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Siglo XXI.
La máquina sauria despótica
consume energía humana promediada por la edad. Absorbe cantidades de tiempo de
trabajo de baja remuneración y plena capacidad intensiva y excrementa
incesantemente cantidades de trabajo de uso abstracto o desusa conglomerados de
cantidades de trabajo o de excedentes de desocupación en el límite vital de
reproducción. El desempleo del capitalismo monopolista implica la
irracionalidad necesaria para mantener la disciplina del amando y la
inseguridad de la ocupación. Un gasto estatal creciente, que hiciera caer el
desempleo a límites, donde los trabajadores rechazaran el acoso de los salarios
bajos y jornadas extras sin pagar, sería
rechazado por los lobbies saurios económicos. Un déficit fiscal sano implica
para ellos el dominio del mercado de trabajo con altos índices de paro y bajos
salarios. La capacidad de decidir el despido, sin controles legales, constituye
un arma económica decisiva para las minorías empresariales que compran trabajo
barato. Es inadmisible para ellos el rechazo legal por los trabajadores de
salarios bajos y las jornadas largas. El trabajador deprecia el valor de la
durabilidad de su existencia cuando incrementa la productividad intensificando
su desgaste físico. El trabajo intensivo acorta la vida. La intensidad del
trabajo consiste en mayores cantidades de trabajo gastadas en el mismo tiempo. El
consumo de cantidades de trabajo intensivo provoca la enfermedad laboral y se
traslada de los trabajadores mayores a los trabajadores jóvenes. El ideal del
lobby saurio es incrementar la
productividad por edades y duración del desempleo.
Se calculan edades de amortización del capital invertido en cantidades de trabajo
en ciclos de edades. Se incapacita la actividad de producción laboral que no
responde a mayores intensidades productivas de desgaste físico. Con exceso de
paro, se inutiliza el empleo de larga duración entre 35 y 50 años. Los
incrementos de productividad intensiva marca la duración del desempleo. La
duración biológica difiere de duración de la vida laboral. La máquina despótica
sauria va incrementando la desocupación excrementando excedentes de población
sin retorno al mercado de trabajo.
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La máquina despótica consume el excedente económico con
aglomerados de consumo crediticio y consumo improductivo. Expele el terror de
la precariedad y la inseguridad de la población en la fetidez de la
manipulación ideológica y política. La máquina sauria es un doble flujo de
absorción de máquinas sociales que producen y máquinas sociales en desguace. Proceso
de producción de máximos rendimientos y
mínimos costes, que se matematizan en una organización jerarquizada sobre el
laberinto de la anarquía de respuestas del salario de mercado y de deudas con
la duración de ingresos de por vida.
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Prehistoria del El mito del Déspota Saurio.
El Minotauro del laberinto
del rey Minos-dios es un espacio cerrado por la violencia creada con el
imaginario de las bestias obedientes.
El Déspota Saurio aspira a
convertirse en un ser inmortal por la violencia y las ceremonias de
acatamiento. Sus ojos alcanzan la fiebre del placer, mientras exalta el orden
legal de las marcas en el cuerpo desnudo de las masas de pobres y semipobres; todos
extraños a ellos mismos dentro de tabiques de aislamiento de la mirada extraña.
El poder absoluto del Déspota Saurio se alimenta de la energía
humana que trabaja para concretar cantidades de productos útiles, cuyo consumo
es corregido por los precios y los ingresos bajos. El subconsumo.
El cuerpo del Déspota Saurio es un cuerpo de largas llagas de
sangre negra y coagulada. Sus escamas platean en forma de nubes de algodón e
hilos de seda de las telarañas de la historia. Aunque no hay límites precisos para
el Déspota Saurio, ya que su descomposición es intensiva y plástica, todo
indica que su mente se haya entre el idiotismo sádico y la parálisis primaria
de las burbujas de la fetidez. Es una máquina primaria de carga y descarga de
energía sobre masas sociales encerradas en gritos de inseguridad angustiosa.
Las máquinas primarias de control estatal se acoplan a la máquina despótica,
funcionando con cargas de energía de alta intensidad, prestadas por la
ideología del Déspota Saurio. Se cargan particularmente en los desajustes de sumisión políticas de las
clases medias y de los estallidos súbitos de rebelión social de explotados y
abandonados. La máquina despótica es una máquina compleja que se engancha a millones de máquinas primarias. Las succiona en
el orden simétrico de descargas de energía de otras máquinas primarias: burocráticas
y militares. Se forma un complejo de
complejos exponenciales, organigramas de succión de energía colectiva. Sistemas
de succión labial de energía humana y excrementos de alfabetos primarios
represivos, escritura residual, cuneiformes signos en arcilla húmeda y luego
perpetuada en hornos de cocción. Los signos concretan yacimientos de residuos
arqueológicos de formaciones simbólicas universales, unidades estructurales de aparatos
estatales simbólicos de la tierra madre y las querencias nacionalistas.
En el siglo XXI, los lenguajes crípticos de los aparatos estatales
fluyen en la radiactividad de los residuos nucleares e impregnan de inflación las
masas monetarias depreciadas de papel moneda. El lenguaje críptico simbólico se
entreteje ahora de escapes de radiactividad e inconformidad de destino del individuo
común, estepario de las ciudades. El topo de las excavadoras mueve la tierra
radiactiva, donde la radiactividad preña a los procesos
embrionarios en desarrollo, la porosidad de las rocas y el reflujo de las aguas
contaminadas. Además de pobreza universal, la falsedad y la radiactividad acunan
las funciones del desorden de los
sistemas sociales caducos.
