Conviene trabar, las relaciones específicas de las autoridades estatales de los diversos Estados, durante los años 2008, y lo transcurrido en el 2009, para establecer una juntura entre la crisis actual y la crisis de 1929.
Objetivo de año 29 fue conceder préstamos a los bancos, a las compañías de seguros y, finalmente, a la industria para salir de la crisis. La Corporación de Reconstrucción Financiera recapitalizó los bancos, permitiéndoles depreciar los activos problemático. En el orden financiero éstas fueron sus actuaciones.
Tanto en la crisis de 1929, como en la actual, se parte de la idea de que el capitalismo neoliberal actúa bajo premisas de alto riesgo en las relaciones de inversión y cobro de las mismas. Este riesgo está abierto a las coyunturas temporales de conversión de los préstamos en dinero. Los impulsos de un mercado financiero están en invertir dinero para obtener ganancias por la venta en alza del precio de intercambio. Las diferencias monetarias de intercambio entre dos coyunturas originan pérdidas y ganancias. Hacer dinero comprando y vendiendo dinero. Las contradicciones de conversión contractual en dinero provocan los momentos de insolvencia de los deudores y la imposibilidad de cobro a los acreedores. El valor capital de las acciones empresariales, de empresas, bancarias, industriales y comerciales, que cotizan el mercado, están sujetas a los equilibrios y desequilibrios de las ofertas y demandas de dinero.
El sistema económico gira en la producción de oportunidades de ventas en dinero aplazado, en sus términos de pago, y la conversión del mismo de acuerdo a los términos del contrato de préstamo o a las necesidades inmediatas de los acreedores en un mercado abierto a las fluctuaciones valorativas de los retornos del dinero. Las ofertas y demandas de mercancías se basan en que las mismas se vuelvan dinero. La economía real, de producción, distribución comercial y consumo, exige la inversión del dinero y su retorno por la venta al contado o a crédito. Las fases abiertas al crédito tienen que cerrarse en los términos contractuales fijados. El ciclo préstamo- recobro del mismo tiene que mantener el ritmo de pago-cobro marcado por las necesidades de los acreedores.
El dinero de préstamo acelera el ciclo de conversión de los productos en dinero, pero a su vez es independiente de las ventas de las mercancías. El dinero es ajeno a la realización de los productos en dinero. El dinero ocupa el hueco que el producto ha dejado en la circulación y por tanto ocupa su lugar. El dinero de préstamo se contrae hasta llegar a su vencimiento: su retorno en dinero al prestador. Las condiciones del deudor consisten en haber acumulado la cantidad de dinero de pago.
En la circulación del dinero de préstamo al dinero pago actual, está la realización de las mercancías y la posibilidad de su conversión en dinero. No hay seguridad de que el hecho se produzca. El dinero de préstamo no absorbe las desviaciones de la producción y el consumo. El dinero se abstrae de la circulación de las mercancías. No interviene en las crisis de realización de las mismas. En los años 90, los préstamos financieros se han ampliado a las economías domesticas. Intervienen en la financiación de las economías domesticas con préstamos al consumo y préstamos hipotecarios. Pero no hay que olvidar que los asalariados no pueden gastar más que lo que obtienen como ingresos salariales. En las economías domésticas, el efecto del endeudamiento es el de establecer mayor el gasto a pagar, en cantidades periódicas, que aumentan el consumo de bienes duraderos, semidurareros e inmediatos sobre la base del crédito y el mantenimiento del salario. No hay más ricos, sino más asalariados endeudados. La base de su permanencia de consumo, ajeno al salario, está en el retorno de los préstamos, a través de los ingresos obtenidos y aplicados a los pagos de préstamos. Los ingresos reales decrecientes de los asalariados, por los aumentos de los precios básicos, causan demoras en los pagos. Estas demoras están en función de las relaciones de los préstamos- invariantes y la ralentización, los intereses contratados y de demora, con las variaciones de los presupuestos familiares en términos antagónicos: a) salarios reales decrecientes, b) precios crecientes de los productos de subsistencia familiar, c) la resultante es el antagonismo de salarios fijos nominales y precios crecientes, causantes la morosidad familiar y el decrecimiento del consumo. El consumo como magnitud agregada afecta a la demanda global de las unidades empresariales.
