“A K le habían encomendado mostrar algunos monumentos artísticos a un buen cliente italiano del Banco que por primera vez visitaba la ciudad. (…) La plaza de la catedral se hallaba vacía. K recordaba que aun siendo pequeño le había llamado la atención divisar siempre cortinas cerradas de las ventanas de las casas que rodeaban aquella angosta plaza.(…) Caminó por las dos naves laterales y sólo había una vieja envuelta en una manta y que se encontraba de rodillas ante la imagen de la Virgen.(…) Cuando K, por casualidad, se volvió, vio un enorme cirio encendido. Por mucha luz que diese no alcanzaba para alumbrar las naves laterales; aquellas luces más bien pronunciaban la oscuridad. ”
El capítulo IX del Proceso, está descrito bajo el efecto simbólico de la oscuridad. La catedral se convierte en una arquitectura sumergida en la oscuridad de la irracionalidad. A lo largo del capítulo, y de acuerdo con la técnica de deformación del espacio, Josef K va tanteando centímetro a centímetro.
Simbólicamente, la oscuridad manifiesta la escasa importancia que K da a un espacio religioso y la relaciones opacas de sus sentimientos a una jerarquía sobrenatural. En la época de Kafka, el orden humano había sustituido un orden religioso deducido de valores sobrenaturales. Lo temporal y lo sagrado divergían hasta que las relaciones sociales se plasman en la ideología de los fenómenos políticos de masas. Lo temporal conflictivo ocupa el espacio de la actividad política y lo sagrado de la intimidad kierkegaardiana se vuelve una paradoja minoritaria de la apuesta del infinito de la vida. La estructura de los fenómenos sociales está bajo la presión racionalizadora del hecho experimental del positivismo incrustado en la ciencia y la técnica. Los individuos más que salvarse de la miseria del mundo por el escapismo religioso quieren vivir felices en él. La alegría del vivir urbano se escapa de las tradiciones medievales Las estructuras psíquicas se anclan en el eje corto de la vivencia. Las estructuras psíquicas de masas se fragmentan en múltiples vivencias individuales. Se va de las masas urbanas a las estructuras simétricas de los individuos. El recorrido expresivo y uniforme de las experiencias vitales va del inconsciente individual al inconsciente colectivo. Este inconsciente establece analogías de comportamiento colectivo en una perennidad, que aparenta unificar las leyes sociales con las leyes naturales. El positivismo de los hechos sociales da su regularidad, posibilitando un mayor control de la sociedad por la manipulación de los sentimientos carismáticos y nacionalistas. El conjunto de teorías, creencias y doctrinas, referentes a la vida de ultratumba se vuelven una representación ritual e íntima de la perplejidad y temor a la muerte. La religión ha dejado la escatología de los valores trascendentes al porvenir ideológico de la ciencia. La conciencia colectiva gregaria urbana se separa del sentimiento contemplativo religioso y se precipita a la praxis modificativa de la situación histórica de clase por la comprensión de la naturaleza humana en naturaleza histórica. El hombre quiere ser voluntad decisiva, en la historia de su transformación participativa del poder social, por la acción política, ideológica y económica de la sociedad. El individuo-masa urbano se desarraiga de la conversión de sus experiencias vitales en simbolizaciones religiosas. Traduce sus actos partidarios, de su suceder apasionado de la historia, por una voluntad que se emancipa de la moral sobrenatural. Las masas sociales se enfrentan, a las condiciones de su supervivencia, por las categorías económicas y sociológicas que interrelacionan la producción económica y la espiritual. En estas categorías se antagonizan la propiedad de los que poseen y los desposeídos. Las pasiones políticas, vivir en la historia que se hace por la acción, se estratifican en las clases sociales que miden su identidad en sí por los ingresos salarios, ganancias industriales, financieras y rentas de la tierra. Esta distribución desigual de la producción estratifica la voluntad popular en voluntad partidaria conservadora y revolucionaria.
Franz Kafka llega a la oscuridad de la Catedral para expresar su convicción del alejamiento del sentimiento religioso. Las masas sociales padecen el oscurecimiento de las estructuras ideológicas, económicas y políticas y la violencia partidaria de eliminación física del contrario político.Seres alucinados que quieren imponer la revolución de las clases medias por la violencia. La teorías políticas de un Estado totalitario proponen la eliminación de los antagonismos sociales por una acción que dé nacimiento a un Estado corporativo, que jerarquice capitalistas y trabajadores en instituciones de subordinación jerárquica. Una actividad de la producción y la riqueza de clases mediada por la actividad represiva y los rituales de divinización del líder y de los cuadros políticos. Las agregaciones punitivas debían escalar la cotidianidad y ocultar la legitimidad de la voluntad popular. Los valores jerarquizados se representan en los espacios rituales como incrustaciones de continuidades de civilizaciones ahistóricas. Las motivaciones coactivas crecen en eficacia a la vez que decrece la actividad acrítica. La eficacia de la organización totalitaria varía con la cantidad de apropiación de las gravaciones tributarias. La sociedad industrializada totalitaria unifica los criterios técnicos y empresariales de producción de mercancías a los criterios de eficiencia de la casta tecnocrática, que administra las decisiones de los centros de poder del Estado. La eficiencia del poder totalitario contienen los criterios de racionalización positivista de la producción y la competencia de mercado, en instrumentos de rendimientos económicos monopolistas. La mercancía-humana se debe comprar por su valor de uso en la producción y obtener su valor de cambio en el mercado monetario. Se obtienen ganancias monetarias haciendo trabajar al individuo más allá de lo que se paga por su compra. Las productividades, en escala de producción y las ganancias de los organismos industriales complejos, se homogenizan con los organismo complejos de poder social de las élites jerarquizadas. La eficiencia de la ideología económica predominante impregna y satura las esferas jurídicas y políticas. Las estructuras complejas industriales y de poder social se interrelacionan en cohesiones identificativas, bajo los intereses generales de la clase dominante.
En estas cohesiones identificativas se desarrolla la actividad de Josef K por evitar la condena. Dice Kafka:” Era preciso procurar comprender que ese gran organismo de la justicia era en cierto modo eterno en sus fluctuaciones, que si uno pretendía cambiar en él algo por su propia autoridad era como no encontrar el suelo bajo los pies, poniéndose así en grave peligro de caer, mientras que la gran organización fácilmente podía, ateniéndose a su método, hallar una pieza de recambio y quedar como antes, salvo que- y esto era lo más probable- se hiciera más fuerte, más alerta, más drástica y más dañina.”
Cuando Josef K habla con el pintor Torelli, un intermediario cercano a la justicia por retratista de los jueces, éste le pregunta a K qué clase de absolución prefiere. “El pintor había acercado la silla a la cama y prosiguió hablando en voz baja:
-Se me había olvidado preguntarle qué clase de absolución prefiere usted. Hay tres posibilidades: la absolución real, la aparente y la prórroga indefinida. La absolución real es evidentemente la mejor, sólo que no hay nadie que pueda ejercer la menor influencia para lograr una absolución de este tipo. Es la inocencia del acusado la única que puede provocarla. Puesto que usted es inocente, tal vez fuera efectivamente posible que se abandonara a su inocencia y se confiara enteramente a ella. Pero en este caso no necesitaría ni mi ayuda, ni la de nadie.” Torelli hace el razonamiento jerárquico del absurdo. Manifiesta su indiferencia al padecimiento del individuo que le resulta una coartada para vender sus cuadros. La extrañeza al Otro humano no le importa, ya que quiere convertirlo en un objeto de valor de uso inmediato.
