1
Valga la fábula para explicar la situación económica y social: el
humo en la colmena permite que el colmenero robe la mies de las abejas obreras.
No es esto, un accidente, sino un hecho premeditado. Los dioses de humo se
inventaron, y las corporaciones sacerdotales seculares y seglares, para extraer,
por coacción mágica y violenta, los excedentes económicos de productores
primarios de alimentos, las abejas obreras. El humo de la ideología actúa eficazmente
en el desplazamiento de la riqueza de los productores a los poseedores. De las
abejas al colmenero. Una vieja fábula de la formación de riqueza y poder desde
la civilización egipcia, babilónica e india. Los grandes ríos de la civilización
el Nilo, el Éufrates, el Tigris y el Indo fueron las grandes colmenas
neolíticas para la formación de una sociedad de sometidos productores y el
dios-divinizado de las dinastías de emperadores, que terminaron por dejar de
representar a dios y convertirse ellos mismos en dioses. El dios-rey se come
los excedentes económicos. El soporte
político de estos dioses-Estado fue la magia, el ejército militar y los
sacerdotes burócratas. Todos se convirtieron en una casta que poseía la ley, la
riqueza y el poder. El tiempo de la historia no ha borrado la sustancia de este
dominio que se transfiera únicamente metamorfoseado a las diferentes
configuraciones de Estados.
Los hombres viven y mueren sometidos a los preceptos del miedo y
del trabajo. En la sociedad actual el miedo a la inseguridad económica es un
componente fundamental de sometimiento. Los jóvenes que se echan al suelo para
limosnear o emigran representan nítidamente este sometimiento de fatalidad, que
escapa a cualquier solución racional que pase por la humanización de la inseguridad. La vida entra en el
infierno cuando vivir es depender de los plazos de los acreedores usureros y de
los empleadores de trabajo por debajo del mínimo vital. La fantasmagoría de un mundo
poblado de ricos arcádicos y castas burócratas y políticas.
2
Un hombre en crisis pierde las relaciones reales que reproducen su
vida. Está dentro de una realidad que lo niega. Espera y lucha en su inseguridad
para que el mundo cambie, pero los cambios sociales
y personales no pueden depender de relaciones imaginarias, sino reacciones de
transformación. La magia no produce hombres libres ni trabajadores. El hombre
es una variable real en el esfuerzo
colectivo, que mueve una palanca, que apoyada en la seguridad, levante el
mundo. La ideología sucia de la manipulación
no debe invadir el análisis científico de las contradicciones de realidad humana,
en su lucha contra la inhumanidad. El hombre es en cuanto su ser total está
integrado en la unidad viviente de la naturaleza y la sociedad. La naturaleza
lo ata a la necesidad de sobrevivir a la carencia de los recursos reales escasos y a la carencia
artificial de la sobreabundancia de riqueza acumulada en minorías de dominio y
esterilidad. El instinto esencial del hombres es el de permanecer vivo. Todo
ser vivo quiere permanecer vivo. Ni la ignorancia ni la superstición facilitan
la vida, sino que la hunden en la extrema servidumbre. Una sociedad cae en la
servidumbre cuando se vuelve fatalismo de terror. Un terror constituido por
poder de la apropiación de la producción de la riqueza social y al hombre mismo. La guerra y el hambre
hicieron que el hombre pudiera ser domesticado. Llegó la época de los esclavos
y de los siervos. El gran telón de la historia se descorre y aparecen los
hombres divididos en ricos y pobres, señores y siervos, dioses-reyes y
servidores sacerdotales.
3
El hombre tiene que producir su vida natural y cultural y reproducir su especie. Un ser que hace de su
vida un viaje por la supervivencia debe enfrentarse a la escasez artificial que
originan los apropiadores de mercancías y de las ganancias que se apropian los
que viven del trabajo ajeno. El recuerdo de historia es la huella de los
nombres de los apropiadores en mármol y en
las pirámides de oro de los se constituyeron en casta de dominio.
El hombre a la vez que es naturaleza tiene que ser productor de sí
mismo. Pero producir para vivir es vivir en sociedad. El hombre no es un animal
que se encierre en su estado natural, sino que sale de sí mismo para construir
sus relaciones económicas. Corre un gran peligro convertirse en un ser objeto
que otro consume.
Es un ser para otro, pero también es un ser que se rebela. Su pasividad
se vuelve cambio cualitativo, ya que descubre que hay en él la fuerza imperiosa
de la igualdad. Del ser que se resiga al ser que se subleva para modificar las
condiciones reales de su sumisión. No hay ningún poder que no genere las
contradicciones de su eliminación.
