lunes, 27 de agosto de 2012

André Malraux: al sur de China (2)


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En la novela de Malraux los Conquistadores hay un proceso de introspección del autor en las relaciones sociales, que conllevan las precepciones y reflexiones en un proceso de cambio social. El convencimiento del autor de que las masas sociales actúan en los procesos revolucionarios para cambiar la dirección inhumana de la historia. No hay cambio en la sociedad si la pasividad de las masas sociales no se vuelve acción intuitiva y reflexiva. Como una aventura estrictamente militar un intelectual europeo participa en la ritualidad de la guerra.
Los capítulos de la novela los Conquistadores están clasificados como  los cuadernos de guerra. En ellos se reseñan, fechas, horas y meses, los acontecimientos que viven un grupo de revolucionarios chinos en las primeras décadas del siglo XX. El tiempo se fija en grafías numéricas y dejan en el lector los diferentes jalones del caos dinámico de los actos humanos y el caos inmóvil de la Naturaleza. La narración se vuelve medieval en su textura canónica de ritualizar las prácticas revolucionarias en la indiferencia amoral de la minoría dirigente por la conquista del poder del Estado. Los conquistadores del poder se vuelven dioses de finalidades de dominio. El individuo es una circunstancia del azar en el ritual estratégico de enfrentamientos militares y políticos. La fatiga, el cansancio, el homicidio, no detienen la búsqueda de los medios para conseguir los fines.
Debería suceder que en la fatiga del tiempo el hombre no deseara fijar el azar en lo esencial de su existencia, sino una relación biunívoca de pensamiento y  ser. El ser finito del hombre no debía ser el del mundo. La guerra es narrada por Malraux en la fatalidad que debe vivirse sin juzgarla. Para Malraux la realidad social aparece exterior al soporte de la pasión y la voluntad, en los grises de la acción y la lucidez. Las relaciones de necesidad e incertidumbre agrisan las pasiones, marcan movimientos de  estrategias que deciden las diferentes posiciones de los contendientes. La estrategia de permanecer retiene la variabilidad de las posiciones de los combatientes. Para Malraux, una conciencia trágica resiste en el movimiento angustioso de existir en la oscuridad. De la oscuridad hay que salir para ver la crueldad. La variabilidad de las posiciones existenciales y del mundo se ordena a través de numeraciones cronológicas. La existencia tiene las geometrías variables de la voluntad, la sagacidad y la penetración clarividente del intelectual y del guerrero.
El primer capítulo de los Conquistadores de Malraux  lo fecha el 25 de junio. No hay año. Acostumbrados a ligar los acontecimientos a los años, queda el capítulo definido en un contexto excesivamente amplio. Tal vez un año no exista en un período de guerra. Los acontecimientos de un día anticipan y cumplen la angustia del tiempo futuro. Un año es un espacio en blanco, excesivo para un diario. Quien le da años a su vida desconoce el destino. No dar años a la historia es negar su homogeneidad. La historia  es angustia contenida. Nadie vuelve a lo que ha vivido. La culpa ahínca la desmemoria. La conciencia pierde su lucidez en la ausencia unitiva de las palabras y las cosas. Los días, los meses y los años cuelgan secos como ristras de palabras vacías en el lugar de la desmemoria. No hay recuerdo si no hay palabras. Sin palabras no hay culpa. Sólo lágrimas en la memoria del instante. La memoria es vasija de la aparición de instantes arbitrarios y escasos. Instantes, luces en las vidrieras góticas. No hay barro en la memoria, sólo luces de vidrieras coloreadas. Los años no se abren nunca a la memoria. Solo instantes.
2
Escribe Malraux: 25 de junio.: “Se ha decretado la huelga general de Cantón”. La fecha instantánea se ha convertido en el inicio de la fecha de una historia. Desde ayer “el radio”  está expuesto en el tablón de anuncios, subrayado en el rojo.
