Richard Lindner pintó un cuadro en 1954, al que determinó como Boy with Machine. Un joven adolescente con una máquina. La denominación del tema pictórico suprime el verbo estar. No atribuye al sujeto la circunstancia de existir. El joven adolescente es la máquina misma. La función lógica de relacionar al sujeto a un objeto exterior mediante el verbo ser o estar está eliminada. El hallazgo de la significación está en unir fuera de las circunstancias exteriores la presencia del sujeto y el objeto. El subjetivismo extremo de Richard Lindner radica en que lo único que existe es el yo radical del individuo y el objeto de la máquina antiproducción. El muchacho con la máquina. El muchacho delante de la máquina. ¿Quién es el joven adolescente? La pregunta inquiere sobre la constitución del yo. La pregunta salta ante la duda. Quién es el sujeto, qué es el objeto. ¿Por qué se relacionan con una preposición y no con un verbo que le atribuya circunstancias externas constitucionales a su enigmática presencia?
La cabeza del joven adolescente es casi esferoide, si no fuese por la barbilla que se acerca a su cuello grueso y corto. El pelo rapado y oscuro, las orejas pequeñas y asomadas. Las cejas breves y ascendentes, desde los lagrimales hasta un vértice agudo del que caen precipitadamente. Los ojos almendrados, grandes, oscuros, que acompañan al rictus de la boca con expresiva vanidad en la travesura. El labio superior carnoso, prominente, con acentuadas hendiduras, que llegan a los orificios de la nariz. La barbilla insinuada a la línea circular de la cara. Su rostro es lunar. Algo así como las piedras lunares que buscaba Antonin Artaud en el desierto de Asiria, en su pasión seminal por Heliogábalo, el anarquista coronado, en Emesa a orillas del Orontes. Allí, en la abrumadora injusticia del destino.
Luego el volumen grueso del cuello del joven adolescente, que mantiene la tensa energía de la esfericidad de la cabeza. Desde la carnosidad del cuello hasta por debajo de las rodillas, el cuerpo del joven adolescente está cubierto con una vestidura amplia y larga, que se ajusta, con una botonadura delantera, a su cuerpo, que se amplía desmesuradamente desde los hombros a unas piernas tubulares, casi cubiertas por la vestidura y los calcetines, sólo quedan a la vista dos franjas de las tibias, blanquecinas y carnosas. Las manos, pequeñas y gordillas, se cruzan ante el pecho en una línea diagonal. Los huecos de ambas manos, que, forman los dedos, pulgares e índices, sujetan dos alargados destornilladores o instrumentos mecánicos, ajustadores de las piezas de la máquina. El cuerpo del joven adolescente es una síntesis de extremada corpulencia y obesidad. Detrás de él hay una máquina. La preposición indica sujeto y objeto. Boy with Machine. Esta máquina no es un conjunto de mecanismos trabados para producir medios económicos o ideológicos. Es un flujo de energía incausal y atemporal, que se materializa en los flujos esquizos de los montajes de elementos ordenados en secuencias del delirio De Boy Machine, ambos, están construidos en la huida autista de la realidad. En el flujo mental de la huida no hay sectores económicos de bienes de producción. De Boy Machine es un artefacto multiplicador de la improductividad. Una inyectadora de energías psíquicas, que da plasticidad a la materia impenetrable y muerta. Machine productora de delirios y productos sin valor, como un chicle mascado y pegado a la pared, unas canicas debajo de los cuerpos fríos de las palomas callejeras, periódicos untados de grasa (…) No hay diferencia cualitativa en producir para el consumo de las máquinas de máquinas o producir para el consumo delirante de las masas sociales, hibernadas en las rutinas del aletargamiento ideológico. De Boy Machine se eleva a una potencia enésima de delirio improductivo.
