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El individuo social implica su inmanencia en la
totalidad. La sociedad en sus diversas regiones estructurales produce y su existencia
y su modo de enfrentarse a la periodicidad material y cultural de su
reproducción como ser vivo y como fuerza de trabajo productiva. No hay ningún
salto en el vacío del conjunto social ni autoafirmación electiva fuera de la
totalidad social. El individuo son sus relaciones sociales de producción que
determina los modos de circulación, de circulación y de consumo como otros
tantos momentos de una unidad. El trabajador pertenece a la clase capitalista
antes de venderse en el mercado de trabajo. No se recorta como una sombra
contra el fondo continuo de la producción, tanto si su fuerza de trabajado ha
sido vendida efectivamente o como fuerza de trabajo en potencia. No hay de realidad social efectiva fuera
de la unidad de la totalidad social. Las perturbaciones de los delirios paranoicos caen fuera de las acciones activas
de los individuos sobre las condiciones reales de su mundo. La cultura y la
producción es el uso de la materialidad y la conciencia de la continuidad social
a través de la reproducción de los medios de consumo y los medios de producción.
La continuidad social no nos llega dada,
se adquiere a través del conocimiento y transformación de las condiciones
reales restrictivas de la escasez y la productividad. Estas restricciones
causan la continuidad y discontinuidad en
el modo de producción social. No hay
fuerzas sociales prometeicas, sino coeficientes técnicos sociales de producción
y antiproducción. No hay ningún paradigma de progreso social en el ámbito
dogmático y flexible a las circunstancias que originan los delirios de la ideología. No hay un flujo continuo de
la progresividad desde la irracionalidad. El flujo continuo de la reinserción
imaginaria en la unidad social se estanca y la situación real-obliga a los
individuos a superar las condiciones restrictivas o desparecer en el mundo de
la barbarie. El individuo social permanece obligado por la situación regresiva
de los factores sociales de época. El alba es un instante y el ocaso una eternidad. El llanto del instante
se seca en las mejillas.
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El
individuo puede ser consciente o no de su condición de individuo social de
clase, que debe protege sus intereses de grupo y defenderlos mediante la
consciencia de sus antagonismos subjetivos y objetivos. Si la sociedad no
produce al individuo, éste regresa, no a la naturaleza, sino al estado asocial del
límite natural y técnico de regreso a la subsistencia. Deja de poseer las
cualidades propias de ser individuo de una sociedad, que organiza la reproducción
de la unidad de sus variables económicas e ideológicas de permanencia. No hay detrás del individuo nada que no sea la
reproducción de su individualidad comunal a través del trabajo colectivo. El individuo
es social en cuanto produce, consume y reproduce la producción colectiva. El desengaño y el escepticismo
son estados regresivos de la improductividad. Formas de no ser ante una sociedad regresiva en su modo de
reproducción, que ha destruido sus límites de reproducción material y cultural.
Los límites involutivos no provienen de una situación metafísica de la
condición humana, sino de la evidencia científica de las restricciones materiales e ideológicas de un derrumbe
social.
El derrumbe del individuo social es simultáneo
a las desarticulaciones de las regiones de producción y la superestructura
jurídica e ideológica sociales. La totalidad social se derrumba cuando capacidad
de producir un nuevo modo de producción se vuelve una constante improductiva.
No hay cambio de variaciones de la productividad social ante los límites
naturales y tecnológicos. La clase dirigente llega al límite máximo de
explotación del individuo sin que tenga conciencia de sus límites
autodestructivos. Los contendientes de las dos guerras mundiales europeas desconocieron
los conceptos de extinción y del límite de resistencia de una sociedad en
guerra. El individua social fue sacrificado bajo los gritos nacionalistas de la
Las Furias mitológicas del grito de la tierra común en la ideología del odio. Las
Furias de la guerra eran exterminadoras
de los supuestos racionales de la continuidad social. La crisis económica evidencia
su crueldad en el militarismo ideológico.
Lo fue desde la gran crisis de 1870, la de 1929 y la del 2008. La militarización
ideológica de la sociedad es un proceso orgánico de no superar los límites restrictivos de las
relaciones sociales de clase en la producción y la ideología. La falta de
lucidez de la unidad social ante los
límites de la involución de las condiciones de reproducción de un sistema
social. La sin razón jalona los radicalismos exterminativos sociales hasta el estado de barbarie.
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Una elevación de la ideología de la
competividad del individuo no social ha
sido el imaginario de la función del mérito individual. Intereses de clase para hallar la incrementar la capacidad
adquisitiva del dinero por la acumulación que incremente la propensión al consumo
de medios de vida y objetos de lujo de las minorías de la avaricia de la
propiedad y los ingresos monetarios. La burocracia estatal y de partido
político, la verticalidad piramidal empresarial estables un conjunto de reglas
sociales del mérito del acenso y las caídas sociales en desgracia. El mérito de la competitividad reside en la
imposición absoluta del dominio de obediencia y el monopolio de los medios de
producción y financieros. La sociedad monopolista de la minoría del mérito se
enfrenta a la máxima acumulación
calculada de capital. Festeja la esencia acumulativa como un triunfo de la
organización piramidal. El poseído por la gracia de la salvación y su voluntad
de dominio.
La
voluntad de dominio blasona la aristocracia de la competencia de sangre noble.
Su ortodoxia manifiesta que el liderazgo proviene del esfuerzo individual de
coerción sobre los otros. La voluntad de
poder se perpetúa en la transmisión legal del patrimonio. Va del fautor a sus herederos. El trabajador no transmite
patrimonio alguno ni aun la pericia de su oficio. El capitalismo generacional,
del economista Schumpeter, procedía del acto
de fe de que las generaciones
empresariales nacían de la inmanencia del modelo de producción capitalista.
