Titulo ; Hilll
Personajes:
Hill, predicador protestante.
Laura, esposa de Hill.
Mercedes, madre de Laura.
Mario, representante comercial.
Isidro, hijo de Hill y Laura.
Escenario:
Está dividido en dos secciones: una formada por la
capilla del grupo de feligreses protestantes y el otro por la tienda de
alimentación de Hill.
La capilla va de izquierda a derecha del escenario,
pieza rectangular en donde hay sillas y al final de la misma un mesa de tablero
largo y estrecho sobre una tarima que la levanta medio metro. La pared de la
capilla, que coincide con el foro, es una pared blanca donde cuelgan retratos de personajes
santificados por la comunidad de fieles. En el extremo izquierdo de la pared
una puerta alta de madera que conduce al exterior.
A unos metros de distancia de la mesa de la capilla,
una mampara de cristal con una puerta que lleva hasta la tienda de comestibles.
En ella, un mostrador y estanterías con productos. Una puerta a la derecha del
escenario conduce al exterior. De esta puerta cuelga una campanilla de bronce
que suena cuando empujada desde fuera.
Acto Primero.
En la tienda Hill está colocando productos en la
estantería desde unas cajas colocadas en el mostrador y por medio de una
escalera de madera.
Hill es un hombre de una edad cercana a los cuarenta
y cinco años, alto, delgado, flexible y fuerte, vestido con unos pantalones
oscuros y una camisa blanca.
Aunque sus gestos son rígidos, se le nota que se
halla orando mentalmente por los movimientos de sus labios.
Cuando acaba de situar los productos en la
estantería inspira profundamente y hace una genuflexión.
Hill.- ( Observando el trabajo realizado) El trabajo
es una ofrenda a los designios de Dios. ( Pausa) Si me dio está tienda fue para
que manifestará su voluntad omnipotente. Ni mucho ni poco, lo necesario para
que yo lo encontrará dentro del corazón. ( Abre la puerta de la capilla, que
está en la oscuridad, va encender la mecha de un recipiente de cristal color
rojo con aceite. Nueva genuflexión.) En la oscuridad prendió la luz que orienta
a los creyentes.( Suena la campanilla de la puerta del comercio. Sale Hill. La
puerta empujada vuelve a su lugar sin que entre nadie.)
Aquel que llega se anuncia por movimientos que
aletean como el pájaro prendido en la red de un cazador. Nosotros sólo
esperamos que las palabras santas se vuelvan adviento.( Pausa breve) En el
viento que mueve las ramas, en la brasa que consume, en el siervo del Señor que
ora y trabaja está la certeza de que el
justo vivirá de su fe.
( Por la puerta de la capilla entra Laura, la mujer
de Hill. Mujer de treinta años, delgada y de baja estatura, de movimientos
ágiles y femeninos. Viste pantalones vaqueros ajustados y una blusa blanca de
media manga. A Hill le perturba su blandura y delicadeza. Hace un genuflexión
rápida ante la luz de la lámpara y rápidamente se dirige a la tienda.)
Hill.- ( Observando la hora en su reloj de muñeca)
Un poco tarde.
Laura.- Demasiada gente en la parada del autobús.
Hill.- Hay excusas para todo. ( Breve silencio)
Cinco minutos perdidos de sueño nos apartan del pecado.
Laura.- ¡Tú eres tan exigente!.
Hill.- Si un cliente llega y no lo atendemos
perdemos la ocasión de venta que nos llegó como un acto de privilegio. Los
clientes se acercan a comprar a nuestro establecimiento, porque nos ganamos su
confianza a través de la puntualidad en el horario, el precio natural y el
trato afable.
Laura.- Las mujeres de esos clientes aún están
atareadas preparando el desayuno a los niños.
Hill.- ( Reproche) Salvo que cuando suene la
campanilla de entrada estemos preparados para atender, todo los demás es
problemático.
Laura.- (
Sube por la escalera) Falta reponer latas de tomate.
