sábado, 5 de junio de 2010

Kafka: En la Colonia Penitenciaria ( 1).

Hay correlación necesaria entre realidad y ficción en la obra literaria de Franz Kafka. La novela corta de Franz Kafka,” la colonia Penitenciaria,” está escrita por los efectos de las relaciones sociales autodestructivas del poder jerárquico de dominio. La Primera Guerra Mundial basaba sus presupuestos de actuación en la reestructuración de un orden conservador durable en el dominio de una minoría oligárquica sobre las masas de población sometidas. Pretendía la resolución conservadora, en las contradicciones de poder, que introducían desigualdades y desequilibrios en las fuerzas que actuaban en los escenarios internacionales. Se prefería un orden belicista antes de someterse a una degradación en la organización de los Estados por categorías económicas y militares. La negatividad a un orden internacional desigual conllevaba a intolerancias y crueldades de medios y fines, con intenciones totalizadoras y devastadoras por un orden que exigía una nueva correspondencia de fuerzas actuantes en el escenario de la historia.
En la colonia penitenciaria, Franz Kafka revela las relaciones de dominio y sometimiento desde una situación particular a una general. Se dan en un lugar del plano de la historia excepcional y expresivo de la culpa y el castigo en actos de dominio. Las situaciones de violencia represiva provocan dos tipos de colonias penitenciarias. Las colonias penitenciarias interiores a la conciencia del individuo y las colonias penitenciaria exteriores. Las colonias penitenciarias interiores o psíquicas se conforman a través de traumas mentales, familiares y sociales autoritarios, interiorizados en culpas degradantes y expiaciones con síntomas sustitutivos. Las colonias penitenciarias exteriores concretan las decisiones políticas de los centros de poder y las represiones de una clase social dominante jerarquizada, y las expresiones de su poder absoluto.
Las colonias penitenciarias exteriores se instauran para mantener fuera de las luchas de clases a los revolucionarios, que buscan un orden social diferente. Se les deporta para cumplir el castigo y su anulación definitiva ante cualquier negación de las instituciones de dominio de la clase dirigente. Un rasgo básico expiativo, de las colonias exteriores, es la deportación de los condenados a regiones de los países colonizados por el Imperialismo del siglo XX.
La intencionalidad declarada, “En la colonia penitenciara”, es la de manifestar la correspondencia de culpa y expiación fuera de cualquier procedimiento legal y lógico. La anulación de los contenidos morales y la finalidad natural de conducir los actos humanos con el objetivo de la supervivencia más allá del orden político-metafísico, y las carencias naturales a las necesidades. La intención de que la conciencia del individuo se acople al mandato autoritario, la obediencia ciega, la crueldad fanatizada, la anulación de la cultura y la imposición de las simetrías punitivas de la culpa y el castigo. Llegar por el dolor hasta que la conciencia interiorice la culpa y la necesidad reparadora de su expiación. La sustitución de la culpa por el castigo: exclusivamente el castigo que domine la voluntad extraña al orden.
En el siglo XXI, las colonias penitenciarias se extienden a las regiones de la pobreza, países sometidos por la militarización de lo cotidiano y el control de los medios que permiten la subsistencia y reproducción de la población. La culpa y el castigo se vuelven masivos, y sobre ellos recae la exterminación.
Franz Kafka sitúa la acción de la novela en una colonia penitenciaria de un dominio tropical, en un territorio dominado y administrado por una potencia extranjera. El fatalismo, objetivo y apasionado de la novela, manifiesta el saber kafkiano de ver el estado de la crueldad absoluta en una colonia penitenciaria. La colonia penitenciaria kafkiana es una región recortada de la totalidad social del orden del siglo XX, donde las contradicciones se vuelven irreductibles a la síntesis de una concepción humanizadora. Franz Kafka inicia la narración escribiendo: “- Es un aparato singular-dijo el oficial al explorador, y contempló con cierta admiración el aparato, que le era tan conocido. El explorador parecía que había aceptado sólo por cortesía la invitación del comandante para presenciar la ejecución de un soldado condenado por desobediencia e insultos a sus superiores”.
La expiación de la culpa, en la colonia penitenciaria de Kafka, la lleva a un medio natural extremadamente agresivo y deshumanizador. En una descripción de medio natural, donde la novelística kafkiana confirma la desolación del individuo ante la precariedad finalista del hombre inscrito en los sentimientos desolados de su existencia ante la naturaleza y el destino social. Escribe Kafka: “En ese pequeño valle, profundo y arenoso, rodeado totalmente por riscos desnudos, sólo se encontraban, además del oficial y el explorador, el condenado, un hombre de boca grande y aspecto estúpido, de cabello y rostro descuidados, y un soldado, que sostenía la pesada cadena donde convergían las cadenitas que retenían al condenado por los tobillos y las muñecas, así como por el cuello, y que estaban unidas entre sí mediante cadenas secundarias.(…) De todos modos, el condenado tenía un aspecto tan caninamente sumiso, que al parecer hubieran podido permitirle correr en libertad por los riscos circundantes, para llamarlo con un simple silbido cuando llegara el tiempo de la ejecución.”
