1
Los precios de las mercancías se vuelven irracionales en la medida que intervienen reproduciendo la existencia colectiva de una manera imaginaria. Los precios especulativos adquieren su irracionalidad cuando los mismos pertenecen a la experimentación imaginaria del cálculo económico, escapando de la racionalidad para llegar al finalismo exclusivo de la acumulación de capital y ganancias que deben verificarse en la estrategia de ventas y de cobro-pago. Además de estratificar a los compradores con las propiedades psíquicas de los deseos elitistas y la significación de clase de los ingresos altos de los consumidores. Los precios especulativos abarcan la transformación de las necesidades vitales en necesidades psíquicas de objetos de lujo: vivienda, locomoción, entretenimiento y medios de vida. La influencia de las campañas de ventas hace que el comprador se entrega a los precios especulativos con salarios bajos y la aceptación inconsciente del endeudamiento a largo plazo. Un largo plazo que transcurre con su vida activa laboral. Las ganancias de los precios especulativos se realizan monetariamente a través de largos años de endeudamiento y pago. Está deuda a largo plazo se vuelve rígida anulando gastos presentes e inmovilizando la demanda de consumo de bienes futuros. El asalariado necesita que se destine una parte de su ahorro en previsión de pagos. El compromiso contractual de ahorro presente por pagos futuros induce a las crisis comerciales de bajo consumo. El endeudamiento sustrae cantidades de ingresos necesarios para sumarlos al ciclo psicosocial del pago de deudas. Habrá generaciones de ingresos medios y ahorros obtenidos con un bajo consumo vital presente. La morosidad de los pagos vendrá con bajos salarios y un mercado de subempleo creciente y estacionario. Las deudas se vuelven irrealizables e irracionales cuando los perceptores de salarios obtienen trabajo a bajo precio en una situación económica general de estancamiento de la producción y el consumo. Entonces hay una doble crisis: la crisis real de producción y consumo, cuyos vértices indicadores son el subempleo, la desocupación del equipo productivo y la organización irracional del consumo improductivo. Y la crisis financiera de circulación del crédito, que se entrelaza a la circulación de la producción y la realización de las ganancias dentro de la insolvencia y falta de dinero de cobro-pago de prestatarios y prestamistas. La sociedad de asalariados se detiene en el subempleo y encallamiento de la morosidad. Las unidades de producción y las unidades financieras se sitúan en la rigidez de devolución de pasivos ajenos y la imposibilidad de realización de los activos por el subconsumo. La crisis de los acreedores- poseedores de préstamos está en la baja realización de sus activos fijos, que llevan a la crisis comercial de ventas a bajo precio de sus propiedades, y a mediaciones inflexibles de conversión de activos en dinero. Una clase social propietaria en declive manifiesta la escasez de dinero vendiendo a precios incontrolados. La venta de los activos se desmorona a bajo precio por la escasez de dinero barato. El final de un ciclo económico-político se marca por los descensos de los precios especulativos a precio pánico de pagos de deudas. Sólo un ciclo largo contractivo subirá los precios de venta a través del flujo de créditos con tasas bajas de interés bancario y tasas de ganancias especulativas.
2
La sociedad de asalariados detiene su reproducción económica y vital absorbida por el endeudamiento de los precios especulativos y la obsesión paranoica de los acreedores de realizar las ganancias especulativas, que se concretan en la realización monetaria de los precios a través de una política económica intervencionista del crédito. La obsesión de cobro de los acreedores los lleva a una ideología jurídica persecutoria para el deudor. La paranoia de obtener las ganancias monetarias, encerradas en el endeudamiento, penetra en la vida práctica de los acreedores hasta ocasionar la pauperización de los deudores. El finalismo absoluto del cobro de deudas provoca la división de la sociedad en perceptores acosados de ingresos bajos o subvencionados y acreedores por endeudamiento moroso. El finalismo de la mutación de las deudas en dinero agota la solución racionalizada de redistribución de los ingresos de producción de los asalariados, que están atrapados en la correspondencia degradativa de endeudamiento por precios especulativos irracionales. La ideología económica pretende consolar al deudor con el adviento del futurismo equilibrador de la astucia retributiva del mercado y las políticas liberales sin intervención reguladora. Se impone una visión misteriosa de la realidad, transformadora del curso finalista del interés particular en interés general. La paradoja de la conducta crematística del vendedor especulativo pretendiendo conducir a la armonía de equilibrios de pagos y cobros, y de deudores y acreedores. Los ciclos de la armonía darwinista social de los que impagan las deudas y el enfrentamiento jurídico de los acreedores hasta lograr que la deuda se vuelva dinero. El enfrentamiento de la libertad mercantil de los vendedores de mercancías especulativas y las obligaciones contractuales de los compradores de la sociedad de asalariados, que venden su energía de uso en un mercado laboral de salarios bajos y precios especulativos de las mercancías. La venta del trabajo, en un mercado saturado de asalariados, padece las contradicciones de la productividad industrial que sustituye hombres por máquinas y desplaza trabajadores a los sectores económicos de servicios con un alto nivel de absorción de mano de obra temporal. Se agotan los sectores económicos de servicios por el aflujo ascendente de trabajadores desplazados de la agricultura y la industria. Los crecimientos de improductividad industrial también sacan a los trabajadores de la agricultura y la industria hacia los sectores de servicios comerciales y estatales. Tanto el crecimiento de la productividad industrial como los precios especulativos de mercancías básicas amplían el margen elástico del subempleo. La productividad reemplaza cantidades de salario-hombre por cantidades de amortización tecnológica. A condición, de que haya una ganancia diferencial positiva en la desinversión salarial y la inversión de bienes de capital. No entrará la innovación tecnológica en las unidades empresariales homogéneas si el ahorro de inversión tecnológica no es mayor que la reducción salarial. Los bajos salarios de los países pobres impiden la inversión tecnológica, ya que ésta conlleva más valor de inversión de capital que reducción salarial.
