1
La historia social maca discontinuidades. Se rompe el
equilibrio inestable y surge el lenguaje cínico de la barbarie y los actos políticos
de la crueldad. De pronto se siente la soledad sin fondo de una sociedad que
enseña la sumisión y la rebeldía. El hecho que provoca el ciclo degradante está
inscrito en un sistema económico que convierte a toda cosa en una mercancía a
cambio de dinero. En un mercado centrado de precios de mercancías, y la
formación del precio y ganancia se da a través de la realización de precios en dinero. La mercancía trabajo se abandona o se deja de
usarla mediante la degradación de la mercancía
humana. De una mercancía explotable con ganancia, el paro laboral la convierte en una mercancía basura. La
eliminación de su valor de uso es el paro laboral.
2
La situación social se vuelve un conflicto primario de
necesidad y dinero. No hay lugar donde no se encuentre instalada la necesidad y
la carencia monetaria para llegar al intercambio. La sociedad queda abandonada
al instinto de supervivencia. Las formas sociales de distribución de la riqueza
social retroceden a formaciones primarias de mendicidad e inseguridad.
3
Hoy las masas sociales están cerradas al estupor del miedo y a la acción. Ya
están abiertas al cambio y al crecimiento. No eluden el contacto con lo extraño
que las reprime. No quieren un daño que las convierta en un ser perdido en la
necesidad de sobrevivir.
En esta situación las
masas sociales crecen imantando la necesidad individual a la necesidad social. Nadie
escapa a la necesidad de existir fuera de la totalidad que manifiesta su resistencia.
Los individuos superan el miedo a ser castigados y se acercan los unos a los otros para
conocerse unidos a lo cierto de su explotación y a lo humano del fuerzo que une.
Dentro de una multitud, el individuo se
siente parte de un todo que tiene por finalidad la de crecer y adquirir el
ritmo de la historia que le ha tocado para hacer. La masa no es indiferente a
este quehacer de producirse a sí misma en la unidad. El ritmo de la masa social
llega a convertirse en el ritmo de la historia. Los pasos van detrás de los
pasos. Las voces que cantan lo que escuchan delante. El canto es de Orfeo que
busca el lugar donde la muerte se vuelve vida.
4
La masa social busca su crecimiento. El individuo fuera
de ella es un espectador cuya voluntad carece de inquietud. La masa social no
busca el espectáculo, sino el ritmo del crecimiento. Un ritmo no militarizado,
sino un ritmo abierto a la solución del hombre general y concreto. Las masas
totalitarias son masas cerradas. Las simetrías de sus ritmos son procesos de
entrenamiento y sus gritos y cantos las órdenes recibidas. Hoy las masas
sociales están abiertas y manifiestan el gozo de las fiestas comunales. Se
diría que recuperan la fiesta revolucionaria de los que quieren que se inicie
un nuevo ciclo de la historia. Aunque la masa se disgregue siempre habrán de
tener una cita con los conflictos que la atenazan a la resurrección. La materia
de la que están hechas las masas abiertas es el de la voz indignidad y
resistente. La voz y el gesto ante la represión
política y económica que los extinguen en individuos desesperados. La masa
social siempre plantea el sentido de la vida contra el sentido del vacío. El
hombre está deshabitado si no se entrega al ritmo de la masa social que puebla
los momentos claves de la liberación de la opresión.
En este momento de la historia, las masas sociales desean
ser habitadas por la fuerza colectiva que se extiende por el mundo. Desde el
líder campesino, que muere exigiendo la tierra, hasta la multitud apaleada que
resiste la brutalidad del golpe que quiere convertirla en rebaño. La masa es
consciente del significado de su valor y con él resiste el empuje disgregador.
El rebaño no es consciente de su valor. Se entrega a la orden del la fuerza. El
valor proviene de la exaltación de lo justo. El rebaño se acomoda a despeñarse
en el corto balar del miedo. El individuo que no reconoce su valor está confinado
a la sumisión del rebaño y la voz del pastor. El momento de la libertad es un
momento de valor. El cuerpo de las masas sociales se estira hasta los bordes
del marco legal que lo constriñe. No es empuje de una máquina, sino la fuerza
estricta de la voluntad desesperada contra la voluntad organizada. Al igual que
el individuo que descubre con rabia que ha estado dominado por una voluntad que
lo extraña, la masa social se encuentra con su racionalidad conforme avanza en
su objetivo de darle sentido a su historia. La racionalidad de la historia
pertenece a la voluntad de sobrevivir a las circunstancias naturales de la
condición humana. La condición humana está objetividad históricamente en la
producción social del hombre. Lo humano marca su límite en la no superación de
la Naturaleza por la historia. El individuo produce su vida y la vida en
general. Aunque el individuo está objetivado por la Naturaleza, a su vez la
Historia de la producción colectiva
material y espiritual subjetiva a la Naturaleza. No hay Naturaleza sin humanización
y no hay humanización sin Naturaleza. La condición humana se integra en la totalidad
de su desarrollo natural y humanizador. Los movimientos liberadores de las
masas sociales están acompasados por el diacronismo conjunto de la historia y
la Naturaleza de la Producción humanizada. Una producción está humanizada si es
una producción sin propiedad. Cuando el hombre y la Naturaleza son colectivos
en la producción de sí mismos. El intento de excluir al hombre de su ser
natural e histórico es el retorno de la apropiación del hombre y la tierra como una mercancía con
precio de mercado. El individuo está forzado a entregar su necesidad natural
vendiendo su existencia en fracciones de tiempo productivo. Es una mercancía
con salario. No hay ningún mecanismo económico de mercado que no convierta a
los individuos a la vez en fuerzas activas y fuerzas obsoletas de producción.
No hay empleo automático en un mercado centralizado. Igual que en una olla, el
agua hirviendo borbotea, el mercado de individuos mercancías vierte a los
individuos desocupados al ejército de la pobreza. Quedan excluidos de la
historia de la producción privada. De aquí proviene la desesperación de las
manos abiertas esperando. La esperanza del desesperado es la religión de los
abandonados a las fuerzas económicas del mercado competitivo. El individuo por
la naturaleza y sociedad no puede esperar. Sus exigencias de supervivencia le
impelen hacia un adelante determinado. En su determinación interviene el
movimiento rítmico de la masa social en acto. El canto popular que exige su
integración en el tiempo de la historia social. El hombre está en su voz y no
en su silencio. Es más, está en grito. El sonido angustioso comunica la
precariedad de la existencia deshumanizada. Los sonidos de la palabra humana
comunican la situación del individuo en su historia colectiva.
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