Escribe Sigmund Freud, en su libro el Yo y el Ello, que la
diferenciación de lo psíquico en consciente e inconsciente es la premisa
fundamental del psicoanálisis. O dicho de otro modo: el psicoanálisis no ve en la conciencia la esencia de lo
psíquico, sino tan solo una cualidad de lo psíquico, que puede sumarse a otras
o faltar en absoluto.”
El individuo se
vuelve consciente dentro de los mecanismos psíquicos de la inconsciencia.
Determinados impulsos psíquicos se escapan de la censura y se imponen sobre la
resistencia del yo racional. Pero los psiquismos del inconsciente se pueden
trasladar al psiquismo social. La
historia de la barbarie se engarza a las turbaciones de inconsciente
enganchadas en el lenguaje persuasivo del dominio. No hay ninguna garantía
científica de un yo que excluya las perturbaciones de los deseos del
inconsciente. Hay algo inquietante que es la posibilidad de que el inconsciente
individual esté manipulado hasta el extremo de adquirir la imputación de ser
una parte deformada de la sociedad represiva.
No hay un yo
transparente, un orden social racional kantiano que diferencie los intereses de
la razón de los intereses de la barbarie. Dentro del individuo y la sociedad
de la barbarie, los instintos de muerte
aparecen súbitamente. El paisaje interior del inconsciente despótico está oculto y marcado
por la simbología de la máquina estatal territorial del gran déspota de las
ciudades y la tierra de las revoluciones urbanas del paleolítico. El gran
déspota original de la ciudad de Ur asocia su inconsciente la conciencia general
social con sus pulsiones de incesto, amor y muerte.
Pero El ello no es
sólo una máquina psíquica territorial, sino una máquina de producción de
deseos. Es máquina de flujos seminales o la máquina tecnológica que destruye la
tierra. Flujos documentales, archivos en piedras y vasijas y papiros, la
máquina de inscripciones que deben entregar la memoria. Las máquinas tecnológicas
y las máquinas burocráticas técnicas y sociales se montan unas sobre otras
hasta llenar el espacio de la comunicación. Un lápiz es una máquina simple y
una turbina nuclear una máquina compleja. Ambas escriben sobre la tierra y el
dinero. Tierra y dinero grafías de dominio en el cuerpo extenso de la sociedad.
Las grandes máquinas sociales montan con las grúas de la historia constitucional
de los estados. El cuerpo de la tierra, el cuerpo del estado despótico, el
cuerpo del capital dinero, el cuerpo sin órganos de los estados esquizofrénicos
totalitarios. Todas las máquinas estatales provienen del primer estado de la
ciudad de Ur y del déspota que tatúa su cuerpo con la transgresión de lo
psíquico y la propiedad. Todos los símbolos arqueológicos del déspota de Ur están
atravesados por la energía psíquica del Ello inconsciente del déspota de la
producción asiático a la producción del capitalismo esquizofrénico.
Volver la cabeza atrás, al curso de la
historia, es hallarse con el Ángel del Apocalipsis. Él ángel de las revoluciones y las
contrarrevoluciones de la tierra de Ur y del oro y la plata para pagar los
mercenarios. El Ángel de la cultura neolítica,
de la ciudad y griega, la ciudad cretense, las urbes precapitalista de
la guerra de 1914-1918, las urbes militares de la II guerra mundial, las urbes
de la favelas marcadas con grafitis y las torres verticales de cristal y
aluminio de ciudad cibernética. Las ciudades agujeros de los cables ópticos
pinchados, donde la voz y la escritura torpe son comunicaciones espiadas.
Millones de individuos anónimos expuestos a la investigación para averiguar sus
comportamientos, sus formas de amar y de competir con sus dudas. La guerra de
estados, las guerras de sexos, de empresas, de ciclos fiscales contractivos de
consumo regresivo y la desigualdad
milenaria de ricos y pobres desde la ciudad Ur a las ciudades
neocapitalistas de Asia. Y siempre presente el límite interior de la muerte del
individuo en los pabellones del cáncer y del sida junto círculo de la radiación
nuclear infinita.
2
Ello se convierte en muerte, en cercamientos
de ladrillos de zigurat, en las murallas
que defienden razas, religiones y pobreza, Todo más desde las dinastías chinas
a los estados del imperialismo capitalista. Una presencia del Ello enmascarado
en los códigos cuneiformes asirios, en las tecnologías de la información, de
los flujos capitalistas de palabras en la banalidad del espionaje estatal
sobre sociedades serviles. Los mandatos
del inconsciente sádico a la obediencia de la represión y el lenguaje
arbitrario y lleno de represalias. Ello dios del poder. El dios que reina en la
avaricia del dinero nominal y el desprecio de la mercancía humana, cuyo precio
monetario se establece en los mercados laborales deslocalizados, de las
regiones de materias primas y mano de obra barata, junto a las urbes de
consumidores abastecidos por los impulsos inconscientes de las mercancías del
deseo y el indeseo de lo actual y lo pasado.