3
Los aumentos de los precios especulativos correlacionan las disminuciones de salarios reales. Las subidas de precios especulativos rebajan los salarios nominales a salarios de supervivencia. Los precios especulativos reducen el límite moral y cultural de los salarios necesarios para sobrevivir. El decrecimiento de los salarios reales de subsistencia por los precios especulativos implica largos ciclos de endeudamiento. Se sustituyen ingresos salariales por deudas contractuales y dinero de plástico. Los vendedores de trabajo retraen ahorros que proyectan a largo plazo para la amortización de la deuda y sus intereses.
4
A mayor morosidad en la devolución de las deudas, el ciclo financiero se retrasa con respecto al ciclo industrial y lo frena en su velocidad expansiva. La economía real se supedita a los créditos, al endeudamiento moroso, y al descoyuntamiento de la tasa de interés especulativo y la tasa de ganancia real. Si se pagan las deudas empresariales descontándolas de la actividad de producción, se frena la actividad económica del consumo de materiales y actividad del trabajo. La falta de actividad de producción se refleja en la disminución de la oferta de mercancías y la caída del consumo productivo e improductivo al nivel de subsistencia.
5
La desaleración económica se da en la disminución de los créditos bancarios, que se lastran por la morosidad en la devolución de las deudas y aumento del desempleo. En una sociedad de gran capitalismo y masas sociales asalariadas, la desaleración de la actividad de producción y empleo refleja el decrecimiento de la inversión y el ahorro de las unidades económicas y el déficit progresivo del Estado.
6
La desigualdad de ingresos y gastos estales origina el déficit del Estado. La inactividad de la producción aúna la caída de los ingresos salariales y el incremento del déficit del Estado. El déficit causa el desempleo de recursos materiales y humanos necesarios y la estratificación de la pobreza parasitaria de los guetos sociales. En una sociedad de masas asalariadas, los gastos del Estado se necesitan para incrementar la actividad económica derivada de las inversiones estatales. Si la actividad económica de producción y consumo decrece, los ingresos del Estado disminuyen y aumenta el déficit público y el sumario expositivo de cargas de endeudamiento creciente y subempleo. La acentuación del déficit implica un endeudamiento creciente a altos tipos de interés. La disminución de los ingresos del Estado aumenta los impuestos, y la disminución de los gatos sociales estatales: subempleo, ignorancia y enfermedad. El crecimiento fiscal de los ingresos estatales, en situación de déficit, sin decrecimiento de los gastos sociales, necesita enfrentamientos políticos para el desplazamiento de las cargas estatales a los grupos sociales de mayores ingresos. La carencia de sociabilidad participativa en la solución del déficit dará cambios al sistema de dominio y subordinación en la estructura social. El dominio se organiza en la sociedad totalitaria por la escasez de medios de subsistencia y su reemplazo por el miedo económico al momento actual.
Las cargas sociales deberían igualarse con un reparto mayor de las cargas a los ingresos altos y no a la mayoría de los asalariados. Las masas de la sociedad de asalariados no pueden aportar mayores ingresos, a las cargas del Estado, cuando se sitúan en el límite necesario de la reproducción de la vida. En las crisis actuales, los asalariados no pueden estar en la solución del desarrollo de los ingresos intervencionista del Estado. Tanto los impuestos directos como los impuestos indirectos a los asalariados causan perturbaciones graves de subconsumo y subempleo. El lado claro de la solución del déficit del Estado está dado en los perceptores de rentas altas y ganancias por precios especulativos.