El endeudamiento sin control devolutorio, en las estructuras financieras empresariales, acrecienta la desaceleración bajo precios indeterminados de realización monetaria. Las ventas requieren la conversión de los productos en dinero y con él, el reinicio del ciclo productivo y comercial, siempre que el endeudamiento no frene el ciclo. Las empresas también antagonizan la dilatación de su producción y su endeudamiento, en la coyuntura del mercado financieros cerrados a la insolvencia. La insolvencia, ante el endeudamiento, enfrena los ciclos de producción y comercialización. Los préstamos insolventes sustituyen las dilataciones temporales de compras y ventas, agudizan la exigibilidad prestataria a través de los crecimientos de stocks mínimos necesarios industriales y comerciales, adquiridos con préstamos, y las variaciones de los precios de producción para recuperar los intereses de los préstamos. La introducción de préstamos insolventes, en la circulación de compras y ventas, contrae el ciclo expansivo general y particular hasta su contracción definitiva en la carencia de consumo y de inversión.
Las deudas dométicas tienen que pagarse con los salarios obtenidos por la venta de cantidades de trabajo, y las empresas por la venta de los productos-cobro en las empresas industriales y comerciales.
Las deudas están sincronizadas a los ingresos de los asalariados y al ritmo de su morosidad. Los ingresos de los trabajadores disminuyen en relación a la baja de la demanda del mercado de trabajo y aumentan con el crecimiento de las ganancias empresariales realizadas.
Los salarios se mantienen invariantes con el crecimiento del endeudamiento y de los precios de las mercancías. La invariante de los salarios queda sustituida por la variante del endeudamiento en los períodos de amplitud crediticia. A salarios constantes, con un nivel de consumo creciente e inducidos por la publicidad, habrá un mayor crecimiento endeudario de los estratos de población de salarios bajos, medios y marginales. Una situación social de alto endeudamiento, con bajos ingresos salariales y altos precios de los productos empresariales, precede a crisis de subconsumo y superproducción. Planea sobre la actividad económica de consumidores y empresarios probabilidades ciertas de desviaciones de ganancias bajas, endeudamiento, y morosidad en las unidades empresariales, y en los retornos del dinero a las unidades de financiación bancaria.
Las entidades financieras asumen riesgo de insolvencia en las depreciaciones nominales de sus inversiones en activos financieros, de los préstamos hipotecarios, con retornos desacelerados en sus vencimientos. Las pérdidas económicas de las instituciones financieras socavan la relación depósitos bancarios/ capital social. Una disminución del capital de la sociedad por pérdidas exige nuevas fuentes de financiación a corto plazo y la conversión de las ampliaciones de cargas fijas por previsiones de pérdidas. Las reducciones del capital propio, por acciones depreciativas del mercado de inversiones en acciones y obligaciones, implicarían nuevas fuentes de inversión monetaria de los organismos financieros centrales y las dificultades en retornos de los depósitos a los clientes bancarios. La posibilidad de estabilizar las cantidades de depósitos, con nuevos depositantes, está condicionada a la oferta de los ingresos-renta global y a la relación de aumentos de la oferta de ahorro de particulares y reservas de ganancias de las empresas. La variabilidad de la solvencia bancaria retiene la conversión del dinero en préstamos. Las contracciones, de los salarios de las unidades domésticas y de las ganancias de las unidades empresariales, incrementan la morosidad de los retornos de los préstamos, al igual que la búsqueda de liquidez de la banca, en el mercado de valores, con la depreciación de los activos de inversión financiera por coyunturas bajistas del mercado internacional finaciero.
Las instituciones financieras son un sistema de contrapesos entre inversiones de activos y el retorno de los mismos. Una asincronía en el retorno de los préstamos implicaría un aumento de la insolvencia bancaria La depreciación de sus activos de préstamo y de inversión causan reducciones reales del capital bancario y de las reservas de seguridad. Si la política económica se halla en un ambiente financiero de incertidumbre, los retornos de los préstamos se lastran y el cálculo de su disponibilidad se desvaloriza. Una coyuntura bajista traduce expectativas bajas de ganancias, contagio de endeudamientos ocultos y entrecruzados. Las ganancias previsibles decrecientes implican la anticipación de una situación de liquidez monetaria de inversiones financiadas con préstamos.
Un crack es previsible en un sistema económico sin intervencionismo estatal. La actuación económica, de toma de decisiones ultra- liberales, se acoge a los mecanismos de equilibrios que funcionan dentro de las actuaciones corporativas. El crac es siempre el inicio del paso de una situación económica estática a una situación dinámica de intervenciones rescatistas del Estado.
