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En el capitalismo del siglo xxi hay
una profunda disimetría en los grupos sociales de trabajadores productivos. Los grupos de trabajadores están
clasificados con salarios por debajo del nivel de subsistencia y un
alargamiento de la jornada de trabajo,
incluido el crecimiento de la intensidad horaria del trabajo. La situación
actual recuerda los inicios de capitalismo salvaje de los albores industriales
ingleses de la extracción del carbón y los ferrocarriles, y los textiles y el colonialismo. Jornadas de
trabajo de 12 horas, aumento de la intensidad horaria, castigo de capataces
y miedo a las casas de pobres internados y en oferta de trabajo sin salario..
Intensidad de trabajo por hora que equivalía al agotamiento y la desesperación,
cuyo desgaste físico requería comer opio, los comedores de opio británicos de
los que escribió el escritor Thomas de Quincy. El opio evitaba el dolor del
hambre y el dolor físico. Un agotamiento intensivo de trabajadores abandonados en las calles o en
cuartuchos con 10 o 15 miembros, arrejuntados como animales en sucios
cuartuchos de cuarteles militares abandonados.
Un capitalismo hambriento de trabajo no pagado y cargado en el coste del
producto alargaba la jornada de trabajo a 10 a 12 horas, y tasas de plus valor
del 150%. La disimetría de salarios pagados
y plus valor llevaba a enfermedades y muertes prematuras de jóvenes de 14 0 15
años. Los obreros adultos extenuados por
la enfermedad se sustituían por jóvenes de ambos sexos, que entraban buscando
carbón por las bocas estrechas de las minas y colgados en cuerda como racimos
de cerezas.
El hambre de ganancias no pagadas era
el motor del capitalismo del siglo xix y de cualquier época capitalista. Desde
la industrialización británica de 1730 hasta el momento presente, las minas de
oro sudafricanas o los cultivos industriales sudamericanos. Las cadenas de
montaje de móviles de la industria china ejemplifica hoy la inhumanidad del
trabajo, basado en mujeres campesinas de
14 o 16 años y cargas de trabajo de 12 hora, con salarios de 400 $, que duermen
en los cuartuchos de las fábricas, en camas de madera, comen un cuenco de arroz y ven a sus hijos una vez
al año. Todo el Sudeste asiático consume el trabajo de mujeres jóvenes en la
industria del textil, en edificios que se derrumban, y duermen en chabolas de cañas y están
vigiladas por patrullas militares.
Estas jóvenes desgastadas por el
esfuerzo físico y mental, y una vez que
no cumplen el ritmo de la cadena de montaje, se les expulsa para que vuelvan a
las aldeas. La superproducción china y su subconsumo obliga al capitalismo
chino a buscar mercados exteriores, con bajos precios, en los país Centrales.
La ruptura de la demanda de los países centrales lleva a una superproducción
sin salida al mercado externo y a una intensificación de la política de precios de exportación a la
baja, con la caída de salarios y aumentos de la intensidad de la producción.
Poblaciones sometidas a los consumos
a bajo precio de los trabajadores del Centro desarrollado. El subconsumo daña
el precio de realización de venta hasta
llegar al coste perder el beneficio de producción.
Con la caída de las ganancias no
retribuidas y la tasa general del sector industrial decreciente, las pérdidas
de beneficios del capital industrial actúan sobre las cotizaciones bursátiles, destruyendo los ahorros del capital acumulado
de las clases altas. La tasas decreciente de ganancias del capitalismo
industrial obliga a una disminución de
los precios de las materias primas compradas en el exterior y por tanto al derrumbe de estos mercados y de
las industrias auxiliares internas. La depreciación del precio del capital fijo
y de las herramientas, por obsolescencia, en la Periferia, revierte en una
producción de escasa tecnología innovadora, pero aumentando por compensación la
tasa de explotación.
En la Periferia emergente la
distorsión a la baja del consumo
exterior obliga a la disminución de la producción y a una contención coercitiva
de la emigración rural a los centros urbanos.