Los precios de las mercancías se vuelven irracionales en la medida que intervienen reproduciendo la existencia colectiva de una manera imaginaria. Los precios especulativos adquieren su irracionalidad cuando los mismos pertenecen a la experimentación imaginaria del cálculo económico, escapando de la racionalidad para llegar al finalismo exclusivo de la acumulación de capital y ganancias que deben verificarse en la estrategia de ventas y de cobro-pago. Además de estratificar a los compradores con las propiedades psíquicas de los deseos elitistas y la significación de clase de los ingresos altos de los consumidores. Los precios especulativos abarcan la transformación de las necesidades vitales en necesidades psíquicas de objetos de lujo: vivienda, locomoción, entretenimiento y medios de vida. La influencia de las campañas de ventas hace que el comprador se entrega a los precios especulativos con salarios bajos y la aceptación inconsciente del endeudamiento a largo plazo. Un largo plazo que transcurre con su vida activa laboral. Las ganancias de los precios especulativos se realizan monetariamente a través de largos años de endeudamiento y pago. Está deuda a largo plazo se vuelve rígida anulando gastos presentes e inmovilizando la demanda de consumo de bienes futuros. El asalariado necesita que se destine una parte de su ahorro en previsión de pagos. El compromiso contractual de ahorro presente por pagos futuros induce a las crisis comerciales de bajo consumo. El endeudamiento sustrae cantidades de ingresos necesarios para sumarlos al ciclo psicosocial del pago de deudas. Habrá generaciones de ingresos medios y ahorros obtenidos con un bajo consumo vital presente. La morosidad de los pagos vendrá con bajos salarios y un mercado de subempleo creciente y estacionario. Las deudas se vuelven irrealizables e irracionales cuando los perceptores de salarios obtienen trabajo a bajo precio en una situación económica general de estancamiento de la producción y el consumo. Entonces hay una doble crisis: la crisis real de producción y consumo, cuyos vértices indicadores son el subempleo, la desocupación del equipo productivo y la organización irracional del consumo improductivo. Y la crisis financiera de circulación del crédito, que se entrelaza a la circulación de la producción y la realización de las ganancias dentro de la insolvencia y falta de dinero de cobro-pago de prestatarios y prestamistas. La sociedad de asalariados se detiene en el subempleo y encallamiento de la morosidad. Las unidades de producción y las unidades financieras se sitúan en la rigidez de devolución de pasivos ajenos y la imposibilidad de realización de los activos por el subconsumo. La crisis de los acreedores- poseedores de préstamos está en la baja realización de sus activos fijos, que llevan a la crisis comercial de ventas a bajo precio de sus propiedades, y a mediaciones inflexibles de conversión de activos en dinero. Una clase social propietaria en declive manifiesta la escasez de dinero vendiendo a precios incontrolados. La venta de los activos se desmorona a bajo precio por la escasez de dinero barato. El final de un ciclo económico-político se marca por los descensos de los precios especulativos a precio pánico de pagos de deudas. Sólo un ciclo largo contractivo subirá los precios de venta a través del flujo de créditos con tasas bajas de interés bancario y tasas de ganancias especulativas.
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La sociedad de asalariados detiene su reproducción económica y vital absorbida por el endeudamiento de los precios especulativos y la obsesión paranoica de los acreedores de realizar las ganancias especulativas, que se concretan en la realización monetaria de los precios a través de una política económica intervencionista del crédito. La obsesión de cobro de los acreedores los lleva a una ideología jurídica persecutoria para el deudor. La paranoia de obtener las ganancias monetarias, encerradas en el endeudamiento, penetra en la vida práctica de los acreedores hasta ocasionar la pauperización de los deudores. El finalismo absoluto del cobro de deudas provoca la división de la sociedad en perceptores acosados de ingresos bajos o subvencionados y acreedores por endeudamiento moroso. El finalismo de la mutación de las deudas en dinero agota la solución racionalizada de redistribución de los ingresos de producción de los asalariados, que están atrapados en la correspondencia degradativa de endeudamiento por precios especulativos irracionales. La ideología económica pretende consolar al deudor con el adviento del futurismo equilibrador de la astucia retributiva del mercado y las políticas liberales sin intervención reguladora. Se impone una visión misteriosa de la realidad, transformadora del curso finalista del interés particular en interés general. La paradoja de la conducta crematística del vendedor especulativo pretendiendo conducir a la armonía de equilibrios de pagos y cobros, y de deudores y acreedores. Los ciclos de la armonía darwinista social de los que impagan las deudas y el enfrentamiento jurídico de los acreedores hasta lograr que la deuda se vuelva dinero. El enfrentamiento de la libertad mercantil de los vendedores de mercancías especulativas y las obligaciones contractuales de los compradores de la sociedad de asalariados, que venden su energía de uso en un mercado laboral de salarios bajos y precios especulativos de las mercancías. La venta del trabajo, en un mercado saturado de asalariados, padece las contradicciones de la productividad industrial que sustituye hombres por máquinas y desplaza trabajadores a los sectores económicos de servicios con un alto nivel de absorción de mano de obra temporal. Se agotan los sectores económicos de servicios por el aflujo ascendente de trabajadores desplazados de la agricultura y la industria. Los crecimientos de improductividad industrial también sacan a los trabajadores de la agricultura y la industria hacia los sectores de servicios comerciales y estatales. Tanto el crecimiento de la productividad industrial como los precios especulativos de mercancías básicas amplían el margen elástico del subempleo. La productividad reemplaza cantidades de salario-hombre por cantidades de amortización tecnológica. A condición, de que haya una ganancia diferencial positiva en la desinversión salarial y la inversión de bienes de capital. No entrará la innovación tecnológica en las unidades empresariales homogéneas si el ahorro de inversión tecnológica no es mayor que la reducción salarial. Los bajos salarios de los países pobres impiden la inversión tecnológica, ya que ésta conlleva más valor de inversión de capital que reducción salarial.
