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Los hombres viven en sistemas económicos que son
conjuntos específicos de relaciones prácticas materiales, sociales, temporales y dinámicas. Estos conjuntos específicos
organizan la existencia de millones de seres humanos. Los sistemas económicos
comprometen a un cierto conjunto de soluciones
para problemas que amenazan la convivencia social, y a los que hay que darles
anticipaciones prácticas materiales y sociales para que ellos sean capaces de
autogenerar la reproducción de la colectividad. Por las contradicciones
materiales y sociales, la realidad práctica se aliena en las posibilidades
imaginarias de la irracionalidad, suscitando oposiciones sociales que se vuelven
objeto de discusiones y propuestas que deberían orientar hacia otros modos de
reproducción de la vida con modos de existencia general distinta. Los límites contradictorios
de permanencia y extinción de los sistemas se dan tantos en los llamados sistemas
precapitalistas tanto como en los
sistemas del tardo capitalismo. Cualquier nivel de desarrollo económico está
determinado por sus límites naturales y sociales de producción y consumo. La
negatividad de un sistema social está inscrita en sus posibilidades de
desarrollo y en la aparición de límites de reproducción que conllevan a los más
graves problemas de la vida práctica de la sociedad: la comprensión de la
realidad como un conflicto de intereses irracionales materiales e ideológicos
de dominantes y dominados. Sólo en el imaginario de la propaganda de la clase
dominante se dan las soluciones metafísicas. La negatividad de las contradicciones de los intereses
dominantes desequilibra la durabilidad de la permanencia de los sistemas económicos.
Los ciclos cortos y largos devienen de las contradicciones del sistema
económico y derivan en los conflictos más graves para la existencia de millones
de personas. El tardo capitalismo del siglo XXI se debate en los límites
contradictorios de la reproducción ampliada del capital, pero cercado por
millones de seres humanos que dependen de rendimientos decrecientes de la
producción y el dinero. El dinero se deprecia en su capacidad de compra a un
alto nivel del crédito bancario y en los presupuestos deficitarios de las
instituciones políticas. Los ajustes deflacionarios llevan a que el consumo
negativo arrastre la producción y el empleo a efectos regresivos para la
supervivencia común del sistema social. El tiempo económico no es
necesariamente progresivo ni excluye la regresión a modos de producción
envejecidos y desechados. Las épocas sociales no están predeterminadas ya que
las contradicciones límites de los sistemas económicos se dan en niveles no
predeterminados en el presente. La negatividad del sistema está oculta en su
propia posibilidad de subsistencia.
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La realidad social no es una cosa. Un sistema económico
no es una realidad muerta, sino una serie de estructuras económicas y no
económicas que se adaptan en articulaciones conjuntivas de un Todo en un tiempo
dado. Un conjunto de interrelaciones de elementos materiales y actividades
prácticas en las que los seres humanos ubican su capacidad de reproducirse
objetivamente en la doble relación de sociedad y naturaleza. La doble relación
de sociedad y naturaleza objetiva la condición humana se vuelve compatible en
niveles estructurados de correspondencia e incompatibles en límites de clases
sociales desestructuradas por sus antagonismos de distribución de la propiedad
y de los ingresos del producto neto. La formación desestructurada de salarios y
de ingresos de ganancias empresariales se presenta en sentido inverso. A
mayores ganancias empresariales menores salarios. Los salarios siempre están
rezagados con respectos a las ganancias empresariales. Las aporías contra el
crecimiento de los salarios es mera sofística. El crecimiento de las ganancias
empresariales y su acumulación en contra de la reproducción objetiva de la
sociedad es el límite absoluto de la continuidad de los sistemas sociales. La
escasez de la retribución de los salarios productivos y de los ingresos
subvencionados de las masas sociales activa e inactivas hacen incompatibles las
estructuras económicas de producción y distribución y la existencia del hombre
se incrusta en las deformaciones ideológicas de la realidad.
