jueves, 11 de noviembre de 2010

Yasunari Kawabata: El Lago (3)

1
“Mikayo se había vuelto indolente y tímida, porque había perdido toda esperanza. (…) Como si una cortina de oscuridad hubiera caído sobre ella. Había perdido el orgullo de sus miradas. Siempre que era seguida por un hombre, su orgullo renacía otra vez, pero Mikayo sabía que su belleza no era la única razón por la que los hombres la seguían. Como Arita dijo debía de haber algún espíritu maligno en su interior luchando por salir."
Kawabata nos entrega la psicología angustiada de Mikayo, diciendo que se había vuelto indolente y tímida por perder la esperanza. Su belleza es la expresión indolente y tímida de la pérdida de la esperanza.
-De todas formas estás jugando con fuego-dijo el viejo-. Ser seguida por los hombres, con tanta frecuencia, es cortejar al demonio.
-Si, puede ser –contestó Mikayo burlona- Quizá hay una raza de demonios viviendo entre los hombres, pero bastante diferente de ellos, y quizá tienen un mundo aparte en sus mismo mundo.
-¿Estás hablando por experiencia personal? Me asustas. Podrías sufrir algún daño. No morirás de muerte natural.”
En las épocas sociales de intensa desigualdad y violencia, las calamidades que sufren los hombres se asocian a la presencia maligna de lo terrible del destino. En la cultura judeocristiana el demonio se vincula a todos los aspectos negativos de una salvación personal negada por Dios. En la cultura de Asia Oriental, el diablo es un espíritu sobrenatural que llega a la vida de los hombres para acercarlos a la probabilidad de la incertidumbre ciega de la violencia, como dice el viejo Arita. Él advierte a Mikayo del peligro de acercase al demonio. Éste es la fuerza negativa del desequilibrio de naturaleza y la razón. La violencia económica y política se vincula a la fatalidad de lo demoniaco. Las masas sociales están prendidas a ciclos temporales impredecibles. A pesar de ello obsesivamente repetitivos como si fueran planificados por la voluntad de lo maligno. En el ciclo vital de Kawabata se dan las masas sociales de vivientes anónimos, aunadas al destino de las dinastías imperiales y al expansionismo militar, que se apoya en la escasez de recursos naturales y una población incesantemente creciente. En su novelística, los individuos seniles representan la obsesión de permanecer dentro de una sociedad que se renueva generacionalmente en períodos de tiempo breves. Es la sociedad de lo bello y lo senil en su novela “La Casa de las bellas durmientes”. La narración de la mirada contemplativa y desengañada de un anciano sobre el cuerpo joven drogado. Lo bello del instante contemplativo y pagado. Kawabata muestra el temor de Arita por los perseguidores de la belleza de Mikayo. Arita se compromete a resarcir, cien mil yens de los perdidos por Mikayo, para mantener la ternura paciente de ella. Su debilidad senil le hace temer la agresividad de los extraños. Para él, lo bello femenino atrae la agresión del demonio. Arita pertenece al grupo social que puede alargar su decadencia. Sin embargo, el demonio para Mikayo es su juventud perdida en perpetuar las emociones adormecentes de la vejez de Arita. Los juegos de ambos para encontrar a desconocidos declaran los estímulos pasivos de Arita y los impulsos de amor sublimados por Mikayo. Ella quiere escapar ilusoriamente de una situación real que sólo le procura el mimetismo amoroso de una querida, pero nunca el alborozo de una esposa. Arita es su protector; jamás la felicidad durable.
La familia coercitiva se establece entre Mikayo y Arita en ausencia de actos convivenciales emocionales electivos. Como si la experiencia vital amorosa para ella fuera de repetidos acatamientos, Mikayo necesita que la sigan para sentir la seducción del que elige. La negación de Mikayo del dinero de Arita, perdido ante un extraño que la sigue, le abre la esperanza de dejar imaginariamente la protección de Arita. Mikayo está dentro de los seres que se refugian en la libertad de Otro, aunque se asomen a la rebeldía. Para Arita, la seguridad, que se afirma en presencia del infortunio de Mikayo, es un alejamiento del diablo por parte de ella. Él desea la conservación de las emociones con Mikayo a pesar de provenir de la entrega de dinero. La rebeldía de Mikayo idealiza la perduración de su atractivo de mujer. El conservadurismo de Arita su pertenencia a la senilidad. Así él consigue la gratificación del afecto simulado de Mikayo. Dispone del afecto de Mikayo envuelto en las condiciones del dominio económico. La voluntad de actuar sobre la persona amada: un objeto de lujo que contiene su ilusión de vivir. La voluntad de tener se impone en la conversión de la persona en una cosa de dominio.
Escribe Kawabata: “Pensó en las palabras de Arita y en la contradicción de viejo misógino viviendo a su lado, confiado totalmente a una mujer. Sus pensamientos la llevaron hacia su propio desprecio. Sin que se lo dijera, sabía lo mucho que él despreciaba a las mujeres. Su esposa se había suicidado en un ataque de celos cuando él tenía unos treinta años. (…) Pero cuando pensó en la diferencia de sus edades, encontró ridículo que pudiera amar u odiar a las mujeres.”
A pesar de la seguridad de la diferencia de edad, lo real de la dependencia de Mikayo está en su indefensión. El dinero compra su inautenticidad. Los atavismos transmisores de la sociedad de grupos jerárquicos, de propietario y no propietarios, es la continuidad del poder de una generación sobre otra. La herencia patrimonial y el poder legal de transmitirla para perpetua la correlación de poseedores y desposeídos. La ritualidad de la sumisión en la continuidad del tener y carecer. Las castas brahmánicas están en la reencarnación de la culpa por los actos no recompensados. La transmisión de hereditaria de la casta por los actos impuros y pretéritos. La reencarnación perpetua es una división del trabajo social en la casta brahmánica.
2
Mikayo recodó al amigo de su hermano y a su novia con envidia. Había oído a Keisuke que Mizuno tenía una novia llamada Machie y no había visto nunca una belleza tan inocente.
Kawabata asocia belleza e inocencia. La armonía y la perfección de lo bello en la ausencia de culpa. Lo bello como perfección humana y la culpa como reacción de fuerzas sociales que se desencadenan contra la inocencia.
Miyako intenta comprender la asociación de belleza e inocencia en Machie para entender su situación afectiva tan desafortunada. Para esto, la invita a un restaurante chino en Ueno;” así podrían ver por la noche los cerezos en flor en el parque Ueno”.
Kawabata expresa el contenido espiritual de la belleza y la inocencia narrando el encuentro de Mikayo y Machie en la simbología del lenguaje de la naturaleza y la condición humana.
“El parque estaba atestado de gente, los cerezos aparecían fatigados, y las ramas no habían florecido totalmente. Incluso así, el color de las flores se recortaba profundamente bajo la luz eléctrica. Tal vez porque era callada o por simple diferencia a Mikayo, Machie no habló mucho. Dijo que por la mañana, al despertarse, los cerezos en flor de su jardín eran una bella visión, con sus pétalos desparramados sobre las matas de azaleas que estaban debajo. También dijo que había visto ponerse el sol, en su camino hacia la casa de Keisuke, flotando como la yema de un huevo, entre los cerezos que se alineaban a lo largo del paseo.”
Para Kawabata la naturaleza expresa la inocencia y la belleza. Machie es la inocencia en la naturaleza. Kawabata enseña la condición espiritual de Machie, en la mística del lenguaje de lo bello natural y también en la tristeza de Mikayo mientras ambas caminan en la oscuridad.

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