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Los aumentos de los precios especulativos correlacionan las disminuciones de salarios reales. Las subidas de precios especulativos rebajan los salarios nominales a salarios de supervivencia. Los precios especulativos reducen el límite moral y cultural de los salarios necesarios para sobrevivir. El decrecimiento de los salarios reales de subsistencia por los precios especulativos implica largos ciclos de endeudamiento. Se sustituyen ingresos salariales por deudas contractuales y dinero de plástico. Los vendedores de trabajo retraen ahorros que proyectan a largo plazo para la amortización de la deuda y sus intereses.
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A mayor morosidad en la devolución de las deudas, el ciclo financiero se retrasa con respecto al ciclo industrial y lo frena en su velocidad expansiva. La economía real se supedita a los créditos, al endeudamiento moroso, y al descoyuntamiento de la tasa de interés especulativo y la tasa de ganancia real. Si se pagan las deudas empresariales descontándolas de la actividad de producción, se frena la actividad económica del consumo de materiales y actividad del trabajo. La falta de actividad de producción se refleja en la disminución de la oferta de mercancías y la caída del consumo productivo e improductivo al nivel de subsistencia.
5
La desaleración económica se da en la disminución de los créditos bancarios, que se lastran por la morosidad en la devolución de las deudas y aumento del desempleo. En una sociedad de gran capitalismo y masas sociales asalariadas, la desaleración de la actividad de producción y empleo refleja el decrecimiento de la inversión y el ahorro de las unidades económicas y el déficit progresivo del Estado.
6
La desigualdad de ingresos y gastos estales origina el déficit del Estado. La inactividad de la producción aúna la caída de los ingresos salariales y el incremento del déficit del Estado. El déficit causa el desempleo de recursos materiales y humanos necesarios y la estratificación de la pobreza parasitaria de los guetos sociales. En una sociedad de masas asalariadas, los gastos del Estado se necesitan para incrementar la actividad económica derivada de las inversiones estatales. Si la actividad económica de producción y consumo decrece, los ingresos del Estado disminuyen y aumenta el déficit público y el sumario expositivo de cargas de endeudamiento creciente y subempleo. La acentuación del déficit implica un endeudamiento creciente a altos tipos de interés. La disminución de los ingresos del Estado aumenta los impuestos, y la disminución de los gatos sociales estatales: subempleo, ignorancia y enfermedad. El crecimiento fiscal de los ingresos estatales, en situación de déficit, sin decrecimiento de los gastos sociales, necesita enfrentamientos políticos para el desplazamiento de las cargas estatales a los grupos sociales de mayores ingresos. La carencia de sociabilidad participativa en la solución del déficit dará cambios al sistema de dominio y subordinación en la estructura social. El dominio se organiza en la sociedad totalitaria por la escasez de medios de subsistencia y su reemplazo por el miedo económico al momento actual.
Las cargas sociales deberían igualarse con un reparto mayor de las cargas a los ingresos altos y no a la mayoría de los asalariados. Las masas de la sociedad de asalariados no pueden aportar mayores ingresos, a las cargas del Estado, cuando se sitúan en el límite necesario de la reproducción de la vida. En las crisis actuales, los asalariados no pueden estar en la solución del desarrollo de los ingresos intervencionista del Estado. Tanto los impuestos directos como los impuestos indirectos a los asalariados causan perturbaciones graves de subconsumo y subempleo. El lado claro de la solución del déficit del Estado está dado en los perceptores de rentas altas y ganancias por precios especulativos.
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