2
El deterioro del sistema regulador
de dependencia, del centro industrial desarrollado capitalista y la periferia subdesarrollada
en la producción de materias primas y alimentos
a bajos pecios, provoca una depauperación de los centros de producción
campesinos periféricos en materias primas industriales y alimentos. Con esto están
obligados a vender a precios depreciados de producción y a transferir al Centro
cantidades elevadas de horas de valor no pagado, que desequilibran la balanza
comercial externa y el aumento del endeudamiento por importaciones necesarias a
precios altos y crédito financieros.
La decadencia del Centro impone la
decadencia de la Periferia, mediante la caída de valor-precio de las
exportaciones y el aumento del valor-precio de las importaciones.
Se intercambian más cantidades de
trabajo simple en la Periferia, en
valores de uso, que se reciben en cantidades de trabajo complejo en valores de
uso del Centro. Con el resultado del crecimiento del endeudamiento y caída del
valor de la divisa periférica.
Los excedentes de producción el
centro transfieren valores complejos de unidades de trabajo manufacturado.
Estas mercancías que suministra el
Centro pagan los medios de producción industrial y de subsistencia que permiten
los bajos salarios de los trabajadores del Centro y la contención estable de la
tasa general de ganancia.
Se mantienen así un intercambio desigual que acentúa la
diferencia negativa de desarrollo de la Periferia con el Centro. El Centro desarrollado
lleva a la periferia a una gradual y degradante industrialización monopolizada
en sectores de bienes de consumo de
lujo. Los países de la periferia están
unidos a una cadena económico-política que equivale al eslabón más débil de las
relaciones de producción Centro-Periferia por la desigualdad de la división
internacional del trabajo.
Los países periféricos dependientes
del sistema global muestran en su dependencia una relación económica y social
que proviene una dependencia monopolista a precios altos en las importaciones y
a precios bajos en las exportaciones de materias primas industriales y alimentos de subsistencia para las poblaciones de trabajadores urbanos centrales,
con salarios por debajo del nivel de vida y alta temporalidad en el empleo.
El conjunto Centro- Periferia
constituye un solo sistema que trata de realidades dependientes y un grado muy
bajo de autonomía política. Un orden jerárquico en la producción y en el consumo
según el ciclo rítmico de dependencia. La baja tasa de ganancia del centro se
mantiene estable por un intercambio no equivalente de valores de valores primarios
industriales con respecto a productos manufacturados complejos en tecnología.
El sistema central es la realidad
dominante. Y su relación de dominio es directa a la subordinación de los países
periféricos. El mantenimiento de una
tasa estable de ganancia en el Centro lleva a sísmicas desigualdades en las tasas de ganancias de
los países de la Periferia. Desigualdades en los precios de los valores importaciones-exportaciones. Los
intercambios desiguales de valor- trabajo,
centro-periferia, causan sísmicas de disimetrías en el desarrollo de la
industrialización de la periferia.
3
La burguesía y las capas sociales
privilegiadas ligadas al Centro constituyen una décima parte de la población
del sistema, acaparando la mitad de la riqueza mundial, lo que constituye una
tasa de sobretrabajo no pagado mayor del
100%,
La categoría "capas medias y
burguesía, agrupa a la burguesía en sentido estricto. La clase que posee y
controla los medios de producción y la
inversión financiera en valores de tráfico mercantil especulativo. La renta
atribuida a esta clase social comprende los beneficios de empresa no
distribuidos.
La burguesía dominante está colocada
en el centro del sistema. Su bloque de poder político e ideológico mantiene la hegemonía sobre
otras fracciones de clase del centro o dependientes. Su hegemonía distribuye el
poder en el centro del sistema y por delegación monopolista, la organización de
los préstamos financieros de los organismos internacionales que mantienen los
déficit de endeudamiento en la periferia.
El desarrollo desigual Centro- Periferia sostiene un subdesarrollo
permanente industrial y enclavado en la miseria de la población material y cultural.
La dependencia económica lleva a una sumisión alienante del simbolismo político
de campesinos y obreros urbanos. Dependencia y subordinación económica y
política que imponen los reguladores
económicos del centro capitalista a la periferia.
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