Hill.- Ya lo vi. El proveedor está avisado.
Laura.- ( Bajando de la escalera) Falta de previsión.
( Hill no le responde) Me descorazona estar de continuo esperando que se abra
la puerta y entre un cliente.
Hill.- Dependemos de ellos.
Laura.- Una forma de vivir incierta. Los
trabajadores de la fábrica conocen lo que ganan y sus mujeres hacen el
presupuesto mensual, pero en una tienda todo viene de sorpresa. Alguna gente es
fiel al establecimiento, pero otra de continuo observa los precios en varios
sitios.
Hill.- La incertidumbre nos envuelve. Los obreros de
la fábrica son despedidos y comienzan a buscar un nuevo trabajo. (Pausa breve)
Casi nadie tiene seguridad. Confiamos, aunque nos tiente la duda.( Mirando a
Laura) La confianza se construye desde dentro, afirmando radicalmente el
sentido religioso de los actos. Alguien nos mira, pero permanece oculto.
( Pausa) No lo encontraremos con los sentidos. Está
ahí como un presentimiento que endulza el café frío de día.
Laura.- ( Sonriendo) Unas veces eres el vendedor y
otra el predicador y la mayoría de las veces se unen los dos.
Hill.- La palabra de Dios está en el Libro y el
corazón del creyente. No soy un vendedor y un predicador, sino vendedor y
predicador a la vez. Si hago desaparecer la voz del corazón, me perdería en la
astucia del zorro en el gallinero.
Laura.- Yo no soy tan fuerte.
Hill.-( Le pasa el brazo por los hombros) Tú eres la
fuerza suave que mueve las hojas del árbol sin dejarlas caer. A veces dudas,
quisieras la ayuda del viento que arranca las ramas. ( Pausa) No lo necesitas.
Los demás esperan de ti precisamente esa inquietud tuya que aligera la
brusquedad de mis censuras. (
Considerando lo dicho) Aunque me adapto condescendiente a sus desánimos.
Laura.- Penetras en el desánimo y consuelas.( Hill
satisfecho sitúa las manos con los dedos entrelazados bajo la barbilla). Los demás
esperan que los confirmes en el compromiso.
( El escenario oscurece y una luz blanca envuelve a
Hill alejándolo de la situación actual. Se arrodilla.) ¡ Señor, evita que
desespere!. ¡ Sin tu ayuda me convierto en un pecador irredento!. Jesucristo
vino a redimir a los hombres en estado de pecado. ( Pausa breve) Hay que
atravesar el desierto cada día y mancharse la boca de tierra, desfallecer
esperando el milagro de la redención por la culpa de un cuerpo que libera la energía de la codicia y la lascivia. La
culpa no avisa. Es el aguijón de una abeja que esconde en el aroma de las
flores.( Pausa) Soy el pastor de un rebaño que viene a mí a lamentarse y a
afianzar su fe en la mía. ( Pausa) Pero mi fe a veces es un pozo sin agua,
manantial que se esconde a mi presencia y del que escucho sólo un rumor lejano.
(Pausa larga) Amor y temor. No saber y dejarse llevar por la convicción de que
se actúa conociéndose elegido por tu ausencia.
( La luz vuelve al escenario y la acción transcurre
como si no hubiera ocurrido el monólogo de Hill. La puerta de la capilla se
abre suavemente. Hill y Laura vuelven las cabezas para escuchar. Entra una
mujer sexagenaria con respiración difícil y anhelosa. La mujer es Mercedes la
madre de Laura. Se sienta en una de las sillas. La luz aumenta en la capilla y
decrece en la tienda. Laura entra en la capilla.)
Laura.- ¿ Eres tú, mamá?. ( Se acerca a la mujer.) ¿ Has tenido un ataque
de asma?.
Mercedes.- De asma y de pánico.
Laura.- ( Normal) ¿ Por qué?.
Mercedes.- ( Tose) Me asomo a esa ventana estrecha
que da a la calle desde que amanece hasta que me duermo.
