viernes, 21 de enero de 2011

Picasso: La mujer que llora.1937 (2)

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La materialidad del símbolo plástico es la necesidad de tener historia. La Venus de Willendorf data de los años 30.000-25.000 a.C. y es la primera escultura que se conoce en la cronología del parentesco humano. La figura, labrada en piedra caliza, mide 11,5 cm de altura, y representa la intuición artística en la capacidad de reproducción biológica. Esta escultura es la fecundidad de la mujer y la perpetuidad de la tierra. Un rito invocador del vínculo de la comunidad trascendente. El ritual de la mujer y la tierra adquieren la convulsión de la ruptura de un mundo en extremo confuso y mágico. La horda paleolítica halla la conexión de su cuerpo colectivo incesantemente renovado. El hallazgo sensual y espiritual, la mano y la evocación sobrenatural, que expresan lo genésico del mito. La Venus de Willendorf está tallada en planos y volúmenes corporales instintivos, pero unificativos de la doble vertiente de la intuición artística y el balbuceo ritual de la historia. La historia de la semilla que germina en el hueco de arcilla y en la falocracia orgánica del rito. Extrema necesidad del grupo que trabaja colectivamente la tierra germinal y la materia de la herramienta. La piedra pulida con la que se trabaja la tierra antes de que llegue la simiente.
Cuando Picasso pinta La mujer que llora.1937 rememora la ritualidad mítica de La Venus de Willendorf. Si la materialidad del símbolo plástico es la necesidad de tener historia, La Mujer que llora. 1937 es la historia del totalitarismo del siglo XX. El orden del Estado Totalitario es la fecundidad ideológica del instinto de muerte genocida.
La organización tecnológica de la guerra para exterminar la naturaleza y la humanidad que sobrevive sobre ella. Así la Ideología se convierte en un poder material. Se exterioriza para hacerse barbarie. Una fuerza material aniquiladora de la reproducción cotidiana del hombre. La Ideología se convierte en fuerza que sustantiva la estructura patológica de los grupos sociales afectados por la improductividad económica y la cultura asociativa. Como si la estructura económica diera en ósmosis con la estructura exterminativa totalitaria. Las minorías paranoicas atraviesan el dolor desorganizado del ser humano con el metalenguaje de propaganda y el odio racial. La sociabilidad cambia en la ideología material del orden manipulado en actos de terror totalitario. Se podría comparar La Venus de Willendorf a la mística de la permanencia del ciclo de fertilidad comunal del parentesco, y al llanto desconsolado de la Mujer que llora.1937.
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Si la materialidad del símbolo plástico es la necesidad de tener historia, esta materialidad del símbolo implica el ciclo histórico en el que las minorías del odio devastan la tierra y la sociedad a través de la militarización de las masas sociales para la aniquilación del contrario. En el año de 1937, cuando Picasso pinta La Mujer que llora.1937, los partidos políticos totalitarios ya inician el orden del lenguaje propagandístico y la estrategia de la producción de la economía de guerra. El ciudadano queda esclavizado al Estado Totalitario. Entonces la política totalitaria concibe el Estado como un Valor del Espíritu racial absoluto. El hombre es un medio para el Estado. El totalitarismo anula las categorías mentales del Estado de Derecho. El Estado totalitario ejerce un control total de la población y de todas las instituciones mediante la propaganda y la policía. Como procedimiento de legitimidad adopta los conceptos del poder carismático: liderazgo único, centralizado y absoluto, ritualismo, mesianismo y utopismo racistas. El totalitarismo es un acoplamiento de máquinas ideológicas, máquinas, militares y máquinas organizativas de acción económica, cuyas intensidades van desde el cero del delirio paranoico a un máximo de la función de genocidio final. El totalitarismo se inicia por grupos de acción militar, simétrica y duplicativa de los centros de poder del régimen de Estado. El totalitarismo se engancha a otras máquinas alternativas desde el concepto de eliminación física de masas humanas, y de la conversión del hombre en una cosa capaz de producir mercancías alimentarias y militares, en acortamientos de supervivencia de las masas explotadas de trabajo forzado. La producción militar de los trabajadores esclavos va de la intensidad cero del hambre y la falta de sueño y descanso con intensidad infinita de genocidio. Las Máquinas totalitarias se cargan de represión física que anula la capacidad de racionalizar el crimen industrializado. La muerte de millones de hombres, militares y civiles, está dictada por jerarquías de líderes, que se activan maquinalmente en el espacio vital y mental de raza de los señores y la raza de los esclavos.
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La Mujer que llora.1937 es uno de los símbolos más intenso del sufrimiento totalitario. Picasso ya había recibido la evidencia de esta transformación de la ideología en poder material durante Guerra Civil española, el ascenso y consolidación del fascismo italiano y del nazismo. Pintó el cuadro la Mujer que llora.1937 ante las inseguridades policiales y militares de las relaciones internacionales, incrustadas en valores primitivos de poblaciones esclavas y expansión territorial para la explotación de las materias primas industriales y alimentarias extranjeras. Picasso llevará el formalismo cubista al modelo.La mujer que llora.1937 es un procedimiento artístico de explicar las razones y las emociones de la historia totalitaria. El totalitarismo aleja la representación naturalista del sufrimiento. Es un dolor abstracto en su barbarie. El dolor abstracto se ve y siente desde múltiples perspectivas. El cubismo da entrada a la abstracción del dolor. Todas las formas de la naturaleza parten de la esfera, el cono y el cilindro. La naturaleza del dolo colectivo se representa en construcciones geométricas.
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La mujer que llora.1937, lleva un sombrerito con forma de barco de papel, de colores rojos, azules y amarillos. En el mástil del barco de papel hay una rosa de siete pétalos azules. Bajo el sombrerito, sale crespo un flequillo de cabellos rojos y amarillos. La cabellera larga y abundante cae y reposa en el hombro y pecho derechos. La cabellera es de gruesos hilos de madejas de lanas, azules, amarillos y negros. Las cejas se desplazan asimétricas, erguidas y encrespadas, casi en el final de la frente. Los ojos ovoides, manchados de un indefinido color de dolor. La ceja de ojo derecho está clavada en la superficie superior del párpado. La ceja del ojo izquierdo semicircunda la ovoide del ojo. Los ojos están fuera de las cavidades. La cavidad derecha es proa de barquichuelo y la izquierda también un barquichuelo anegado. De los lagrimales, escapan los lados de un triángulo que unen en el vértice de la nariz de la mujer. De los lados del triángulo caen lágrimas que resbalan sobre las mejillas. Ellas dejan rastros curvos y azules como si fueran trazas de lluvia en la piel. La boca expresa la tensión de la desesperación sin burladero. Sus dientes fieros muerden un pañuelo deshilachado. Las hilachas azules del pañuelo, la mujer las aprieta con la mano izquierda de dedos engarfiados. El dedo pulgar de esta mano sale por debajo de la barbilla como el madero del grito reprimido, que empuja afuera el viento del dolor. Es el viento caliente a dentelladas, contenido por el pañuelo y la mano fuerte de la Mujer que llora.1937. Sin duda, el grito de una mujer que testimonia el terror totalitario. También el rigor del luto es su vestido negro ante el fondo claro de los barrotes de una ventana carcelaria. La Mujer que llora.1937, simboliza la historia del totalitarismo.

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