Objetivo de año 29 fue conceder préstamos a los bancos, a las compañías de seguros y, finalmente, a la industria para salir de la crisis. La Corporación de Reconstrucción Financiera recapitalizó los bancos, permitiéndoles depreciar los activos problemático. En el orden financiero éstas fueron sus actuaciones.
Tanto en la crisis de 1929, como en la actual, se parte de la idea de que el capitalismo neoliberal actúa bajo premisas de alto riesgo en las relaciones de inversión y cobro de las mismas. Este riesgo está abierto a las coyunturas temporales de conversión de los préstamos en dinero. Los impulsos de un mercado financiero están en invertir dinero para obtener ganancias por la venta en alza del precio de intercambio. Las diferencias monetarias de intercambio entre dos coyunturas originan pérdidas y ganancias. Hacer dinero comprando y vendiendo dinero. Las contradicciones de conversión contractual en dinero provocan los momentos de insolvencia de los deudores y la imposibilidad de cobro a los acreedores. El valor capital de las acciones empresariales, de empresas, bancarias, industriales y comerciales, que cotizan el mercado, están sujetas a los equilibrios y desequilibrios de las ofertas y demandas de dinero.
El sistema económico gira en la producción de oportunidades de ventas en dinero aplazado, en sus términos de pago, y la conversión del mismo de acuerdo a los términos del contrato de préstamo o a las necesidades inmediatas de los acreedores en un mercado abierto a las fluctuaciones valorativas de los retornos del dinero. Las ofertas y demandas de mercancías se basan en que las mismas se vuelvan dinero. La economía real, de producción, distribución comercial y consumo, exige la inversión del dinero y su retorno por la venta al contado o a crédito. Las fases abiertas al crédito tienen que cerrarse en los términos contractuales fijados. El ciclo préstamo- recobro del mismo tiene que mantener el ritmo de pago-cobro marcado por las necesidades de los acreedores.
El dinero de préstamo acelera el ciclo de conversión de los productos en dinero, pero a su vez es independiente de las ventas de las mercancías. El dinero es ajeno a la realización de los productos en dinero. El dinero ocupa el hueco que el producto ha dejado en la circulación y por tanto ocupa su lugar. El dinero de préstamo se contrae hasta llegar a su vencimiento: su retorno en dinero al prestador. Las condiciones del deudor consisten en haber acumulado la cantidad de dinero de pago.
En la circulación del dinero de préstamo al dinero pago actual, está la realización de las mercancías y la posibilidad de su conversión en dinero. No hay seguridad de que el hecho se produzca. El dinero de préstamo no absorbe las desviaciones de la producción y el consumo. El dinero se abstrae de la circulación de las mercancías. No interviene en las crisis de realización de las mismas. En los años 90, los préstamos financieros se han ampliado a las economías domesticas. Intervienen en la financiación de las economías domesticas con préstamos al consumo y préstamos hipotecarios. Pero no hay que olvidar que los asalariados no pueden gastar más que lo que obtienen como ingresos salariales. En las economías domésticas, el efecto del endeudamiento es el de establecer mayor el gasto a pagar, en cantidades periódicas, que aumentan el consumo de bienes duraderos, semidurareros e inmediatos sobre la base del crédito y el mantenimiento del salario. No hay más ricos, sino más asalariados endeudados. La base de su permanencia de consumo, ajeno al salario, está en el retorno de los préstamos, a través de los ingresos obtenidos y aplicados a los pagos de préstamos. Los ingresos reales decrecientes de los asalariados, por los aumentos de los precios básicos, causan demoras en los pagos. Estas demoras están en función de las relaciones de los préstamos- invariantes y la ralentización, los intereses contratados y de demora, con las variaciones de los presupuestos familiares en términos antagónicos: a) salarios reales decrecientes, b) precios crecientes de los productos de subsistencia familiar, c) la resultante es el antagonismo de salarios fijos nominales y precios crecientes, causantes la morosidad familiar y el decrecimiento del consumo. El consumo como magnitud agregada afecta a la demanda global de las unidades empresariales.