La máquina de Boy es una combinación de piezas que se mezclan en un orden estricto de desutilidad: cilindros, correas de transmisión, ruedas dentadas, tuercas, tornillos, volante, planchas metálicas (....) Una máquina Boy antiproducción, bulimia maquinal Un proceso simbólico de la irracionalidad. El joven adolescente es un cuerpo desmesurado con relación al espacio mecánico que ocupa. Delante de su máquina mira al espectador del cuadro. Se complace con su trabajo de montador de máquinas. Sus brazos, que se cruzan y trazan una diagonal ante el pecho, son parte de la máquina- Boy. Los artilugios mecánicos, destornilladores- engrasadores muestran la pericia de su montaje maquinal. La máquina está cifrada en restos de memoria de la producción, en etapas del capitalismo industrial de finales del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX. Las máquinas de procesos de trabajos industriales, en donde la productividad de la máquina integra al trabajador en una degradación acumulativa de la intensidad y de la cantidad del trabajo. La intensidad del trabajo es un mayor consumo de energía humana por unidad de tiempo. Comprimir dos horas de energía humana en una. Reducir la jornada de trabajo imprimiendo mayor velocidad al proceso de trabajo y al consumo de energía. Reducir la duración de la existencia de la mercancía humana y de la mercancía máquina. En la Boy- Machine las intensidades son cero. La transformación de la máquina industrial en objeto del delirio. La Máquina- Boy funciona como la máquina milagrosa, la máquina estatal, la máquina surrealista, la máquina esquizofrénica, la máquina de disección del cuerpo humano, el paraguas rojo y el sombrero hongo. (…) Boy With está sobredimensionado de miembros, cabeza y cuerpo desmesurados, como su entendimiento paciente, que monta las piezas de la máquina de antiproducción. La antiproducción injerta al joven adolescente a las piezas de la máquina. La crisis capitalista es una máquina de antiproducción injertada a masas de dinero depreciadas. La antiproducción industrial ha injertando la subjetividad irracional en la objetividad de la máquina esclerótica de la crisis. El no saber ya está en la máquina. El saber intelectual socrático de la Virtud se agota en el “no operativo” de la improductividad de la maquina. La obsolescencia introduce los términos de la improductividad creciente por unidad de tiempo constante. El porvenir de las clases sociales poseedoras será acumulaciones de dinero, con poder adquisitivo decreciente, que sólo será garantizado mediante las estructuras ideológicas paranoicas. La transición patrimonial de las generaciones de poseedores no estará garantizada por la ignorancia y el miedo, adosados a la máquina productora de dinero. Las organizaciones económicas empresariales y estatales derivan a bajos rendimientos, incesantemente decrecientes, en obsoletas máquinas de reproducción material y mental. Afasia en las espirales de los signos simbólicos del poder y contrapoder de gobernantes y gobernados. Tiranía, timocracia, y demagogia. Lugares ideológicos deshabitados, donde sólo existen espirales de significantes hambrientos. Solipsismo de las masas marginales a las transgresiones sociales, asociadas al cálculo de ventajas y desventajas, del diferencial hedonista de placer y dolor. Las Máquina-Boy se montan con las piezas de desecho de la máquina social productiva. Arrojadas a las hendiduras de los estancamientos económicos globales. Las Máquinas- Boy, esquizofrénicas, una entidad reductora de la voluntad de dominio, de las fuerzas reactivas de la barbarie, del tiempo mecánico, del sinsentido de la historia colectiva e individual. Las combinaciones de capital fijo y trabajo de las máquinas- Boy están en relación indirecta a la tecnología positivista de la biología cerebral. A mayores cantidades de trabajo humano mayor huida psíquica a un submundo de cosas carentes de valor de mercado. El límite absoluto de la Máquina-Boy será convertir en cero las cantidades de trabajo útil que incorpora a la producción de mercancías. Cantidades decrecientes de utilidad y cambio de la Máquina-Boy, junto a mercancías sin precio. Las Máquinas-Boy, montajes heteróclitos de residuos nucleares, alas de mariposas, archivadores policiales, espasmos rutinarios de la muerte, los desafectos del trabajo-inhumano. Las Máquinas-Boy son disyuntivas. Son máquinas de partículas gramaticales disyuntivas, (Ahora…Ahora, Bien…Bien, O…O). Máquina- Boy de una fase, de dos fases, de tres fases. Disyunciones inertes de acciones sin finalidad. El momento actual de la historia se marca en las disyunciones de la negatividad y la aleatoriedad de la fuerza reactiva dominante de las minorías jerarquizadas. Las Máquinas- Boy incesantemente funcionando en la improductividad de los delirios disyuntivos. (Ahora…Ahora, Bien…Bien, O…O.) Ahora la máquina-caos de Buster Keaton, ahora la máquina- Charles Chaplin de Tiempos Modernos. O bien esto o bien aquello. Las disyunciones de la Naturaleza, las disyunciones de las máquinas sociales del siglo XXI. Ellas son máquinas de frecuencias alternativas: (Ya…Ya).
La cabeza del joven adolescente es casi esferoide, si no fuese por la barbilla que se acerca a su cuello grueso y corto. El pelo rapado y oscuro, las orejas pequeñas y asomadas. Las cejas breves y ascendentes, desde los lagrimales hasta un vértice agudo del que caen precipitadamente. Los ojos almendrados, grandes, oscuros, que acompañan al rictus de la boca con expresiva vanidad en la travesura. El labio superior carnoso, prominente, con acentuadas hendiduras, que llegan a los orificios de la nariz. La barbilla insinuada a la línea circular de la cara. Su rostro es lunar. Algo así como las piedras lunares que buscaba Antonin Artaud en el desierto de Asiria, en su pasión seminal por Heliogábalo, el anarquista coronado, en Emesa a orillas del Orontes. Allí, en la abrumadora injusticia del destino.
Luego el volumen grueso del cuello del joven adolescente, que mantiene la tensa energía de la esfericidad de la cabeza. Desde la carnosidad del cuello hasta por debajo de las rodillas, el cuerpo del joven adolescente está cubierto con una vestidura amplia y larga, que se ajusta, con una botonadura delantera, a su cuerpo, que se amplía desmesuradamente desde los hombros a unas piernas tubulares, casi cubiertas por la vestidura y los calcetines, sólo quedan a la vista dos franjas de las tibias, blanquecinas y carnosas. Las manos, pequeñas y gordillas, se cruzan ante el pecho en una línea diagonal. Los huecos de ambas manos, que, forman los dedos, pulgares e índices, sujetan dos alargados destornilladores o instrumentos mecánicos, ajustadores de las piezas de la máquina. El cuerpo del joven adolescente es una síntesis de extremada corpulencia y obesidad. Detrás de él hay una máquina. La preposición indica sujeto y objeto. Boy with Machine. Esta máquina no es un conjunto de mecanismos trabados para producir medios económicos o ideológicos. Es un flujo de energía incausal y atemporal, que se materializa en los flujos esquizos de los montajes de elementos ordenados en secuencias del delirio De Boy Machine, ambos, están construidos en la huida autista de la realidad. En el flujo mental de la huida no hay sectores económicos de bienes de producción. De Boy Machine es un artefacto multiplicador de la improductividad. Una inyectadora de energías psíquicas, que da plasticidad a la materia impenetrable y muerta. Machine productora de delirios y productos sin valor, como un chicle mascado y pegado a la pared, unas canicas debajo de los cuerpos fríos de las palomas callejeras, periódicos untados de grasa (…) No hay diferencia cualitativa en producir para el consumo de las máquinas de máquinas o producir para el consumo delirante de las masas sociales, hibernadas en las rutinas del aletargamiento ideológico. De Boy Machine se eleva a una potencia enésima de delirio improductivo.
