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Se está dentro de la oscuridad
insistente del lenguaje manipulador y de los desvíos irracionales e intrigantes de lo simbólico que ocultan la verdad de los conflictos sociales e
individuales de la subproducción y el subconsumo de una sociedad de
propietarios y de vendedores de trabajo. La carencia de solidaridad económica social por la
usurpación legal de los recursos de producción. Los significantes vacíos de lo simbólico político
relacionan las metáforas puras de dominio con su significado oculto de cinismo
y crueldad.
En la metáfora pura del ocultamiento de la
realidad desaparece la relación de lo real y lo imaginario. La desaparición de
la realidad y su ocultación por los
imaginarios ideológicos arrastra al significado real a la ambigüedad de
las cajas sonoras del lenguaje vacío. Sonoridad de cajas musicales en los
imaginarios quedan definidos por el ocultamiento de la realidad en su
antagonismo de dominio y sumisión. La metáfora pura de una sociedad de dominio
de minorías organizadas sobre mayorías desorganizadas.
La ambivalencia de los significados
imaginarios multiplican la confusión de
la comprensión de la realidad por el lenguaje. El vacío de las palabras sin
conceptos es un Multipolar agrupamiento de significados erráticos, que no se acogen a la interpretación determinada
del lector La metáfora pura de dominio exige un interpretador de medios ocultos
que falsea las relaciones de desigualdad. El interpretador se anexiona la
propiedad de servir de correa de transmisión del lenguaje metafórico en su
ocultamiento del dominio. El medio de comunicación como realidad única. No
importa el concepto, sino el medio que transmite su vacío deformativo. El medio de comunicación se convierte en el brujo
de la metáfora pura, de sus imaginarios que flotan en las funciones acríticas
de la resignación al dominio. Con una plaga de adherencias residuales teórico-verbales,
se transfiere consistencia a los signos vacíos que ocultan metafóricamente la
realidad. Las metáforas ideológicas, verbales y visuales, de la propaganda y la publicidad cambian los instintos
de rebelión en pasivos reflejos de rebaños domesticados.
Los signos manipulados del lenguaje se van
inscribiendo en la fragilidad de la existencia
de los dominados. La esencia de la existencia viene a ser la manipulación de
los poseedores de los medios comunicativos. La
tersura del Ser de la existencia se convierte en la rugosa piel del
camaleón. De este dominio, el individuo debe despegarse por su voluntad y razón
crítica, de organización reflexiva de
los elementos antagónicos de la realidad y sus manipuladores. El universal
racional y categórico del individuo ante la inautenticidad de su existencia.
La videncia es la reflexión, que
propone percatarse de uno mismo como un individuo que se aferra a la propuesta de
existir, desencadenado de la trama del poder político-económico y del lenguaje
manipulador. La metáfora impura sería piedra
que se echa al río para que suene el flujo de temporalidad racional e inmediata
para una voluntad categórica general. El río-flujo del devenir del individuo
consciente de su destino. El flujo de la temporalidad histórica que
desenmascara la sumisión al destino manipulado. El individuo y el grupo social
tienen el deber de ser humano fuera de los signos codificados por las metáforas puras de la ideología dominante.
Los signos aparecen en las riadas de
la existencia manipulada, amontonados y codificados en los diccionarios etimológicos de lo
simbólico de la realidad. Lo simbólico proviene de la creación litúrgica de las
minorías sánscritas en su pretensión de un saber de verdad exotérica, que se
oculta fuera de la conciencia crítica.
Las minorías excluyentes leen en los signos de las cosas, esquematizando su saber por las conclusiones
de las hipótesis que se autentifican por ellas mismas. La ideología incluye su
solución en la hipótesis. La conclusión está ya incluida en la hipótesis que se
ha de verificar. La conclusión de la hipótesis está previamente incluida por el
sistema ideológico del conocimiento irracional La verdad imaginaria se incluye
previamente. No hay propuestas ideológicas que no estén envuelta en los recitativos de un texto sagrado, escrito y cifrado que funciona
manipulando la racionalidad.
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La ideología se vive en la actividad
social de los individuos. Su opacidad recubre y reconstruye la actividad social
vivida en un plano imaginario. A los hombres les cuesta cambiar, ya que viven
en los sistemas de valores de ideológicos. La ideología falsea sus vidas y los
integra en sistema social de producción con valores y representaciones ideológicas. El
viejo aforismo: los hombres viven y mueren engañados.