El endeudamiento sin control devolutorio, en las estructuras financieras empresariales, acrecienta la desaceleración bajo precios indeterminados de realización monetaria. Las ventas requieren la conversión de los productos en dinero y con él, el reinicio del ciclo productivo y comercial, siempre que el endeudamiento no frene el ciclo. Las empresas también antagonizan la dilatación de su producción y su endeudamiento, en la coyuntura del mercado financieros cerrados a la insolvencia. La insolvencia, ante el endeudamiento, enfrena los ciclos de producción y comercialización. Los préstamos insolventes sustituyen las dilataciones temporales de compras y ventas, agudizan la exigibilidad prestataria a través de los crecimientos de stocks mínimos necesarios industriales y comerciales, adquiridos con préstamos, y las variaciones de los precios de producción para recuperar los intereses de los préstamos. La introducción de préstamos insolventes, en la circulación de compras y ventas, contrae el ciclo expansivo general y particular hasta su contracción definitiva en la carencia de consumo y de inversión.
Las deudas dométicas tienen que pagarse con los salarios obtenidos por la venta de cantidades de trabajo, y las empresas por la venta de los productos-cobro en las empresas industriales y comerciales.
Las deudas están sincronizadas a los ingresos de los asalariados y al ritmo de su morosidad. Los ingresos de los trabajadores disminuyen en relación a la baja de la demanda del mercado de trabajo y aumentan con el crecimiento de las ganancias empresariales realizadas.
Los salarios se mantienen invariantes con el crecimiento del endeudamiento y de los precios de las mercancías. La invariante de los salarios queda sustituida por la variante del endeudamiento en los períodos de amplitud crediticia. A salarios constantes, con un nivel de consumo creciente e inducidos por la publicidad, habrá un mayor crecimiento endeudario de los estratos de población de salarios bajos, medios y marginales. Una situación social de alto endeudamiento, con bajos ingresos salariales y altos precios de los productos empresariales, precede a crisis de subconsumo y superproducción. Planea sobre la actividad económica de consumidores y empresarios probabilidades ciertas de desviaciones de ganancias bajas, endeudamiento, y morosidad en las unidades empresariales, y en los retornos del dinero a las unidades de financiación bancaria.
Las entidades financieras asumen riesgo de insolvencia en las depreciaciones nominales de sus inversiones en activos financieros, de los préstamos hipotecarios, con retornos desacelerados en sus vencimientos. Las pérdidas económicas de las instituciones financieras socavan la relación depósitos bancarios/ capital social. Una disminución del capital de la sociedad por pérdidas exige nuevas fuentes de financiación a corto plazo y la conversión de las ampliaciones de cargas fijas por previsiones de pérdidas. Las reducciones del capital propio, por acciones depreciativas del mercado de inversiones en acciones y obligaciones, implicarían nuevas fuentes de inversión monetaria de los organismos financieros centrales y las dificultades en retornos de los depósitos a los clientes bancarios. La posibilidad de estabilizar las cantidades de depósitos, con nuevos depositantes, está condicionada a la oferta de los ingresos-renta global y a la relación de aumentos de la oferta de ahorro de particulares y reservas de ganancias de las empresas. La variabilidad de la solvencia bancaria retiene la conversión del dinero en préstamos. Las contracciones, de los salarios de las unidades domésticas y de las ganancias de las unidades empresariales, incrementan la morosidad de los retornos de los préstamos, al igual que la búsqueda de liquidez de la banca, en el mercado de valores, con la depreciación de los activos de inversión financiera por coyunturas bajistas del mercado internacional finaciero.
Las instituciones financieras son un sistema de contrapesos entre inversiones de activos y el retorno de los mismos. Una asincronía en el retorno de los préstamos implicaría un aumento de la insolvencia bancaria La depreciación de sus activos de préstamo y de inversión causan reducciones reales del capital bancario y de las reservas de seguridad. Si la política económica se halla en un ambiente financiero de incertidumbre, los retornos de los préstamos se lastran y el cálculo de su disponibilidad se desvaloriza. Una coyuntura bajista traduce expectativas bajas de ganancias, contagio de endeudamientos ocultos y entrecruzados. Las ganancias previsibles decrecientes implican la anticipación de una situación de liquidez monetaria de inversiones financiadas con préstamos.
Un crack es previsible en un sistema económico sin intervencionismo estatal. La actuación económica, de toma de decisiones ultra- liberales, se acoge a los mecanismos de equilibrios que funcionan dentro de las actuaciones corporativas. El crac es siempre el inicio del paso de una situación económica estática a una situación dinámica de intervenciones rescatistas del Estado.
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