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Una
crisis económica es un estancamiento de la producción y el consumo con el
correlato del crecimiento del paro y del ingreso regresivo de las rentas salariales,
las ganancias industriales y financieras. La crisis económica obliga a la
revisión de las relaciones de la estructura económica y las estructuras
ideológicas. Un hecho económico es necesariamente un hecho social. Durante esta
crisis de estancamiento, las masas sociales deben superar necesariamente la
contradicción de lo estrictamente económico y las condiciones restrictivas de
las estructuras no económicas. La protesta social discurre desde lo inmediato
del dato económico, empleo y crecimiento, a la conexión de las decisiones
políticas que inciden desde la inversión empresarial a la inversión del gasto
público. La estructura coercitiva de la legalidad presiona sobre los derechos a
la seguridad económica de los ciudadanos. A diferencia de las crisis económicas
anteriores, los ciudadanos actuales tienen la lucidez la pérdida de su
seguridad económica por una política estatal de control del déficit público, ingresos impositivos menores que gastos, y la
desinversión privada en salarios. Hay un hallazgo del saber claramente
percibido en los ciudadanos por la distribución desigual de los ingresos
monetarios del Producto Nacional neto entre las élites y las masas de
asalariados. Los excedentes económicos netos de la producción nacional se
distribuyen desde la propiedad privada de las unidades empresariales. La
atribución de los gastos públicos a las necesidades de la colectiva se enfrenta
a una concepción financiera de los ingresos especulativos y gastos de lujo de
las minorías de élite, que provienen de las ganancias especulativas del capital
financiero internacional. Un aspecto evidente de esta indignación social es el
reparto de la riqueza social como absorción improductiva de la renta nacional neta
por la corrupción de los agentes
políticos y económicos tanto de gestores
de sociedades mercantiles como de hacedores de ideología política. Se percibe
en la indignación social un concepto emocional que exige una distribución diferente
de salarios y ganancias basada en un ética de las necesidades individuales y
colectivas desde la igualdad de la felicidad. Las satisfacciones de carácter
ilusorio se van sustituyendo por los deseos inquisitivos de distribución
equitativa de la riqueza nacional producida. El estancamiento económico se
mueve socialmente alrededor del conflicto político de una distribución baja del
excedente económico a los asalariados, que no cubre las necesidades sociales básicas
de su reproducción individual y familiar. Los gastos del sector público crecen apoyando el pago de intereses de los índices especulativos
del sector financiero. El capital bancario no es hoy un capital que financie la
industrialización, sino la acumulación de capital estrictamente a corto plazo y
especulativo a través del endeudamiento en espiral de los aumentos de ingresos originados en la contracción del
gasto privado y público. La tasa de inversión del capital bancario que se habría de invertir en la producción de
bienes industriales y agrarios es
decreciente. La burbuja inmobiliaria versus burbuja financiera se alimentó en
la especulación de precios inflacionarios y alto endeudamiento de las rentas bajas y medias. Se
invertía en los sectores de producción que abarcan el crecimiento inmobiliario,
el crédito especulativo y un empleo de trabajadores dependientes de la
actividad especulativa de la construcción inmobiliaria. La inflación de los
precios inmobiliarios introducía la deflación de la morosidad crediticia. Los precios
inmobiliarios y los intereses hipotecarios dañaban la solvencia financiera del
sector económico exterior, de las empresas y de las unidades económicas. Los efectos del desempleo a largo plazo, la
quiebra de las unidades empresariales. Los recortes del gasto estatal, necesario
a la población, el endeudamiento crónico del sistema, la morosidad creciente y
general, el aumento del paro a niveles insostenibles el aniquilamiento de la
actividad de la pequeña empresa, sin capital propio, han sido algunos de los
resultados finales de estas actividades especulativas, próximas a la quiebra del sistema social en su conjunto,
y a situaciones de pobreza regresiva de masas sociales dependientes del gasto
del Estado y de los salarios.
Por
no haber una acumulación de capital de capital en las unidades empresariales,
la financiación de crédito ajeno se liga a la inflación de precios. De manera
que la financiación ajena absorbe las
ganancias empresariales en épocas de precios de mercado especulativos o bien se
apoya en la reducción de salarios en la depresión económica. Reducción de salarios
para pagar deudas. Contrapunto a la insolvencia total empresarial y la desinversión
con aumento del desempleo. Hay ahora desocupación de la capacidad de producción
industrial tanto de instalaciones como de trabajadores. El proceso de trabajo
se ralentiza. Esta subproducción de la capacidad industrial no utilizada es presiona
hacia abajo las ganancias empresariales, disminuyendo el fondo de salarios y el
fondo de inversión de capital empresarial. Los equipos y plantas industriales
desocupados se vuelven obsoletos tecnológicamente al cabo de un período medio
de desuso al igual que los trabajadores, que envejecen desprendidos de las
oportunidades escasas de empleo, por el decrecimiento
de su demanda en cualquier sector comercial o industrial. Público o privado.
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La dicotomía de las parejas aleatorias de la
crisis social entre salarios y ganancias empresariales, tasas crecientes de impuestos y gastos estatales decrecientes, acarrea
contradicciones extremas de insolvencia de medios financieros tanto al Estado como
a las unidades de producción y a las unidades de consumo. Las deudas generalizadas
del sistema social absorben los salarios, las ganancias y los gastos del Estado.
Cesa con la contención del déficit público la sociedad del bienestar y la
demanda de empleo público. A menores gatos públicos mayores cantidades
trabajadores desempleados en el sector público.