En este momento de la vida de Josef K, se unen las experiencias de la búsqueda del los fautores del proceso jurídico y su convencimiento de la inutilidad de sus actos para impedir su condena. Igual que los condenados a muerte esperan su ejecución sin conciencia de su existencia inmediata. Josef K presiente su caída en el castigo semejante al temblor de hojas en la oscuridad de la Catedral. En ella, Josef K está dentro de la oscuridad que manifiesta la oscuridad de un ser perdido en la irracionalidad de su acusación. Ya el Abogado le había prevenido del desarrollo jurídico de los procedimientos judiciales: “El orden jerárquico y los distintos grados de la justicia eran infinitos, por lo que ni siquiera los miembros de ella los conocían con precisión. Los procedimientos se llevaban a cabo eran secretos por lo general incluso para los funcionarios de jerarquía inferior, quienes apenas podían comprender el lejano curso ulterior que tomarían los asuntos en los que estaban trabajando, de modo que los asuntos en los que estaban trabajando entraban en la órbita de su jurisdicción, las más de las veces, sin que supieran ellos mismos de donde procedían ni adonde irían. Siendo así, a estos funcionarios, se le escapan las enseñanzas que podrían obtenerse del estudio de todas las fases individuales de un proceso, de la sentencia final, y de sus fundamentos.”
Hay una contante inseguridad en los personajes kafkianos. En la oscuridad de la Catedral, Josef K intuye que lo están persiguiendo. Presuponen que el individuo perseguido acumula sospechas con su actividad social. La tortura se basa en la denuncia que se quiere avalar en el paroxismo de la orgía sádica.
“¿Qué desea este hombre?-pensó K- ¿Despertaré sus sospechas? ¿Buscará una propina? Pero al darse cuenta de que K lo miraba, le indicó un lugar indeterminado con el índice, que tenía aún contra el pulgar un pedacito de tabaco. Su gesto era inentendible. K aguardó un momento, pero el sacristán seguía su ademán y moviendo la cabeza quiso dar a entender que le indicaba algo.”
La culpabilidad generalizada se interioriza. Forma un complejo psíquico que paraliza la voluntad, tanto de los individuos y de los conjuntos sociales, en despojos psíquicos, arrojados a la red del totalitarismo del odio y la violencia.
“-¿Qué deseará?- se dijo K en voz baja. ¡Qué hombre!-pensó K !Está muy bien ubicado sirviendo a la iglesia¡ ¡Él para su macha cuando yo no avanzo¡ !Cómo me vigila cuando camino!.
El capítulo IX del Proceso, está descrito bajo el efecto simbólico de la oscuridad. La catedral se convierte en una arquitectura sumergida en la oscuridad de la irracionalidad. A lo largo del capítulo, y de acuerdo con la técnica de deformación del espacio, Josef K va tanteando centímetro a centímetro.
Simbólicamente, la oscuridad manifiesta la escasa importancia que K da a un espacio religioso y la relaciones opacas de sus sentimientos a una jerarquía sobrenatural. En la época de Kafka, el orden humano había sustituido un orden religioso deducido de valores sobrenaturales. Lo temporal y lo sagrado divergían hasta que las relaciones sociales se plasman en la ideología de los fenómenos políticos de masas. Lo temporal conflictivo ocupa el espacio de la actividad política y lo sagrado de la intimidad kierkegaardiana se vuelve una paradoja minoritaria de la apuesta del infinito de la vida. La estructura de los fenómenos sociales está bajo la presión racionalizadora del hecho experimental del positivismo incrustado en la ciencia y la técnica. Los individuos más que salvarse de la miseria del mundo por el escapismo religioso quieren vivir felices en él. La alegría del vivir urbano se escapa de las tradiciones medievales Las estructuras psíquicas se anclan en el eje corto de la vivencia. Las estructuras psíquicas de masas se fragmentan en múltiples vivencias individuales. Se va de las masas urbanas a las estructuras simétricas de los individuos. El recorrido expresivo y uniforme de las experiencias vitales va del inconsciente individual al inconsciente colectivo. Este inconsciente establece analogías de comportamiento colectivo en una perennidad, que