sábado, 24 de enero de 2009

Un sicario:Santiago Meza Flores.

El sicario es un asesino asalariado. Asalariar es entregar una cantidad de dinero por una cantidad de trabajo. Salarium. Lo que se daba a los soldados para que comprarán sal. Los sicarios han formado parte de las conspiraciones políticas y de las represiones contra la humanidad. Atraviesan la astucia de la irracionalidad de la historia, esparciendo el crimen como se echa sal a la tierra para que no dé fruto. Dentro del sicario está el vacío de la ausencia de humanidad. El sicario se cobra su salario entregando al pagador el producto de su terror: el mal absoluto. La visión del mundo actual es la representación de la cotidianidad del terror. La cotidianidad está sujeta a la muerte violenta. No hay ninguna vivencia genérica que ponga el fundamento del mundo en el trasfondo infinito del hombre. Las épocas de crisis expresan un desajuste entre la esperanza del porvenir de la historia colectiva y las minorías que intercambian la huida del mundo mediante las drogas y la deuda del miedo. Es un intercambio entre el vacío del mundo y la huida de la esperanza. Las deudas impagadas por el consumo de drogas se pagan con la muerte del deudor. Los campesinos que deben dinero al latifundista pagan sus deudas con cantidades de trabajo gratuito sin término concluyente. Se apropian de su vida. Carecen de libertad para vivir fuera de la deuda.Los sicarios asesinan saldando las deudas impagadas.
Santiago Meza Flores, confesó haber deshecho en ácido unos 300 cadáveres de personas que mantenían deudas o eran enemigas del narcotraficante Teodoro Eduardo García Simental, alias "El Teo", miembro del cártel de los hermanos Arellano Félix. Un cártel es una entidad económica que persigue el fin común de las ganancias. Detrás del sicario está el pagador.Se forma entre ambos una relación de salario y crimen. En el proceso exterminate del sicario sólo hay fines inhumanos. Las personas que mantenían deudas o eran enemigas del narcotraficante eran cosas destruibles para el sicario. Luego el sicario las disolvía en ácido para que no hubiera testimonios ciertos. Los hornos crematorios de los campos de exterminio nazi tenían también como objetivo hacer desaparecer las víctimas. Las dictaduras latioamericanas, de la década de los setenta y ochenta del siglo XX, eran chupaderos innominados para las víctimas del terror dictatorial. El absoluto del asesinato pretende que el mal carezca de testimonio, que no se revele la trama organizativa del cártel del crimen organizado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ahora hemos visto al Abogado guatemalteco confesar su asesinato, grabado como expresión del siscarismos ani vel de Estado.