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El progreso de la máquina despótica.
El Déspota Saurio industrializa las máquinas políticas de
representación compleja institucional. Las máquinas simples del poder social se
entrelazan a complejos sistemas mecánicos inquisitoriales, burocráticos y
militares. De ellos, se derrama el líquido pútrido de la servidumbre del miedo,
la dependencia del esclavo, la desesperación del suicida, la conexión muerte-
resurrección de la demencia senil intrascendente. En la mente del Déspota
Saurio se reinicia la historia primaria del
regreso al asalto de la razón. La razón humanista la sustituyen el crimen selectivo
de clase, la explotación económica de millones de hombres en el mínimo de
subsistencia, la población abandonada a la emigración y al deambular por la ficción
de las existencias desdichadas. La
máquina de propaganda Sauria amontona la marginación en la enfermedad depresiva
de la desesperación. Los valores del ser intrascendente se convierten en
valores depreciados, valores sociales sin uso monetario. A las masas marginadas, sin materializaciones de
ganancias monetarias, se las incrimina con aparatos extractores de soledad: los
entubamientos de los guetos, los cuadriláteros de las cárceles, en las
asimetrías de las ciudades favelas, en los gritos persistentes de los niños
abandonados en las calles, cobayas de los se extraen órganos con precios de
objetos de lujo. El espacio de las ciudades se vuelve exterminio de marginados
residuales a la producción y el consumo. Los campos de exterminio se abren, se
hacen visibles, esconden el olor de los residuos orgánicos y electrónicos, putrefactos
olores contaminantes se elevan. Las palabras-ideología se saturan y cristalizan
en abiertos ruidos de disparos, que se abren al crimen como flores secas al silencio.
El asesinato genocida, ideologizado y asimilado, por las élites de la decrepitud,
a catástrofes naturales en la necesidad histórica inevitable de la
perpetuación.
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Más progreso.
El Déspota Saurio insume dinero,
extermina los disidentes, combinando la máquina de tortura con la máquina de
propaganda. A las masas marginadas se
las recluye en guetos de amputación de los aspectos críticos de la razón. Se las
vuelve ciegas, sordas, sin gusto y sin tacto, se las ve de lejos vistiendo monos
reflectantes naranjas. Siempre están acuclilladas. Masas sociales abandonadas al
cuerpo atrofiado por la desconfianza de las leyes. Sólo están con ellas los carceleros,
los ladridos de los perros adictos a la cocaína y el silencio exterminante.
Nadie consuela al que tiene hambre y sed de libertad y pan. El espacio es un espejo de mudez. Afasia de la máquina espacio sobre el
destino.
La máquina de máquinas, la bomba nuclear despótica o la central
nuclear, mantienen el terror de la energía cáncer que dura milenios. Energía
barata de producción que disminuye los constes económicos de la reproducción de
la existencia de las minorías del ocio. La energía humana y nuclear a bajo
coste abre los espacios del placer, la arquitectura residencial, los barrios de lujo en agujeros abiertos al gozo.
El individuo de fortuna se convierte en dios de oro. Las
ciudades lámparas de luz estelar observan desde el espacio la
contradicción del ser y del ser de la cosa. Lámparas estelares de perpetua claridad
de integrados y marginados. Las máquinas de máquinas destruyen la realización
del hombre. No hay tierra de otoño ni de primavera. No hay previas al adviento
de la paradoja del dios convertido en víctima y salvador del hombre. El animal
de gran cerebro despótico es traído a las relaciones sociales perversas de la
venta del uso de la energía humana por el valor de cambio monetario, que
expresa cantidades de alimentos y descansos. La energía de uso humana está bajo
la condición contractual de vender valores de uso para obtener valores de
cambio monetarios. La minoría con poder de compra usa la energía humana para
producir ganancia económica. La civilización del salario y la ganancia, del empleo y del desempleo La utopía de la
inversión monetaria que procrea el beneficio sin la utilización especulativa del
trabajado. En la circulación del dinero no hay ganancia. El productor obrero de
la ganancia queda apartado en la irracionalidad del precio de venta del producto en el mercado. La máquina de la ganancia monetaria se monta
sobre la irracionalidad de la máquina económica.
6
La inmortalidad del Saurio.
El Déspota Saurio construye
ciudades prohibidas, salas de espejos
reflejando el orden de la jerarquía burocrática, hay escribas que
iluminan memoriales con las hazañas bárbaras del Déspota. El Déspota Saurio ansía escapar del tiempo histórico mediante la
escritura epidérmica de su inmortalidad. El gran reptil observa el movimiento
del agua en los estanque, su destino
inmortal. No es un déspota, sino un
transgresor. Quiere transgredir la memoria. No hay en él capacidad de reflexión
moral sobre sus actos. Desconoce la interioridad de su conciencia. Padece el
límite de sí ante la extinción. El límite de no verse reflejado en los espejos.
El tiempo lunar no se da en los desguaces de su desmemoria. La muerte al fin,
lo sorprende con el cáncer, la leucemia radiactiva, o la falta de circulación
sanguínea. La aniquilación lo alcanza en la pesadez del reptil que se hunde en
el fango. Los guerreros de barro lo contemplan morir como al individuo común,
en la dependencia infinita de la sumisión a la naturaleza.
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