La crisis social es la posibilidad
de superar la contradicción de la fuerza aplicada en servidumbre ante la
heroicidad de reacción de la multitud avasallada. La reacción del hombre que
mide su talla por su valor. Estar vivo es tener valor para reaccionar. El héroe
de nuestro tiempo es la multitud que inunda los mecanismos de la pasividad. Estar
vivo es estar frente al peligro de ser domesticado y salir del animal pasivo al
hombre de la multitud heroica. Esta es la época de las multitudes heroicas. No
le está permitido, al hombre de la multitud heroica, mendigar la picaresca del
mendrugo o huir de su compromiso de rebelión en la sociedad en la que ha
permanecido sometido. La heroicidad del individuo en la multitud se encuentra en su condición de hombre que se hace y no se entalla
a la marginalidad del excluido. La multitud heroica es un asidero de defensa
contra la exclusión de los menos sobre los más. Agarrar la vida es agarrar el
destino del hombre que se humaniza por su rebelión. Un hombre abandonado a la maldición
de la inseguridad del hambre y las
deudas, ya reúne las repuestas heroicas a
la negación de su vida. No se le puede condenar a integrarse en las zonas
marginales de la sumisión existencial. La libertad es un acto universal de
negación de la falta de liberta e igualdad económica. El individuo no es
responsable de sus crisis. Está proviene de la deficiencias económicas y
culturales de una organización de dominio que divide a los hombres en clases de
pobres y ricos, de vendedores y compradores de trabajo, de explotadores y
explotados. La infinita inocencia y dependencia del ser humano lo vuelve
infinitamente acreedor de su rebelión. Decirle al hombre que se busque la vida
en la jungla del dominio, que lo extraña de su ser, implica entregarlo a la negación de su vida
natural y social.
4
Millones de hombres durante el siglo XIX, XX y XXI huyeron y huyen
de la pobreza económica. De la carencia de trabajo, de su exclusión de la actividad social de producir su vida. Es
la negación del hombre por la negación de la ley de salarios de mercado, que fluctúa sobre la oferta y
demanda de manos de obra de las unidades empresariales. Esta ley del salario y
el estancamiento económico ha supuesto
que desde 1846 y 1875 emigraran más de
nueve millones de individuos europeos principalmente. Emigraron de Europa entre
1900 y 1919 para llegar Estados Unidos,
Australia, Nueva Zelanda y Latinoamérica en un promedio anual de 1.000.000 y 1.400.000 de europeos
occidentales, centrales y Orientales. Unos veinticinco millones.
Las migraciones son indicadores del estancamiento económico de una
sociedad sin respuesta de la estructura de producción privada para integran la
población activa en la producción industrial, agraria, pesquera y minera. Es el
máximo indicado de la economía real es la desocupación de millones de
individuos. Atrapados en la escasez de trabajo. La falta de uso de la fuerza
productiva humana en la producción. La producción sin consumo. Se desperdician los recursos humanos y los
recursos de los bienes de producción. La
estructura económica se estanca en la decadencia de la superestructura
ideológica de una minoría de dominio. Una minoría incapaz de invertir los excedentes económicos para
obtener ganancias en una sociedad clasista. Su riqueza se dilapida en objetos
de lujo y en masas sociales improductivas.
Una minoría dominante entra en declive cuando no aplica la
inversión para inyectar a la producción los recursos humanos, los bienes de
producción y los bienes de consumo. El estancamiento de recursos marca la
decadencia de un sistema de organización en la producción de cosas para
satisfacer necesidades colectivas. En capitalismo la inversión se iguala al
crecimiento de la a la ganancia empresarial. Pero la ganancia se da en la
producción de las mercancías y no en la circulación del dinero. La ganancia se
da por el valor de uso y de cambio del productor humano. El desempleo origina bajada
de las ganancias y su falta de realización monetaria en la circulación. La
negación de la producción de ganancias es el subconsumo de las masas de asalariados.
Una generación de
dominantes se acerca a su ocaso cuando es incapaz de utilizar la riqueza que
posee jurídicamente como medio de inversión de recursos materiales y
trabajadores.
Esconder el oro en ánforas
o en paraísos fiscales demuestra el
fracaso de la clase dirigente económica e ideológica. Las posibilidades de
trabajo para millones de hombres, que huyen de la miseria por la emigración, ya
no pueden darse actualmente como una solución real de la crisis. La época
de los continentes vacíos de trabajadores acabó a principios del siglo
XX. Las crisis económicas actuales de subconsumo y estancamiento de recursos son similares en todas las regiones
capitalistas desarrolladas. El decrecimiento de puestos de trabajo, que genera la
insuficiencia de inversión capitalista, es global. La ratonera del desempleo
masivo tiene unas características comunes en la baja productividad por el
trabajo colectivo y en subconsumo que no absorbe la producción con precios de
venta crecientes y salarios monopolistas.
La colmena está llena de humo y las abejas, en multitud heroica,
se arrojan sobre el colmenero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario