martes, 26 de octubre de 2010

Yanusari Kawabata: El Lago (2)

Un grupo familiar cerrado y coercitivo está articulado en la estructura económica y la estructura ideológica. La familia coercitiva sustenta un poder autoritario y la capacidad prescrita por la ley para ejercer la dominación de Uno sobre Otros. Los ingresos monetarios fluyen de la fuente única de dominio autoritario y se utilizan para falsificar y repetir una realidad de sumisión. Psíquicamente, una pátina de tristeza y uniformidad baña de sombras la familia coercitiva. Hay un comportamiento pasivo a los funcionamientos participativos de Uno a los Otros, que sirven para coordinar la regularidad jerárquica en la existencia sometida. Detrás de los símbolos autoritarios familiares y estatales, está la enajenación del Uno en la jerarquía y la angustia de precariedad económica y emocional de los Otros.
Yanusari Kawabata, en la novela el Lago, nos describe un grupo familiar japonés de dominio cerrado, que está conformado por las doncellas Sachiko y Tatsu, el anciano caballero Arita y Mikayo Mizuki. Tatsu es la madre de Sachiko. En el momento de la descripción de Kawabata, gravita sobre el grupo lo insólito de la pérdida de dinero por Mikayo Mizuki ante el seguimiento alucinado de Gimpei.
“Mikayo Mizuki nada más llegar a su casa llamó a su doncella Sachiko.
-Sachiko, Sachiko. Mi bolso…lo he perdido. Vete y búscalo, por favor, Deber haber sido enfrente de la farmacia. ¡Rápido! ¡Corre!.
-Sí. (…)
Mikayo subió la escalera, respirando pesadamente. La otra doncella Tatsu, la siguió.(…) A veces, Tatsu llamaba a Mikayo señora y a veces señorita, pero cuando el anciano caballero Arita iba a la casa Tatsu, siempre la llamaba señora.”
Kawabata establece una jerarquía de apariencia y obediencia en la denominación de señorita y señora para Mikayo, que indica cierta ambigüedad de Mikayo en su posición en la familia, según hubiera de estar o no presente el anciano caballero Arita. La actitud normalizada de obediencia confuciana fija las esferas de aislamiento y coparticipación familiar de Mikayo.
“-Pero, señorita, es muy extraño que dejase caer el bolso y lo perdiera mientras caminaba por la calle, ¿verdad? Sólo llevaba el bolso, ¿no es cierto? No tenía nada más que llevar. Tatsu miraba a Mikayo con sus pequeños ojos muy abiertos. Tenía los ojos redondos, y aunque no los tuviese muy abiertos, su redondez los hacía parecer pequeños y sorprendidos. Sachiko, que miraba igual que su madre, cuando abría sus grandes ojos resultaban muy hermosos; pero cuando Tatsu los abría eran saltones, con algo inquietante y secreto que hacía pensar en abismos ocultos. Eran de un castaño muy claro, que les daba cierta sensación de frialdad. Su rostro de piel clara era también pequeño y redondo. El cuello era grueso, sus pechos grandes, y su pesadez se incrementaba a medida que su cuerpo se acercaba a sus pequeños pies. Los diminutos pies de su hija eran exquisitos, pero Tatsu parecía correr detrás de su humanidad. Ambas mujeres, madre e hija, eran bajas. Su carnoso cogote le hacía difícil a Tatsu inclinar su cabeza hacia arriba para mirar a Mikayo, por lo que ésta tenía la sensación de mirar a través de ella.”
La descripción de Tatsu por Kawabata evoca la ironía japonesa. Los personajes se deforman a través de una mirada que agranda las asimetrías del cuerpo. Hay, en la descripción de Kawabata, el clasicismo irónico de los rollos del siglo XII del Kozanji de Kyoto. La expresividad deformadora en la que unos monjes del templo de Kozanji se divirtieron al pintar, con tinta y extremada ligereza de líneas, escenas burlescas donde las ranas juegan a monjas, los monos y los zorros se hacen peregrinos, las liebres llegan a ser bonzos y en las que los débiles triunfan sobre los malos. La cultura clasicista de Kawbata también fantasea describiendo lo feo ironizado: “Su carnoso cogote le hacía difícil a Tatsu inclinar su cabeza hacia arriba para mirar a Mikayo, por lo que ésta tenía la sensación de mirar a través de ella.” Los significados de lo bello, las líneas de su grafía, y la ironía establecen concomitancias de humoradas gráciles e irreverentes.
Kawabata se entretenía con el Kabuki, la forma popular de teatro japonés, donde la ironía de la intriga escénica y se unía a la sexualidad femenina interpretada por actores y marionetas. Se prohibió la aparición de mujeres en el escenario, debido a su naturaleza erótica y descreída con la moralidad oficial. En las doncellas de Mikayo, se relaciona una sutil relación de posición social y rasgos físicos. La fealdad revela la ironía desnuda de lo bello sin encubrimiento artificial. Lo natural puede ser anacrónico con respecto a lo bello artificial. En la belleza femenina se presentan instantes de estados de ansiedad, premonitorios del vacío de la decadencia física de la mujer contemplada como un objeto. Esta dialéctica de la duración de lo cualitativo bello y feo, que se deforman en el suceder de la temporalidad, se formaliza en el nihilismo budista de los objetos exteriores como apariencias.
