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¿De qué sospechan a las élites dirigentes? ¿Del
hombre común que soporta con su trabajo los gastos de la antiproducción de las
minorías que acumulan rentas y riqueza? ¿Del cansancio político de una sociedad
sin soporte de integración igualitaria que muestran las encuestas y las
manifestaciones de protesta? ¿Del juego ideológico de la democracia legal y la
legitimidad popular de la gestión directa de la producción y la distribución?
¿Es plausible, que la adaptación del individuo a las circunstancias adversas, corresponda
al símil pascaliano de la condición de la fe religiosa a una caña de bambú que
no se adapta al viento? ¿No será esta caña flexible la resistencia al dominio
de la violencia? ¿Las élites dirigentes tienen miedo a que una nueva sociedad
dirija su destino en la función de estructurar al individuo común, como
objetivo de la función del trabajo redimido de la explotación y a favor de dar al individuo la felicidad de
un orden justo? La masa social para sí, que organiza con fines políticos y redistributivos
el excedente de producción ganancial, causa pavor a la élite dirigente legal. La
desigualdad de la pobreza y riqueza va a ser la cuestión política de nuestro
tiempo de simulación teatral. De nuevo los ricos y pobres enfrentados. La
acumulación de la riqueza y la renta en una minoría y la pobreza en la mayoría
vuelven a traer a la historia la revuelta social como un agente económico. Tal
vez por esto, los ciudadanos son escrutados a través del espionaje masivo del
hombre común. La gente desnuda en los aeropuertos, la gente desnuda en sus
móviles. Todos los individuos son espiados en su comunicación, en la enorme
rotación de palabras y gestos cotidianos. En una sociedad cuarteada por la
desigualdad, los individuos resultan sospechosos por sus desafectos a las
élites de dominio. El enfrentamiento entre necesidad y riqueza se vuelve
visible en la práctica económica y política de los dominados. Una caída del salario
real es una redistribución económica creciente a favor de las élites. La
inflación monetaria provoca un aumento de los precios a favor de los vendedores
y en contra de los compradores. No hay
deflaciones de precios en los productos de consumo para asalariados. Los
acreedores por deudas desean y obtienen legalmente que los préstamos se
actualicen al nivel inflacionario en contra del nominal contractual de los préstamos.
La inflación es un agente económico de
la división de clases sociales. Aparece como un deslizamiento del bajo poder adquisitivo del dinero que
gastan los asalariados. El 99% de la población activa. Los salarios de los agentes
económicos empleados en la actividad de producción directa o en inactividades
indirectas de la gestión se contraen en el estancamiento del crecimiento del bienestar.
El salario real se deprecia con la caída del mínimo de subsistencia vital y el
salario depreciado se alarga con las fracciones de trabajo gratuito y alargamiento de la jornada de trabajo no
pagada por sobrexplotación del trabajador. La intensidad del desgaste físico del
exceso de trabajo se incorpora en valor
económico no retribuido, los crecimientos de la productividad, que se traducen
en caídas de costes de producción, se trasladan a las ganancias extraordinarias
a nivel de la elasticidad de la demanda del mercado monopolista o oligopolista.
Se reducen los costes de producción y se
mantiene la oferta de producción a precios altos de venta, sin competencia de
mercado. La élite piramidal, gestora y accionarial especulativa se vuelve de
espaldas a la competencia del precio y a la amplitud de demanda con precios
bajos. Se vende menos y se gana más con la oferta inelástica.
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La élite tiene miedo de que la masa social tome
conciencia de su situación existencial de dominado y pobre. La burbuja de la
ignorancia general debe rebotar en el frontón
de los conceptos ideológicos de la producción, la distribución desigual y
la infelicidad. No debe caer en el fondo de pasividad política y no volver a rebotar en las vidrieras deformantes
del conformismo fatalista de la desorganización.