El sector público es multiplicador de
servicios sociales y aumentos de empleo. La productividad del sector público se
mide por la agregación de los impuestos a la política de bienestar. El déficit estatal,
con ingresos provoca la inactividad de
los sectores dependientes del gasto público. Los sectores desfasados en su
actividad productiva introducen el estancamiento y la indigencia de los sectores
sociales de bajos e inseguros ingresos
salariales y las cuantiosas pérdidas por la depreciación de los precios de
venta de las inversiones de ahorro inmobiliario
de las clases medias.
La
disminución agresiva del déficit del sector público presiona contra los gastos
estatales y el empleo estatal. La mayoría de las clases medias desestabilizadas
ya no se sumergen en el empleo público
por carencia de oferta estatal.
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El
crecimiento del desempleo y sus efectos en el consumo de asalariados multiplica
la desaceleración del consumo de las unidades domésticas y del consumo
productivo empresarial. Los decrecimientos de las rentas salariales estimulan el
retardo temporal de las inversiones de
capital en el sector de bienes de producción y del sector de bienes de consumo doméstico. Al haber desequilibrios en ambos
sectores se vuelven regresivos en los intercambios de bienes de capital de
producción y bienes de consumo de asalariados. Esta combinación hace crecer la
inutilización de la capacidad industrial y la ocupación de trabajadores. El sistema
económico se reproduce en límites de reproducción constante o decreciente, en los sectores de bienes de producción y
bienes de consumo en tanto crecen las disponibilidades financieras sin
aplicación efectiva en el crecimiento económico. Se manifiestan intensamente
las contradicciones sociales de alto desempleo
y baja circulación del crédito financiero en las unidades empresariales de
bienes de consumo y bienes de capital.
La falta de oportunidades de inversiones
rentables hace decrecer la inversión capitalista en bienes de producción
primero y luego en el sector de bienes de consumo. El sistema social de reproducción social se
detiene. Se detesta la invariabilidad crónica de un sistema económico que conlleva sus
límites de ruptura. Las variables estructurales del sistema se desajustan entre
las posibilidades de crecimiento de la acumulación de capital y las estructuras
ideológicas. Hay manipulación ideológica cubrir las consecuencias de la
carencia de rentas del trabajo. La ideología encubre que las leyes económicas e
ideológicas del sistema social no ajustan las diferencias de las normas intencionales
de dominio y las invariables reales del
sistema en los límites de ruptura de su reproducción.
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Los acontecimientos históricos desfavorables logran que las
minorías de dominio pierdan su fuerza de persuasión en los dominados. Se
desgastan los mitos religiosos, económicos y políticos. El sistema social de
dominio en que se apoya el poder de decidir declina por su falta de persuasión
y certeza. El desgaste de la persuasión abre la posibilidad de que la sociedad se
canse de una ideología política que sólo posibilita privaciones, y que ya no se
juzgan ni necesarias ni inevitables. El efecto histórico de las generaciones
pasadas y actuales incita al cambio y el
declive de las resignaciones fetichistas y deseos de aventuras ideológicas
sado- masoquistas.
La generación
actual desata los desequilibrios de organización de las instituciones de poder,
poniendo en evidencia la carencia de reproducción de la sociedad sobre las
viejas persuasiones y las nuevas circunstancias de rebelión e indignación por los
conceptos de propiedad jurídica de la riqueza material producida y la
información persuasiva de lobbies
empresariales y estatales, informadores y desinformadores de la realidad social
opresiva.
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En la contradicción del deseo y la realidad se dan los
desequilibrios de los elementos viejos irracionales y los sujetos masas generacionales
de una nueva racionalidad económica, jurídica y política.
La decadencia de
una sociedad se da en la permanencia decreciente de la no renovación de las
unidades de producción y las unidades de consumo a un nuevo nivel de
comprensión racional de objetividad renovadora del individuo y la sociedad. Si
se mantiene la continuidad de un sistema social ineficiente, en sus
instituciones políticas y económicas, es porque se recurre exclusivamente a la
instrumentalización de la violencia de
dominio estatal y al lenguaje viciado de
la ignorancia y la manipulación. Para darle discontinuidad a un sistema social
es necesario que se produzcan rupturas en el uso y propiedad de los recursos
materiales, técnicos y humanos. Las nuevas instituciones del deseo de la
sociedad deben superar los límites de la invariabilidad en la que está el viejo
sistema de reproducción ineficiente de la sociedad. Las generaciones nuevas, aparte
de lo inevitable biológico, provienen
del ciclo de renovación de la tecnología, de la teoría económico científica, que
posibilitan su crecimiento y renovación. Los hombres son las condiciones
objetivas de su reproducción social. Lo extraordinario del cambio social es que
desde lo viejo común y visible se llega al descubrimiento de lo nuevo oculto generacional por la ideología
anterior. Lo nuevo se manifiesta en la fuerza actual y necesaria de la Razón en
la historia.
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Lo nuevo
no es el azar, sino lo que está dado en los límites de ruptura del sistema
social que se afirma en la persuasión de la decadencia. Los elementos nuevos
están dados en lo teórico y práctico de una sociedad que se reproduce con un conjunto de
relaciones sociales necesarias a un nuevo nivel de la verdad productividad de
la conciencia y de la tecnología. Lo inactual persuasivo del dominio se
manifiesta en el presente y en la indignación de las masas sociales que lo
niegan. Pero este actual histórico no viene dado, sino que hay ganarlo a través
de una nueva concepción práctica y teórica del mundo. La concepción del mundo actual
es la conciencia del individuo actual. Lo general de la persona está en lo general de la sociedad. El
funcionamiento de la rueda del carro mítico de la historia se da a la vez en el
conocimiento y en la experiencia de la producción del hombre. Lo nuevo está
dado en lo cierto ineficiente social de dominio y en su eliminación a través de la práctica del
cambio social
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