La obra literaria de Yanusari Kawabata insiste en la inevitabilidad degradante de las formas exteriores en el tiempo. El pensamiento puro de la belleza transcurre en la serenidad del paisaje y en el sentimiento finalista de la vida, que adquiere la fugacidad del vuelo de los patos en la bruma del paisaje oriental.
“- Madre, he buscado por todo el camino, desde la puerta de la farmacia hasta la calle del tranvía, pero el bolso de la señorita no estaba – dijo Sachiko.
-No me extraña. Sube y díselo a ella. ¿Lo has denunciado a la policía?.
-Sachiko, Sachiko- llamó Mikayo desde lo alto de la escalera. No tienes que denunciar nada. No hay nada de importancia en el bolso.(…)
-¿Por qué no quieres que vaya Sachiko a la policía y lo denuncie?- insistió Tatsu.
-Eres demasiado insistente.
-Pero, ¿no crees que es una vergüenza haberlo perdido? ¿Cuánto dinero había dentro?
-No había dinero. (…)
Nos dice Kawabata: “Los doscientos mil yens eran la compensación a Mikayo por la pérdida de su juventud, que estaba gastando mientras daba su cuerpo a aquel viejo, medio muerto y con el cabello gris. La propia sangre de Mikayo circulaba con el dinero, pero si éste se perdía, también la sangre se habría perdido y no le quedaría nada. No podía creerlo. Cuando uno se gasta el dinero, recuerda haberlo gastado aun después de no tenerlo. Pero cuando se pierde el dinero que se ha ahorrado, el mero hecho de pensar en el ahorro constituye un recuerdo amargo. A pesar de eso, Mikayo no podía negar el hecho de que sintió una emoción momentánea cuando perdió el dinero, un estremecimiento de placer. En lugar de echar a correr porque estaba asustada a causa del hombre que la seguía, más bien quiso huir de la repentina sensación de placer.
Naturalmente, Mikayo sabía que no se le había caído el bolso. Esto era tan claro para ella como confuso para Gimpei si el bolso había sido usado para golpearlo o se lo habían tirado; la misma dificultad encontró Mikayo para recordar si había golpeado al hombre o le había tirado el bolso. Pero, desde luego, había reaccionado con violencia. Había sentido de repente su mano entumecida, y esa sensación se había extendido a su brazo y después a su pecho, hasta que todo su cuerpo estuvo temblando en un doloroso éxtasis. Fue como el rescoldo de un vago sentimiento, que hubiera estado sofocado en su interior mientras el hombre la seguía, hubiera de repente ardido en llamas; como si su juventud, perdida en la sombra de Arita, hubiera vuelto repentinamente a la vida y hubiera tomado su desquite. Si eso era verdad, Mikayo, en ese preciso momento, recibió su compensación por toda la vergüenza que había soportado tantos días y meses mientras acumulaba los doscientos mil yens. Y entonces el dinero no se habría perdido en vano. “
En esta descripción de la situación de Mikayo en la familia coercitiva, Kawabata analiza la relación el dinero de Arita en la compra de la juventud de Mikayo.” Si su juventud, perdida en la sombra de Arita, hubiera vuelto repentinamente a la vida y hubiera tomado su desquite.”
Kawabata explica la relación social del dinero:” Mikayo por la pérdida de su juventud, que estaba gastando mientras daba su cuerpo a aquel viejo, medio muerto y con el cabello gris. La propia sangre de Mikayo circulaba con el dinero, pero si éste se perdía, también la sangre se habría perdido y no le quedaría nada.” Uno de los hallazgos científicos fundamentales de la economía científica es establecer la relación del dinero en la sociedad como una relación social de clase. El dinero invierte y fetichiza las relaciones humanas de poseedores y desposeídos en relaciones de cosas.”La propia sangre de Mikayo circulaba con el dinero”. Extraordinaria declaración de Kawbata de la transformación de las personas en dinero, que circula intercambiando cantidades de cosas, valoradas en precios monetarios, Dinero y existencia que se unen en la capacidad de comprar un nivel de subsistencia histórico vendiendo cantidades de trabajo.
“Mikayo, en ese preciso momento, recibió su compensación por toda la vergüenza que había soportado tantos días y meses mientras acumulaba los doscientos mil yens. Y entonces el dinero no se habría perdido en vano.”

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