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Al hombre
le aceleran su agonismo construyéndolo en sentido de construir una cosa por
otro juntando diversos elementos. Igual que una máquina. Elementos imaginarios
como correlatos de elementos reales. Los elementos imaginarios se inyectan a los elementos reales por las prácticas
de las máquinas que producen pulsiones de conductas instintivas de amor y
muerte. La máquina de producción de correlatos imaginarios es inconsciente. El
individuo es conciencia de sí mismo en una ideología predeterminada por las máquinas
ideológicas. Sus pulsiones están predeterminadas por los intereses de dominio
de la clase dirigente. Vive su realidad imaginaria como si fuera su vida real.
En estas máquinas productoras de enajenaciones no hay culpabilidad moral por la
infelicidad de los consumidores irracionales de su producción. La gran máquina
ideológica produce objetos ideológicos que alimentan la oscuridad mental. La
máquina se introduce y desliza por debajo de la adaptabilidad del individuo que
se incorpora al mundo y lo toma como suyo. Se le denomina a esta actitud la de conciencia
gusano. La máquina produce ruidos ideológicos. Se contrae en la introspección
de sus enganches mórbidos de piezas elásticas y piezas móviles en la elasticidad o rigidez de la memoria. Una
parte de la memoria está sumergida en el inconsciente rígido y se conecta a la realidad móvil por percepciones
asociativas, que se hacen desde la
memoria inconsciente a la angustia del lenguaje balbuceado en espacio
cronológico del deseo.
El cuerpo-máquina no viaja por la realidad
sólo absorbe pegamentos imaginarios. La máquina de correlatos imaginarios nunca se queda en un instante de la
producción, sino que produce ampliativamente. Es una máquina física y no una
máquina metafísica de producción de momentos vividos, en el instante único de
la Nada metafísica de la angustia.
La máquina de correlatos imaginarios conexiona
la producción real de hombre con la producción imaginaria hasta el extremo de
desposeerlo de la realidad del indeseo. La máquina censura la producción física
y psíquica si el individuo se vuelve conciencia transparente de su vida real. La
censura de la máquina deforma sus efectos y los convierte en imaginarios. Sólo
pretende que los elementos de la rebelión del individuo, contra su manipulación,
sea la angustia de lo imaginario. Las desconexiones de la máquina a sus
terminales ideológicos producen vacíos en los que penetra el delirio sin
control y el individuo es de un ser
producido en los cortes y enganches de la memoria monosilábica de la máquina.
Un corte,
una desconexión, un corte, una desconexión: la máquina de productos imaginarios
ideológicos se engancha a las desconexiones al metalenguaje. El lenguaje sobre
el lenguaje. El encabalgamiento de las palabras errantes de significado en un lenguaje
de extensión monosilábica.
El borde afilado de una descarga de la máquina
emocional da retornos a la piel fría de la
máquina reptil. Es el Instrumento de borde afilado que corta la unidad de la racionalidad
y de los hechos incesantes e inútiles de la paranoia. No hay soportes para la
realidad de las relaciones sociales. Por
ejemplo la máquina- mito arriba incesantemente a la desconexión del canto de
las sirenas y los gritos agónicos que se incuban en las grietas trampas: la
utilidad de los actos aceptados en la audición verbal del engaño. El mal
funcionamiento de los sentidos se relaciona con la posición del cuerpo
imaginario en el cuerpo real. Hay distorsión del lenguaje del individuo y el
lenguaje-ruido de la máquina.
El oído
distorsionado es un muro. El ruido maquinal se introduce en la grasa-sangre para no percibir el
desquiciamiento relacional de las cosas y las palabras.
Odiseo es
parte de la máquina-mítica de Homero, que ordena repetitivamente taparse los
oídos con cera a los navegantes de las realidad, exceptuándose él que mandó le ataran al mástil del navío para luego ser el relator
del delirio de la máquina mítica. La máquina mítica fue fabricada en el modo de
relación social esclavista. El individuo esclavo es una pieza adquirida por la
violencia que se suelda al cuerpo y memoria del esclavista. La relación
esclavista se adhiere a la filosofía de la máquina estoica y cristiana como un
animal arácnido artrópodo con cuatro
pares de patas y la cabeza unida al tórax. El arácnido-Penélope teje el parche ciego en el cristalino del gigante mitológico.
La máquina Polifemo ve como un arácnido se pasea por el cristalino de su único
ojo. La máquina ojo funcional en el texto de Homero. Digrafía en la máquina- texto griego. La máquina-arácnido
corre por el cristalino del ojo del gigante mitológico. Se
contrapone al símbolo del mito del héroe
atado al mástil, pretendiendo escuchar el canto de las sirenas para luego
manipular en los oídos de cera de los navegantes la narración heroica. El lenguaje
mítico necesita la cera en los oídos.
2
Para el
filósofo existencialista Hedeigger no hay un Ser- máquina ni un tiempo- máquina. Sólo la metafísica del
Ser en el tiempo. Su hallazgo de la esencia humana es el hallazgo de la
existencia en la muerte. En el tiempo de la existencia es donde se escucha el
canto enloquecedor de las sirenas de Odiseo. El individuo no está en la
historia buscando la resolución imaginaria del viaje de sus contradicciones Necesariamente
debe hallarse exponiendo su existencia en las relacione sociales. La urdimbre
de su ser en la deriva existencial del correlato real e imaginario obliga a su
incertidumbre a la angustia monótona del tiempo. El individuo se encadena por
el flujo temporal de su constitución compulsiva de amor y muerte. Sólo Odiseo
escuchó el canto de las sirenas, pero no todo hombre atado al mástil de su
precariedad percibe el canto de las sirenas en el tiempo circular de la
repetición mística del miedo. La voz musical de las sirenas-máquinas está unida
a las llamadas hipnóticas del tiempo y la muerte. Si el Ser es exclusivamente
permanencia ocasional, entonces no se halla sentido finalista a los actos de la
voluntad que se arraiga en la realidad. Tal vez el Ser sea semejanza oriental de
la lluvia que cae en los estanques donde las flores de loto flotan en el agua
verdosa. La equivalencia de tiempo absoluto da al Ser relativo del hombre la magnitud
grávida de la angustia frágil de la flor. La angustia que se estanca en la
marchitez de la flor como si fuera un opiáceo que da lucidez al ser perdido y limitado por la
angustia.
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