 No es posible reconocer en las huelgas del siglo XXI, el impacto social que determinaba la huelga general en los finales del siglo XIX y siglo XX. La huelga general era el mito soreliano del sindicalismo revolucionario. La huelga general debía cambiar las condiciones de producción y de propiedad. Suponía la aurora roja. La réplica era el decreto de estado de guerra por parte del gobierno. El ejército abría fuego contra los manifestantes como si fuera una guerra ante enemigos exteriores. La huelga sorealiana era inicio de la fuerza irracional. El comienzo de una revolución de clase social. Su resistencia dependía de la capacidad de mantener unidos a los obreros en su pánico  y cubrir las necesidades de sus familias. Estrictamente era una fuerza combatiente de escasa duración. Su debilidad residía en la negatividad de la necesidad material y el ocaso del entusiasmo reaccionario. El instinto de supervivencia es conservador.
Escribe Malraux: “Hacia el horizonte el Océano Índico inmóvil, liso, barnizado…sin  estelas. El Cielo cargado de nubes hace pesar sobre nosotros una atmósfera de cabina de baños, nos envuelve un aire saturado….Día a días, las noticias van precisando el drama que comienza; va tomando cuerpo…Hasta el momento las hostilidades del Gobierno de Cantón se habían manifestado en palabras, y de pronto los telegramas traducen actos. Más que los tumultos, las huelgas en las calles, lo que impresionada a todos es la voluntad inesperada, y que parece tan tenaz como la voluntad  inglesa, de no contentarse con palabras, herir a Inglaterra en donde más le duele; su riqueza, su prestigio. La prohibición de vender en la provincias dependientes del gobierno de Cantón de ninguna mercancías de origen inglés, ni siquiera de un chino el que la ofrece; el método por el cual se controlan ahora los mercados, uno tras otro; el sabotaje de las máquinas por los obreros de Cantón y, por último esta huelga general que, de un solo golpe, afecta a todo el comercio de las isla inglesa, mientras los corresponsales de Presan señalan la excepcional actividad de las escuelas militares de Cantón(…) Una guerra emprendida por la anárquica potencia de China del Sur contra la roca militar desde la cual el imperio fortificado vigila a sus rebaños: Hong-Kong, cerrando como un cerrojo el Río de las Perlas sobre el que extiende  la masa gris de Cantón, con sus líneas de puntos que indican barrios imprecisos, a unas horas apenas de los cañones ingleses. Si es alcanzado, reducido, antes o después, al rango de pequeño puerto, sí más simplemente se debilita, eso significa que China puede encontrar los dirigentes que hasta el momento le han faltado hasta el momento para lucha contra los blancos y la dominación europea se derrumbará. La repercusión de la formidable lucha emprendida  por el imperio que personifica el desorden, de repente organizado, contra el pueblo que más que ninguno, representa la voluntad, la tenacidad y la fuerza”.
Malraux introduce en la narración la Naturaleza del Sur de Asia. La naturaleza sólo es copresencia, lo natural indiferente a las apasiones políticas antirrevolucionarias y revolucionarias. “El Océano Índico inmóvil, liso, barnizado…sin  estelas. El Cielo cargado de nubes hace pesar sobre nosotros una atmósfera de cabina de baños, nos envuelve un aire saturado. Luego la estrategia: “Una guerra emprendida por la anárquica potencia de China del Sur contra la roca militar desde la cual  el imperio fortificado vigila a sus rebaños: Hong-Kong, cerrando como un cerrojo el Río de las Perlas sobre el que extiende  la masa gris de Cantón, con sus líneas de puntos que indican barrios imprecisos, a unas horas apenas de los cañones ingleses.”
Pero hay algo más importante, el cambio de la conciencia política de los chinos a través de la revolución: Si Hong Kong es alcanzado, reducido, antes o después, a rango de pequeño puerto, sí más simplemente se debilita, significa que China puede encontrar los dirigentes que hasta el momento le han faltado para luchar contra los blancos y la dominación europea se derrumbará. La repercusión de la formidable lucha emprendida  por el imperio que personifica el desorden, de repente organizado, contra el pueblo que más que ningún, representa la voluntad, la tenacidad y la fuerza.
La conciencia ahora es un cambio cualitativo de la pasividad a la actividad. Para Malraux, significa que China puede encontrar a los dirigentes que hasta el momento le han faltado para luchar contra los blancos y la dominación europea se derrumbará.

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