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Los individuos escudriñan el mundo a través de las voces
ausentes de los libros. Ellas deciden su
textura material y psíquica dentro de una totalidad social que permanece
inexistente a la verdad por la ideología que la envuelve. El individuo está
dentro del flujo del momento actual de la historia. Ensimismado en el tiempo
cronológico apuesta por el devenir de su vida. Observa y transforma el mundo exterior para sobrevivir a la
necesidad. Está en la probabilidad de la
de la certeza y de la falsedad. No es un gran jugador. Lanza los dados
esperando que definan la distancia del azar con respecto a su destino. El
individuo es un jugador que quisiera repetir el lanzamiento de dados hasta que
a suma de las probabilidades le dé la certeza. Un destino a distancia de la
inseguridad. El juego es incierto ante el flujo de rehacer el tiempo y su finalidad.
El valor de darse la vida se va haciendo
de tiempo y asombro. El asombro es un oscurecer. El resultado de mezclar colores complementarios. El color gris del
tiempo en la paleta del espejo.
Lo cierto del flujo del tiempo ideológico es sumergir la conciencia falseada. Arrojar fuera la historia real del deseo y balbucir sonidos amputado
de significados, pero llenos de ruido y la furia de la desmemoria.
Se viene a revivir
ocasional mente fuera del lo habitual de la historia, de manera que revivir es vivir
en un pasado imaginario. Lo imaginario de
un personaje que se arroja al escenario con un texto, que argumenta sobre su ausencia
de realidad. Quien se ausenta de su ser quiere
ser un espectador para escuchar la pasión
de la vida ajena. Sentarse esperando que alguien le explique la vida en el
juego del mimo por las sombras chinesca.
Más que un negador pasivo es un simulador del lenguaje común y del escenario
sentimental de su época. Los grandes
simuladores niegan que la historia se haga
en las relaciones sociales que marcan los ascensos y caídas del dominante y el
dominado.
Por esto, los conceptos de lo que somos no son datos estadísticos, sino relaciones
sociales de dominio y sumisión. Las cantidades son medidas de los efectos de
relaciones sociales. La cantidad se vuelve cualidad en la ruptura de la cantidad.
Se producen conceptos, la ideología y la ciencia, como productos del cerebro que se apropia de la realidad desde su interioridad.
Las categorías económicas son conceptos de relaciones sociales en cuanto los individuos producen su
existencia al nivel de sus necesidades y
deseos actuales. Quien viene a vivir
fuera de la producción de la historia revive el pasado imaginario de otros. La
falsedad es un dominio de jerarquía ideológica. Lo
imaginario se arroja al cubo de la
historia con un texto que argumente sobre la presencia de su índice de eficacia
falsedad.
Quien se ausenta de su
compromiso escucha la pasión de la vida
ajena. El compromiso no explica la
vida del mimo en la sombras.
Las catarsis de los antiguos griegos era un ritual de purificación de
las personas afectadas por las impurezas del conocimiento del destino. Lo efectos emocionales,
que causaba la tragedia
en el espectador, purificaban la ceguera del no ver donde se debía ver pasión,
temor y el horror de las relaciones sociales
de sus protagonistas: los héroes, el pueblo-coro y la ceguera del destino
infausto en el tiempo de la historia.
Las categorías económicas son conocimientos de las practicas
de relaciones sociales. Permiten la conexión
de los medios y los procesos con los que la sociedad interviene produciendo su
existencia colectiva y sus relaciones
con la Naturaleza.
Los soportes práctico
y teóricos de la producción son los
individuos agrupados en sectores de producción de bienes de producción y bienes
de consumo, intercambio, circulación y servicios de mercancías para el consumo
productivo y de la carencia que originan las necesidades de supervivencia.
La vida económica es
la fuerza de producción incesante de la voluntad social que existe en cuanto
produce y se reproduce. El grupo social pre-capitalista y capitalista tienen que hacerse a sí mismo en la doble cuña
de su necesidad biológica de especie y en su necesidad de sobrevivir. Los
soportes reales del mundo social están
en las estructuras técnicas, científicas
y culturales del momento actual de la historia. Éste tiempo de historia da un conglomerado
de relaciones reales e ideológicas, que regulan las unidades de producción, las
instituciones de orden, la desigualdad del reparto de la producción a través de
la voluntad de dominio.
La juntura de la fatalista necesidad de lo real y la
arbitrariedad ideológica de la propiedad privada por derecho y coerción sujeta
la conciencia al descenso de la sumisión
o el ascenso a la rebeldía.
Por debajo de los estratos sociales del orden rígido, los
individuos apuestan por el destino y la subjetividad creativa
y la apuesta racional por superar su decadencia mediante la voluntad de
producir la vida. Unos y otros viven y fantasean con las relaciones sociales,
apiñados en la opacidad de las
relaciones activas y reactivas con la naturaleza humana y natural, y la
decadencia como un proceso desde la individualidad del ser a los
vericuetos aleatorios del no ser de la improductividad. La dedicación
tecnológica por los efectos de las variable económicas activan la
productividad de la fuerza social se une a períodos improductivos
institucionales y económicas de decadencia social.