La máquina de Boy es una combinación de piezas que se mezclan en un orden estricto de desutilidad: cilindros, correas de transmisión, ruedas dentadas, tuercas, tornillos, volante, planchas metálicas (....) Una máquina Boy antiproducción, bulimia maquinal Un proceso simbólico de la irracionalidad. El joven adolescente es un cuerpo desmesurado con relación al espacio mecánico que ocupa. Delante de su máquina mira al espectador del cuadro. Se complace con su trabajo de montador de máquinas. Sus brazos, que se cruzan y trazan una diagonal ante el pecho, son parte de la máquina- Boy. Los artilugios mecánicos, destornilladores- engrasadores muestran la pericia de su montaje maquinal. La máquina está cifrada en restos de memoria de la producción, en etapas del capitalismo industrial de finales del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX. Las máquinas de procesos de trabajos industriales, en donde la productividad de la máquina integra al trabajador en una degradación acumulativa de la intensidad y de la cantidad del trabajo. La intensidad del trabajo es un mayor consumo de energía humana por unidad de tiempo. Comprimir dos horas de energía humana en una. Reducir la jornada de trabajo imprimiendo mayor velocidad al proceso de trabajo y al consumo de energía. Reducir la duración de la existencia de la mercancía humana y de la mercancía máquina. En la Boy- Machine las intensidades son cero. La transformación de la máquina industrial en objeto del delirio. La Máquina- Boy funciona como la máquina milagrosa, la máquina estatal, la máquina surrealista, la máquina esquizofrénica, la máquina de disección del cuerpo humano, el paraguas rojo y el sombrero hongo. (…) Boy With está sobredimensionado de miembros, cabeza y cuerpo desmesurados, como su entendimiento paciente, que monta las piezas de la máquina de antiproducción. La antiproducción injerta al joven adolescente a las piezas de la máquina. La crisis capitalista es una máquina de antiproducción injertada a masas de dinero depreciadas. La antiproducción industrial ha injertando la subjetividad irracional en la objetividad de la máquina esclerótica de la crisis. El no saber ya está en la máquina. El saber intelectual socrático de la Virtud se agota en el “no operativo” de la improductividad de la maquina. La obsolescencia introduce los términos de la improductividad creciente por unidad de tiempo constante. El porvenir de las clases sociales poseedoras será acumulaciones de dinero, con poder adquisitivo decreciente, que sólo será garantizado mediante las estructuras ideológicas paranoicas. La transición patrimonial de las generaciones de poseedores no estará garantizada por la ignorancia y el miedo, adosados a la máquina productora de dinero. Las organizaciones económicas empresariales y estatales derivan a bajos rendimientos, incesantemente decrecientes, en obsoletas máquinas de reproducción material y mental. Afasia en las espirales de los signos simbólicos del poder y contrapoder de gobernantes y gobernados. Tiranía, timocracia, y demagogia. Lugares ideológicos deshabitados, donde sólo existen espirales de significantes hambrientos. Solipsismo de las masas marginales a las transgresiones sociales, asociadas al cálculo de ventajas y desventajas, del diferencial hedonista de placer y dolor. Las Máquina-Boy se montan con las piezas de desecho de la máquina social productiva. Arrojadas a las hendiduras de los estancamientos económicos globales. Las Máquinas- Boy, esquizofrénicas, una entidad reductora de la voluntad de dominio, de las fuerzas reactivas de la barbarie, del tiempo mecánico, del sinsentido de la historia colectiva e individual. Las combinaciones de capital fijo y trabajo de las máquinas- Boy están en relación indirecta a la tecnología positivista de la biología cerebral. A mayores cantidades de trabajo humano mayor huida psíquica a un submundo de cosas carentes de valor de mercado. El límite absoluto de la Máquina-Boy será convertir en cero las cantidades de trabajo útil que incorpora a la producción de mercancías. Cantidades decrecientes de utilidad y cambio de la Máquina-Boy, junto a mercancías sin precio. Las Máquinas-Boy, montajes heteróclitos de residuos nucleares, alas de mariposas, archivadores policiales, espasmos rutinarios de la muerte, los desafectos del trabajo-inhumano. Las Máquinas-Boy son disyuntivas. Son máquinas de partículas gramaticales disyuntivas, (Ahora…Ahora, Bien…Bien, O…O). Máquina- Boy de una fase, de dos fases, de tres fases. Disyunciones inertes de acciones sin finalidad. El momento actual de la historia se marca en las disyunciones de la negatividad y la aleatoriedad de la fuerza reactiva dominante de las minorías jerarquizadas. Las Máquinas- Boy incesantemente funcionando en la improductividad de los delirios disyuntivos. (Ahora…Ahora, Bien…Bien, O…O.) Ahora la máquina-caos de Buster Keaton, ahora la máquina- Charles Chaplin de Tiempos Modernos. O bien esto o bien aquello. Las disyunciones de la Naturaleza, las disyunciones de las máquinas sociales del siglo XXI. Ellas son máquinas de frecuencias alternativas: (Ya…Ya).
No hay comentarios:
Publicar un comentario