aparenta unificar las leyes sociales con las leyes naturales. El positivismo de los hechos sociales da su regularidad, posibilitando un mayor control de la sociedad por la manipulación de los sentimientos carismáticos y nacionalistas. El conjunto de teorías, creencias y doctrinas, referentes a la vida de ultratumba se vuelven una representación ritual e íntima de la perplejidad y temor a la muerte. La religión ha dejado la escatología de los valores trascendentes al porvenir ideológico de la ciencia. La conciencia colectiva gregaria urbana se separa del sentimiento contemplativo religioso y se precipita a la praxis modificativa de la situación histórica de clase por la comprensión de la naturaleza humana en naturaleza histórica. El hombre quiere ser voluntad decisiva, en la historia de su transformación participativa del poder social, por la acción política, ideológica y económica de la sociedad. El individuo-masa urbano se desarraiga de la conversión de sus experiencias vitales en simbolizaciones religiosas. Traduce sus actos partidarios, de su suceder apasionado de la historia, por una voluntad que se emancipa de la moral sobrenatural. Las masas sociales se enfrentan, a las condiciones de su supervivencia, por las categorías económicas y sociológicas que interrelacionan la producción económica y la espiritual. En estas categorías se antagonizan la propiedad de los que poseen y los desposeídos. Las pasiones políticas, vivir en la historia que se hace por la acción, se estratifican en las clases sociales que miden su identidad en sí por los ingresos salarios, ganancias industriales, financieras y rentas de la tierra. Esta distribución desigual de la producción estratifica la voluntad popular en voluntad partidaria conservadora y revolucionaria.
Franz Kafka llega a la oscuridad de la Catedral para expresar su convicción del alejamiento del sentimiento religioso. Las masas sociales padecen el oscurecimiento de las estructuras ideológicas, económicas y políticas y la violencia partidaria de eliminación física del contrario político.Seres alucinados que quieren imponer la revolución de las clases medias por la violencia. La teorías políticas de un Estado totalitario proponen la eliminación de los antagonismos sociales por una acción que dé nacimiento a un Estado corporativo, que jerarquice capitalistas y trabajadores en instituciones de subordinación jerárquica. Una actividad de la producción y la riqueza de clases mediada por la actividad represiva y los rituales de divinización del líder y de los cuadros políticos. Las agregaciones punitivas debían escalar la cotidianidad y ocultar la legitimidad de la voluntad popular. Los valores jerarquizados se representan en los espacios rituales como incrustaciones de continuidades de civilizaciones ahistóricas. Las motivaciones coactivas crecen en eficacia a la vez que decrece la actividad acrítica. La eficacia de la organización totalitaria varía con la cantidad de apropiación de las gravaciones tributarias. La sociedad industrializada totalitaria unifica los criterios técnicos y empresariales de producción de mercancías a los criterios de eficiencia de la casta tecnocrática, que administra las decisiones de los centros de poder del Estado. La eficiencia del poder totalitario contienen los criterios de racionalización positivista de la producción y la competencia de mercado, en instrumentos de rendimientos económicos monopolistas. La mercancía-humana se debe comprar por su valor de uso en la producción y obtener su valor de cambio en el mercado monetario. Se obtienen ganancias monetarias haciendo trabajar al individuo más allá de lo que se paga por su compra. Las productividades, en escala de producción y las ganancias de los organismos industriales complejos, se homogenizan con los organismo complejos de poder social de las élites jerarquizadas. La eficiencia de la ideología económica predominante impregna y satura las esferas jurídicas y políticas. Las estructuras complejas industriales y de poder social se interrelacionan en cohesiones identificativas, bajo los intereses generales de la clase dominante.