Laura.- Estás enferma.
Mercedes.- Hija, un enfermo también recuerda lo que
fue y ahora es.
Laura.- A Hill, le desagrada que vengas a la capilla
fuera del horario de culto, que mezcles tus problemas con mi dedicación al
negocio.
Mercedes.- ( Mirando a la tienda) Es un hombre
práctico y frío con la debilidad de la gente.
Laura.- Vivimos de la venta.
Mercedes.- ( Por Hill) Pero se le llena la boca de
palabras santas.
Laura.- ( Breve silencio) Tuvo que hallar su fe
entre el miedo a un padre alcohólico y una madre neurótica. Nada le fue
regalado. Se ha formado a sí mismo como el topo que cava bajo la tierra para
encontrar la luz a pesar de que es un anima atrofiado de la vista.
Mercedes.- Pero su luz es fría como la hoja de una
espada. Pretende querer a la gente con un trato afable, pero la mantiene sujeta
con el dogal.
Laura.- ( Impaciente) No es momento de escuchar tus
quejas. Me espera Hill en la tienda. Hablaremos más tarde de tus necesidades. (
Sale por la puerta que da a la tienda.)
Mercedes.- ( Inspira profundamente) El aire se
vuelve sólido para entrar en mis pulmones. ( Se pone de pie) ¡ Resistir!.
¡Resistir!. ( Anda a la puerta de salida.) Hill coloca a su Dios como inhumano,
distante e inflexible frente la a los que poseen el dolor como prueba de su
alejamiento de la única verdad: el mal prueba a los elegidos y a los réprobos.
( Mira hacia la puerta de la tienda) Pero los réprobo nos doblamos como la
hierba en el viento y permanecemos y resistimos a la muerte, ya que lo único
que le queda al enfermo y al vencido es la arrogancia de presentarse
intratable acusador de la hipocresía
moral de los sanos y de los fuertes. ( Sale)
( La tienda queda iluminada y la capilla oscurece).
Hill.- ¿ Qué quería tu madre?.
Laura.- Quejarse de sus achaques. La crisis asmática
la perturba.
Hill.- La protección excesiva la vuelve débil.
Laura.- ( Le desagrada la intención acusadora de la
frase de Hill) Me parece que no la atiendo como debe una hija.
Hill.- Los excesos debilitan. Los ladridos de perro
no siempre avisan del peligro.
Laura.- ( Protesta) No es comparación.
Hill.- No la comparo con un perro. Los enfermos se
quejan, porque se creen situados en el centro de las preocupaciones familiares.
La enfermedad confirma lo precario de la existencia. Estamos aquí para
salvarnos y no para echar raíces que nos perpetúen. El tiempo nos acerca al castigo eterno o la beatitud de los
elegidos.
( Laura no le responde y se ensimisma en la lectura
de unos documentos que extrae de una carpeta. Al cabo de unos momentos se
escucha la campanilla de la puerta y entra Mario. Es un joven de veinticinco
años, de incipiente calvicie, vivaz y entusiasta que lleva en la mano un
maletín. Es miembro de la comunidad de Hill.)
Mario.- ( A modo de saludo) Dios no ve.
Hill.- Así es.
Laura.- ¿ Qué nos traes?.
Mario.- Una nueva lista de precios.
Laura.- ( Sonriendo) ¡Qué suben!.
Hill.- Siempre están variando hacia arriba y lo que
compro se queda parado en el estante.
Laura.- Y hay que limpiarlo de polvo.
Mario.- La gente gasta más y los precios suben
rápidos como la liebre que persigue el galgo.
Hill.- Los fabricantes suben de precio, descuenta a
las grandes superficies porcentajes por volumen de compras, y las tiendas las
tratan como a esclavos sujetos al látigo de si lo quieres lo tomas y si no
cierras. (Pausa) Las tiendas no sobrevivirán a la competencia de las grandes
empresas. Hay que echar muchas horas para ganar un sueldo que logran los trabajadores
en ocho horas. Los políticos le babean a las empresas y a los sindicatos, pero
los que tienen un negocio pequeño se les alaba por su voto conservador y se les
entrega a la negociación de préstamos con los empleados bancarios.