Llega la confusión
ideológica a un destino reactivo que se acerca a tragedia aditiva de la Nada. El
individuo se aparta de estar obligado a
producir su vida y reproducir al mismo tiempo la totalidad social. El sentido
significativo del se activo retorna a
posiciones histórica de improductividad.
Llega la decadencia.
Se inscribe en el retorno lo inerte y esta inscripción tatúa
la posibilidad del excedente creciente y la civilización. El ser viviente vuelve a su no necesidad de permanecer vivo.
Todo ser vivo quiere permanecer vivo. No hay nada en el destino que no sea un
querer de la voluntad de estar vivo. La voluntad del viviente es una relación de fuerzas activas
y las fuerzas reactivas que lo afirman y lo niegan. La caña existencial es flexible al
reto de la Nada.
La decadencia social la contradicción del
pasado con respecto al presente. La rebeldía puede quedar inscrita en la
superficie oscura de las historias que se han ido. El viento de la historia
individual no está escrito las hojas de papiro de la historia.
Nos mueve la fuerza del poema del viento y la
fuerza y la necesidad de estar vivo. Las categorías económicas son relaciones
sociales. Los individuos, los grupos, las sociedades, producen, intercambian y
consumen, productos sociales para reproducir su vida. No hay sociedad ni
individuo sin el soporte de la perpetuación de su vida mediante el intercambio
de trabajo por medios de subsistencia.
La sociedad necesita producir un excedente económico que mantenga las
instituciones de parentesco y de poder social. Nadie se puede instalar en una isla como Robinsón Crusoe. El individuo mantiene con la sociedad una
relación de producción. Para hacerse sujeto social tiene que convertirse en
objeto de producción y consumo económico para otro que le confiere la
sociabilidad de los medios sociales.El excedente económico es la diferencia de los
real producido y el consumo necesario. Si la producción es mayor que el consumo necesario igual a excedente
económico creciente. La sociedad está en
un proceso histórico entonces de incremento
de la producción y la acumulación
de relaciones de intercambio de las unidades de acumulación empresarial
y de las instituciones de poder
ideológico. Si la producción es menor que el consumo necesario igual a un
excedente económico decreciente. La sociedad está es un proceso de decadencia de
las unidades de producción y el debilitamiento de las instituciones , militares
e ideológicas. La caída de la supremacía de los imperios. El crecimiento
económico está imbricado al crecimiento de la productividad técnica y de la sociabilidad del individuo y
la ciencia.Los procesos ideológicos de las minorías de dominio
establecen conceptos económicos y políticos que relacionan propuestas
sociales inmovilistas, fijitas y
eternitarias, de un orden perpetuamente presente, si no se modifican las
relaciones capitalistas de producción, consumo, intercambio, precios,
inflación, masas monetaria de crédito bancario, deuda pública y privada,
déficit estatal. Los ingresos del excedente se vuelven inferiores a los gastos
de consumo de las devoluciones de deudas y las prestaciones sociales.El incumplimiento de las relaciones de acreedores y deudores
conlleva una regresión a estados sociales de pobreza general aumentativa y la dislocación de las relaciones de
dominantes y dominantes en el predominio de la utilización de la violencia. Éste incumplimiento de
la producción de un excedente económico lleva a conflictos de clases sociales. Si estos
conflictos se agudizan se llegaría a situaciones de barbarie en la forma de
gestionar el excedente económico decreciente por la violencia institucional de Estado. La concepción ahistórica
del orden social de la producción deberá llevar al infierno dantesco de la
pobreza y la barbarie. Hay un orden social dado. No se sale de él sin la
revolución de las relaciones sociales. La sociedad pudiera llegar a ser un
apéndice del poder político organizado en derecho y coerción.Entre este derecho y esta coerción se deciden los
desniveles de subsistencia y riqueza. La
ley de la desigualdad impregna todas las categorías económicas.Si el dominio se
fractura queda en su lugar el caos universal. La sociedad sólo admite las
relaciones de dominio históricas. El dominio de decidir y ser obedecido es las
hipótesis de continuidad de dominantes y dominados. La herejía de la
utopía es apostar por un orden social
igualitario en las unidades de producción y en las instituciones de coerción estatales conllevan sustancialmente la contra revolución igualitaria.La permanencia de la sociedad de dominio tiene por objetivo
inmovilizar las relaciones sociales por el miedo al azar del destino, que sólo incluye las catástrofes de la inseguridad como la caída
de las fichas de dominó, alineadas en el orden preciso de la supervivencia de la desigualdad económica, la venta de la
fuerza de trabajo a precio bajos y la obediencia de explotación económica e ideológica de las clases dominada
a la dominantes. La paz del orden
social reactivo es la rendición de los
desposeídos a los poseedores.
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