3
El Ello reina en
las pulsiones inconscientes y en la sociedad irracional, fetichizada por la
necesidad de sometimiento a la lógica del instinto de consumo. Todos ser vivo
quiere permanecer vivo para el Ello, aunque el terror se convierta en el dogma
de la existencia. El Ello es la tierra, el cuerpo, la máquina y la escritura.
Es la esencia del tiempo sádico y masoquista. Todo ser es un ser para el
tiempo. Para un tiempo físico que incluye
el deseo y la muerte como esencias. El tiempo
flujo homogéneo que es energía a
la máquina de máquinas del zigurat. Del tiempo simple de la cerilla encendida al
tiempo complejo de la estructura
tecnológica.
Ello que incluye al yo adiestrado en la disciplina de los
guerrilleros maoístas, que negaron la transmisión de la cultura sembrando
cadáveres en las fosas del genocidio camboyano.
El Ello inconsciente carga y funciona en todas
partes. Ello es una máquina psíquica, pero una maquina que produce deseos de
exterminio y de procreación. Los deseos despóticos de la política y los deseos
de la gran orgía de cuerpos desnudos en azufre religioso. Ello funciona en
todas partes, de una forma continua y discontinua. La máquina de la
esquizofrenia capitalista de la mercancía y el dinero. Máquina fría de la fisión nuclear y máquina caliente
del amor. El Ello se deteriora y arregla
para recomenzar e unidades aglomeradas de cosas y órganos. Cubos de basura y
perfumes. Es un órgano incestuoso y amoral y órgano de ritual del recalentamiento ficticio de la piedad del
derecho internacional. Eyacula flujos aditivos de drogas y energías que se
desplaza por un espacio geométrico infinito.
El Ello es amoral, pero se
vuelve trágico al exigir, a través del yo, la racionalidad del encadenamiento
de la máquina de deseo émbolo y la máquina cilindro. El dios trágico del estado
medieval exigía la racionalidad de la jerarquía trascendente al Todo a la Nada. El todo y la nada son instantes de
funcionamiento de la máquina paradójica que dice sí y no a la al amor y a la
muerte. Se vincula el deseo de amor al odio extintivo.
EL Ello máquina, se inyecta a
la tierra y a la convierte en mercancía dinero. Se desconecta de la tierra para
vigilar los agujeros negros del Universo. El Ello es una relación de no sujeto
y no mundo. Una máquina que funciona en
el vacío de los espacios infinitos del inconsciente. Ello acopla máquinas
simples a máquinas complejas. De la azada del campesino a la central nuclear.
En ellas hay muerte. Las máquinas y las
manos son flujos sádicos y masoquistas de agregados simbólicos de tecnología de
producción y estancamiento. Las regresiones sádicas son retornos homicidas que atraviesan las funciones de exterminio.
El Todo social se deja
esclavizar por el Estado Ello, por los códigos de funcionamiento del yo
organizado políticamente en una máquina
del Ello. Las masas sociales se adhieren a las máquinas de poder, como el
ciclista que se suicida frente a un tren de alta velocidad. La organización irracional
reordena los flujos psíquicos y se engancha a los deseos imperativos
reproductivos de seguridad ante a los
límites internos de superar el tiempo físico de la desaparición.
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La producción de inseguridad
fluye en el miedo de la inseguridad pasiva. La máquina de producción se articula
a la máquina de consumo. El alimento a
la máquina dental. Juntos la superproducción de represión y adicción al consumo
del miedo. La producción plena de capital industrial y especulativo para
rentabilizar la esclavitud humana.
Ello maquina a pleno rendimiento de las
máquinas de máquinas, de individuos lanzaderas en los talleres de producción de
tejidos baratos y ocultos en Bangladesh.
Anónimas realizaciones de valor económico, fetichizadas por el dinero basura de
la divisa de baja cotización. Ofrendas a un dios trágico de la producción de
pobres y al consumo de ricos, el dios siempre presente de la sobreproducción y
el subconsumo. El individuo y la máquina se estacan en incesantes deseo de las
odaliscas imaginarias. El todo social se desarregla en los equilibrios del
subempleo humano y material. Ello se detiene y los flujos de mercancías,
órganos de máquinas e individuos se estancan. No producen. Los equilibrios de
los flujos de ingresos decrecen hasta un regresivo retorno a situaciones de supervivencia
de máquina obsoletas e individuos detenidos en coyunturas sociales sin salida. El
Ello se detiene.
Llega la oración del individuo
trágico: “Que si esperamos es sin esperanza”.
Ello máquina energía se ha vuelto un Ello
psíquico moral. La moral trágica del todo social que espera incesantemente la
única solución del milagro. Lo irracional del milagro es la única racionalidad.
El límite interiorizado de la muerte natural se vuelve también el límite
interior de la sociedad. Las variables de la producción y el consumo sociales
se convierten en cantidades constantes. Una constante es un límite que obliga a
lograr nuevas máquinas sádicas y nuevos individuos trágicos es sus propuestas
de salvación. El todo social manifiesta
de manera trágica los límites internos de su reproducción. No hay una razón
práctica que prevenga de las paradas de la máquina de la reproducción social. El
límite devuelve inconsciencia a través de los flujos sádicos, inmanentes e ese
límite trágico que espera una solución trágica.
El Ello y la máquina reinan
sobre el Todo social.
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