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Los hombres pueden vivir la falsedad ideológica del
sistema en sus vidas cotidianas. Los juegos ideológicos deforman psíquicamente a millones de seres, desprovistos de medios
reales de permanencia en el mundo. La necesidad de la producción material afirmar
la necesidad práctica de mantenerse vivo entre de los instintos de amor y
muerte. Los instintos de amor y muerte se enlazan en las contradicciones
extintivas de los sistemas económicos La extinción de un sistema social por las
necesidades instintivas conlleva su sustitución. La negatividad de los instintos
pone en tensión contradictoria las estructuras sistemáticas de los antagonismos
sociales. El sistema social adquiere posiciones de interrelación y cronología
diferentes de elementos económicos e ideológicos opuestos al sistema social que
se extingue. Las correspondencias estructurales se vuelven incompatibles. El modo
y la cronología estructurales causan efectos de desajustes sobre las
estructuras que se desarrollas y en las que se extinguen. Los límites a los que están presupuestos los
sistemas económicos provienen de sus posibilidades presentes y futuras. La
sociedad se plantea los sistemas económicos sin prever las condiciones
contradictorias que habrán de resolverse en el futuro o aparecer en los límites
extintivos de las contradicciones. Si los hombres plantean soluciones dinámicas
y prácticas a sus contradicciones sociales conforman un nuevo sistema social.
Lo viejo desparece en su límite y se abre a la posibilidad de lo nuevo en
ascenso. Si no se resuelven las contradicciones llega el estancamiento del sistema por no hallar nuevas posibilidades de
existencia conjunta.
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Los sistemas económicos regresivos establecen relaciones
económicas e ideológicas como si ellas pertenecieran a valores absolutos,
indiferentes a las contradicciones de sus límites históricos de reproducción. Los
dirigentes de los sistemas económicos se fascinan con la matematización de las
relaciones de producción y de las relaciones psicosociales ahistóricas,
provocando la alienación de los agentes sociales
hasta convertirlos en relaciones de objetos
y no de seres humanos. Los hombres se vuelven mercancías con valores de uso y
valores de cambio monetarios. El sistema
económico convierte al productor en producto para mantener el sistema en una
idealidad sin historia. Las relaciones de las cosas sustituyen las relaciones
de los seres humanos. Las cosas son los
hombres, el dinero, el dinero convertido en capital etc De la inversión de lo
humano surge la ideología conservadora, cuya obsesión es mantener la dinámica
de la realidad como una cosa muerta. Las relaciones de los hombres se
convierten en relaciones de cosas con propiedad de clase.
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El sistema social se atasca en la acumulación de capital productivo
sin invertir y en la desaleración de masas de trabajadores activos y aceleración
de masas de trabajadores parados en la ociosidad obligada. El índice de paro
marca absolutamente la situación económica de la producción y la inversión de
capital. La ley de decrecimiento del capital invertido en la producción y en la circulación para su conversión en dinero causa
una serie de efectos negativos: a) el crecimiento de la improductividad
tecnológica, b) la sustitución de capital variable para pagar insolvencias deudas empresariales. c) el aumento creciente
del paro obrero y la disminución creciente de la tasa de ganancia interna de
producción, d) la falta de retorno dinerario de masas de productos pendientes
de consumo, e) la contracción del mercado de consumo en la contracción de la producción, el crecimiento del déficit
estatal, la morosidad en los retornos de las deudas y la contracción del crédito
bancario.
No hay sustitución de máquinas por hombres, sino
obsolescencia tecnológica a bajos niveles de producción con altas precios de
los productos en el mercado. Disminuyen las ganancias internas de las unidades
empresariales a causa de las disminuciones de capital en salarios. La
acumulación de capital se detiene con el decrecimiento del capital variable que
aporta la tasa interna de ganancia. No hay valoración interna del capital por
la reducción de las cantidades de trabajo aplicadas en el proceso de producción.
Si decrecen las cantidades de trabajo
invertidas en los procesos sectoriales de producción, decaen las ganancias
internas y el sistema social se contrae
en las reacciones contrapuestas de la producción y negatividad del consumo del
consumo de producción, consumo y conversión en dinero por las ventas. El
sistema social se vuelve regresivo en la cronología de descenso de acumulación
de capital a invertir y en el otro polo de la sociedad el avance de la pobreza
en millones de seres humanos.
El siglo XXI se puede acercar, en cuanto a las
condiciones de supervivencia de las clases activas e inactivas, a finales del
siglo XIX. La regresión del sistema social implica el retorno del ser humano a
las necesidades primarias insatisfechas. El psicoanálisis diría que habría una
situación de disociación extrema del instinto de amor y supervivencia bajo la
presión de Estados absolutistas militarizadas en la represión. La decadencia instintiva
se da bajo un orden social autoritario y asfixiante de una moralidad esquizofrénica.
La escasez distributiva de medios de consumo y represión política son medios
destructivos del instinto de supervivencia y su conversión en delirios sublimados
de sadismo social darwiniano.
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