Eran de los capitanes de la industria capitalista generaciones que,
eclosionaban como larvas, arrastrando las condiciones de supervivencia material
y cultural del sistema social a través de las ganancias máximas de sus negocios. Sólo estaban condicionados por
su nivel congénito de ingenio y capacidad de revalorizar su capital a través
del trabajo ajeno. El capital genera sus administradores y su capacidad de revalorización
en la acción competitiva de mercado de precios. Schumpeter olvidó el mecanismo
de la herencia jurídica patrimonial y el elitismo de la transmisión de la cultura
a través de las instituciones generadoras de clase social de dominio. No hay
eclosiones naturales de empresarios que no se apoyen en la estructura privada
prestataria de capital o en las instituciones crediticias estatales. Al
principio puede haber un huevo, pero luego se vuelve un pollo. La tecnología de la información creada por
individuos con ingenio ha terminado en las manos de los grandes aglomerados del
capital accionarial Los incrementos de
la productividad y la ampliación del mercado están en gestores herederos de capital
y en la gestión empresarial piramidal de
la aristocracia del dinero. No eclosionan totalidades renovadoras con un
capital propio que imponga nuevas visiones de la inversión rentable del capital sin la aportación del patrimonio legado
o las conexiones financieras y tecnológicas de la productividad financiera del
capital de préstamo de inversión. No se descubre el lazo del hombre natural con
los portadores de riqueza acumulada. Hay la acumulación de riqueza en un poco de
la sociedad y miseria en el otro. El registro de la riqueza material e
ideológica es transmitido por herencia legal.
La brecha de la desigualdad crece o decrece
través de la relación del crecimiento o decrecimiento de la apropiación privada
de las ganancias del plustrabajo no pagado. No hay crecimiento de riqueza
monetaria sin trabajo gratuito. Hay productividad creciente de valores de uso,
pero no aumentos salarial. El dinero no produce dinero, sino como medio de
compra del trabajo ajeno. El crecimiento
de la riqueza y de los ingresos pertenece al ámbito de actividad de producción social.
El crecimiento de la renta trabajo no es mayor que el crecimiento de la riqueza
social de valores de uso del ciclo de producción. La inversión de capital dinero especulativa
obtiene mayores ganancias ficticias de papel dinero legal que el capital
industrial. La renta monetaria del salario es decreciente. El decrecimiento de
la renta monetaria salarial marca niveles de desigualdad. La masa monetaria salarial
decrece refleja la caída de los salarios por debajo del nivel medio de
subsistencia. La masas monetarias apropiadas por la minoría dominante crece con
la disminución de los salarios. Los salarios reales disminuyen por las imposiciones fiscales del estado. La
ganancia empresarial proveniente del trabajo directo es menor que el sobre trabajo extraído por la
ganancia. El sobre trabajo se traslada a las rentas especulativas a través del
presupuesto de endeudamiento estatal, dándose correlativamente el crecimiento
de los intereses a pagar y la disminución de las prestaciones sociales
estatales. El ingreso nacional medido en cantidades de trabajo decrece mientras
crece la renta monetaria medida en ganancias especulativas de endeudamiento
estatal y la venta-compra de renta fija en
bonos y letras del tesoro y la variable de aumento de cotización bursátil de acciones y obligaciones privadas.
Se ha sobrepasado, en su decadencia de
productividad de valores reales, al capitalismo industrial de explotación
salarial a favor del capitalismo especulativo financiero, a través de las
políticas impositivas sobre las rentas del trabajo y la redistribución impositiva
al capitalismo especulativo. La detracción de la masa salarias desde dos
frentes: a) el plustrabajo directo b) el
plustrabajo indirecto por las imposiciones fiscales. Como el trabajador no
puede gastar más de lo que gana, las imposiciones gravosas del estado
disminuyen su mínimo de subsistencia salarial e incrementan su endeudamiento a
corto y largo plazo.
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La carencia de la utilización del factor
variable del trabajo en los procesos de producción conduce a la falta de
reproducción del sistema de producción
tanto a nivel salarial como en las ganancias industriales.
El paro
obrero es un límite a la capacidad de reproducción del sistema económico y
social. El crecimiento de las masas sociales activas improductivas causa profundos desequilibrios
abiertos a la autodestrucción del sistema. Uno de estos desequilibrios es el
retorno de la mendicidad en los trabajadores activos, que vuelven a marginalidad
del limosneo y la olla comunal. Sobrevivir depende de relaciones de producción,
pero también de relaciones sociales de coerción legal. La seguridad de
sobrevivir se vuelve una variable dependiente de relaciones económicas
regresivas a formaciones sociales de marginalidad superadas. La venta de fuerza
de trabajo se vuelve una mercancía residual independiente del mínimo vital. Los
trabajadores pobres y los trabajadores emigrantes deprecian la longevidad de
sus vidas. Precios de intercambio depreciados. Al sacar fuera del salario de
subsistencia al trabajador, la durabilidad de la vida se acorta. El individuo
social se vuelve regresivo. Queda sometido a la inseguridad. Su vida no depende
de él, sino de la explotación de las relaciones de mercado laboral nacional e
internacional. No llegan a mantenerse ni el trabajador ni sus descendientes. La
crisis económica recae en las masas sociales sujetas al capitalismo neoliberal
de utilización del hombre como ganancia máxima.
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