En estas cohesiones identificativas se desarrolla la actividad de Josef K por evitar la condena. Dice Kafka:” Era preciso procurar comprender que ese gran organismo de la justicia era en cierto modo eterno en sus fluctuaciones, que si uno pretendía cambiar en él algo por su propia autoridad era como no encontrar el suelo bajo los pies, poniéndose así en grave peligro de caer, mientras que la gran organización fácilmente podía, ateniéndose a su método, hallar una pieza de recambio y quedar como antes, salvo que- y esto era lo más probable- se hiciera más fuerte, más alerta, más drástica y más dañina.”
Cuando Josef K habla con el pintor Torelli, un intermediario cercano a la justicia por retratista de los jueces, éste le pregunta a K qué clase de absolución prefiere. “El pintor había acercado la silla a la cama y prosiguió hablando en voz baja:
-Se me había olvidado preguntarle qué clase de absolución prefiere usted. Hay tres posibilidades: la absolución real, la aparente y la prórroga indefinida. La absolución real es evidentemente la mejor, sólo que no hay nadie que pueda ejercer la menor influencia para lograr una absolución de este tipo. Es la inocencia del acusado la única que puede provocarla. Puesto que usted es inocente, tal vez fuera efectivamente posible que se abandonara a su inocencia y se confiara enteramente a ella. Pero en este caso no necesitaría ni mi ayuda, ni la de nadie.” Torelli hace el razonamiento jerárquico del absurdo. Manifiesta su indiferencia al padecimiento del individuo que le resulta una coartada para vender sus cuadros. La extrañeza al Otro humano no le importa, ya que quiere convertirlo en un objeto de valor de uso inmediato.
En este momento de la vida de Josef K, se unen las experiencias de la búsqueda del los fautores del proceso jurídico y su convencimiento de la inutilidad de sus actos para impedir su condena. Igual que los condenados a muerte esperan su ejecución sin conciencia de su existencia inmediata. Josef K presiente su caída en el castigo semejante al temblor de hojas en la oscuridad de la Catedral. En ella, Josef K está dentro de la oscuridad que manifiesta la oscuridad de un ser perdido en la irracionalidad de su acusación. Ya el Abogado le había prevenido del desarrollo jurídico de los procedimientos judiciales: “El orden jerárquico y los distintos grados de la justicia eran infinitos, por lo que ni siquiera los miembros de ella los conocían con precisión. Los procedimientos se llevaban a cabo eran secretos por lo general incluso para los funcionarios de jerarquía inferior, quienes apenas podían comprender el lejano curso ulterior que tomarían los asuntos en los que estaban trabajando, de modo que los asuntos en los que estaban trabajando entraban en la órbita de su jurisdicción, las más de las veces, sin que supieran ellos mismos de donde procedían ni adonde irían. Siendo así, a estos funcionarios, se le escapan las enseñanzas que podrían obtenerse del estudio de todas las fases individuales de un proceso, de la sentencia final, y de sus fundamentos.”
Hay una contante inseguridad en los personajes kafkianos. En la oscuridad de la Catedral, Josef K intuye que lo están persiguiendo. Presuponen que el individuo perseguido acumula sospechas con su actividad social. La tortura se basa en la denuncia que se quiere avalar en el paroxismo de la orgía sádica.
“¿Qué desea este hombre?-pensó K- ¿Despertaré sus sospechas? ¿Buscará una propina? Pero al darse cuenta de que K lo miraba, le indicó un lugar indeterminado con el índice, que tenía aún contra el pulgar un pedacito de tabaco. Su gesto era inentendible. K aguardó un momento, pero el sacristán seguía su ademán y moviendo la cabeza quiso dar a entender que le indicaba algo.”
La culpabilidad generalizada se interioriza. Forma un complejo psíquico que paraliza la voluntad, tanto de los individuos y de los conjuntos sociales, en despojos psíquicos, arrojados a la red del totalitarismo del odio y la violencia.
“-¿Qué deseará?- se dijo K en voz baja. ¡Qué hombre!-pensó K !Está muy bien ubicado sirviendo a la iglesia¡ ¡Él para su macha cuando yo no avanzo¡ !Cómo me vigila cuando camino!.
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