoyo mutuo y
reducción de la longevidad de la vida.
2
Las comunidades rurales de Asia y de Latinoamérica exigen la
entrega de la tierra comunal para volver a ser un modelo de producción
económica y cultural, que integre los grupos sociales de formaciones económicas
precapitalistas, que posibiliten la continuidad asociativa de la producción y
la propiedad de la tierra común, dentro de relaciones ajenas a intercambios de
exportaciones de alimentos y materias primas por productos manufacturados a
precios monopolistas internacionales, de mercados regulados por divisas fuertes
y débiles. Las divisas débiles hacen que los intercambios de mercancías no sean
cambios de equivalentes de trabajo de la producción: los países dependientes de
la moneda débil entregan, en los intercambios comerciales, mayores cantidades
de trabajo de producción que los países de moneda fuerte. El desarrollo de la
comunidad agraria precapitalista produce
productos de baja carga de tecnológica y alta carga de trabajo manual. El
trabajo rural tiene menor valoración de intercambio comercial que el trabajo
industrial, por esto hay que entregar mayores cantidades de trabajo en
productos rurales por menores cantidades de productos de trabajo en
manufacturas.
El retorno a un modo de producción humanizado exige la
autosuficiencia del consumo primario y un barrido selectivo de las demandas
internas que provienen de la producción industrial del intercambio
internacional a precios de monopolio.
Las masas marginadas de la subproducción urbana reproducen su vida
bajo caídas permanentes de los salarios reales y el crecimiento del paro
absoluto y relativo en trabajos parciales y temporales con bajos salarios y
largas jornadas de trabajo gratuito.
El Estado Saurio ha dejado de creer en la producción para la
felicidad de las masas consumidoras y se afirma en fuerzas cíclicas del ahorro
fiscal y gasto social decreciente, destruyendo la situación del consumo
crediticio y subvencionado. Los costes laborales de trabajo parcial y temporal
se colocan en las escalas simples de la producción de trabajos improductivos sin ganancias capitalistas y
atenciones colectivas de cuellos de botella y baja calidad prestataria. Las
salidas migratorias que buscan el desarrollo del empleo laboral de las
sociedades subdesarrolladas e industriales
decadentes, actualmente no tienen salida de ocupación en la alta productividad,
la organización del trabajo científico, ni en la de precio-calidad del consumo
de productos de alta tecnología. Pero la
ideología hace ver el consumo especial por los ojos del otro de la publicidad.
No tiene los suyos. Ver lo que ve otro
es un no ver. La inteligencia de sugestión comercial, realidad de perpetuación en
la irrealidad, es la que ha fabulado el progreso continuo de crecimiento de las
masas consumidoras de la historia del Dios Saurio. La fabulación de individuos
providentes, determinados por la Providencia del mercado competitivo. La universalidad
de los precios de ajuste de la oferta y la demanda en las variables del
excedente económico con los precios de monopolio. Los precios de monopolio de
las grandes corporaciones sacan fuera del consumo las masas sociales sin
capacidad de compra. La presencia de un ser fuera de los precios de compra es
una viñeta. Fuera de la capacidad de compra con dinero no hay realización de
las ganancias. La realización de la inversión capitalista de ganancia contradice los ingresos con salarios bajos y
paro. La aporía de la realización de las ganancias empresariales sin ingresos salariales altos niega la
viabilidad del sistema. Lo inhumano está en el campo de variables límites de la
producción y la reproducción del ser humano en circunstancias económicas de
obtención de ganancias capitalista. La continuidad de la economía idealista se
soporta intelectualmente bajo la tergiversación de lo lógico y la supervivencia
de la vida ante el dominio publicitario de la clase dirigente.
3
La crueldad es una variable
creciente, independiente del espacio progresivo de la historia. La crueldad de
la voluntad convertida en cosa. Lo inhumano trasciende de la idealidad del Dios Saurio. La
negatividad del Dios Saurio tensa el progreso de la historia en mayoría de
pobres y minoría de ricos. El individuo común queda marginado a las relaciones
de dominio consciente e inconsciente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario