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En algunas vueltas de la mirada de
la edad atrás del camino, se viene a
confirmar el retorno del tiempo imaginario sobre el tiempo real. El tiempo
imaginario recreado empapa el tiempo perdido
en el sabor y en la mirada de cualquier hombre. La subjetividad expresa la
voluntad idealista del que ha querido
llegar al finalismo vital para entender las sombras de la incertidumbre como el
idealismo platónico de las ideas-verdad
y realidad-apariencia. La ideas se van orillando transparentes en la temporalidad
de la meditación de lo que ya es ausencia.
Este hombre cualquiera se vuelve
hacia adentro de su tiempo como si fuera una parte del pan de su ración de indigencia.
Su pasado es un sueño diurno que se elabora para convertirlo
en una madeja de objetos desmaterializados, que se relacionan con
desplazamientos oníricos irreconocibles.
Extraña madeja interior del
psiquismo de la voluntad de un yo desvitalizado, reconocible por su sombra exterior
que llega de plegamientos y retazos memoristas. De impresiones de una filosofía
cotidiana del individuo envejecido, que retoma la necesidad psíquica de sobrevivir
ante el mal del vacío sin pasado.
Este proceso de la memoria se manifiesta como
agua que fluye sin tocar la ribera con juncos del río metafórico de la vida. No
cae el agua del recuerdo desde arriba, sino que viene de una conciencia alerta a
su deshielo. Hay que ahormarse a la inquietud de la sed de vivir.
Sobrellevar las miradas sin ver en
la cotidianidad los objetos de amor y de silencio. Los actos cotidianos del no
ser y los desconciertos de la apuesta del destino y el destino sin apuesta.
Cualquier hombre tiene su filosofía
como tiene su vida, entre la sumisión y
la rebelión, como la afirmación del
pasado y el porvenir ante las sombras cavernarias
de la manipulación de la memoria y del lenguaje, que se originan por el dominio
vital del sometimiento a la necesidad.
La filosofía del hombre cualquiera
se problematiza cuando lo que se imagina ser no se corresponde con su hacer. La
observación sobre uno mismo está viciada de parcialidad Sobre uno mismo están
sobrepuestos los vestido de las ceremonias del autoengaño con sonrisas.
Los problemas de la filosofía del
hombre cualquiera provienen de querer
dar respuesta urgente al sinsentido de la relación de lo imaginario y lo real. la
imaginación y la vida real. Al final de ese tiempo activo, hay que discernir si uno es más o un menos que su encuentro del ser
lo privado y del hacer lo social participando.
Los real y lo imaginario son los problemas de
cualquier filósofo de la filosofía
cotidiana que lo convierte un hacerse de arcilla de sí mismo. De hacer la filósofo de su cotidianidad.
2
Hay un tiempo de chucherías, de
regalos a manos llenas de nuestra ignorancia. En el instante de las ofrendas
para evitar el vacío de la no identidad del querer y del hacer, que nos exigen una respuesta a las cuestiones
fundamentales del sentido moral interiorizado y la coacción exterior.. La
imagen de la privacidad legalizada del individuo que se apoya en sus muletas
externas cuando está arrojado al castigo de la imposición de derechos
coactivos. El hombre cualquiera es libre cuando interioriza la realidad que lo
coacciona para subvertirla. El hombre cualquiera es dócil cuando es irreal. La riqueza imaginaria carece
de orden interno.
El mundo no se nos da en la mirada indiferente.
Se nos da cuando hacemos el mirar por
detrás de la sombra, que nos convierten en filósofos idealista de la
irrealidad. Nos convertimos en filósofos de viajes imaginarios sobre una
conciencia desollada.
La conciencia desollada por las
fuerzas coercitivas del derecho formal, de los actos humanos arbitrarios en la
utilidad de lo privado económico, pero vigilados por el poder físico de la
restricción y la legalidad que está estrictamente separada de la moralidad. La
utilidad como derecho positivo, separada de la moralidad, nos da los límites de
la propiedad útil máxima. La garantías de libertad del individuo como unión sin
separación de su propiedad vital y las formas de caducidad del derecho moral como
virtud interior. La contradicción entre legalidad y moralidad cierra el escape
imaginario de los grandes problemas sociales de sumisión y la rebeldía en un
marco histórico de contradicciones económicas categóricas al comportamiento de
los individuos privados y aislados en su
habitualidad de la coacción externa. De aquí que las fuerzas coercitivas del
derecho formal lleven a plegarse los desquiciamientos de la no aceptación de la
realidad conflictiva interiorizada y rechazada por el recitativo de la
aceptación del infierno amoral para salir de del dominio externo. Las adormideras
del filósofo positivista para dar convergencia a la idealización del dolor imaginario
como solución al dolor real.
El filósofo de la idealización del
dolor imaginario nos grita: " Cuanto peor mejor. La crisis no es el mal,
sino su solución. Reír con boca de payaso hasta reventar el sentimiento
negativo." Se tiene que afirmar el sentido imaginario y necesario de estar
bien en la papelera de reciclaje del conformismo o en el estatismo de
pertenecer al proceso coercitivo de la aceptación del mundo sin fisuras."
Reír malditos hasta que no podáis más, que luego vendrá la alegría interior
infantil con los juguetes maravillosos de la resignación iluminada.
Este filósofo cualquiera del polo positivo y
no del polo negativo pertenece a lo residual de la resignación y a la
manipulación de esta crisis de la sociedad unidimensional.
El filósofo que no critica no quiere
saber el porqué de las coacciones del uso de la utilidad y la desutilidad de la
economía y del derecho como factores asimétricos originados por la actividad
privada del mercado del comprador de mercancías y vendedor de su tiempo, a
precio de salario de trabajo, para adquirirlas y consumirlas. La situación de una crisis social aparece
siempre formulada en lado oscuro de la irracionalidad del sometimiento a la
resignación, sin el vértigo racional de la
rebelión.
3
La filosofía del hombre crítico está
en asaltar el sinsentido formal del derecho positivo sin moral vital, saltar
por encima de la oscuridad de la manipulación de las formas de dominio positivo
de la coacción para llegar a convenir un pacto social de liberación del
individuo de sus coacciones. Tiene que ser dominador de su oscuridad irracional y de su enajenación
de con las luces imaginarias. La filosofía es voluntad crítica que se compromete
ante el positivismo del mal necesario y el falso reír de la esclavitud que no
se lamenta.
Un haber para la filosofía crítica es
oponerse al destino irracional. No una oscuridad que promete y oculta, sino una
luz que compromete. El compromiso de ser crítico es un salto por encima de la
sumisión al influjo del engaño de la palabra metáfora confusa, bajo la cual
está el peligro de vivir fuera de los conflictos de una realidad política, que
admite la pobreza del individuo abandonado y sin quehacer. No hay que ser una
abertura abierta al virus de la sumisión ni al destino social con la risa cínica
o la genuflexión oriental.
La esencia de la filosofía crítica es la
búsqueda de la situación histórica en las hondonadas del miedo a las
coacciones. Las sombras y la caverna no nos vienen dadas como la elasticidad de
la piel. No estamos hechos de la piel de nuestras sombras resignadas. La positividad
metafísica del mal útil enfoca al precipicio de la resignación y a la fábula de
la buena y mala esperanza. No basta al filósofo crítico el cansancio del hombre
ni el borrado de las palabras abiertas
al manipulador del positivismo consolador.
En el instante del conflicto de
realidad y coacción, el hombre debe ser un filósofo crítico de su existencia, la
no aceptación brusca de detención de un vitalismo
práctico.
Quienes se asoman a la alucinación azul del cielo irreal y extraño
quieren que su filosofía sea el ímpetu del despertar las piedras y no los
pájaros. Y yo me quedará y se quedarán los pájaros y el pensamiento crítico que
nos devuelve la ley pública de la filosofía y su sentido múltiple de la apuesta
humana reflexiva por la felicidad. Vuelve la filosofía para dar sombras ciertas
al compromiso crítico de la existencia. Se debe no estar en la oscuridad de las
ideas- palabra, que anulan las ideas de los individuos reales, la situación
histórica. Las evocaciones de quienes han visto sombras para luego decir que son la
realidad misma. Los recuerdos que se enganchan al discurso conformista son
flores de papel que habrán de desaparecer con las primeras lluvias del compromiso
del pacto de la realidad política y social. Las palabras hueras desaparecen. El
lenguaje que se aprende con respecto a la sumisión se olvida. Nada es arbitrario a la voluntad que no quiere ser
manipulada en su realidad.
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