jueves, 5 de enero de 2012

Economía del dolor en el siglo XV y XVI en Grünewald(2).

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Las masas de población adquieren una doble práctica de concreción real y simbólica en las contradicciones de vida real y vida imaginaria. Las prácticas reales sirven para satisfacer sus necesidades inmediatas de supervivencia y las prácticas simbólicas para determinan su alienación de la realidad. La vida real y la simbólica se unen en la enajenación del hombre al realizar su práctica material a la vez que manifiesta inconscientemente la práctica simbólica. La contradicción, entre estas dos prácticas, sintetiza las condiciones progresivas de la producción del excedente económico de la producción social y las condiciones regresivas a situaciones históricas de desocupación de recursos y la autodestrucción potencial de la sociedad.
El hombre está atrapado en sus necesidades y en la necesaria satisfacción de las mismas. Se necesita producir para consumir. El dinero no come sin producir. En la economía de subsistencia, la enajenación de la realidad implica su representación simbólica para negar la negatividad de la necesidad. La representación enajenante simboliza manifestaciones de muerte por sumisión y sadismo. Los juegos sociales alienantes esperan la mitología de los dioses de la escasez y de la guerra. La alienación de realidad y símbolo están dentro de silencios represivos violentos y de los conjuntos de signos que duplican la vida social real por la imaginaría. Los signos hablan e imitan la vida con la duplicidad. El conjunto de signos enajenantes sueldan la esencia idealizada a los hechos reales. Se niega la negatividad de la necesidad mediante las variaciones combinatorias del hombre enajenado y la naturaleza degradada.
Se produce materialmente para negar lo negativo y extintivo de la necesidad natural y para dar continuidad a la memoria de los procesos de trabajo y a su práctica fuera de la presencia anexionada del tiempo real improductivo. Las masas sociales se vuelven improductivas por las organizaciones de producción paranoicas, de posesión monetaria por minorías de dominio, de propiedad y explotación.
Por no haber un futuro otorgado en el porvenir de la historia, se necesita hacer de la historia las condiciones materiales de su producción. La memoria “de hacer”, por el proceso de trabajo, evoluciona a formas superiores de producción y previsión de límites colectivos no regresivos ni extintivos.
Delante de la temporalidad de periferias extintivas, se deben dar las variaciones productivas de producción y reproducción material. Los avances y regresiones de los sistemas económicos se sintetizan en las contradicciones internas y externas a la totalidad orgánicas de las instancias del sistema. Las regresiones del sistema económico expresan la decadencia de la reproducción material de la comunidad humana. La sociedad regresa a la negatividad de la necesidad sin respuesta de producción. No se relaciona Naturaleza y Producción. La capacidad humana “de hacer y aprender y memorizar”, se detiene en correspondencias de la precariedad, que se inscribe en la no reproducción de las relaciones materiales y sociales.
La sociedad sólo se puede comprender racionalmente por la necesidad, en la que ella se encuentra, de producir y reproducir sus condiciones materiales y mentales existenciales en un ámbito histórico dado. Estas condiciones racionales exigen limitaciones excluyentes a la orgía sádica del uso del excedente de riqueza por minorías que poseen la propiedad privada sobre las cosas y el trabajo. Las ideologías perversas económicas responden irracionalmente a la producción y el consumo socializados. Se practica entonces la economía de subsistencia para la mayoría social, excluyéndola del mundo real de la producción y recluyéndola en el trasmundo de la violencia económica y el idealismo fanatizado. Entonces se define al hombre como un sujeto irreal, sitiado por la absoluta desnudez de la necesidad, y la entrega de su trabajo al azar de la esclavitud, del paro o de la venta salarial, en relaciones de poseedores de riqueza y desposeídos anónimos. Amos y siervos.
2 Matthias Grünewald
El arte plástico de Grünewald expresa la intencionalidad intelectiva y emocional del dolor del hombre, propuesta de revelación de la verdad de la redención humana, fuera de la enajenación de las filosofías especulativas renacentistas. La vuelta al evangelismo de los Pobres era que la comunidad de la fe significaba la participación de la esperanza en las masas de desheredados. La negación de las formas de explotación económica y emocional de los campesinos y los gremios menores de artesanos de las ciudades. Su expresión artística es la presencia constante del dolor del pobre frente a la adversidad de la práctica económica y política de los poseedores. La esencia perdida de la humanidad estaba en la vuelta a la autocreación del hombre fuera del dominio de los explotadores del trabajo de siervos y trabajadores menesterosos. Grünewald, (1470-1528), pinta el dolor social del oscuro y lóbrego tiempo histórico de desagregación de la formas de dominio medieval, por el dominio renacentista de mercaderes patricios y gremios mayores. Era el encubrimiento del dolor deshumanizado con los rituales alienantes de las prácticas de violencia económica y religiosa. Sus formas artísticas dramatizan las escenas religiosas de la supervivencia del hombre por la exposición de la crueldad del poder organizado y jerarquizado políticamente. Las formas de su arte revelan intencionalmente la crueldad ciega por el tratamiento técnico y psicológico del color y la luz. Grünewald era un actor de la historia oculto y pasional. Por la intensidad lumínica y la ruptura de la línea del dibujo, proporcionó a la narración pictórica la expresividad dramática de los pasajes evangélicos. Grünewald se apartó de la filosofía naturalista renacentista para retrotraerse en el gótico tardío de la baja Edad Media apasionadamente, a la reforma luterana y al entusiasmo revolucionario que provocaron el estallido de la guerra de los campesinos de Thomas Müntzer. La persecución de las revoluciones campesinas le obligó a refugiarse en Frankfurt y después en Halle donde falleció en 1528.
3 Thomas Müntzer
Las predicaciones revolucionarias de Thomas Müntzer le llevaron a liderar la Guerra de los Campesinos alemanes colectivistas contribuyendo a desencadenar la Guerra de los Campesinos, que se extendió desde el suroeste de Alemania hasta Salzburgo, Turingia y Sajonia.
Se separó de la ortodoxia luterana por su unión a la doctrina mística del iluminado Nicolas Storch: su doctrina de la palabra interior, que el hombre recibe, por una revelación continua de Dios, que le habla en su interior. Al igual que al nexo de la teoría política revolucionaria, que instaba a los creyentes a construir inmediatamente el reino de Justicia en la Tierra. Thomas Müntzer era un revolucionario que unía la teoría a la praxis revolucionaria. Devolvía al hombre la esencia perdida del nihilismo evangélico contra la riqueza.
En la pintura de Grünewald, está incesantemente presente la propuesta de acabar con el servilismo de los campesinos, mostrándoles la necesidad de la palabra interior reveladora de su situación real en el orden social de dominio. La palabra interior que debería apartarlos del sometimiento a la ignorancia intencionada y la necesaria revolución social para instaurar inmediatamente el reino de la Justicia en la tierra. La práctica para suprimir la enajenación religiosa de los campesinos y la eliminación legal de la propiedad privada de la tierra. La doble revolución de los campesinos contra el Estado aristocrático medieval a través de la forma artística y la movilización militar del campesinado.

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