Mario.- ( Serio) Se castiga al virtuoso y se premia
el egoísmo y la jactancia del pájaro gordo. Ellos han sido elegidos por el
demonio.
Laura.- ( Burlona) Irán cogidos de la mano con el
papa, el avaro y el lascivo en la danza de la muerte. ( Se
dirige a Hill) ¿ Es así?.
Hill.- Hay situaciones en la que parece que estemos
abandonados al cainismo de los pudientes, pero allí donde sólo vemos la
oscuridad también está la presencia de
la lámpara encendida que ayuda a salir del desánimo y la confusión. Si no
trascendemos el presente, nos hundiremos en la ciénaga de los que levantan el
puño airado.
Mario.- ¿ Hoy es la reunión?.
Hill.- A las ocho de la tarde.
(Mientras Hill y Mario hablan y Laura se concentra
en los movimientos de la máquinas registradora, se proyectan escenas de
ventas en una gran superficie. Estas
escenas inundaran todo el ambiente de la tienda escindiéndose en los objetos
como en el cuerpo de los personajes. La campana sonará de continuo. La idea es
la de provocar una situación irreal que manifieste las contradicciones
económicas adversas de la tienda de Hill
ante el auge económico de la grandes superficies comerciales.)
Mario.- ( Abre el maletín y le enseña un catálogo de
ventas a Hill). Es es lo nuevo. Las propuestas de las empresas es acelerar la comercialización
de sus productos introduciendo semanalmente novedades en los mismos. Se
pretende que los clientes no lleguen a saturarse de los mismos productos. El
lema es vender posicionándose de manera sorpresiva en el conformismo del
cliente. Nada hace más daño a la venta que la rutina de comportamiento en los
fabricantes y en los clientes.
Hill.- Ya, ya, pero cómo se paga lo que queda de lo
no vendido. Si retiro algo de mis estanterías, estoy tirando mi dinero a la basura. Antes de recuperar el
dinero, ya tengo que pagar una factura de un producto nuevo. Los clientes de
una negocio pequeño son siempre los mismos. Se acomodan a los mismos precios y
productos, porque en sus bolsillos hay el mismo dinero. No se fijan y se fían
de lo nuevo. Los catálogos se amontonan detrás del mostrador sin que yo me
atreva a introducir los productos recientes.
Mario.- Eso te lleva a pagar más caro lo viejo o a
encontrar nuevos clientes.
Hill.- ( Enfadado golpea con el puño el catálogo)
¿Dónde los nuevos clientes?.( Evitando que le responda Mario) ¡ Ya sé!. Dentro
de los automóviles. Riendo y celebrando la aparición de los grandes almacenes.
Con el dinero de plástico compran y compran a pagar a fin de mes, pero antes la
fábrica ha conseguido no treinta, sino sesenta días de aplazamiento de pago. (
Rictus de tristeza) Yo tengo que pagar al contado.
( Breve silencio en el que Mario rebusca en el
maletín.)
Mario.- No sé qué decirte. El dinero quiere más
dinero y no se detiene en consideraciones con los pequeños comerciantes.
Hill.-( Huraño) Los molestamos. Somos ratas viejas a
las que se les echa veneno en los rincones para que desparezcan. Muchas horas esperando a que lleguen los
clientes habituales. Un beneficio más bajo que el salario.
Mario.- Tú sabes que mi padre tenía una tienda.
Conozco el problema. No éramos ni trabajadores ni ricos. Escondíamos los
problemas con el gesto de encumbrado del que tiene propiedad. Quise ir a la
Universidad y no pude.
( Riendo). No era ni listo ni atleta. Un tipo vulgar
que iba haciéndose mayor con aires de suficiencia. Terminaron por hacerme
entender que era un tipo insignificante que debía vender por catálogo.