Las máscaras de los actores griegos unificaban
las pasiones y los miedos extraordinarios de la pasión, la necesidad y la
muerte. Una máscara que unificaba la existencia del recitador, el oyente y el
destino de los dioses.
La polifonía coral avisaba de la
confusión de los signos del lenguaje críptico
y la monodia aventurada del actor heroico detrás de la máscara. Ataraxia
de la existencia colectiva ante el destino que se ocultaba en la ambigüedad de los significados
y la sonoridad de los significantes. Impuridad del no ser del actor atrapado en las palabras
que juegan, la inautenticidad del
individuo, con las regresiones psíquicas del instinto de amor y muerte. El amor
y la muerte en el pánico cierto de la incertidumbre del destino. Los textos trágicos
vocean los códigos de supremacía de los
vigilantes sobre los vigilados, de los dioses sobre los hombres.
Los vigilantes se adentran en la
realidad de la historia codificándola. La vigilancia de un ojo cicloide, derramando
tinta, que se confina tras los altos
muros de las ciudadelas de silencio y lentifican símbolos de dominio.
Ilustra esto, la presencia silenciosa de los vigilantes de la pintura
metafísica de Giorgio de Chirico. La pintura que devuelve a los espacios
metafísicos de la intencionalidad de lo onírico simbólico, proveniente de la
represión del inconsciente.
Surrealismo de los objetos emocionales hallados
en los desplazamientos simbólicos de las cargas psíquicas represivas. Las
formas arquitectónicas de Chirico en la
arquitectura de la aristocracia de los mercaderes renacentistas. Los espacios
sin historia viva, cargados de las miradas ausentes de los vigilantes apostados
en los muros de las plazas y las iglesias. La ideología metafísica nos enseña
sus actos fallidos, nunca la flexibilidad de la adaptación simbólica del pasado
al presente.
La ideología es el ojo invidente de la historia.
Polifemo exaltado por su ira, mirando por detrás del presente. El eterno retorno
de los símbolos de la barbarie, a manera de mandatos, inconexos a la voluntad
de afirmar la superioridad de la reflexión sobre las motivaciones del deseo
encadenado a las imágenes alegóricas. La posguerra de la primera guerra mundial
acarreó, en el arte simbolista, el hallazgo de los símbolos oníricos del
inconsciente y la filosofía de la voluntad del poder ser de Nietzsche.
Giorgio Chirico pinta los espacios simbólicos de la multitud. Los espacios
elitistas donde pasean conversadores ensimismados y aprisionados en la
representación gigantesca de los muros arquitectónicos,
con su proyección de sombras ideológicas que sugieren la posibilidad de lo inhumano
por la ausencia de racionalidad. Los personaje de Chirico acucian la
efectividad de la manipulación de la realidad por el lenguaje de la propaganda
política, del lenguaje comunicativo ambiguo y la represión sexual.
Los hallazgos de las semejanzas del individuo
sin esencia, que dan formas los maniquíes. Los maniquíes en los escaparates de
las ciudades, representación de los individuos dominados, es un hallazgo del
capitalismo simbolista para formar hábitos de consumo repetidos en la multitud.
La mirada vacía de los maniquíes contribuye al juego de lo mimético. La
sustitución de lo humano con la mímesis de la manipulación de las cosas. Los
objetos alienan la vida real. Son sujetos-objetos en los que se proyectan los deseos. Los maniquíes
metafísicos, en las representaciones simbólicas de las mercancías expuestas en un
espacio urbano, extraño y atemporal, donde sólo se pueden encontrar el silencio expresivo del
precio monetario de la mercancía o la máscara del indeseo del ser.
El maniquí y sus ojos ciegos se vuelven
obsesivos cuando los individuos se encuentran arrojados a la simbolización enajenada
del sufrimiento. Los hallazgos de los maniquíes tras las vitrinas de
cristal de los escaparates. Praxis
osificada de maniquíes que saltan desde la crueldad de su indiferencia a la
mirada del individuo, que vive representando el relato simbólico por el plano
imaginario de su vida falseada
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