Los
acumuladores tecnológicos de organizaciones del espionaje guardan información
de las desviaciones sociales a la obediencia. Los acumuladores archivan la
reactivación de las multitudes como de potenciales enemigos. El enemigo es una
variable terminada en un plural de ismos históricos. Terrorismo, anarquismo,
comunismo, desviacionismo, y al izquierdismo. Siempre hay amenazas potenciales
al derecho y al Estado a secas. El programa de escuchas está oculto y diseña juegos
de enemigos y vigilantes en enfrentamientos continuos. El fin último es mantener
el equilibrio de la desigualdad. El orden exacto de una multitud desigual y desquiciada
en la producción de cosas y de seres vivos. La noche oscura de la desinformación
de los medios de comunicación de masas. Reproducción del lenguaje manipulado de
la sumisión. La especie humana y las ganancias
excedentarias apropiadas y dirigidas
desde el lenguaje y la coacción. La morfología del dominio se modifica y se
vuelve flexible a la práctica de la confusión. Es la desinformación una máquina
compleja de tecnológica y psiquismo. Su esencia
siempre es ser voluntad de poder y sujeto de presa. La reducción de los objetivos de
eficiencia máxima de bienestar social como un efecto adverso, necesario, escéptico
y fracturado. La eficiencia máxima del espionaje es la mayor cantidad de gente
espiada y fotografiada en la nada del escepticismo o en la orgía de la apatía de
lo viejo social. Hay que captar el virus de la manipulación mímica del contagio
en la servidumbre. Hay un flujo-virus que se adhiere a la piel de cuantos atraviesan los controles de la información espiada
a la información arquetípica de revolucionarios y siervos. La información puede ser basura y de desecha,
pero su importancia radica en controlar siempre el flujo incesante de conexión de
máquinas activas, gestos comunes y palabras fuera de los códigos de
habitabilidad. En las máquinas complejas de sospechas e información, se encuentran los vínculos de los individuos
codificados de cero al infinito.
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En el totalitarismo informativo lo importante
es la cantidad de información reciclada por unidades eficientes de códigos
binarios: esta palabra o este silencio, esta cara vulgar o inteligente, este
gesto o estas gafas, la ropa y el
cigarrillo, el gesto plano y las intenciones inexpresivas. Si las masas
sociales se esconden en sus intenciones de revestir la situación de opresión se las incluye en máscara ira y ellas tienen
que ser vigiladas. La masa social común es
útil, pero su sumisión es una variable que determina los límites del terreno de
juego de la acción y la inacción del conocimiento y la ignorancia. Nadie es inocente
para los catadores de las funciones estratificadoras del poder de la élite. Para
ellos, las mariposas de la conspiración vuelan en resquicios de impunidad
legal. Es una consigna eficaz de espionaje: los enemigos cambian con los
objetivos marcados y las máquinas de control de información se tienen que
adaptar a ellos. Los objetivos no se marcan en ortodoxos y nihilistas, sino en
eficientes e ineficientes. La ortodoxia trasciende su ineficiencia y salta a la
herejía. Es un vínculo de ritos que en circunstancias de coyuntura de
desequilibrio se vuelve rupturista. El nihilismo es la negación de los valores aceptados
en los archivos históricos del orden. El ortodoxo desea la trascendencia de la
existencia, el nihilista atraviesa su existencia con un gesto heroico de mal
lector. El vigilante es fóbico a los excrementos ocultos. Los instrumentos de vigilancia
son de alta tecnología interceptadora o también de vigilantes jubilados,
delatores a un cuarto de euro, que se sientan en banquitos, en medio de la
calle, para detestar movimientos significativos ocultos de la gente que pasa.
Su misión es la delación inmediata. Esta es una figura histórica de control
utilizada en las épocas anteriores y posteriores en las revoluciones del insurgente campesino o de la
pequeña burguesía liberal del siglo XIX. Su amplitud iba de la aldea a las
zonas urbanas.
El
exceso de vigilancia atrae lo experimentado del espionaje directo. En la
sociedad de consumo masivo de información todo vale y es utilizado en las
sociedades de multitudes indiferentes y pasivas a las consignas de los aparatos
de propaganda, a las cámaras y a las pantallas de televisión gigante, en las
que se dictan consignas subliminales en los objetos de deseo, los perfumes, el
turismo caro y los automóviles de gama
alta. Se paga la vigilancia para que detrás del individuo haya un escarabajo, insecto
coleóptero kafkiano de élitros lisos que se alimente de signos y que sus bolas
de basura informativa estén dentro de los ordenadores y en las cloacas del
espionaje, en las cuales depositan sus huevos excrementales informativos. En el
estiércol informativo está la delación que muestra los desequilibrios del
orden. El paroxismo de la paranoia lleva al estiércol delator. Hallar lo visible en lo invisible. La vigilancia adquiere sentido ambivalente paranoico
en la baba del caracol y en las palabras ceremoniales de los códigos. La baba caracol del orden y la baba caracol de la adicción a
la amapola del opio. El tiempo cronológico llega al sinsentido de las máquinas
obsoletas de vigilancia, que acumulan palabras y gestos.
Los grupos inquisitoriales imponen la delación
por el miedo y la coerción, la tortura y
la ansiedad del pecado contra la fe. Se espían las palabras claves de la
herejía en los hábitos, los rituales y los pensamientos murmurados. Las
organizaciones de dominio reactivo hallan en el dolor físico y en la
inseguridad económica los vectores fuerza de la sujeción del individuo a su
rueda informativa.
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