Hill.- ( Coloca
su mano en el hombro de Mario) Nosotros estamos aquí para salvarnos. La
putrefacción del mundo no nos acobarda. Dios nos mira y en su mirada está
nuestro destino. Nos cuesta entenderlo y por eso desesperamos.( Enérgico)
Seguros de Dios nos entregamos al destino que nos dé. ( Pausa) Si algún la
oración ha de convertirse en ira de los justos , la manifestaremos.
( La luz de la tienda decrece y aumenta en la
capilla. Entran varios hombres y mujeres de clase social media que se sientan en las sillas de frente a la
mesa del predicador. Entre ellos está Mario y Laura b.
Se inicia el preludio coral Wir Danken dir, Herr
Jesu Christ de Johann Sebastián Bach en tanto entra Hill. Los asistentes se
levantan. En la mesa atril con la Biblia.)
Hill.- Epístola a los Romanos Nos dice San Pablo.
Los asistentes.- Palabra de dios.
Hill.- Que no reine, pues el pecado en vuestro
cuerpo mortal, obedeciendo a sus concupiscencias ni deis vuestros miembros como
arma de iniquidad al pecado, sino ofreceos más bien a Dios, como quien muerto
ha vuelto a la vida, y da vuestros miembros a Dios, como instrumento de
justicia. Porque el pecado no tendrá ya dominio sobre vosotros, pues no estáis
bajo la ley, sino bajo la gracia. ( Pausa)
Como quien muerto ha vuelto a la vida, nos dice San
Pablo. Estamos muertos y resucitamos. La vida carece de sentido sin
resurrección entre los muertos. La fe es la vida después de la muerte. Pero
antes de morir hay que vivir. Atravesar el desierto del pecado, nuestro cuerpo
mortal, concupiscencia, deseos de dinero y de cuerpo ajeno, y hallarse
purificado como miembro de dios e instrumento de Justicia. Un instrumento es la
mano, la reja del arado y el disparo certero del justo contra el pecador.
( Pausa) El elegido es un instrumento de Dios, pues
no está bajo la ley sino bajo la gracia. ( Pausa) Alguien os preguntará, ¿ pero
qué es la gracia?. Y responderemos la certeza de que sin la ayuda de Dios
pereceremos corrompidos por el pecado.( Eleva el tono) No nos elegimos, sino
que somos elegidos. Nuestra soberbia parte de nuestra firme decisión de
reconocernos como elegidos. Vivimos como tales. ¡ Oh, exclamará el libertino
cómo conoces la decisión de Dios!. No la conozco, pero me entrego a Él sin
miedo a la condenación. Soy un elegido si vivo la palabra de dios.
Los asistentes.- Somos instrumentos de Dios.
Hill.- Vivimos como tales y un instrumento es la
reja del arado y el disparo de un arma.( Alto) ¡ Pero vivimos en un mundo que
muestra su hipocresía y su corrupción exaltando la felicidad de los
libertinos!.Ellos nos ocultan la radical presencia de Dios en el destino de
elegidos.( Pausa) Confusión, palabras engañosas, miseria del alma y
enfermedades que nos atenazan a la esclavitud del cuerpo.
Los asistentes.- Somos instrumentos de Dios.
( Hill se coloca de rodillas y pone las manos encima
de la mesa)
Hill.- Repitamos a coro. Alguien os preguntará, ¿
pero qué es la gracia?. Y responderemos la certeza de que sin la ayuda de Dios
pereceremos corrompidos por el pecado.
Los asistentes.- Alguien os preguntará, ¿pero qué es
la gracia?. Y responderemos la certeza de que sin la ayuda de Dios pereceremos
corrompidos por el pecado.
( Hill se levanta para abrazar a cada uno de los
asistentes mientras les dice. “ La fe nos justifica”. Recibe la misma
respuesta.).