En este escenario de la colonia penitenciaria están implicados, en la irracionalidad del fatalismo, el oficial, el explorado, el condenado y el soldado, el aparato de ejecución y la memoria póstuma del comandante paranoico, que ha legislado y producido las condiciones de permanencia del castigo expiativo por medio de la máquina ejecutora. Los personajes habrán de dar la efectividad a la máquina-expiativa. El contexto de la novela da una concreción dramática, cerrada e impenetrable, a la razón natural y la voluntad moral. No hay porosidad en los conflictos inconciliables del poder y sumisión expiativa. De aquí, que Franz Kafka describa la obediencia del condenado de caninamente sumiso. En el espacio residual de la colonia penitenciaria, está instalado el aparato ejecutor y los actos de los personajes. La máquina ejecutora, que habrá de ocupar el centro unificador de las expresiones legales justificativas, verbales y corporales, en el imperativo máximo de mantener la anexión de culpa y castigo. Franz Kafka describe la causa del castigo, ejecución del condenado, por desobediencia e insultos a un superior jerárquico. Se relaciona la culpa con la disciplina a la jerarquía de mando. La indisciplina, que conlleva la pena de muerte, se corresponde a las normas de un estado de arbitrariedad y barbarie en la colonia penitenciaria. En la colonia penitenciaria hay un estado de normalidad extrema, ante la pena de muerte, para sostener el orden en la colonia penitenciaria. Hay una disciplina inhumana, en la conservación y el control efectivo del territorio extranjero militarmente ocupado. Para el oficial, que manipula la máquina ejecutora, la finalidad de supervivencia de la colonia está relacionada con la racionalidad unitiva de la penitencia y la máquina ejecutora. El deber de los residentes de la colonia está en no infringir los textos normativos y facilitar la legalidad de la condena con su indiferencia al proceso judicial. Los actos de ruptura con las normas determinan el castigo y la ejecución. Los actores, su culpa y expiación, están sometidos a la jerarquía de la eficiencia del aparato ejecutor, construido por el comandante extinto. La unidad del Todo de la colonia penitenciara se une al aparato ejecutor y a las normas. La máquina es la unificación del poder punitivo y la racionalidad eficiente de la tecnología. La máquina ejecutora da realización a las normas de culpa y expiación. La máquina es eficiente, en un proceso uniforme de relaciones de dominio y sometimiento, en la crueldad de la organización reactiva contra la negatividad que se opone al orden establecido. La máquina hiere, con sus agujas, el cuerpo del condenado y escribe, en sangre, el escrito de los motivos por los que se castiga. Escribe, en el cuerpo del condenado, la racionalidad legal de la norma. El texto de la culpa. La máquina ejecuta la condena en un cuerpo-texto, intensamente sujeto a los efectos de la conversión del hombre en una Cosa.
“Lástima que usted no haya conocido a nuestro antiguo comandante” Le dice el oficial al explorador. (…) Pero estoy divagando, y aquí está el aparato. Como usted ve, consta de tres partes. Con el correr del tiempo se generalizó la costumbre de designar a cada una de estas partes mediante una especie de sobrenombre popular. La inferior se llama la Cama, la de arriba el Diseñador, y esta, de en medio, la Rastra”.
“- Si la Rastra- dijo el oficial-, un nombre bien educado. Las agujas están colocadas en ella como los dientes de una rastra, y el conjunto funciona además como una rastra, aunque sólo en un lugar determinado, y con mucho arte. De todos modos, ya lo comprenderá mejor cuando se lo explique. Aquí sobre la cama se coloca al condenado. Primero le describiré el aparato, y después lo pondré en movimiento. Así podrá entenderlo mejor. Además, uno de los engranajes del Diseñador está muy gastado; chirría mucho cuando funciona, y apenas se entiende lo que uno habla; por desgracia, aquí es muy difícil conseguir piezas de repuesto. Bueno, esta es la Cama, como decíamos. Está totalmente cubierta por una capa de algodón en rama, pronto sabrá usted por qué. Sobre este algodón se coloca al condenado, boca abajo, naturalmente desnudo; aquí hay correas para sujetarle las manos, aquí para los pies, y aquí para el cuello. Aquí, a la cabecera de la Cama (donde el individuo, como ya le dije, es colocado primeramente boca abajo), esta pequeña mordaza de fieltro, que puede ser fácilmente regulada, de modo que entre directamente en la boca del hombre. Tiene la finalidad de impedir que grite o se muerda la lengua. Naturalmente, el hombre no puede alejar la boca del fieltro, porque si no la correa del cuello le quebraría las vértebras. (…) El aparato era una construcción elevada. La Cama y el Diseñador tenían igual tamaño, y parecían dos cajones de madera. El Diseñador se elevaba unos dos metros sobre la Cama; los dos estaban unidos entre sí, en los ángulos por cuatro barras de bronce, que casi resplandecían al sol. Entre los cajones, oscilaba sobre una cinta de acero la Rastra. (…) Tanto la Cama como el Diseñador tienen baterías eléctricas propias: la Cama la requiere para sí, el diseñador para la Rastra. En cuanto el hombre está bien asegurado con las correas, la Cama es puesta en movimiento. Oscila con vibraciones diminutas y muy rápidas, tanto lateralmente como verticalmente. En nuestra Cama, todos los movimientos están exactamente calculados; en efecto, deben estar minuciosamente sincronizados con los movimientos de la Rastra. Sin embargo, la verdadera ejecución de la sentencia corresponde a la Rastra”
La extraordinaria descripción kafkiana de la máquina ejecutora pertenece a la literatura de denuncia de la crueldad. Franz Kafka nos abre la pregunta de la finalidad del sentido universal del dolor en la Colonia Penitenciaria. ¿Cuál es el sentido del dolor? ¿Depende de él, el sentido total de la existencia? Preguntas actuales que se abren a la permanencia de la racionalidad moral.

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