( Entra Isidro en una silla de inválido. Está
paralizado de cintura para abajo. Es un joven de veinticinco años, de brazos y
tórax muy desarrollados. Largos cabellos que le caen sobre los hombros. Su voz
está contenida por largas inflexiones insinúan intensas contradicciones
psicológicas.
Viste un jersey de lana de cuello alto, pantalones y
botas ortopédicas.
Mercedes, su abuela, empuja la silla de inválido por
detrás mientras él mueva las ruedas con las manos sin esfuerzo aparente.
Cuando entra en la capilla, Hill lo observa y vuelve
detrás de la mesa.)
Hill.- ( Parece disculparse de la situación de su hijo) Cada uno ocupa un lugar preciso en
el mundo. Tal vez no sepa por qué, pero nada hay fuera de del orden providente.
Un hombre no debe mirarse a un espejo y dudar de su existencia. Aunque el vaho
del espejo le impida verse, sabe que detrás de la fugaza ceguera está él mismo.
( Pausa).
Los asistentes rezan una oración que resultará
ininteligible para los espectadores.
Liego van saliendo de capilla a excepción de Hill,
Laura, Isidro y Mercedes. Largo silencio en el esperan que Hill hable. Esté los
mira abatido.
Hill.- ¿ Qué deseáis de mí?. Yo rezaré hasta que la
lengua se me vuelva de esparto. Pero no evitaré que las vidas de los otros
cambien por mis oraciones. El negocio se retuerce como un reptil al que le
pisaron la cabeza. Los clientes no llegan a la tienda. La gente de dinero se
asocia para edificar enormes superficies de venta y estas pequeñas tiendas de
otra época se vuelven ruinosas como los edificios abandonados. Se cae la
techumbre y en los muros crecen los matojos con sus diminutas flores amarillas
para el día de difuntos.
Laura.- Saldremos adelante. En la cafetería de
dijeron que había trabajo para mí. Un poco de aquí y de allí.
Hill.- Pero el gobierno amenaza con reducir el gasto
social.
Isidro.- ( Sarcástico) Y mi pensión volará.
Hill.- Y la de la abuela.
Mercedes.- ( Farfulla) La abuela en medio. ( Normal)
Entre santos y ladrones los viejos desaparecen en el campo de concentración de
los asilos para indigentes.
Hill.- Yo insisto en la presencia de Dios en el
mundo, pero su providencia nos alcanza sin que la forcemos con la miseria del
mundo. Él no es un dios ciego.
Isidro.- Parece serlo. Sus ojos si nos ven parecen
los de un soberano extraño al dominio económico e ideológico de una minoría que
excluye a la humanidad y a dios mismo en su avaricia y crueldad.( Cansado)
Basta con verme a mí para decidirse a romper con tu fe que coloca a Dios fuera
de un hombres reales y los introduce en el delirio de los enfermos mentales.
Hill.- ( Grita) Me repugna tu ateísmo.
( Isidro gira en círculos concéntricos en su silla
de inválido).
Isidro.- ¿ Qué ateismo?. ¿ El ateísmo de un inválido que da vueltas sobre
sí mismo para no suicidarse?.(Pausa breve) Padre, ¿ tú has pensado alguna vez
en la absoluta soledad de individuo que nunca llegará a sentir la felicidad del
corazón que palpita junto a otro?. Ni tan siquiera es un perro errabundo en el
callejón donde dejan la basura, ni tan siquiera husmea los desperdicios de
alimentos abandonados. Está completamente extenuado y únicamente quisiera en
algún rincón morir con los ojos abiertos.
Laura.- ( Sujeta con fuerza la silla por detrás) ¡
Basta! . Nada bueno saldrá de esta discusión.
Isidro.- ( Resignado) Únicamente mi verdad. Venga a
la capilla no a encontrarme con la fe, sino pretendiendo descubrir el instante
donde se derrumbe el montón de palabras que sostienen la conciencia de un
predicador.
Laura.- Ese predicador necesita las palabras santas.
Isidro.- No, necesita imponer su visión de la vida
como un acto de autoridad. El dominio sobre la acémila cargada con los fardos
de la mentiras del dueño. La castigará si no soporta la carga.
Mercedes.- ( Agria) Los predicadores están envueltos
en promesas de ultratumba. ( Tose) Dentro de nosotros está la autoridad de
Dios, pero la autoridad de un Dios que nos vigila como un carcelero dentro de
la celda.
Laura.- ¡ Mamá, cállate!.
( Durante la intervención anterior, Hill ha
permanecido contraído. Cuando escucha la reprobación de Laura a su madre cae de
rodillas en el suelo. Luego extiende los brazos hacia su hijo).
Hill.- Yo cargo con todas tus penas desde el momento
que sucedió el accidente que te convierto en un inválido. Todos los días buscó
la naturaleza de la culpa que ocasionó este castigo terrible. ¿ Qué finalidad
se oculta en tu invalidad?.
Isidro.- ( Brusco) La señal de mi elección entre los
justos que se salvarán del pecado original.
Hill.- (Persuasivo) La vida no es buena ni santa. No
la encontramos hecha cuando venimos al mundo y con ella debemos penetrar en la
oscuridad de los días aciagos y en la
dulzura del peregrino que espera en su posada la llegada del hombre dios que
podrá su mano en el hombre humillado y le pedirá que le siga hasta el lugar
donde habitan los elegidos.
Isidro.- Por favor, papá, esa es la teoría que
mantiene a los dictadores en el poder. Los hombre humillados, los sometidos por
el miedo y la miseria, se echan en brazos del padre dictador para que los descargue de la
responsabilidad de conocer los motivos de sus humillaciones, miedos y miserias.
Los regímenes autoritarios se basan en la interiorización del mal completamente
humano como el mandato de un Ser
superior que reconcilia con las miserias del cuerpo y de la mente mediante el
artificio de proyectar lo real como los soportes de un imaginario de bienes que
compensarán las carencias de la vida real impregnadas dela avaricia y la violencia de la minoría
dirigente. ( Pausa) Las condiciones materiales de dominio de la minoría se
vuelven la ideología de los dominados.
Hill.- ( Se levanta ofuscado para enfrentarse con su
hijo) Te vas convirtiendo en un réprobo que merece el castigo que padece.
( Se escucha un grito breve de Laura.)
Isidro.- ( Controlado) Bien padre. Ahora ya no eres
el hombre de las palabras santas, sino el representante del Estado autoritario.
El hombre de Dios no es otra cosa que el portador del estandarte de los depredadores de la verdad.
( Hill se controla inmediatamente y se vuelve de
espalda al Isidro y de frente a los espectadores.)
Hill.- No me llevarás a la ira. La ira terrible del
que apostó por Dios a pesar de las pruebas a las que será sometido. ( Se vuelve
a su hijo) Rezaré por ti. No impedirán tus palabras hundirme en el lodazal del
pecado.
( Abre la puerta de la capilla y sale).
Laura.- ( A su hijo) Es un hombre que resiste al
mal.
Isidro.- No mamá. Es un hombre que perdió su
libertad para entregarla a la epidemia del conformismo. Está seco por dentro.
Su conciencia está cubierta de palabras que contienen la docilidad del miedo. Un impedido como yo
no huye, ya que carece de piernas y por tanto se enfrenta al origen humano de
su desdicha. No usa el imaginario religioso de los esclavos para justificarse
ante la desesperación. Si el origen del mal está organizado políticamente, hay
que destruir las instituciones que lo representan. La libertad es un acto de
valor y de verdad contra los mecanismos de la sociedad autoritaria. Detrás del
reto entre el hombre libre y poder no existe nada más que la desesperación
liberadora del que se enfrenta a un tanque con su cuerpo y tiene la audacia de
alejarse del miedo mediante la utopía.
Susana.- En nuestra familia está el estigma de los
ángeles que se rebelan contra el tirano y caen del cielo con la intención de destruirse en la batalla del
bien contra el mal. ( Para no esputar se pone un pañuelo en la boca).
Isidro.- ( Gira la silla hacia ella). Abuela,
cálmate. Estamos habituados a estos enfrentamientos.
Laura.- La familia se convierte en un pescado muerto cuando las quejas separan
del sentimiento afectivo. Cada uno de se refugia en la trinchera del egoísmo
usando las palabras como armas homicidas. Hubo un tiempo... Isidro.- ( La
interrumpe. Su voz suena triste y cansada. Siente que su madre advierta la
sustitución del lenguaje afectivo por otro frío por su racionalidad.) Siempre
hay un tiempo en nuestra memoria guardado como un tesoro de armonía. El tiempo
en que reímos, porque estamos tejidos de vida y el crédulo aún no se volvió
escéptico. La verdad nos vuelve en lugar de comprensivo en gente excluida de la
esperanza.
( Pausa en la que espera la respuesta de Laura, como
ésta no se produce continúa hablando.) Mamá, un inválido está impedido de
elegir. No hay él un vida por hacerse. Él está hecho definitivamente como un
artilugio enganchado a una silla de inválido. Es un perro arrastrado por la cuerda
que lo sujeta a la fuerza de los otros. El pecado y el castigo no expresan la
verdad de su vida. Está vacío y dentro de su oquedad las palabras de los
fuertes le suenan a los gritos de los apostadores en la carreras de caballos.
No tiene caballo sobre el que apostar su desconsuelo. No elijo qué soluciones
le daré a mi desgracia. Definitivamente soy una casa que se derrumba.
Laura.- ( Se dirige a Isidro) No padre no quería
acabar como un hombre autoritario. Tuvo un tiempo en que entregó su
confianza a los hombres. Los consideraba
nobles y solidarios y estuvo con ellos hasta que descubrió la miseria moral y
la corrupción. Si no había hombres que propusieran la fraternidad, habría que
hallar una fe que escapara de la peste de la intolerancia.
Mercedes.- ( Alto) Y encontró la Biblia. Sustituyó
la vida con las palabras.
Isidro.- Apostó por un caballo ganador parido por su
desilusión. Si el mundo de los hombres es cruel, lo sustituiré por otro
misericordioso. Nunca realizable aquí y ahora, sino arrojado detrás de una
puerta cerrada.
Laura.- En esa puerta cerrada se apoya. Ya no hará
nada más que eso. Le dirá a los hombres que ante la puerta de Dios se espera la
vejez y la muerte como un proceso liberador.
Isidro.- Su Dios oculto le facilita la intolerancia.
Mercedes.- Una tienda de comestibles y una capilla
es todo lo que hay.
Laura.- Exacto. Trabajar y orar.
Mercedes.- Hija, te has vuelta resignada como una
oveja ante un pastor violento.
Laura.-( Violenta) Mamá, me niego a que delante de
Isidro saques los harapos de tu saco de resentimiento.
Mercedes.- ( Intimidada) Cierro la boca.
Laura.- ( Arrepentida) Destruirnos no nos liberará
del pasado ni abrirá la puerta que nos impide enfrentarnos con el mal.
Isidro.- ( Vehemente) Yo me abalanzaré contra esa
puerta y la abriré, aunque mi acción me suponga que me recluyan en algún
psiquiátrico de pobres.
( Laura acaricia la cabeza de Isidro con esmerada
ternura.)
Laura.- Eres un joven impedido, pero eso no evita
que perdure en ti el arrojo de los esperanzados. La juventud tiene el poder de
trascender las circunstancias que hereda.
Isidro.- Mamá, ¿ pretendes conciliarme con la enorme
Nada que es mi padre?.
Laura.- La soberbia acarreó al ángel más bello la
caída a la desesperación.
Isidro.- ( Irónico) ¿ Ese ángel también acecha
detrás de la puerta en la que se apoya papá?.
Mercedes.- La puerta que al abrirse hará que salgan
todos los males.
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